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8. A otra cosa, Mariposa.


Des miro al moreno que se mantenía en sus piernas; Sonrió mientras pasaba el dorso de su mano por La mejilla de aquél, no sabía qué haría si no tuviera a ese joven en su regazo ¿Qué tan mal la habría pasado Leo? Para estar así ahora.

Limpio con suavidad las lágrimas de su rostro; Definitivamente Leo se veía diferente, sin embargo, él sabía que el moreno seguía siendo el mismo, el corazón deslumbrante de ese chico seguía dentro de aquella fachada de persona ruda. Debía ser fuerte, por ambos.

-"Porque el abuelo estaría triste de vernos llorar"-Pensaba, mientras un nudo se le atravesaba por la garganta y el llanto en sus ojos volvía a aparecer.

Miro el alborotado cabello negro de Leo, observando aquella estrella que se asomaba a un costado, deduciendo porque estaba en su cabeza, agachándose para darle un beso.-No te dejaré Leo... así que no me dejes a mí. -Susurro, mientras enredaba sus dedos en aquellos mechones azabaches.

Se recargo contra la pared, viendo aquel jardín, recordando de a poco su infancia junto a Leo y Davi, mientras recreaba aquel tiempo en su mente y sonreía con nostalgia, paso su mano por el hombro de aquel joven moreno y en un instante, él también cayó en un profundo sueño.

Leo despertó hallándose en una suave pero firme almohada y al levantarse se sonrojo al ver donde había descansado, se deslizo fuera de los brazos de Des con delicadeza, el joven de piel pálida también se había dormido; Su posición no se veía para nada cómoda a diferencia de la de él.

Observo donde se encontraban, tenían suerte que aquel jardín trasero sólo diera con las casas de ambos; Aunque Olinda era una ciudad tranquila, no era como para dormir en la calle, o la banqueta.

Miro aquel lugar que se encontraba bañado por el sol, debía limpiar el jardín, se veía realmente lamentable; No dejaría ni un instante que Des cayera como él, debía ser fuerte, aunque el dolor estuviera presente...

Que irónico, sólo fueron necesarias unas palabras y un abrazo de Des para reconfortarlo, para hacerlo querer levantarse de su pozo de miseria, no sería fácil; Más que nada porque había errores que no podía corregir y sin duda alguna, no deseaba que Des llegara a ese lugar, ahí donde cayó por la tristeza y soledad.

Delicadamente movió el hombro de Des para despertarlo-Des, Des...-Repetía suavemente, sin que aquel joven despertara.

Hizo una mueca de molestia al no conseguir despertar al menor, analizando como podría sacarlo de su sueño, una idea malévola pasó por su cabeza, se acerco con provocación a Des y susurro en su oído: "Des, amor; Despierta". Mientras besaba su mejilla.

Él chico alto no tardo en despertar, sintiendo un escozor por toda su piel al haber sentido el aliento del moreno tan cerca de él, cuando lo busco, esté se había colocado otra vez como un gato en sus piernas.

-¡¿Qu...Qué dijiste?¡-Preguntó el chico pálido sumamente nervioso.

Leo oculto su rostro sonrojado entre las piernas de aquel, para después asomarse y decirle con tranquilidad. -Que despiertes, que hace calor.

-Ah-Dijo el chico alto, pensando que había confundido las palabras, desviando avergonzado su mirada.- Tengo hambre-Dijo de repente al sentir a su estomago gruñir.

-¿Por qué no desayunamos juntos? -Mencionó el mayor, mientras se levantaba para tenderle una mano.

Des miro la mano de Leo, la iba a tomar, cuando sintió esa electrizante sensación, que te da cuando se te entumen las piernas; Sin poder levantarse de su lugar, ya que le producía un hormigueo singular, que lo hacía reír.

-No vayas a querer, que te traiga hasta aquí el desayuno-Dijó Leo en un puchero, al ver que no se levantaba, deduciendo rápidamente el porqué. -¿Se te entumieron las piernas?-Más que una pregunta eso parecía una afirmación, sonrió travieso, mientras se agachaba para molestarlo. -¿Cuál? está, o está- Decía mientras las picaba y movía un poco.

-¡Déjame en paz, Leo!-Decía el alto entre cortado, riendo cada que meneaba una de sus piernas, dejándose caer en el piso.

-No quiero- el mayor contesto divertido, mientras pasaba a la cintura de Des, para hacerle cosquillas ahí, mientras el otro se removía intentado alejarlo con su manos; Quien diría que a pesar de los años Des siguiera siendo tan sensible a las cosquillas, alzo un poco su camisa, para resoplar en su estomago.

Des no paraba de reír y se sentía sumamente avergonzado, digamos que el vientre no es algo que le muestras a las personas de manera común, y menos que lo estén resoplando como si fueras un bebé ¿Cuántos años creía Leo que tenia, seis, tres?

-Basta Leo, ya no puedo-Decía sin parar de reír retomando aire de a poco; Mientras rodaba con él, quedando sobre el pecho del moreno.

-¿Ya no tienes entumidas las piernas?-Decía Leo, sonriendo al ver el rostro acalorado de Des.

El alto lo miro con reproche, sabía a la perfección que Leo no tenia cosquillas, se hizo a un lado, para que se pudieran levantar, aunque en el fondo quería la revancha. -Esto no se quedará así, Leo Spindler. -Dijo el alto al estar de pie, retando al mayor.

-Uy... Que miedo me das, mi estimado Des Aeva - Contestó con burla, a la provocación anterior.

Después de otra discusión que termino, en un: "lo siento" por parte de cierto chico de ojos chartreuse; Entraron a la casa de Des, el chico menciono que la empleada había hecho el desayuno y que no quería desperdiciar lo que había ahí; Leo en sus adentros agradeció la invitación, porque ciertamente su casa, estaba a la par de un departamento de soltero, debía limpiar eso también.

Después de almorzar un poco, y ponerse al día con sus vidas; Bueno con casi "todo" en ellas, ya que algunos detalles fueron omitidos acerca de la suya, por parte de cierto moreno, debido a que le azotaba en la conciencia sus acciones del pasado.

Decidieron dirigirse a mostrar sus respetos a la tumba del viejo Davi; Donde ambos en silencio prometieron: "Lo cuidare, abuelo; Descansa tranquilo". Lástima que las promesas a veces, son como las hojas de otoño y muchas veces el viento se las lleva lejos... Siendo recordadas únicamente por quien se las prometieron.

Los días pasaron y debido a que casi nunca estaba Niek en casa, Des podía salir frecuentemente con Leo, retomando lo que habían dejado, el moreno procuraba a Des, esperando hacer la perdida más fácil de llevar para ambos, que desde que se tenían era más fácil; Sin embargo la conciencia pesaba, sobre todo para alguien que no se había portado muy bien que digamos.

Como era de esperarse, las insinuaciones de las jóvenes con Leo no cesaron, sobre todo porque el moreno ya se había hecho de "fama"; Una no muy respetable, que causaba el recelo de un joven alto de piel pálida.

-¿Leo, nos veremos está noche? -Una joven de piel clara, le menciono mientras le giñaba un ojo.

Cerca de ellos y sin querer escucharlos Des se aproximaba, había acordado con Leo verse en el parque, encontrando la escena, el chico de ojos ámbar clavo su mirada en el moreno, para voltear a ver a la joven con desdén.

-Leo, quedaste de ver conmigo "resident evil"-Menciono Des, haciendo una mueca y con fingida inocencia.

Realmente le valían tres hectáreas de maíz, que la chica quisiera verse con Leo más tarde, antes dejaba de llamarse Des Aeva, que permitir que una desconocida le quitara a su Leo; No la conocía, pero poco le importaba la opinión de ella.

En ocasiones como esa, era factible sacarle provecho a su cara de "niña" como le decían, pasó un brazo por la espalda de Leo, reafirmándole a la mujer con la mirada: "Esté hombre es mío".

-Lo siento, estoy ocupado-Decía Leo, sonrojado; Sin notar del todo lo que provocaba en el joven de ojos ámbar - Cuídate linda. -Dijo tranquilo, despidiéndose con la mano, esa chica era una visitante de Olinda, una turista, "una bebida", realmente se sentía apenado ante esa escena, porque tenía que pasarle a él.

De las personas que no quería que supieran de lo que había "hecho" a veces en las noches, una de ellas era Des, volteo a ver al chico, estaba seguro de que él estaría muy decepcionado si le comentaba algo acerca de eso.

Armándose de valor volteo la cara, esperaba toparse con aquella acusadora mirada dorada, sin embargo lejos de parecer enojada, lo miraba contento.

-Vamos por las cosas de la cena-Le menciono con alegría.

Abrazo a Leo, era feliz de haber sido escogido por encima de aquella joven, eran pequeñas cosas que lo hacían sentirse importante, cuando tu mundo gira en torno a alguien, esperas que lo mismo pase con aquella persona y en esos instantes, es cuando sientes que los sentimientos que compartes son recíprocos.

-Claro, vamos. -Dijo el moreno con una sonrisa.

Adoraba al chico que tenía al lado, daría lo que tuviera para hacerlo feliz, desde que se habían reencontrado las cosas entre ambos eran tan buenas, sin embargo se sentía culpable por haber faltado a su palabra, por haber traicionado a sus sentimientos, dio un largo suspiro, pensando: "Des mereces algo mejor que yo"

-¿Qué vamos a cenar?-Pregunto, deshaciendo el lazo que los unía.

Leo se conformaba con tenerlo a su lado el tiempo que aquello durara, porque su mirada y su sonrisa tal vez nunca le pertenecieron y ahora, estaba seguro que jamás serían suyas; Porque Des estaba reservado, para alguien que lo quisiera, amara y tratara como si fuera lo más importante del mundo.

-¿Qué quieres cenar?-Preguntó el menor, -Hay pasta, podríamos...

Des fue interrumpido por una joven que se abalanzo a Leo, diciéndole: "mi amor" en francés, que demonios, que tenía que ponerle un letrero que dijera: "Atrás, él es mío" antes de que aquel chico de piel pálida interviniera entre Leo y aquella desconocida, una voz familiar lo hizo voltear.

-Hey, Suéltalo; Tengo asuntos con ese tipo -Dijo aquella joven dirigiéndose a la mujer que abrazaba a Leo.

Al chocarse las miradas de ambas, la otra sólo pudo huir cobardemente, claro quién no se intimidaría ante la mirada de Marie Schwartz, aquella joven que Des no había visto durante casi un año, aparecía; La chica golpeo con un grueso libro la cabeza de Leo, regañándolo. Aquellos dos siempre se habían llevado muy bien y recientemente parecían más cercanos.

-Qué te dije de salir por las noches, vándalo- Decía jalando la oreja del moreno.

-Lo siento, lo siento... veníamos por las cosas para la cena. -reprochaba Leo.

La chica se percato de la presencia de Des, no sabía si sentirse feliz o enojada con el joven delante de ella, de sobra sabía que la presencia de aquel era la causa de que Leo estuviera retomando las cosas para bien, sin embargo había algo que la inquietaba.

-Volviste-Dijo de manera tajante, ella siempre era así -¿Te vas a quedar?

Eso era lo que ella quería saber, de nada le servía que el joven sólo estuviera con Leo un instante, si al siguiente se iba a perder, dejándolo otra vez batallar solo con sus demonios.

-Regreso a Utrecht en noviembre.-Dijo Des por lo bajo ¿Qué tenía eso de malo?

Marie sólo bufo, despidiéndose con la mano de ambos, sin contestarle nada a Des, perdiéndose entre la gente que iba por la plaza.

-Así que regresas en noviembre. -Menciono Leo, al haber quedado en silencio.

-Sí, bueno, hasta que cumpla dieciocho...-Decía Des por lo bajo, recordando cuando habló con Niek.

El mayor no estaba muy satisfecho del taller que había tomado en el Ensino, sin embargo esa era su decisión a eso se quería dedicar, tomar el taller de cocina era algo que lo iba a ayudar después, Des había decidido convertirse en gastrónomo, teniendo una discusión con Niek, el cual creía que su hijo quería dedicarse a los números, dado que era muy bueno en ello, o por lo menos eso reflejaban sus notas.

-Cuando ingrese a la universidad tomare la licenciatura de gastronomía. -Le dijo, de frente retando al mayor.

-Que hagas platillos regulares, no te asegura que podrás vivir de ello, escoge un trabajo estable-Reprendía Niek.

-Soy bueno en ... ello-Dijo con inseguridad -Y aunque no sea así, aprenderé, lo haré como mi madre que hace lo que ama...

-No menciones a esa mujer en mi casa,-Espeto con enojo- si esa es tu decisión adelante, pero yo no pienso apoyar ese disparate-Menciono el hombre, mientras se ponía de pie. Dejándolo solo en la mesa. -Únicamente te apoyare hasta que seas mayor de edad, Des.

Se perdió un instante en sus pensamientos, repasando las fechas y de cuánto tiempo estaría en Brasil.

-¿Leo, confías en las relaciones a distancia?-Menciono por lo bajo de la nada.

-¿Eh?-Volteo a verlo el moreno con extrañeza, ya que este había seguido avanzando, regresando a don de Des estaba-Disculpa, me lo repites.

Des se dio cuenta de que lo había dicho en voz alta, contestando un: "No, nada" mientras seguían caminando, y compraban los ingredientes para la cena.

-"Relaciones a distancia"-Pensó, creyó que estaba listo para dejárselo a alguien más, pero que podía decir, Leo Spindler era un caprichoso-"Quien quiera que seas, amor a la distancia, cuando está en Brasil es mío " -Pensó para sí mismo, mientras se sujetaba como un niño al brazo de Des.

Tan inseguro de sí mismo, Leo no se daba cuenta de lo que provocaba, realmente este chico de ojos verdes se hacía menos frente a otros, le faltaban unos gramos de astucia y seguridad, para saber que era el único en el corazón del joven Des Aeva.

Así el tiempo de Des en Olinda transcurría, estaban por terminar las vacaciones de invierno, pronto entraría al colegio, y más que nada, aquel día era especial, ya que era su cumpleaños, cumplir a finales del año era como un regalo doble, o así siempre lo había visto; Sin embargo Niek no era de regalos, y mucho menos de celebraciones, estaba seguro que ni siquiera se acordaba de la fecha.

Ese día salió temprano, compro dos girasoles para ponerlos en cierto lugar, para alguien que le había dado mucho en su infancia; No podría ir con Leo, cuando eres: "un adulto responsable" en palabras del mismo, no tienes vacaciones, lo vería hasta el anochecer.

Suspiro tranquilo frente la tumba, contándole todo a aquella, el día pasó lento, se hizo un obsequio así mismo y preparo una tarta de durazno, en el día recibió dos llamadas, una de su madre y otra de Thomas felicitándolo, también Lorraine le había mandado un mensaje y un bonito dibujo.

Salió al jardín trasero, sonriendo feliz para sí mismo, Leo y él lo habían restaurado y ahora lucia como antes, camino hasta el árbol acostándose debajo de él, contó las estrellas en el cielo, para ser invierno era demasiado caluroso.

Leo llego con un regalo entre sus manos, toco la puerta de los Aeva sin ser recibido por nadie, se encamino hacia la parte trasera, tal vez Des estaba afuera, noto la puerta abierta y al chico debajo del árbol, se aproximo a él encontrándolo dormido, que descuidado.

Leo aprisiono la nariz de Des entre sus dedos cortando su respiración, haciendo que aquel despertara de manera abrupta.

-¡Rayos Leo! ¿¡Por qué hiciste eso!?-Dijo el menor alarmado.

-La puerta está abierta, esto da a la calle por si lo has olvidado, y es de noche- Decía el mayor numerando los hechos.

-Lo siento, pero tengo una alarma ves-Decía mostrándole su celular, -En quince minutos despertaría, por dios Leo, me espantaste.- Menciono Des, levantándose.

Leo miro el celular notando una llamada perdida: "Thomas" en un momento ardieron un poco los celos, pero se calmo diciéndole a Des: "Te llamarón" Habiendo dicho eso el celular vibro, un nuevo mensaje había llegado, era el sujeto en cuestión.

Des tomo el celular, revisando el mensaje que decía: "Tan entretenido estas con tu león, que no contestas; Que no te coman, pequeño camarón" Des se sonrojo al instante, borrando aquel mensaje tan estúpido de Thomas, "maldito y mil veces maldito, Thomas" se repetía mentalmente con enojo. Mientras contestaba: "El león cree que todos son de su condición, ¡Tonto!"

Leo miro la cara enrojecida de Des, aquellas muecas de disgusto eran raras de ver en el menor, no era una persona que se desesperará con frecuencia, no recordaba la fecha cuando Des lo había visto con un rostro como ese.

-¿Qué dice Thomas? -Dijo Leo con un poco de molestia en su voz, lo demasiado quedo como para que Des no la notará.

El alto volteo a verlo, el tonto de Thomas mandaba sus mensajes extraños: "mándame una foto, para corroborar que no hacen nada malo" Bien, si así iba a jugar "él mil veces maldito".

-Leo, quiere una foto de nosotros, para ver que estemos bien-Dijo Des con una inocente sonrisa.

El mayor tomo el celular entre sus manos, poniendo el botón de grabar, tomo a Des diciéndole en su oído: "Un video es mejor que cualquier cosa" mientras volteaba al celular diciendo: "Estamos felices, Juntos" giro su rostro para plantar un muy buen beso en la mejilla de Des, que más que nada estaba atónito ante el acto, un click, cortó y envió.

Del otro lado del mundo, un joven de ojos azules revisaba su teléfono, viendo el mensaje y por último el video, pensando que: "Ese Leo Spindler era un saco de monerías, mira que él muy atrevido hablaba Neerlandés"

-Des, la pantera te va a comer. - Dijo divertido en voz baja, mientras regresaba al trabajo.

En Olinda, unos jóvenes ya habían entrado a la casa de Leo, donde Des se sentó junto con él a ver una película, pensando que tal vez al moreno se le había olvidado su cumpleaños, haciendo un ligero puchero de tristeza.

-¡Son las diez!-Dijo Leo con emoción mientras, entraban Mark y William.-Feliz cumpleaños, tu naciste a las diez- decía el mayor extendiéndole una pequeña caja, que sabrá Ithis donde la escondió, mientras Des la recibía con alegría.

Mark y William estaban ahí por petición de Leo, y en parte porque extrañaban al pequeño Aeva, rieron un rato los cuatro mosqueteros, porque lo de tres no les quedaba, mientras aquellos que eran mayores que Des le reprendían por no haberles dado su número y haberlos dejado botados, después de platicar y de comer amenamente la tarta de durazno, que Des había traído desde su casa. Se dispuso a abrir su regalo.

Deshizo el envoltorio meticulosamente sin romper el papel, mientras Mark gritaba que aquello era de ancianas, que lo rompiera con emoción; William sólo reprendió al de ojos grises mientras le decía que se estuviera en paz.

Al abrir la caja, una bufanda color rojo apareció; Des la miro con muchísima alegría, mientras Mark y William decían que en Olinda jamás la usaría, mientras Leo se sonrojaba un poco.

-¡Muchas gracias!-menciono el menor abalanzándose a los brazos de Leo.

Aquel regalo era especial para él, no era algo que se compro después de salir del trabajo, era un obsequio con meses anticipación y él lo sabía, porque Leo se lo había preguntado, recordando aquella videollamada de hacia unos meses, antes de que los problemas comenzarán.

-¿Y? ¿Amarilla o roja?-Mencionaba Leo, colocándolas como si él las fuese a usar.

-Roja-Dijo Des, desde su cama, eran casi las tres de la mañana en Utrecht.

-¡Gracias¡ Descansa-Decía Leo, mientras cortaba al ver que Des se había dormido.

Después de una amena fiesta, todos regresaron a sus casas.

Los días en Olinda se iban rápidos, el sentimiento que albergaba el corazón de Leo lo conocía perfectamente, sin embargo, se sentía dudoso de no ser lo suficiente; Des por lo contrario había creído que era feliz con la posición que tenía al lado del moreno, pero las crecientes mujeres que se aglomeraban a su alrededor lo hacían sentir inseguro.

No las quería cerca de él. Lo haría, se declararía, solucionaría lo de la distancia después, bueno; Que ha este chiquillo le sobraba confianza por lo visto, ya estaba asegurando una respuesta.

Ya habían transcurrido varios meses, incluso el carnaval había pasado, desaprovechando su oportunidad para hacerlo, que suerte tenía; Escogiendo los días feriados y con mayor cantidad de turistas en Olinda, Leo casi siempre estaba ocupado y el Ensino no dejaba mucho tiempo libre, recapitulaba aquel joven de ojos ámbar.

Lo había intentado en año nuevo, era un día perfecto; Una noche serena en la playa, con la música de la fiesta a lo lejos; Una cena preparada por sus manos en una cesta; Nada faltaba, si nada había faltado ese día, de hecho habían sobrado.

-Leo-Decía un joven de ojos ámbar sonrojado, mientras tomaba las manos del moreno.

-¿Si, Des? ¿Qué pasa?- Decía Leo tranquilo, realmente el contacto con alguien nunca lo había incomodado y mucho menos si esté era por parte del alto.

-Tu... ¿Tu.. qui...quisieras... sa...?

Justo cuando iba a proponerle salir con él, dos chicos gritaron sus nombres, volteando a los interpelados, ese día habían sobrado dos personas, que más que cupidos parecían diablos, escogiendo el momento menos oportuno para aparecer, arruinando el momento y su declaración bajo los fuegos artificiales y vamos, que Des era un romántico de buenas a primeras, que planeaba todo meticulosamente.

En el carnaval de Pernambuco pasó algo similar, nada más que en aquella ocasión había sido en parte su culpa; No te declaras en medio de un paseo turístico.

Realmente se lamentaba de sus decisiones de vida, caminaba pesadamente por la calle, consumiendo una paleta Helada, hacía demasiado calor ese día, cuando llego a su casa opto por no usar su usual camisa, y ponerse una playera sin mangas y una bermuda.

Se extraño que las luces de la casa de Leo estuvieran prendidas y más que nada, los mormullos que se escuchaban hasta la suya, se asomo con curiosidad sin decidirse si tocar para entrar o mejor retirarse, cuando un joven lo vio y lo invito a entrar con él.

-Me lo encontré afuera-Mencionaba un chico de ojos café.

Todos voltearon, Marie, Mark y William estaban ahí, al parecer era una reunión de los jóvenes universitarios, ya que aparte de ellos, habían otros tres rostros desconocidos, al entrar Leo y verlo, lo alejo de ellos.

¿Qué hacía Des ahí? No había querido llevarlos a su casa, pero esos borrachos querían ir al bar de Angust, y ahí había cosas que no quería recordar en ese momento, ni siquiera tenían un motivo para celebrar, bueno que habían pasado los exámenes de mediados de curso tal vez, esos inútiles.

-¿Quién es?-Menciono uno de los extraños.

-Un amigo de nosotros, el vecino de Leo-Contesto William con simpleza.

Aquellos chicos miraban con curiosidad al chico alto, ciertamente Des era muy hermoso, independientemente de su género.

Los chicos empezaron a beber cervezas como si no hubiera mañana, sin embargo a pesar del numero exagerado que había tomado Leo, el no parecía ni una pizca de borracho, uno de los chicos se acerco a Des para ofrecerle una, pero después de recibir una mirada matadora por parte de Leo, y un: "Tiene dieciséis" No se acerco más.

Leo estaba bastante molesto, sobre todo por como sus compañeros de clase se mantenían mirando a Des, incluso él se sentía un completo pervertido al estarlo viendo así, pero era verdad, la piel de Des era suave al tacto y finamente blanca por naturaleza, revolvió su cabello con desesperación: "absurdos pensamientos salgan" se decía así mismo; bueno, que por algo su madre lo llevaba al estudio.

El moreno no se dio cuenta, cuando Des se aparto de su lado, los chicos jugaban baraja, cosa para la cual Des era muy bueno, sin embargo las cosas cuando están los jóvenes borrachos se tornan extrañas, algún idiota propuso jugar "botella*" y cambiar las reglas, para que fuera más "divertido."

-Punta recibe, Cola besa. -Decía medio borracho un joven de pelo castaño claro.

Comenzaron el juego, mientras Leo se acercaba, quería sacar a Des de ahí rápido, la botella giro y para mala suerte del moreno, la cola cayó en Des y la punta en quien había propuesto el juego.

Des realmente no sabía qué hacer en ese ambiente, pero los abucheos de que tenía que hacer el desafío no faltaron, sin embargo él no era estúpido, se acerco al joven castaño y volteo su cara para darle un beso en el pómulo, él que recibía intento girarla, sin embargo ese beso quedo en su mejilla, mientras Des se alejaba y movía su dedo índice en negación y le decía: "Los besos se dan en la cara no en lo boca".

Los muchachos rieron ante la ocurrencia, diciendo que la próxima no la libraría tan fácil, mientras un moreno ardía irritado; Antes de que Des pudiera huir de ese lugar, la botella giro, cayendo otra vez la cola en Des y la punta en cierto moreno enojado.

Des se quedo perplejo, todos gritaban: "beso, beso." Estaban hasta las orejas de borrachos, Des se levanto del piso ya que Leo estaba sentando a la orilla de la cama, iba a posar sus labios en su mejilla, cuando el moreno tomo su cuello.

En un movimiento rápido Leo aprisiono los suaves labios de Des con los suyos, una electrizante sensación los recorrió a ambos, aquello era nuevo para el menor, que sentía un cosquilleo desde ellos.

Leo se sintió tan extrañado, era diferente, por mucho a cualquier beso que hubiera dado o recibido de alguna persona antes, presiono ese beso, realmente se sentía la dicha desde esos labios, lo profundizo; Después de todo él tenía una boca experta en eso.

Des apoyo su rodilla en la cama para no caer, ya que aquello era demasiado ardiente, sentía que le faltaba el aire; Sin comprender que pasaba, su cuerpo quemaba y temblaba; Un fuerte jadeo escapo de sus labios, liberándose de los del contrario, con sus mejillas completamente rojas y sus labios entumecidos, por sus ojos se asomaban discretas unas lagrimillas.

-¡Ya llévatelo a la cama!- Alguien grito.

Ellos no estaban solos, estaban rodeados de varios jóvenes, entre conocidos y extraños, el cuerpo de Des no cesaba de temblar y con lo dicho por aquella persona anteriormente, lo habían sacado del trance, sintiéndose incomodo y avergonzado.

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Creditos: Adele ~ One and only.

"Te reto a que me dejes ser, tu primero y único
prometo que soy digno de estar en tus brazos
así que vamos, dame la oportunidad
para demostrar, que soy el único"

*Botella: Juego popular en el que se gira una botella, generalmente es con un verdad o castigo, o un mandamiento, aquí lo hicierón de una forma un tanto peculiar.

N.A:

Buenas noches, tengan todos.

Morachan reportandosé, con menos drama y un poco más de feelings...  soy de lo peor... Muchas gracias por leer mis pequeños escritos, que son extraños pero hechos con mucho amor.

El titulo de este capitulo iba a ser: Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas te impedirán ver las estrellas... Pero es muy largo,  así que se los dejo aquí.

Espero les haya gustado el cápitulo, dudas, comentarios, jitomatazos, reproches todo es bien recibido. Después de tanta lágrima un poco de dulce para el corazón.

Hasta la proxima actualización, se despide: Morachan


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