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16. Mañana será otro día...

—Nada— le brindo una cálida sonrisa, — tonterías — A completo mientras lo abrazaba, "Sí, son sólo tonterías" pensó.

Leo se despidió de él, debía regresar, no tenía ganas de hacerlo, realmente su piso compartido no tenía nada especial aparte de la vista, sin embargo no podía quedarse; aunque Des insistiera en que pasara la noche con él. El moreno explico que ir todos los días con la misma playera no sería algo muy agradable; ambos rieron y el alto lo dejo partir, despidiéndose desde la puerta del café de él, esperando que la figura de Leo se dejara de ver por la solitaria acera. "regresará mañana" se auto reclamo así mismo, por el flujo extraño de pensamientos que empezaban a crecer dentro de él.

Des y Leo comenzaban a avanzar a pasos rápidos en su relación, el moreno había dejado en claro que estaban saliendo, cuando un día Ann, le preguntó que cuando y donde se le había declarado a su jefe, el moreno afirmo que en el campo de las Tullerías, cosa que no había hecho, él no se le había propuesto; más bien... lo habían dado por hecho desde aquella cena. Tal vez era por eso que Des, lucía dudoso, incluso diría que nervioso; decidiendo hacerlo esa noche, proponérselo como era adecuado hacerlo.

Había comprado un bonito collar color ámbar, que él realmente esperaba que a Des le gustará. Aquella piedra nunca podría competir con los hermosos ojos color de sol de su amante, regreso a su trabajo esperando que llegara la tarde para poder ver a Des.

Ese mismo día mientras Des lo esperaba en el café para recibirlo, él llego con aquella joya envuelta, tal vez era algo anticuado declararse así, pero... bueno, quería hacerlo. Conversaron como siempre, mientras Des le decía que se quedará esa noche, el moreno no comprendía a lo que se refería, pero acepto, subiendo con Des por las escaleras.

Lo primero que vio, fue la bonita sala adornada con pequeñas banderas de colores, en la mesa había un pastel, y dos pequeñas cajas envueltas con papel de regalo. — ¡Feliz cumpleaños!— Des se abalanzo a Leo abrazándolo eufórico.

Leo no comprendía que pasaba, pero pronto cayó en cuenta de la fecha, era su cumpleaños... tanto tiempo sin festejarlo, que simplemente se le había olvidado, se aferro al alto, quien lo sentó en el cómodo sofá, mientras iba por unas cartas.

— Son de... mi madre, — le extendió la primera, mientras sonreía — Marie y la Sra. Frances —Leo soltó una risa, de seguro Des no sabía que la madre de Marie, odiaba que le hablarán por su primer nombre; Noreen le decía Frannie, pero Frances, las personas que se había atrevido a llamarla así, habían recibido la peor de las miradas de Miss fortune, y una mala suerte de por vida asegurada. "Que de elegante tiene un nombre que está a la par de francisca" fue lo que contestaba cuando lo mencionaban. — y esta última es de Mark y William. — Decía el alto contento de darle sus obsequios a su novio, le había costado trabajo localizar a todos, pero lo había logrado; incluso le comento a su madre de su relación, recibiendo su felicitación y que ahora ella tenía dos hijos.

— Me falta una — menciono Leo, haciendo que Des lo mirará intrigado — La tuya. — le dijo con picardía.

Des lo miro sonrojado, mientras sentía como Leo lo jalaba hacía si mismo acomodándolo en su regazo, — hice una carta — confeso el alto, acunando su cabeza en el hueco dejado por el cuello y hombro de su pareja — pero no te la daré, no porque no lo hubiera pensado, es sólo que me quede estático en la decima hoja, pensando que... me faltaban palabras para agradecer a la vida por ponerte a mi lado— decía Des completamente sonrojado.

—Gracias... —lo apretó entre sus brazos, no había hombre más dichoso en el mundo que él en ese momento — !muchas gracias...¡— respiro el dulce aroma de Des, mientras sentía a los nudos en su garganta formarse, parecería ridículo, pequeño, pero esas cosas siempre lo hacían feliz; sólo quería poder hacerle sentir lo mismo al hombre entre sus brazos. — sabes... yo también traigo algo,— decía hurgando en su bolsillo, sacando el pequeño empaque. Des se extraño ante su comentario, apoyándose en los hombros de Leo para verlo —Des Aeva, ¿Quieres ser mi pareja? —Des miro la caja con extrañeza, ¿No ya lo eran? No pudo evitar reír un poco.

—¿Qué haremos?— pregunto con una traviesa sonrisa— Mr. Spindler, a mí ya me propusieron aquello, y he dicho que sí, en agosto del año pasado en el campo de las Tullerías. — Leo lo miro primero extrañado y luego se sonrojo de sobre manera, la fecha cuando se habían reencontrado, aunque no hubiera sido en el parque de las Tullerías, ni hace un año, más bien habían pasado ocho meses ¿Ann le habría dicho?... ¿o él lo había escuchado? ante las pequeñas risitas de Des, el moreno lo sometió contra el sofá.

— Entonces déjame cambiar mi propuesta, ¿Des Aeva te quedarías a mi lado? — los suplicantes ojos olivas se enterraban en los suyos, asintió contento, mientras le robaba un beso. "quédate conmigo hoy y siempre" le susurro el alto.

La fiesta entre los dos continuo, el lazo era cada vez más grande, o así lo sentía Leo, sin embargo, los comentarios en el café no cesaban, las inseguridades de Des eran casi tangibles, en los ratos que Leo estaba con él se despejaban, haciéndolo no pensar en ellas pero siempre aquellas volvían; más grandes y pesadas. Eran tonterías... pero a veces las "tonterías" siembra dudas fuertes, que se desbaratan fácilmente cuando se hablan, el problema llega, cuando nadie hace nada por externarlas.

Sus días juntos continuaban; con las visitas frecuentes de Leo, sus posesiones personales empezaron a ser cotidianas en el piso de Des, desde un saco, hasta un calcetín, había incluso un cepillo de dientes en el lavabo del alto para él, sin embargo aunque parecía que todo iba bien... Des comenzaba a descubrir lo ajeno que era a su pareja, es decir, sabía donde vivía, con quien compartía el edificio, sus amigos, sus conocidos, sus sueños, sus miedos, sus gustos... pero, él nunca había estado en el departamento del moreno, ¿Habría algo ahí que le incomodara? Había intentado ir con él, pero Leo le había dicho que en otra ocasión, haciéndolo sentir extraño...

— ¿Eh? Mi piso — Pensó Leo, en ese momento lo compartía con un imbécil, si era un imbécil, no le diría de otra forma, se había atrevido a revisar sus objetos personales, encontrando las fotos que el poseía de su pareja, pidiéndole a él que se lo presentará. Después de fumigarlo con una mirada, había solicitado su cambio al piso de abajo, le importaba un bledo pagar más, si con eso, no tendría aquél molesto compañero. Era un adulto pero, estallaba en ira con cada jodida insinuación de esas. — humm ¿Qué te parece después? — dijo con una risa fingida.

No expondría a Des a aquel trato, sin embargo, el alto no necesitaba que fueran tan precavidos con su persona, podía defenderse así mismo, había recibido toda clase de comentarios en su vida, eran incómodos pero, no le interesaban a menos que fueran pronunciados por alguien que él quería, algunas acciones del moreno eran interpretadas por su subconsciente como que estaba perdiendo el interés, o que se estaba alejando, incluso en que el moreno, veía la relación como algo perecedero... haciéndolo creer las palabras de sus celosos comensales, quienes murmuraban siempre que no estarían mucho tiempo juntos.

— Esta bien — fue su respuesta, mientras apretaba su mano y continuaban caminando; Des no volvió a insistir en ir con él a su casa, temeroso a que en una discusión simplemente se alejarán.

A menos que Leo lo propusiera, él no insistiría, así era Des; reservado, manteniendo las cosas en un estado neutro, pero como la duda creciente en su pecho; Des nunca peleaba con Leo, ni externaba sus miedos, puesto que era consciente de que eran niñerías; celos, posesión, duda, todo se lo callaba... acumulándolo para sí mismo. Encontrándose en ese momento otra vez, con la partida de Leo a Italia.

— No pongas esa cara— El moreno lo sacaba de sus pensamientos — volveré pronto, tranquilo — mientras depositaba un casto beso en sus labios antes de partir a Roma, El alto lo tomo con posesión marcando ese beso como suyo..."No te vayas" pensaba, el miedo era un fuerte rival en Des.

Cuando se había vuelto de esa manera, no lo sabía, Leo a veces se iba durante semanas en meses aleatorios, para cubrir ciertos lugares alejados, sembrando la duda en el joven de ojos ámbar ¿y si encontraba a alguien más?, sus amigos y los turistas tenían cosas muchísimo más interesantes que ofrecerle a su pareja, quien siempre lucia emocionado en los recorridos, "eres más feliz ahí, que conmigo" pensaba.

Leo era una criatura aventurera, que disfrutaba de las fuertes emociones de la vida...emociones que aquél no hallaría a su lado, sería como decían las personas en el café, que ellos eran... "Una pareja, dispareja" que se aburrirían pronto de estar uno al lado del otro. "si sólo pudiera amarrarte a mi lado" No sabía cuando su cabeza empezó a jugarle tan malas pasadas, y a pensar tan egoísta. Se sentía torpe con lo que hacía pero... no podía detenerse; Esperaría como siempre... a que el moreno regresara y se llevará sus miedos con su presencia a su lado.

—"¡Estoy de regreso!"— Pensó Leo feliz, mientras abría la puerta que conectaba el piso de arriba con el café. Hubiera anunciado su presencia pero, eran casi las seis de la mañana, el tenía las llaves de la casa de Des.

Aun recordaba cuando el alto se las había dado, era fin de año, una fecha especial para él, había ido a darle un obsequio a su amado, pero el café estaba cerrado "Es fin de año, Leo" se reprendía así mismo, toco la puerta pero, Des no respondió, se sentó en la acera esperando, cuando la lluvia decidió aparecer, empapándolo, su chamarra de cuero negro lo cubrió un poco en lo que buscó refugio debajo del techo, sin embargo la lluvia se volvió más fuerte y ventosa, haciéndolo hincarse en la acera como un ovillo, esperando a que pasara.

—"Debo ser lo más cómico de París, un hombre de casi treinta años hecho bolita en la esquina del café ardent".—Pensó.

Des había ido por provisiones, y cuando vio a Leo esperando en la acera mojada, se estremeció por completo, él llevaba un paraguas, en la mañana el noticiero anuncio fuertes lluvias, y como fiel creyente de ellas, salió bien abrigado, apresuro su paso al ver a Leo encogerse más, el pobre chico parecía un gato abandonado; Des corrió a su lado, diciéndole que porque no le había marcado, revisándolo de que estuviera bien.

El se sonrojo ante el trato del alto, que lo inspeccionaba revisando que todo estuviera orden, él se sacudió mojándolo y le dijo: "Feliz cumpleaños" mostrándole el ramo... era el cumpleaños de Des, recibió una linda sonrisa por parte de su pareja, quien le dio un corto beso y lo invitó a pasar.

En el piso del alto, Des lo mando al baño, y cuando estuvo limpio y seco, lo sentó en la cama; dándole un corto regaño, mientras colocaba las llaves en su mano, se arrodillo y le dijo: "Así... puedes venir cuando quieras... aunque sea muy tarde, yo soy feliz con sólo verte"

Rió feliz para sus adentros, había sido tan lindo eso; prácticamente ya vivía con el alto, ¿Cómo hacia eso, Des? Pasaba casi tres días a la semana en la casa del joven de ojos ámbar, y el resto en su piso en el primer distrito. Des se colaba fácilmente en lo profundo de él, haciéndolo sentir completo; llegaba de su viaje y lo que más quería en ese momento era verlo.

Aunque se sentía pleno, Leo estaba un tanto intranquilo, Des lucia diferente y en cada regreso actuaba extraño, al abrir la puerta del piso, encontró a alto dormido en el sofá, las luces estaban prendidas, y múltiples recetas descansaban en la mesa; se preocupo al ver una botella de alcohol a un lado, sin embargo se tranquilizo al ver que estaba casi llena y sólo una copa a medio tomar en la esquina.

Tomo a Des entre sus brazos para llevarlo a su cama —"Divirtiéndote sin mi ¿Eh?"— pensó el moreno, abriéndose paso a la recamara del alto, porque no quería decirle nada, le preguntaba las cosas, pero Des decía que no era nada; sin embargo ¿cómo iba a ser nada? Si, su rutina había cambiado, incluso lo sentía más liviano.

Al depositarlo sobre la cama el joven despertó, lo miro incrédulo, con una extraña expresión, fue casi instantáneo como aquél lo jaló hacía él, llenándolo de besos, empezándolo a desvestir; El moreno correspondió al principio torpe, había sido muy repentino, sólo sintió a su cuerpo caer a la cama, mientras el alto lo seducía.

—Bienvenido...—Soltó desde sus carnosos labios, mientras se desvestía provocativamente, retirando su camisa de dormir, deslizó una mano por encima del pecho de Leo, retirando su abrigo; Reclamando su boca otra vez, jadeante, ansioso, empezó a acariciar con sus largos dedos por encima de la tela, el miembro de Leo.

Cuantas veces había soñado con ese momento, cuantas veces había dudado su corazón a avanzar, la desgarradora sensación que lo embargo al creer al moreno con hijos, siendo feliz con su esposa en Alemania, seguía presente, la recordaba por completo, tenía miedo, no lo podía negar, quería que ese momento fuera eterno, el instante en que estaban solos, el instante en que Leo era suyo por completo, era un hombre jodido, roto, pero enamorado hasta el cuello. — Regresaste pronto— murmuro... mientras regresaba a la iniciativa que había tomado, introduciendo su mano al pantalón del joven de ojos chartreuse.

Leo se dio cuenta de los cambios de Des, no sabía que pasaba pero, lucia inestable, siempre que se iba, al regresar el alto lo recibía con una invitación de cama. No le molestaba, pero... a veces sólo quería hablar con él, dormir en su regazo, o comer a su lado, sus pensamientos fueron obstaculizados; ahí estaban otra vez, en el piso de arriba del café Ardent, siendo desvestido por su amante.

Se apoderaba de los labios del moreno con ansia, con posesión, con desesperación, "quiero que estés tan perdido como yo" los mordía queriendo arrebatarlos de su propietario, Des creía que Leo nunca podría encontrar en él, los motivos que lo embriagaban hasta caer por completo a merced del moreno, ya lo había perdido una vez por sus errores, y ahora que era su pareja, ¿Qué pasaría si perdía el interés en él? Se disolverían hasta la perdida, desesperado, quería mantenerlo cautivo en él, intentando usar el mejor atributo que muchos le habían alabado; su apariencia.

Hizo un camino de besos desde su boca hasta el abdomen de Leo, la tibia piel se contraía a su tacto, contorneo con sus dígitos los músculos trabajados, podía sentir como su piel se humedecía, retiro sus pantalones junto con la ropa interior del moreno, empezando a ayudar al pequeño Leo.

Beso la punta degustando el amargo sabor, introduciéndolo suavemente en su boca, lamiendo despacio, masajeando en el proceso, el moreno se estremecía por completo, soltando roncos gruñidos de placer; Dejo su labor, para deslizarse por encima del moreno, albergando entre sus glúteos al palpitante miembro de Leo, se rozó sugestivamente contra de él, se inclino sobre Leo, jadeando lascivamente junto a su oído, pronunciando su nombre, mientras le preguntaba si le gustaba; Una mano se dirigió a su entrada, estaba deseoso de que Leo entrará, se preparó con velocidad y rudeza así mismo, no le importaba lastimarse, dirigió a Leo dentro de él.

El moreno hizo una mueca de dolor, regresando de su letargo, realmente le gustaba hacerlo, pero no de esa manera; Des no había sido lento ni suave, había descendido sus caderas con imprudencia, moviéndose tembloroso para acostumbrarse, el alto pregunto otra vez: —¿Te... gust-a... Leo?—Murmuro, entre el placer y el dolor; Terribles lágrimas que azotaban a sus sonrojadas mejillas.

Nunca había escuchado de los labios del moreno que era lo que le gustaba, incluso él pensaba que no había sido de demasiada ayuda en el pasado, él siempre había sido rescatado por su estrella, dolía, su cuerpo dolía demasiado, había sido imprudente al forzar su vida sexual de esa manera. "Pero si puedo retenerte con esto... no importa" se estremeció alrededor de Leo, no podía seguir haciéndolo.

Leo perdió el calor en un momento, ¿Qué le estaba haciendo a su pareja? —Des, ¡Detente! Te haces daño, me haces daño... sólo... hablemos ¿Quieres?.. —Decía Leo intentando ser comprensivo pero, no comprendía el actuar del alto, llevaban saliendo casi dos años, sin mentiras ni dudas, o al menos eso creía y todo parecía estarse yendo al caño.

—No quiero.—Protestaba el alto, sin esperarlo, rechazando su mirada...Leo lo sujeto por los brazos con suavidad; separándolo, acostándolo en la cama, mientras el otro insistía en querer besarlo. No sabía de dónde había salido toda esa urgencia, Des era como un naufrago a la deriva, bebiéndose el agua del mar con desesperación... sólo resecándose.

Des, espera... Des...—intentaba razonar con él, pero no paraba— ¡Estas mal! — Levanto la voz para que le hiciera caso, y funciono, haciéndolo detenerse — el café lo abres más tarde, porque no logras despertar en las mañanas; no necesitamos hacer esto para estar bien, — no sabía bien cómo explicarse — Somos pareja pero, no para hacerlo como conejos.—Des desvió la mirada, Leo tomo su rostro— Mírame, Des... ¿Qué sucede? — lo miro fijamente, no podían seguir así... "Nada" otra vez la misma respuesta, afianzo su agarre, pero el alto no hizo nada —Me largo de aquí, hasta que quieras hablar. —pronuncio el moreno, decidiendo  dejar la cama.

Des tomo la mano de Leo sin dejarlo avanzar. —¡Tengo miedo! — contestó por fin, derribándose. Las gruesas lágrimas caían de aquellos ojos dorados —No... no quiero perderte, que te alejes...no de nuevo, no lo soportaría... pero, tampoco puedo retenerte, ¿Si algún día ves a alguien más? ¿Si descubres que no soy lo que esperabas? Si... descubres lo aburrido que soy y la poca emoción que te puedo dar... no tengo más por ofrecer que esto... —Se señalo por completo así mismo. —a... a t.. ti— tartamudeaba—te gusta tanto la aventura, la historia, creas momento inolvidables para quien te conoce...irradias entusiasmo, —Sonrió tristemente— tú me dijiste que si hubiera volteado a ver a mis pretendientes nunca te hubiera regalado una mirada, pero tú tienes a tantas personas viéndote, apreciándote por quien realmente eres... — Des soltó la mano de Leo, mirando cabizbajo a la nada, no suplicaría para que se quedará...

Leo lo miro perplejo, desde cuando aquellas dudas habían crecido en el corazón de su pareja, y ¿Qué mierda estaba diciendo? Se acerco hasta él, y lo tumbo en la cama, el cuerpo de Des temblaba por completo, sus bellos ojos eran enmarcados por aquellas curvas negras, no había dormido bien; Des era un hombre sentimental, tranquilo, romántico y sumamente encantador para sus ojos ¿Por qué los suyos no podían verse como lo hacía él?

—Te amo, — lo abrazo, ¿Qué debía hacer para que le creyera? — puede que no lo creas pero, lo hago... — quería sacarlo todo, pero al ver el reloj de pared, decidió no continuar— no podemos darnos el lujo de faltar a nuestros trabajos, — miro determinado al alto, sonriéndole dulcemente— El Des que yo conozco no abre tarde los domingos porque piense que no habrá clientela ese día,—junto su frente con la de él, restregando su nariz con la del alto— el Des que yo conozco, se arregla todos los días para sí mismo, y le sonríe al día.

Lo sujetaba en un fuerte abrazo. ¿Como podía dudar de lo que sentía? Pero, así era Des, caminando precavido, moviéndose despacio, interrogándose siempre; quería llorar en ese momento, de impotencia, de ira, ¿Por qué no se dio cuenta de los miedos que crecían en Des? No... si se había dado cuenta, no debía sacarlo, no aun.

—Toma, estas son mis llaves, las llaves de mi departamento, — tomo una hoja y escribió rápidamente indicaciones de donde estaba su piso— ¿podrías esperarme ahí por favor? Te veo a las ocho...— deposito un casto beso en los labios de Des—si no vienes, vendré a buscarte... porque, no hay forma que yo resista estar sin ti.—Le dijo con la voz casi quebrada, mientras se ponía su ropa y salía de ahí.

Así Leo salió del piso del alto, su pecho estaba compungido; pero podía entender a Des, debió haberlo estado guardando tanto... limpio la lágrima que azoto a su mirada, como dolía, pero no desistiría por eso, — "ni antes, ni ahora" — pensó— Te amo.

Nunca había sido bueno con las palabras, irónico ya que sabía cómo expresarlas en más de seis idiomas diferentes; siempre salían de manera torpe desde sus labios, atropelladas, lo máximo que podía hacer era simplificarlas en oraciones de cariño, pero no era suficiente al parecer; Des le había confesado en más de una ocasión lo que amaba de él, de manera tan sutil y cálida que lo hacía estremecer, haciéndolo inmensamente feliz, los pequeños objetos en la habitación del alto, eran testigos del cariño sincero que sentía aquél hacía él, impulsándolo a continuar y a limpiarse sus impurezas, pero en el proceso había cometido un error, las cosas no se saben si no las expresas... Des también sentía miedo, inseguridad, aunque por fuera pareciera que no, y aunque nunca lo dijera, aquello se acumulaba... había estado muy absorto en los momentos en que eran felices, que no se fijo con detenimiento en los que no lo eran tanto, eludiéndolos en vez de encararlos...junto sus manos y las apoyo sobre su frente, quería gritar, gritar lo estúpido que era.

Des miro perplejo aquellas llaves, mientras leía el numero del departamento de Leo y la dirección escrita pulcramente, aunque ya la conocía, debía abrir el café, se alisto rápidamente y bajo por las escaleras, tenía una conversación en la noche con su pareja, una que sacaría cosas que tal vez no serían muy agradables pero, debían hablarlas.

Cuando estuvo abierto y empezó a llegar el personal, Ann que se había topado con Leo, le pregunto a Des.

— ¿Jefe, está bien? — pregunto Ann preocupada, había visto a Leo con una cara realmente triste, incluso juraría que el moreno había limpiado una lagrima de su rostro.

— Si, tenemos trabajo pendiente Ann — menciono el alto. Concentrándose en hacer sus labores con diligencia.

El día siguió lento, esperado a que la noche cayera, Des salió de su casa, no sabía porque pero, no se sentía intranquilo, la forma como Leo le había pedido esperarlo, le brindo seguridad, esa confianza que había perdido.

Tomo un taxi, el cual lo llevaría al primer distrito, entre el jardín de las Tullerías y el jardín Nouvelle se encontraba el edificio donde vivía Leo, estaba rodeado de vegetación ese sitio, era demasiado calmado y lindo.

Habían sido contadas las veces que había ido hasta el octavo y primer distrito, principalmente porque, no tenía nada que hacer ahí... aunque, mirando detenidamente; la rueda de la fortuna de las Tullerías se veía hermosa en la noche. Leo tenía una linda vista, se decía así mismo, mientras acomodaba su bufanda, era una noche fría.

Se adentro al complejo, debería ser un poco molesto vivir ahí, junto al edificio había algunos hoteles. No era raro, la plaza de la concordia estaba prácticamente al frente.

Saco rápidamente las llaves, abriendo la puerta de acceso, se sentía extraño al abrir con tanta naturalidad un lugar que ni conocía, justo cuando iba a terminar de abrir alguien grito presuroso un: "a un lado, paso" haciendo que Des, se echara hacia atrás, el compañero de Leo ahí estaba, aquel que le había preguntado al moreno por el alto, que al verlo quedo impactado.

— El chico de la foto— dijo impresionado. Recibiendo una mirada extraña por parte de Des.

Justo cuando el alto iba a responder, si lo conocía de algún lado, la señora Patts entro cargando un gato negro de patas blancas, uno de los hijos de Sr. Peaches pensó Des. Los había visto hace tanto, cuando aun eran pequeños, la gata blanca irónicamente se llevaba muy bien con él, pero con Leo siempre se crispaba, soltó una risa al recordarlo.

— Oh ¿Des cariño, vienes a ver a Leo? Es el primer cuarto— Dijo aquella señora mayor felizmente, señalándole la puerta; Mientras el alto la saludaba y decía hasta luego al extraño; quería llegar a aquel sitio rápido.

El joven se quedo viendo embobado a la figura del alto, quien se adentro al cuarto de su antiguo compañero de piso, iba a preguntarle a la Sra. Patts por él, cuando recibió una mirada de desapruebo de aquella, quien le dijo: "Déjalos en paz, el pasto del vecino siempre es más fresco pero, tú no eres una vaca" regañándolo por su actitud impertinente.

Al entrar no salía de su emoción, ¿Cuando Leo había arreglado su piso?, era lindo, las velas enmarcaban algunos lugares y luces blancas caían marcando un camino; cada una de las flores que le había dado Leo al principio de su juego, se hallaban en un jarrón en la barra de la cocina. Sus mejillas se tiñeron de carmín y una sonrisa encontró  cobijo en su cara.

Ese departamento era pequeño, la cocina y la sala-comedor estaban conectados, y sólo se veía de fondo la puerta a un cuarto, el cual era encaminado por las luces; sin embargo aun no quería ir ahí, se detuvo a ver todo a detenimiento; pegado en la pared había un enorme mapa de parís con varios puntos rojos, en la mesa del comedor, había un retrato, eran ellos con Davi de pequeños y junto a este otro de ellos en su pasada visita al zoológico. Rio al ver las fotos, sintiéndose inusualmente cálido.

Volteo a asomarse a la barra, cuando escucho un sonido parecido a la radio, era un" woki toki" ¿por qué estaba ahí? Empezó a marcar que está recibiendo una señal, tomo el dispositivo entre sus manos, jalando su antena, y presionándolo para escuchar al emisario.

— Tierra llamando a Des, me escuchas, el ave esta en el nido, cambio — No pudo evitar reírse de aquel mensaje del moreno, "Mirlo a águila, ¿A dónde te dirige la primavera?, cambio" contesto.

Leo al escuchar el comentario de Des sonrió, —A tu lado, ¿Podrías no cruzar a un esta puerta? —Dijo el moreno mientras tocaba el otro lado, captando la atención de Des. Detrás de aquella puerta enmarcada por las luces; estaba Leo —Quiero contarte algo... cambio.—Rió.

Des se sentó del otro lado, de la puerta — Te escucho, cambio.

—Yo...—No sabía si estaba bien decirlo así, pero lo sacaría todo, desde el principio, "Como en las clases Leo" se decía así mismo—Yo he estado enamorado durante muchos años, muchos es corto, debo decir... creo, que lo primero que me cautivo fueron sus ojos, no pidas demasiado de un niño de cuatro años y un bebé, aquellos compiten con el sol del atardecer en Brasil;  con el tiempo... me volví adicto a su sonrisa, aquella que sólo era para mí, —Dijo con seguridad, haciendo al alto sonreír— a su lado encontré la paz que me hacía falta y entre sus brazos soy inmensamente feliz, él siempre me impulso a ser mejor, y pensé en aquel tiempo, que quería estar siempre a su lado, y que íbamos a estarlo —Leo pauso, con un nudo creciente en su pecho—que ingenuo fui, el camino nunca es fácil, y se fue de mi lado, más de una vez lo vi partir, intente declararme un día con un ramo, otro con una orquídea, y todo siempre termino en fracaso.—Des empezaba a empatar los hechos en su cabeza, sonrojándose —Cuando vi a mi pequeño Mirlo con un Halcón, me sentí traicionado, pero no soy nadie para decir algo, —Menciono recordando sus tropiezos— pero, no me rendí, y él me confesó que me amaba tanto como yo a él, tal vez no fue la mejor opción embriagarlo para confesarlo, casi lo pierdo en el proceso, pero los niños y los borrachos siempre dicen la verdad, y la creí por completo... quería tener la oportunidad de decírselo como se debía hacer, pero los mirlos vuelan lejos... —Leo camino hasta su cama sentándose a un lado— pasaron cinco años antes de que volviera a verlo, y pase dos siguiendo su rastro desesperado...Francia es muy extensa—A Leo se le había quebrado la voz en la última oración.

Des empato lo que había dicho con el mapa, abrió la puerta, encontrando a aquel hombre sentado con las rodillas flexionadas sosteniendo en una mano la radio y la otra intentando acallar sus lagrimas. El alto miro perplejo su cuarto, cientos de hojas que hablaban de lo que pasó estaban regadas en el piso, otras arrugadas en bolas de papel, le recordó tanto a la vez que intento escribirle una carta al moreno.

—Tie...nes...per...mitido... hacerme...todo,—murmuraba gimoteando el moreno—Decirme lo que quieras, pero... lo único que no te permito, es dudar de lo que siento—Alzó su mirada, sus hermosos ojos verdes eran enmarcados por la coloración rojiza del llanto. —No te desharás tan fácil de mí, te perseguiría hasta el último pedazo de la tierra, aunque me llevara toda una vida... tengo permiso en cinco países distintos...así... que...—las lágrimas corrían por aquellos ojos verdes—No te vayas de mi lado...

Los ojos de Des lo miraron compungido, se acerco hasta él y le dio un largo abrazo —¡Lo...lo siento!—dijo el alto, soltando el llanto —No eres justo Leo, ¿Sabes?... ¿Cuánto tiempo estuve creyendo que estabas casado? ¿Cuánto tiempo creí que eras de alguien más? —Lo soltó derrumbándose gimoteando —Si puedo hacerte lo que yo quiera... lo único que quiero, es que te quedes a mi lado porque tú quieras... yo no iré a ningún lado, estaré justo aquí, esperándote... y eso me aterra, que vueles lejos... y no regreses...

—Estoy a tu lado, porque yo quiero, el viaje más grandioso que he hecho es el que me ha llevado hasta estar aquí hoy... junto a ti y ¿Cómo no amarte si eres tan jodidamente tierno? Lo siento, pero no tengo más que esto—se señalo así mismo, imitando la acción de la mañana del alto— para compensarte todo ese tiempo.

Des rio— ¡Lo tomo completo!, es el mejor acuerdo que hecho... —Le susurro, mientras lo abrazaba.

—Eres endemoniadamente encantador mi querido Des Aeva, podría gritarlo por todo París; pero no quiero que nadie más sepa, de lo lindo que puedes llegar a ser. —Beso con dulzura su mano.

Rieron durante largo rato, haciéndose cumplidos, hablando desinhibidos, sacando todo lo que había en su pecho, sin intentar enmascararlo, sólo... externándolo, algunos comentarios podrían incomodar al contrario, pero eran necesarios, la noche corrió entre sonrisas y reproches; sobre las toallas mojadas y el despertador de las mañanas, sobre los hábitos en el baño y la rutina de Leo de salir a caminar a las cinco de la mañana, al terminar; Durmieron abrazados en la cama del moreno, despertando para, comenzar un nuevo día con el alma en calma.

Des despertó temprano, escucho el anuncio de la mañana, el canto de unas aves por fuera del complejo, hasta ahí lo seguían los animales, pensó irónico; miro el despertador, las seis de la mañana; Leo no trabajaba ese día, ni él tampoco, rio al ver el cabello del moreno, ¿Porqué nunca podía estar en la misma posición? Empezó a jugar con él, hasta que despertó a Leo, quien se mofo del alto al verlo.

—¡Tu cabello!—soltó una fuerte carcajada Leo, Des lo miro intrigado, hasta que el moreno le dijo que tenía un almohadazo.

—El mío no debe ser nada contra los múltiples de tu cabeza—Dijo el alto, a él se le quitaría con un baño o con el cepillo. Pero Leo, era un caso completamente distinto.

Lucharon más de treinta minutos en intentar hacer algo con el cabello de Leo, el moreno se había rendido a los cinco minutos, pero su novio continuaba intentando batallar contra sus endemoniados mechones que escapan de sus dedos, después de que se rindiera y Leo lo saboteara con un beso, fueron por el desayuno, Des abría cocinado algo, pero no había nada en el frigorífico que pudiera usar; Así, continuaron apacibles su día...

Las visitas entre ellos eran frecuentes, y ya habían hablado sobre trasladarse juntos, la pregunta era quien iba a dejar su lugar para ir con el otro, los argumentos eran fuertes en ambos, Des decía que era momento para hacer algo nuevo, que podría expandir la cafetería, entre otras cosas, si se mudaba con Leo; el moreno en cambio, mencionaba que no estaba seguro de ir a rentar uno de los pisos del complejo, aunque en sus adentros detestaba la idea de tener a Des junto a toda esa banda de gatos callejeros, y por gatos callejeros se refería a sus vecinos.

—Esto sólo puede resolverse de una forma... —Decía el moreno mirando al alto, estaban en una de las mesas de la cafetería mirándose fijamente. Mientras Des, murmuraba: "Obviamente, necesitamos una..." — ¡Competencia!— proclamaron ambos.

Ann los miro divertida, eran hilarantes esos dos, no sabía cómo se había vuelto réferi y juez de aquella disputa, cuatro juegos propuestos dos por cada uno, sacando a relucir el estomago sin fondo de Des y la increíble flexibilidad de Leo, quien fácilmente podría ser confundido con un contorsionista experto, la prueba de canto la gano el alto y el tiro al blanco Leo. Era un empate...

—¿Por qué no buscan un lugar que les acomode y guste a ambos... ? La cafetería no va ir a ningún lado y Leo de por si debe moverse para los sitios de reunión de los turistas—Les comento Ann con simpleza, Se había divertido demasiado ese día a costillas de ambos.

Aceptaron la propuesta de Ann, Leo le dijo que lo mejor era un sitio cerca de la cafetería, Des refunfuño un poco pero, termino cediendo; tardarían varios meses en encontrar el sitio predilecto, pero al final era algo que se adaptaba a ambos.

La mudanza fue larga, acomodar y adecuar el lugar fue agotador pero no imposible, acomodarse en el VIII distrito; debían estar locos, pero era un punto medio y los favorecía a ambos, el costo era rentable, y el lugar precioso.

—¡Estoy exhausto!—Exclamo el alto dejándose caer en el sofá recién comprado, color vino.

—Aun faltan unas cajas Des — Decía el moreno terminando de acomodar la mesa, al ver que su pareja no iba junto a él fue a asomarse para hallarlo acostado, mirándolo con cara de no me quiero mover de aquí. Poso las manos en su cadera y lo miro levantando una ceja.

—Dame un descanso, ya estoy viejito— mencionaba haciendo un puchero.

—El que pasa de los treinta aquí, soy yo. Así que párate, flojo... —Decía mientras arremetía contra de él, y le empezaba a hacer cosquillas.

Después de que Des le dijera, entre risas que estaba bien y que se pondría de pie, los dos se miraron, rendido Leo se sentó junto a él, tomándose su merecido descanso, cuatro años juntos se habían pasado volando, realmente no contaban el tiempo, no era necesario, habían tenido discusiones, que se resolvieron en un día, otras que duraron varios, pero siempre se solucionaban.

Era parte de aprender a vivir junto a alguien y ahora compartirían el mismo techo, bueno; uno distinto; ellos se la pasaban juntos siempre, en el piso de uno o del otro, despertar con el contrario ya lo habían hecho, soportar que Leo se apoderara de la cobija en la madrugada, el que Des dejara botada la bufanda en cada parte del cuarto, que Leo despertara en punto de las cinco de la mañana para ir al parque a entrenar, "¿Qué no puedes ir más tarde? Como las personas normales" Es lo que había mascullado Des una mañana, envolviéndose en las sábanas, al verse inmerso en la rutina de su compañero; él cual contesto con molestia: "Yo soporto verte hacer tus ejercicios de trasero y no me quejo" la rutina de "cardio" de Des antes de dormir, era algo que Leo debía ver de lunes a viernes, el alto le boto una almohada indignado, una discusión que terminaría ese día; aceptando los ejercicios que hacían para mantenerse en forma.

Vivir junto a alguien es complicado, sólo tener a tu persona intentando no parecer vergonzosa frente de quien estas interesado, lo es; Evitando hacer cosas que para ti son normales pero, para el otro no... sin embargo, admitámoslo; no se puede pretender ser perfecto las veinticuatro horas del día, los trescientos sesenta y cinco días del año... con el tiempo; la costumbre y los hábitos salen por si solos, impactando en la vida de nuestro compañero; uno se adapta a todo, hasta el rock matutino de Leo usando el cepillo como micrófono, compartir las cuentas no lo habían hecho pero, era algo que tendrían que solucionar a su debido tiempo.

Cuando terminaron de desempacar y acomodar las cosas, poniéndose de acuerdo de que cajones eran de quien y que percheros, tomaron un merecido baño, por separado, por supuesto; o terminaría hecho un desastre y no querían eso. Había costado mucho trabajo arreglar todo.

Des estaba sentado en el balcón de su nuevo departamento, miro el cielo sintiéndose profundamente dichoso; recordando, cuando había desempacado sus correspondientes cajas, lo había encontrado, su abuelo se lo había dado, jugó con la sortija entre sus dedos, era hermosa, un anillo de plata, con un cuarzo ámbar tallado. Tal vez debía usarla, puesto que había fracasado en los intentos previos... salió de sus pensamientos y la guardo al escuchar que Leo salía del baño.

El moreno noto a su pareja absorta en el cielo, era un deleite verlo, abrazo a aquel hombre por la espalda, diciéndole que pescaría un resfriado si seguía fuera tanto tiempo, que el clima frio y los bebés recién bañados no se llevaban bien, después de que el alto le dijera que él también, por su precaria toalla amarrada a su cintura; los dos se alistaron para ir a la cama.

—Des... ¿Puedes dormir?—Preguntaba el moreno en su lado correspondiente, había intentado en vano de conciliar el sueño.

El alto volteo a verlo, —No—Contesto, mientras, le decía que era extraño pero, que incluso su cansancio se había ido, recibiendo una socarrona sonrisa de Leo.

—Y... ¿si nos divertimos?—Pronuncio sugestivamente, coloreando las mejillas de Des, quien miro hacia un lado de la cama, viendo el buro, —¿No quieres?—Pronuncio el moreno mientras se colocaba encima de su pareja, besándolo.

Los ojos ámbar que tanto amaba, en creciente lujuria lo invitaban a continuar, era afortunado; las pijamas son fáciles de retirar; la pálida piel expuesta, esa que había tocado incontable cantidad de veces, y besado por igual, que sin importar las veces que lo hubiera hecho, seguía estremeciéndose deliciosamente para él, pero ese día no sería así... lo había planeado.

La noche continuo e inevitablemente el colchón fue estrenado, Leo había tomado la iniciativa y no se lo confesaría, pero esa noche; Des lo había tomado por primera vez. El alto se había impactado cuando su pareja lo sometió bajo de él, y se preparo así mismo, para que lo tomara.

Leo era increíblemente encantador en cualquiera de sus facetas, y en esa en específico adorable, el instinto tal vez llevo a Des a liderar a Leo como era debido, o tal vez fue el moreno demasiado astuto, en cualquiera de las dos formas ambos lo disfrutaron.

Al despertar Leo, no encontró a su compañero a su lado, extrañándose por completo; se sentó en la cama adolorido, sus ojos chartreuse se abrieron grandemente al ver entrar a Des con una charola, en la cual había un vaso con leche y una galleta con una curiosa forma de estrella.

—¡Oh!, qué ocasión... ¿Qué celebramos? ¿O debería estar aba...—Leo fue acallado por un casto beso de Des, quien coloco la charola sobre sus piernas, tomó la galleta, extrañado, la luz empezaba a atravesar la cortina, y algo brillaba en el centro.

—Y... ¿Si te casas conmigo?— Pronuncio Des, mientras lo miraba ansioso, con sus pómulos completamente rojos, el moreno partió la galleta descubriendo la joya que guardaba, ¿Cómo la abría metido sin dañarla? Le dio una sonrisa, mientras su rostro también cambiaba de tono.

Leo se acostó hacia atrás riendo acalorado, mientras Des lo miraba extrañado, el alto claramente escucho al moreno decir "no puede ser... no puede ser" entre risas eufóricas, mientras se volvía a sentar con el mismo entusiasmo. —Y....!¿Si tu lo haces conmigo?!— Soltó completamente enrojecido, con la más brillante sonrisa que Des hubiera visto, mostrando el compañero de su anillo.

Una sortija a juego de plata, con el mismo grabado, que en vez de un cuarzo ámbar, tenía una esmeralda ¿De dónde lo había sacado? Era uno de los tantos secretos de Leo, guardar las cosas donde el alto no las viera, realmente la había puesto debajo de la almohada, quería proponérsele a Des, pero el alto le había ganado. No creyó que Des tuviera el compañero de su anillo, "La ultima travesura de Davi" pensaron ambos.

Después de un enérgico, "¡Sí!"; y una broma de: "en mis tiempos te declarabas al pie de la torre Eiffel o en un recorrido por los campos Elíseos" los dos disfrutaron otro día más de vida, agradecidos, contentos, comprometidos.

El tiempo pasaría y una noche, de tantas que compartieron y sin mencionar las que les quedaban por compartir, estaban ambos pensando... externando una duda, una que nace con los años.

—Oye Leo, y ¿Si parto antes que tú? ¿Qué harás?—El alto no podía dormir, volteando a ver a su pareja, su compañero, su esposo.

El moreno le sonrió dulcemente— Esperaré paciente el día que me toque estar a tu lado—sujetó su mano, dando un beso en la sortija que los había unido ante la sociedad. —¿Qué harás si renazco antes que tú?

Des lo miro, acariciando su cabello, aun negro—si te conviertes en una flor, en un bonito diente de León—Lo despeino—regaré todos los días tus hojas, para recordarme el verde de tu mirar...

—Si te conviertes en la luna, —Acaricio la tersa piel de la mejilla de Des —Seré la estrella que camine a tu alrededor... —beso la frente del alto, una promesa. —¿Qué pasara si renacemos como seres distintos?

—Será realmente divertido, —Sujetó con firmeza la mano de Leo, acariciando aquella mano que tenía su compromiso— ver en el periódico... Jirafa se enamora de pantera. —Rió junto con Leo, liberando la tensión del momento.

Porque es algo que puede pasar, e inevitablemente ese día deberá llegar, no hoy, no mañana, el futuro se escribe mientras avanzas, parece injusto por momentos, pero si te esfuerzas cualquier cosa vale la pena, y mientras seguimos en este plano, sea bueno, sea malo, no hay nada mejor que disfrutarlo...

Fin

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Créditos:  Regina Spektor~ Eet

" Es como olvidar  la letra de tu canción favorita, y no puedes creerlo, porque siempre  estabas cantandola..."  "pero, aun recuerdas el ritmo, intentando con tus pies seguirlo"

N.A:  Buenos días a todos; Estamos en el final de esta historia, que espero hayan disfrutado.

Muchas gracias por leerme, por seguir mi pequeño escrito hasta su fin; en verdad, agradezco infinitamente su tiempo y palabras. Dudas, comentarios, quejas, zapatazos... uff... todo venga... lo recibiré de frente.

Al principio iba a poner la canción de two birds, de regina spektor pero al final me gusto eet

Este es el fin del trayecto de ellos, porque sería una historia larga si nos centraramos en los detalles, mi misión era relatar su camino, remarcando que con las bajas o altas siempre hay una solución...

Ohh cierto,  el día que subí el ultimo capitulo no lo mencione, pero la mayoria de las referencias usadas en este fic son veridicas,(Comida, plantas, animales, tradiciones, festivales...) los lugares  tambien lo son, (los cisnes son  comunes en Holanda), los distritos de Parpis, decía que estaban locos por ponerse en el VIII porque es un distrito de gente adinerada...

Ohh si, ... porqué ¿Holanda?  principalmente por los idiomas que ocupa Leo para decirle Te amo en el AU a Des, para mi no era posible que fuera de alguno de los paises con aquellos idiomas,  entonces me puse a pensar... Despues investigue, donde estan las personas más altas del mundo? Ohh maravillas del globo, la estatura media en Holanda son 1.84 en hombres, y dije... Des... eres de aquí; Leo es de Brasil por las  queridas sempais, Barbara y Helena, sinceramente yo pensaba que era arabe, medio gitano, yo que sé.... pero me agrado más brasil,  medida media en brasil es 1.75 así que por eso en este fic miden (Des: 2.10Mts y Leo: 1.75Mts) para conservar la diferencia de 40 cm y no exagerar con la de Des, porque muerte mide 2.30Mts pero, en ese caso que se meta a la NBA. 

P.D: Los extras estan en espera en lo que los mejoró para hacerlos, en lo que las hago; mucho me temo... que es el fin...

Con amor: Morachan














P.D: de la postadata~ Mis queridos lectores si leyeron hasta aquí, les confesaré que Davi esta inspirado en dos de mis seres queridos en mi padre y en mi abuelo; Muchas cosas las viví otras más, quisiera que fueran así, su humilde escritora, solamente puede agradecerles por leerme, y valorar mis sentimientos, que estan en cada capitulo de este escrito.  gracias~


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