12. Donde hubo fuego, cenizas quedan.
Leo nunca pensó que algún día, se encontraría en el aeropuerto despidiéndose de todo lo que había conocido; Sus maletas estaban hechas, los documentos en forma y la ave que había cuidado hacia tiempo ya había volado del nido, aquel que dejo en el framboyán detrás de sus casas. No podía evitar respirar hondo intentando llenar a sus pulmones con el aroma de lo que había sido su hogar; llevándolo a recordar tantas cosas, sonriendo para el pasado, para el presente...
-"Hogar, es donde están aquellos a quienes amas"-Pensó mientras pasaba su mano por sus estrellas, acomodando su cabello.
Brasil había sido el comienzo de su camino y un poco más que su adolescencia, ahí la vida le había dado golpes hasta dejarlo tendido en el suelo y con toda su fuerza de voluntad se había puesto de pie en cada vez, sin embargo las cicatrices de sus caídas las tenía bien grabadas en su memoria, aquella que se las recordaba al pasar por cada avenida de su ciudad.
No sabía si después se arrepentiría, pero ahora quería salir y hacer lo que siempre había deseado en su vida; La historia y cultura de los países europeos aguardaban; América Latina tenia muchísimos secretos que no sabía si podría descubrir después pero, no quería quedarse ahí más tiempo. Así como el águila, lo que necesitaba era un nuevo comienzo, renovando sus plumas y su pico*, él buscaría un nuevo nido.
Los demás podrían decir que Leo estaba fuera de sí, por haber hecho lo que hizo, en toda su espalda había tatuado un águila en representación tal vez de sí mismo, de sus fervientes ganas de un nuevo inicio, un recordatorio de que debía ser fuerte, sin importar lo que deparara el destino.
Después de haber firmado el contrato, había arreglado la venta de su casa; No tenía sentido tener un bien que no iba a ocupar y aquella gran vivienda que lo albergo durante tantos años, ahí donde vivió su feliz infancia con su abuelo y después Des, también guardaba mucha tristeza, que se exacerbaba al tenerse así mismo, solo.
Se había despedido de las personas que lo habían apoyado y acompañado en su camino; incluso había visitado por última ocasión la tumba de Davi, era un adiós, no regresaría a Brasil; "A quienes amas los llevas en el corazón" y mientras su memoria no lo olvidara, Davi seguiría vivo. Miro al frente era hora de partir, se despidió de aquella mujer que le había dado la oportunidad de un nuevo comienzo.
-Adiós, Leo. -Pronuncio la madre de Marie, antes de que aquel joven tomará su vuelo a Paris. Lo apreciaba, ella no era muy afectiva, pero el joven de ojos chartreuse se abría paso en los corazones de las personas que lo habían conocido.
Leo tomo su vuelo, en su rostro se reflejaba una sonrisa brillante mientras se despedía ondeando su mano, de las personas que lo habían ido a ver partir; Al llegar a su asiento miro por la ventana, con los kilómetros que se incrementaban al alejarlo, sentía a su alma cada vez menos pesada, más libre; Sonrió para sí mismo, su corazón se cubría de tantas emociones, sentía la adrenalina recorrer cada una de sus fibras nerviosas, embriagándolo en la intriga de la aventura.
La primera escala fue hecha y Leo no podía sentirse más vivo; Recorrió un poco en el cambio a Lisboa, desearía tener más tiempo para ver la torre de Belém o la catedral pero, el vuelo se reanudaría en un momento, tomo sus alimentos y arribo de nuevo. No había sido fácil para él tomar esa decisión y aun cuando ya estaba haciendo las cosas, todo era tan irreal, ni un momento dejaría de extrañar a Brasil, sin embargo su familia la llevaba consigo, mientras estuviera él vivo, además; No podría olvidar jamás sus rostros, el viejo álbum de Davi paso a sus manos cuando aquél lo dejo y en ese momento era su mayor posesión, con estos pensamientos, Leo cayó en un profundo sueño, después de unas horas su destino fue anunciado.
Se despertó de su letargo y al bajar salto de la emoción al ver a Paris. El centro del mundo estaba ahí, a él le encantaba esa ciudad; Una mujer lo recibió, habló con él dándole las indicaciones de "Miss Fortune". Tenía una semana de entrenamiento para adaptarse, poner en orden sus licencias y cursos al parecer, la ventaja de pertenecer a la agencia de viajes, es que le aseguraba el lugar como guía en esa zona determinada.
Se hospedaría en un piso de un edificio compartido en el I distrito de París, era una zona con gran cantidad de negocios y una población menor a la de los otros pero, sólo quería ese lugar para pasar las noches.
-Vamos a trabajar -pronuncio con una contagiosa sonrisa.
Los días empezaban a correr, la adaptación no había sido fácil, al no estar acostumbrado a los viajes largos, recordó aquella sensación que los viajeros llaman "Jet-lag*" estuvo varias madrugadas despierto y en los paseos tenía una cara que parecía que lo habían enterrado unos días para después sacarlo a caminar entre los vivos, incluso una niña había bromeado con su madre diciendo "Es temporada de zombies, "the walking dead" llego a finales de julio", él sólo pudo torcer los ojos, restándole importancia al comentario, eran innegables las pronunciadas ojeras debajo de sus ojos verdes, sin embargo su sentido del humor, y su contagiosa energía que parecía no agotarse, animaba a los turistas.
Francia era hermosa y su capital un deleite, los libros no le hacían justicia a sus construcciones, como la imponente arquitectura que se apreciaba en la torre Eiffel, trescientos metros de hierro forjado !7,300 toneladas, de ingenio puro¡ Una labor titánica de los años ochenta; La catedral de Notre Dame, inspiración de nuestra señora de parís, un deleite gótico arquitectónico, contando entre sus paredes la omnipotencia del clero y el esplendor de Francia en el siglo XI; El museo de Louvre, lleno de la historia del viejo palacio, aquella hermosa obra de arte, alberga otras tantas entre sus paredes; No se cansaba de admirarlos una y otra vez, podría pasar toda una vida y no terminaría de describir las maravillas del centro del mundo, cada uno de los veinte distritos de Paris tenía algo único que contar, por supuesto el más solicitado y demandado por los turistas era el VII distrito, en donde se albergaba la torre Eiffel. Hablaba de ellos con energía como si los conociera de toda su vida, un guía debe transmitir seguridad y confianza; Cosas que Leo poseía en demasía.
París tenía una gran demanda turística todo el año, en donde el trabajo de un guía siempre era necesario. Al pasar los meses, Leo empezaba a planear cual sería su nuevo nido, un modesto piso era su casa, la dueña de aquel pequeño edificio, la Sra. Patts les daba facilidades a ellos, "los transeúntes del mundo". Los inquilinos de aquél lugar rara vez estaban mucho tiempo.
-Leo, te irás a finales de enero ¿Verdad? -Mencionaba con tristeza, aquella señora mayor que se había encariñado con él. Leo siempre le ayudaba a buscar a su gato "el señor peaches" un felino muy parecido a aquél guía.
-Así es Madame. -Respondía el moreno de manera cortes; Dándose cuenta de lo rápido que pasaba el tiempo, había ya cumplido veinticuatro años; No había podido asistir a la firma del matrimonio de Marie que se había llevado a cabo hacía tres meses; Recordó con una sonrisa aquella llamada con ella.
-Lo siento Marie, el trabajo es muy demandante. -Decía Leo preocupado, Marie le había pedido que fuera uno de sus testigos, sin embargo aquel estaba muy ocupado.
-No importa Leo pero, enserio debes venir a verme; A veces se me olvida como es tu horrible cara. -Decía bromeando; Aquella joven tenía una noticia que darle cuando se reencontraran.
Sonrió para sí mismo al salir del recuerdo. Increíble que de sus amigos, Marie hubiera sido la primera en contraer matrimonio, Walter y ella tenían una relación algo peculiar, bastante ruda y seca en apariencia pero, "nunca faltaba un roto para un descocido" y si ellos se querían así, nadie tenía derecho a opinar lo adverso.
Después de una breve platica con su arrendataria, Leo se dispuso a ir al trabajo, antes de partir envió un corto mensaje a Des, saludándolo, deseándole un bueno día y que esperaba hablar con él en la noche, rio un poco, quería llegar a agosto para poder estar en Alemania, visitarlo y decirle todo lo que llevaba guardando.
-"Hagámoslo de la manera correcta" -Pensó para sí mismo, convenciéndose para no cometer alguna imprudencia; Tomo sus cosas y recorrió el camino hacía el punto de reunión con los turistas.
Si la intoxicante sensación que lo albergaba al recordar a Des o ver sus fotos no era Amor, no sabía que lo seria. Aquel sentimiento seguía igual de fuerte como cuando lo descubrió. Leo se sentía tranquilo, él sabía que el joven de ojos ámbar lo amaba, se lo había confesado en aquella extraña conversación entre copas y él, no podía pensar en nadie más para compartir su vida; Era una lástima que Des siguiera con la intriga de aquel día...
Llamaba y le mandaba mensajes al alto pero, no le decía en donde estaba o que hacía, su re encuentro era un secreto planeado en la mente de Leo, "Des no se movería de lugar, hasta terminar sus estudios" eso él pensaba; Sus conversaciones eran separadas por varios días y se retomaban a veces en largas pláticas, sin entrar en detalles el uno con el otro continuaban estando en contacto, incluso aunque hubieran pasado meses sin hablarse, un día podían tomar el teléfono y marcar como si nada.
-"¿Cuando me dejarás ir, Leo?"-Pensaba un joven de ojos ámbar tomando el celular entre sus manos y guardándolo, mientras se disponía empezar con su trabajo en un restaurante de Ámsterdam.
Habían pasado tres meses desde su última conversación y sin aviso el moreno le enviaba un mensaje, era como si adivinara el momento en que él ya estaba superándolo, para recordarle su existencia y hacerlo caer de nuevo.
-Debes colarlo primero-Daba una pequeña orden a su compañera de trabajo.
Habían pasado un poco más de tres años desde que llego a aquella ciudad, la universidad era tranquila, cuando haces lo que te gusta hasta el cansancio pasa a segundo plano, era verdad; Había días en los que se sentía sumamente agotado, sin embargo siempre lo llenaba de felicidad ver las sonrisas de los comensales; Ser el Sous chef de un restaurante te da cierta autoestima hacía tu propio trabajo.
-Gracias Jefe -Decía la chica, con una sonrisa; Des tenia presencia y elegancia.
-Date prisa -Decía el joven de ojos ámbar regresando a acomodar los platos.
No obstante, el tiempo que había pasado no ayudaban a disminuir el daño, con sus estudios por terminar, Des se sentía intranquilo ¿Qué seguía? Había avanzado frenéticamente en su carrera centrándose por completo en ella, había dejado un poco de lado a sus relaciones personales, inclusive a su familia. Noreen le marcaba en contadas ocasiones; Había aceptado que su polluelo dejará el nido, no quería restringirle nada y se sentía orgullosa de verlo abriéndose paso en la vida.
Des era conocido no sólo por su apariencia, sino también por sus habilidades en la cocina; Se había hecho de una renombrada reputación en su universidad, sin embargo en ese momento, se sentía quiescente, en el límite, entre ser un estudiante y un trabajador activo de la sociedad, haciéndolo pensar frecuentemente en su pasado y consecuentemente en Leo; Únicamente con decir su nombre una ardiente sensación lo calaba hasta los huesos, Des dio un largo suspiro que fue interrumpido.
-Des, tenemos un pedido para la mesa ocho. Nuevamente piden tu postre-Decía con ánimo el mesero.
Sonrió contento, olvidando sus pensamientos y regresando a hacer sus labores, adoraba hacer bebidas y postres. Tal vez era tiempo de hacer algo nuevo, se decía así mismo mientras recordaba aquella hoja que le había extendido su maestro de cocina.
-Eres candidato para ir a hacer el intercambio, es una gran oportunidad Aeva. -Decía aquel señor que tenía grandes expectativas en Des.
-Lo pensaré, Sr. -Decía el alto aceptando la hoja.
"Le cordon Bleu" tenía un acuerdo con París, le daban la oportunidad de estudiar ahí su último semestre donde haría su diplomado ¿Estaría bien? Él tenía gran interés por aprender directamente de aquel lugar las artes culinarias, adoraba la cocina de Francia. Lorraine le había contado acerca de ellas, su amiga no era una entusiasta de la cocina, lo de ella eran las relaciones internacionales; sin embargo, le gustaba animarlo para que aceptara la oferta.
La pequeña chica extrañaba a Des, ambos se llevaban muy bien, en alguna que otra ocasión él había ido a visitarla, a diferencia de Brasil; Francia no estaba tan lejos de Holanda y los viajes no eran tan costosos. Cuando comenzó su vida en Utrecht, hacía seis años de eso, él le conto a Lorraine, hablaban seguido por vía telefónica y su madre que sabía de la amistad de ellos, en algunas ocasiones lo había llevado a París para que pudiera visitarla; Con el tiempo Noreen lo dejo partir solo y a sus veintiún años seguía visitando a su mejor amiga.
Debía admitir que había quedado anonadado con la ciudad de las luces, adoraría vivir ahí, atendiendo una pequeña cafetería cerca del campo de Marte ¿Por qué, no? Se dijo así mismo.
-"Necesito concentrarme en algo más"-Pensaba mientras terminaba de adornar el plato que estaba haciendo.
Los meses transcurrieron de manera tranquila para Leo y Des, quienes estuvieron demasiado cerca de encontrarse en el mismo sitio, cuando el joven de ojos ámbar llegó a Paris, Leo desde hacía cuatro meses había partido a la fría ciudad de Moscú.
-Nos encontramos en la galería de Tretiakov, fue fundada en 1856, diseñada por el pintor Viktor Vasnetsov, reconocido por ser un ilustrador de cuentos y poemas, su estilo se refleja en la arquitectura de este majestuoso edificio-Leo se encontraba en uno de sus últimos paseos por Moscú, relatándole a los turistas la historia de aquel lugar -Dentro podremos encontrar obras como la "virgen de Vladimir" icono de origen bizantino, exportada a esta galería en 1930.-Despues de terminar su introducción del edificio y que entraran en él; Leo admiro por última vez las obras.
El joven Spindler tenía un lugar tachado en su lista y ese era Rusia, no podía negar que la historia de aquél país era fascinante, incluso su arquitectura era belleza pura, la catedral de San Basilio, la plaza roja y aun con todo eso él no podría nunca soportar el helado clima, que azotaba a aquella ciudad septentrional. Jamás había sentido tanto frío en su vida, estaba seguro de que Alemania debía ser similar, estaba cada vez más cerca, contaba los días, lo primero que haría después de establecerse en Berlín sería verlo.
Des había comenzado a vivir en Paris instalándose en el VII distrito, Lorraine lo ayudo a adaptarse y encontrar hospedaje, su pequeña amiga tenía una gran red de contactos entre los cuales, estaba una señora dueña de una cafetería, aquella rentaba el piso sobre está, al parecer las ventas del "café ardent" ya no eran las de antes y lo que había sido planeado como una extensión de la misma ahora servía de renta.
No tenía ni idea de porque aquella se llamaba "Ardent" pero, quedo enamorado a primera vista de ese lugar, era inaudito que estuviera posicionado donde él siempre había soñado, a unas cuantas cuadras del parque de Marte, escondido entre algunas avenidas, que le daban un aire de misterio y anteaño; sus ojos veían tanto potencial en ese lugar.
Des no tuvo que ser muy perspicaz para saber porque el café estaba yéndose a la quiebra, para empezar, aunque estuviera en el VII distrito, la competencia era ardua y aquel lugar muy escondido, además al estar tan cerca del campo de Marte y consecuentemente de la torre Eiffel, los turistas apreciaban más tomar sus alimentos en aquella y en sus múltiples restaurantes y cafés.
Aunque él era estudiante, logro convencer a aquella señora mayor de dejarlo trabajar en su cafetería, incluso llegaron a un acuerdo; Uno que le encantaba a él, por supuesto.
-Le aseguro que puedo traer a este lugar a su antigua gloria-Mencionaba desafiante el joven de ojos ámbar.
Tal vez su padre había tenido razón y Des habría podido ser un gran negociante; después de algunas negociaciones y mediaciones por Lorraine, aquella mujer dueña del café ardent, acepto vendérselo a Des, junto con un porcentaje de las ganancias que iría durante los siguientes cinco años a su cuenta, después de todo ese lugar estaba por cerrar.
Des, no podría estar más contento no pensaba quedarse en ceros, tenía los ahorros suficientes para pagar completo el lugar, pero eso significaría que no podría invertir para mejorarlo, era por ello el acuerdo del porcentaje; La señora Patts era una mujer mayor con gran visión para los bienes raíces, no se la había dejado fácil.
Habían corrido los meses, incluso había pasado ya un año y Des tenía su diplomado entre sus manos, durante ese tiempo corrió con Lorraine de un lado a otro para adecuar a la "cafetería ardent" buscando patrocinadores y haciendo publicidad para darle una reapertura; El estilo vintage que escogió para ella atrajo una gran clientela, parisinos en su mayoría que importaban los turistas; Aquel lugar estaba destinado para las personas que vivían en Francia.
-Oye Des, realmente te luciste en este lugar -Mencionaba Lorraine emocionada- no puedo creer que en tan poco tiempo le dieras a este lugar, tan bonito acabado.
La pequeña mujer se hallaba sentada delante de la barra, recibiendo un café por su mejor amigo, al principio sólo había sido Des corriendo de un lado para otro pero, con el tiempo el joven se mantenía en el anonimato dentro, preparando las cosas mientras sus meseras atendían.
-Te dije que tenía un gran potencial. No lo hice solo, gracias por ayudarme, Lorraine. -Decía el joven saliendo de la cocina para atenderla, era un cliente especial; Su mejor amiga y socia.
-Pero Des ¿No extrañas Brasil u Holanda? tu siempre lucias tan feliz al ver a Leo. -Decía la mujer con nostalgia, sorbiendo su pequeña taza.
Des volteo a verla asombrado, mientras esquivaba su mirada y mencionaba: "Srta. Lovelance, yo no conozco a ningún Leo" con un pequeño tono de añoranza y despecho; Lorraine rio nerviosa recordando a que se refería, evitando el tema con un "¿Qué hay de postre?"
El año pasado cuando Leo llegó a Berlín, lo primero que hizo fue comprar un boleto para Amsterdam, él sabía donde Des estaba, o donde él creía que lo encontraría, grande fue su tristeza cuando le dijeron que el joven se hallaba de intercambio, que regresaría en noviembre, Leo dio un largo suspiro, pensando que si había esperado un año, podría esperar otros tres meses más, se dedico al trabajo e incluso visito después a Marie.
-Hasta que se te ocurre aparecer vago -Menciono la mujer al abrirle la puerta de su casa.
Cuando Leo entró casi estalla de emoción al ver a la pequeña niña que su "hermana" sostenía entre sus brazos, fue una decisión meditada por Walter y aquella, la pequeña niña era hermosa, tenía el cabello oscuro de Marie y la mirada verdosa de Walter, Leo pidió cargarla con emoción, mientras Walter les tomaba una foto a él junto a Marie.
Con el correr de los días, Leo se encariño con su pequeña sobrina, empezando a retomar su olvidada red social, subiéndose con aquella, poniendo como título "Con la niña más bonita del mundo" Leo Spindler estaba demasiado emocionado.
Sin embargo algo empezaba a ser extraño, Des comenzó a dejar de responderle, el otro le decía que tenía mucho trabajo, hasta que un día ya no había más mensajes. Esperaba verlo llegar a Ámsterdam en Noviembre pero el joven de ojos ámbar jamás regreso, intento contactar a Noreen, pero aquella le dijo que lo único que sabía es que estaba en Francia, Des parecía que se lo había tragado la tierra, Leo marcaba de forma insistente su número, esperando que el otro respondiera.
A final de año recibió una extraña llamada, que se había ido al buzón:
-Hola Leo, pensaras que hago llamando a las cuatro de la mañana-Mencionaba con ironía, Tal vez Des había tomado un poco para realizarla- bueno; No sé qué hora es en Alemania, nunca me intereso-decía fingiendo reír- sólo quería pedirte un favor, porque podría suceder -La rota voz de Des se escuchaba a través de ese mensaje-S..i, Si algún día nos volvemos a ver ¿Podrías fingir que no me conoces? Yo haré lo mismo...-Des pauso un poco-No es porque no quiera verte, o te odie, tú debes saber que es todo lo contrario, pero no puedo continuar así...-Mencionaba roto- Soy un terrible ser humano, por eso Leo, sé feliz con tu pequeña, con Marie. Sé que te debe importar un cuerno, pero nunca deje de quererte y es por eso, que te digo... Adiós.
No se escucho nada más después de eso, ahí había quedado la llamada de Des, intento llamarlo de regreso cuando se dio cuenta pero el teléfono ni siquiera timbraba del otro lado, Leo mascullo mil maldiciones, en ese momento.
-¡Maldita sea!-Grito.
Después de eso tenía que terminar el recorrido, regreso a Francia, buscaría a Des hasta en el último rincón de aquel país y cuando lo viera, no sabría qué haría, tal vez decirle alguna grosería, se la tenía merecida y luego lo sentaría a la fuerza para que lo escuchara... Espera, el joven podría huir si hacia eso.
Había pasado año y medio desde la llamada de Des, tenía tachadas casi todos las ciudades de Francia, ¿Qué tan difícil era buscar a un joven holandés-brasileño de veinticuatro años y casi dos putos metros? Al parecer muy difícil, Obviamente primero había revisado Paris, pero no lo encontró, él había vivido ahí y no lo halló, aparte Des odiaba el bullicio ¿Qué haría en la ciudad más importante de Francia? La señora Patts lo saco de sus pensamientos.
-Leo te irás durante dos semanas ¿Cierto?-Mencionaba aquella mujer.
Leo contesto rápidamente que sí, era bueno en su trabajo y la agencia lo solicitaba a menudo para que hiciera recorridos en ciudades cercanas o en ocasiones a Italia, no había nadie que cubriera "la bota"*. Él estaba casi todo el año en Paris, donde tenía su estabilidad.
-Voy al trabajo Sra. Patts, tenga cuidado con peaches. -Decía el moreno saliendo del edificio.
La señora Patts salió después de él a sus clásicas caminatas con su sobrino, a través del jardín de las tullerías, atravesando el río Sena y pasando por los inválidos, la Sra. Patts estaba cerca de llegar a su destino el campo de Marte, donde se sentaría con su sobrino y peaches para disfrutar un postre, eso tenía planeado, si no fuera porque su gato se había trepado a un árbol, era la tercera ocasión en la semana.
-¿Podrías ir por, Leo? Lo vi hace un momento en los inválidos con algunos turistas. - Le pedía aquella señora a su sobrino.
Des se encontraba ayudando a sus meseras puesto que ese día habían abarrotado su café, al atender una mesa de fuera logro, escuchar a la Sra. Patts gritarle a su gato para que bajara, se aproximo hasta ella para saber que pasaba, aquella le informo del travieso de peaches y sus malas mañas de treparse a los arboles.
-¿Debería llamar a los bomberos? O podríamos traer una escalera. -Mencionaba Des preocupado.
La señora le contesto que no hacía falta, ¿A qué se refería? No pudo terminar de formular la pregunta, el sobrino de la señora Patts, llego corriendo diciendo que ahí estaba el gato, en la copa del árbol, él niño había traído a un hombre moreno, con un sombrero en su cabeza... se le hacía tan familiar aquel accesorio.
El hombre le dijo a la Sra. Patts que no lo molestara cuando estaba haciendo su trabajo, Des inmediatamente se sonrojo al percatarse de quien era, al reconocer las estrellas en los costados de su cabeza y aquellos ojos de color tan extraño. Quería huir en ese momento, pero no podría ir muy lejos, su casa y café estaban prácticamente a su espalda ¿Qué haría?
-"No voltees"-Pensó, en donde escondía a su persona de dos metros, diez. Podía intentar quedarse parado y ser confundido con un árbol.
Leo al voltear a ver a la Sra. Patts se percato de un persona junto a ella, una muy delgada y alta, no podía encontrarse con sus ojos, él no era tan bajo medía un metro setenta y cinco, al alzar su mirada y todavía no encontrar sus ojos, murmuro con asombro sin pensar: "Jirafa Humana"
Leo se quedo mudo cuando el interpelado mascullo "eso es algo muy rudo de decir a alguien, que acabas de conocer" Esa voz, esos ojos... "Des" pensó, no sabía que decir, se veía diferente, aparte de su altura de locos, ese mechón blanco ahora era dorado... Seguía intrigado ¿Cuándo paso los dos metros? Podría ganarse un guinness por eso, antes de que pudiera articular una oración, peaches salto sobre él*.
Ninguno de los dos hacia caso de lo que la Sra. Patts decía, Des no sabía que debía hacer, escondió la charola detrás de él. Leo por su parte era llamado por los turistas que se empezaban a impacientar por él, empezó a caminar pero, no quería dejar a Des, por fin lo había encontrado, volteo hacía él... lo obedecería sólo para que no huyera de aquel sitio: "Adiós, chico alto". No podía procesar para decir algo mejor. Partiría por dos semanas al recorrido de Italia.
-"Leo ¿Qué haces aquí?"-Se pregunto así mismo Des, mientras retomaba sus labores, el moreno había hecho lo que le había dicho, tal vez... nunca más lo volvería a ver. Sin embargo algo dentro de él se volvió a encender.
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Créditos: Miranda~ Otra Vez.
Está canción jeje me la recomendo mi queridisima Erin (Hace bastante tiempo) y es por ello que esté cápitulo está dedicado a ella. (Y la letra le queda muy bien)
"No cierres el telón. No cortes la función; No vas a acobardarte ahora que viene la acción,
Mi parlamento es; Probemos otra vez. Yo sigo extrañándote"
"No apagues está llama que el amor inflamo, Mi parlamento es probemos otra vez"
*Las águilas a los 40 años me parece, sus alas son muy pesadas, sus garras rígidas y su pico ya no es como antes entonces se van a un lugar donde pueda quitarse las plumas, el pico y las garras. se quedan ahí durante largo tiempo hasta que se renueven, entonces ellas pueden continuar su vida hasta los 70 años.(Si no hacen esté doloroso cambio ellas morirían)
* Jet-Lag: cuando las personas que viajan se les desestabiliza el ciclo circadiano.
*Jeje fue un mal chiste mío, Italia tiene forma de bota.
*
N.A: Jejeje bueno aquí ven mis negras intenciones.... !Espero les haya gustado! Veamos cómo les resulta las cosas a estos jovenazos. Muchas gracias por continuar este pequeño fic, cliche hasta la medula, pero hecho con mucho amor.
Agregue cosas ahorita que me siento un poquito mejor, estuvo muy escuálida mi nota. No me sentía muy bien ayer ni hoy pero, en fin, tiene un montón de datos esté capitulo, espero no hayan sido molestos de leer, si fue así mis disculpas....
Por si se preguntan como está dividido Paris...
literal a Leo y a Des sólo los separa el Sena.
Hasta la proxima actualización: Morachan
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