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Escucho


—Le molestan los niños y no está en sus planes tener uno —Tulia mordió su rebanada y lo dijo como si no fuera importante. 

—¿Y luego? —le preguntó Cecilia, le sonaba más a una excusa, ¿acaso no habían practicado varias veces para este día?

—Es entendible, tampoco estaba en tus planes. Cuando vi que entraste creí que todo iba bien —su amigo estaba sorprendido del mal rumbo de todo. 

Estaban los tres comiendo en una pizzería cercana a casa de Rubén. Hugo tiene la intención de que lo vuelva a intentar hoy, pero no sabe como insinuarlo sin que se vea que la presiona. 

—Tenemos que volver, si no le dices tú lo haré yo —Hugo estaba convencido de que el sujeto debía saber. 

Y es que mezcla su vida con la de ella, pues creció sin un padre porque su madre consideró que era lo mejor. No se queja ... tanto, pero a veces se pregunta ¿qué hubiera pasado si el hombre lo hubiera sabido? 

—Hugo, respétala —Cecilia concuerda con que debe saber, pero no cree que haya prisa, puede decírselo en el futuro si es que su hijo lo pide. 

—Entre más rápido se lo diga será más fácil planear el futuro: visitas al doctor, la decoración del cuarto, decidir el nombre. Bueno, claro primero contarles a tus padres.

Tulia pensó en sus padres. El ejemplo de una pareja que se ataca y sigue junta solo por no ser masticados por los demás, pero no había amor entre ellos, solo se lo mostraban a ella. Por eso ella después de terminar la preparatoria se puso a trabajar y se alejó de ellos. La razón por la cual no les ha dicho es que ellos son capaces de armar un escándalo y hundir al hombre. 

Tulia no se imagina junto al chico, después de todo ella sería como un clavo para sacar otro y no le importa ser madre soltera, es mejor que crecer con padres indiferentes. Además, la impresión que le dejó Rubén no es buena, pues se veía como una persona enojona, amargada y desinteresada.

—Hugo, sólo quiero comer e irme de aquí, lo intenté y ya no tengo ganas de verlo otra vez. 

—Está bien —dijo Hugo sonriendo mientras escribía en su celular. 

Los tres siguieron comiendo, Hugo pidió otra pizza.

—¿De verdad?, Hugo, está es la cuarta, no tenemos hambre para terminarla —Cecilia se molesta porque ya llevan un tiempo aquí y parece que él come más lento de lo normal. 

—Vamos, chicas, solo una más.

—Tranquila, Cecilia, no hay prisa —Tulia trata de que no discutan. 

—Bien —Cecilia cruzó los brazos y miró a la ventana —. El día está por empeorar. 

Entraron unas chicas riendo, las examigas de Tulia. La reconocieron.

—Vámonos —Cecilia tomó a sus amigos y salieron de ahí.

—Chicas, ¿podríamos ir a un parque para terminar mi pizza?

—Hugo, Tulia está cansada, es mejor llevarla a casa.

—No sean así, solo unos minutos.

—¡Hugo!

Ambos se miraron, Hugo solo miraba su celular de reojo y Cecilia se lo quitó. 

—Eres un ... 

—Hola —una voz agitada los interrumpió. 

Los tres se quedaron viendo al hombre, estaba vestido de pantalón de mezclilla y playera de manga corta, su cabello estaba goteando. 

—Me alegra encontrarte —la observó, llevaba otro atuendo, una falda larga y una chamarra de mezclilla—, dejaste tu anillo —abrió su palma y ella lo tomó.

—Gracias —lo guardó.

Ninguno decía nada. Cecilia miraba con furia a Hugo, el mensaje que recibió era de Rogelio, el amigo del que organizó la fiesta, él le dio su ubicación, se dio cuenta de que todo el tiempo en la pizzería fue a propósito. 

—Es tarde, ¿quieren que los invite a comer algo? —Rubén pensó en la forma de acercarse a ella sin ser tan directo. 

—¿Acaso no ves que salimos de una pizzería? —Cecilia notaba las intenciones y le molestó.

—Cierto, tal vez un helado —pasó su mano por la nuca—, como postre. 

—No gracias, tenemos otras cosas que hacer. 

Tulia se dio la vuelta y empezó a caminar. Cecilia sonrió triunfante y Hugo suspiró con tristeza, parece que su intentó por reunirlos estaba fracasando. Rubén sabe que si la deja ir será difícil reunirse con ella simulando casualidad.  

—Espera —Rubén la tomó de la muñeca—. Debemos hablar, para aclarar lo de ese día, sé que a eso viniste en la mañana y creo que no te trate bien. 

—¡Crees! —Cecilia quitó la mano del sujeto. 

—Tiene razón, debemos hablar —Tulia regresó al lado de Rubén—. Lo mejor es que vuelvan a sus casas, les hablaré después. 

Hugo alejó a Cecilia, le dijo con la mirada que deben dejarlos solos.

—Bien, pero llámame tan pronto llegues a casa. 

Tulia vio como se alejaban. 

—¿Quieres que hablemos en ... ?

—Algún parque —lo interrumpió antes de que sugiriera su casa. 

—De acuerdo.

El parque era pequeño, en los juegos estaban los niños divirtiéndose y cerca de ellos sus padres. Tulia observaba a una pareja, el padre animaba al pequeño a bajar por la resbaladilla mientras la madre extendía sus brazos para atraparlo al final. 

—¿Está bien aquí? —Rubén observaba ella trataba de distanciarse de él. 

—Sí. 

—Lo de ese día ...

—Fue cosa del alcohol. 

—Te ves diferente —eso atrajo su mirada, una molesta—, quiero decir, te ves cómoda y linda. 

—Igual tú, parece que ambos fingíamos ser de otro modo.

—Sí, a Laura le gustan los chicos que se ven rudos y odiaba ver mis ojos, decía que me hacían llamar la atención, por eso usaba unos falsos cafés.        

—Ya veo —dejo de mirarlo—, tus ojos brillan al hablar de ella.

Rubén se quedó sin palabras, es verdad que si piensa en ella su corazón palpita un poco.

—Bueno, resumiendo, ese día fue un error, lo mejor es olvidar eso —dijo al tiempo que se levantaba de la banca. 

—He pensado en ti todo este tiempo, pero no te busqué porque creí que te arrepentías, pues desperté solo. 

—No necesito escuchar esas mentiras, sólo fue cosa de una noche. 

—¿Entonces por qué tocaste a mi puerta? —fue tras ella.

—Creí que era tu anillo, pero ya que no lo es seguiré buscando al dueño —siguió caminando, sacó su teléfono para llamar un taxi.  

—¿Te di tan mala impresión como para no querer decirme que seremos padres? —le dijo directamente al notar que no quería detenerse. 

—Estás loco, yo ...

—Te recuerdo bien, el vestido esta mañana se te veía muy ajustado, ese día no.

—Sólo engordé.

—Ha pasado poco más de un mes, cuarenta días para ser exactos. Tu visita me hace sospechar que querías hablarme de un embarazo y empezar una familia por el anillo de compromiso, entiendo que quieres que te lo proponga. 

—No, sólo pensé que era tu anillo.

—Tulia, quiero estar en tu vida y la de nuestro hijo —la abraza y ella se queda helada. 

—No nos conocemos. 

—Tenemos toda una vida —la dejó de abrazar y sacó una cajita —¿Quieres casarte conmigo?

Tulia observó el anillo y al chico, no le desagradaba, quería intentarlo.

—Sí. 

FIN. 


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Historia corta, intentando narrar en tercera persona, jejeje.
Gracias por tu tiempo. 

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