Capítulo 40 Solar
«Espero algún día poder decirte lo que siento». Pienso mientras lo veo marcharse.
La suave brisa remueve mi cabello, regalandome un poco de frescura en esta tarde calurosa; las hojas de las jacarandas murmuran cuando se agitan, y las flores dejan escapar su agradable perfume.
Bajo la mirada a la cajita que descansa sobre mi regazo.
—Espero que no sea una bomba...
Murmuro abriendo la caja.
—¡¿Qué es esto?!
Saco la pequeña maceta de barro, decorada con bonitas mariposas azules en un fondo beige.
Un hermoso ejemplar que jamás había visto; la delicada raíz verde se embellece por un gran racimo de hojas en forma de sombrilla; sosteniendo varias florecitas tan blancas como la nieve, que se iluminan con los pistilos amarillos que las decoran.
Una pulcra tarjeta blanca descansa en el fondo de la caja, la tomo y comienzo a leerla.
Hola, Solar, este es un pequeño presente para que tu día se ilumine un poco, se trata de una Diphylleia grayi, o “flor esqueleto”, es un ejemplar difícil de ver por aquí, ya que sólo se encuentra en paisajes montañosos y húmedos en las regiones más frías de Japón y China a finales de la primavera, yo tuve la suerte de obtener una gracias a un amigo.
—Que hermosa...
Me acerco un poco intentando captar su aroma; cierro los ojos y de inmediato me transporto a un fresco y verde prado, haciendo que la paz se instale en mi interior.
Termino de leer la tarjeta.
Esta hermosa flor me recuerda a ti, a veces pasas por crisis; momentos de ansiedad o ataques de pánico, pero cuando tus pensamientos logran calmarse, vuelves a ser tú. Estas pequeñas y bellas niveas se tornan transparentes como cristal cuando sus pétalos son tocados por la lluvia, y apenas dejan ver sus venas como huesitos o encajes, después de secarse, vuelve a ser ella, igual que tú.
Cuídala mucho.
Nos vemos pronto.
Dahir Montesco.
Mi interior se estremece, nunca nadie me había dado un detalle tan original y personal como este.
Me acomodo quedando de lado a la fuente y acerco la delicada flor; observo sus pétalos desaparecer mágicamente, en el instante en que las gotas de agua la acarician.
Con las yemas de mis dedos, rozo los cristalinos pétalos, son tan suaves que me da miedo romperlos.
Sonrío en mis adentros, sintiendo la alegría en todo su esplendor, creciendo en mi corazón.
«También me gustas».
ᕦ ✿ ~~~~~~~~~~ ✿ ᕤ
Cinco meses después lo vuelvo a ver.
En este tiempo he encontrado la paz que tanto he buscado, la doctora Brown me ayudó a regresar al camino que me había mostrado el terapeuta Montesco, gracias eso me siento más tranquila conmigo misma, sé que hay síntomas de mi trastorno con los que debo aprender a vivir, pero en su mayoría he logrado disminuirlos, además de que he aprendido a no reprimir mis emociones.
Las clases de repostería me han ayudado mucho y ahora tengo claro lo que quiero estudiar cuando salga del hospital psiquiátrico.
Hoy he venido con mi padre a la graduación de Dahir Montesco, nos ha invitado y yo estoy muy ansiosa por verlo.
—Ven, Solar, creo que es por aquí. —Papá me lleva del brazo a una gran puerta, por donde todos los invitados están entrando—. Que bonito auditorio.
Papá observa el lugar mientras yo busco a Dahir entre los cientos de alumnos que están sentados frente al estrado.
—¡Solar! —doy media vuelta para encontrarme con ese inconfundible acento—. ¡Que guay veros acá! —Me abraza sin tocarme.
—Es bueno verte, Violeta —aseguro sonriendo ligeramente.
—¡Pero que encantadora sonrisa! —Peter se une a nosotros—. Y que bellas señoritas.
—Papá, ellos son Violeta Betancourt y Peter Vega, fueron mis compañeros de piso. —Los presento y los padres de ambos se acercan.
—Solar Winters. —Es el primo de Dahir—. ¿Me recuerdas? —viene acompañado de su novia y una pareja mayor, supongo que son sus padres.
—Raffaello, claro que te recuerdo —asiento con la cabeza a forma de saludo, aún no puedo hacer contacto con las personas, solo con alguien especial—. ¿Ellos son tus padres?
—Si, mamá, papá, ella es Solar Winters, fue paciente de Dahir.
Hacemos las presentaciones y Raffaello nos muestra los asientos que Dahir ha dispuesto para nosotros, en primera fila y cerca de los graduados.
Sigo buscando con la mirada pero no logro distinguirlo.
—Él está ahí. —Raffaello me señala el pequeño grupo a nuestra derecha, en ese momento él voltea y Rafa lo saluda con la mano en el aire—. ¡Dahir! —este le devuelve el gesto con una gran sonrisa plasmada en el rostro—. Saluda. —Me susurra y toma mi muñeca para agitar mi mano en el aire.
Dahir me devuelve el gesto y me sonrojo.
Todos hacen silencio y la ceremonia da inicio, veo a ese profesor que nos acompañó al museo, parado en el estrado y nombrando a los alumnos para que pasen a recibir su diploma, cuando llega su turno.
—Entregamos el diploma de excelencia académica, al alumno: Montesco Montero, Dahir —anuncia al micrófono y todos los presentes aplauden, personalmente lo hago orgullosa.
—Te gusta, ¿verdad? —Me susurra papá y volteo a verlo sorprendida—. No lo ocultes, Solar, él ya no es tu terapeuta.
—Tal vez...
Veo a Dahir recibiendo su diploma, sus tíos lloran de felicidad y Raffaello aplaude y chifla si parar, hasta que los aplausos cesan.
—¡Ese es mi hermano!
La ceremonia termina y nos reunimos con Dahir afuera del auditorio.
—¡Muchas felicidades, hijo! —Su tío lo abraza y llena de mimos—. Estoy muy orgulloso de ti.
—Yo tambien, mi retoño. —Su tía lo abraza y Dahir ríe.
—Muchas gracias, tíos, en gran parte les debo mucho a ustedes, este logro también es por ustedes.
—¡Felicidades, psicólogo Montesco! —Violeta no tarda en arrojarse a sus brazos, lo mismo que Peter.
Uno a uno lo felicitan hasta que llega mi turno.
—Ahora si es psicólogo, en toda la extensión de la palabra. —Lo abrazo rápido y él me sonríe.
—Gracias, Solar, gracias señor Winters, por venir —voltea a ver a mi padre.
—Es un gusto, Dahir, en serio que nos enorgullece verte alcanzando tus metas. —Papá lo abraza rápido y saca su cámara—. Vengan, creemos recuerdos de esto.
Después de una buena sesión de fotografías nos despedimos, ahora si es la última vez que lo veré.
—Hasta pronto, Solar. —Me abraza y susurra a mi oído—. Te ves hermosa.
Sonrío bajando la mirada y me aparto de él.
—Adiós.
Su sonrisa se torna triste y papá se despide.
—Espero que España te trate bien. —Los veo darse un abrazo que parece eterno y después papá me lleva con él.
Volteo sobre mi hombro derecho, veo a Dahir despidiéndose de algunos de sus amigos mientras su familia y sus amigos lo esperan, voltea a verme y nuestras miradas se cruzan por un momento.
—Te amo.
Sus labios dejan escapar esas dos palabras y regreso mi vista al frente
«Soy una cobarde».
Regreso al hospital psiquiátrico, esta vez siento un gran vacío en mi interior, sé que es por su ausencia.
ᕦ ✿ ~~~~~~~~~~ ✿ ᕤ
A días de cumplir un año en el hospital, la doctora Brown me da una buena noticia.
—Solar, esta es nuestra última sesión. —Me informa cuando termino de acomodar los libros en su estante.
—¿Eso qué significa?
—Te daré de alta. —Sus ojos se iluminan cristalinos—. Esta vez es definitivo.
—Yo... ¿Puedo regresar a casa con papá? —regreso a tomar asiento frente a ella.
—Así es, has concluido tu tratamiento, los ansiolíticos desaparecieron de tu vida, así como esos monstruos mentales que tanto te atormentaban.
—No lo puedo creer... —Me levanto a paso veloz y la abrazo—. ¡Gracias! ¡Muchas gracias doctora Brown!
—Es el fruto de tu esfuerzo, Solar, nada más que eso.
Me devuelve el abrazo y permanecemos así por lo que parecen horas.
Al día siguiente hago mi maleta y papá viene a buscarme, mientras él lleva mis cosas a su camioneta, yo voy a visitar a Jimmy.
—Me voy a casa, Jimmy —acaricio el tronco del pequeño pino—. Sé que llegarás a ser un enorme pino, bailaras con el viento en verano y te mantendrás firme en otoño e invierno... Vendré a verte pronto.
Me abrazo a el, dejo que el aroma me empape.
—Mi aroma favorito, pino y tierra mojada...
Susurro alejándome despacio.
—Yo tambien voy a hacer mis sueños realidad, Jimmy.
Corro por los jardines feliz, liberada, tranquila y en paz.
—¡Anda, Solar! —Lucía me llama y camino hasta ella—. Me alegra verte feliz, es lo que siempre soñé.
—Vendré a visitarte —caminamos juntas al estacionamiento—. Cuida de Jimmy, por favor.
—Eso es una promesa —acaricia mi hombro y asiente.
—Hasta luego, Solar. —Amelia me abraza y después me toma de los hombros—. Espero no volver a verte por aquí, por lo menos no como paciente.
—Yo tambien lo espero.
Reímos y subo a la camioneta, papá arranca y las veo a través de la ventana, agitando mi mano en alto.
—Entonces, ¿vas a estudiar repostería? —cuestiona papá mientras conduce por la carretera.
—Si, es lo que quiero, papá.
—Bueno, mira en la guantera.
Reviso el pequeño compartimento y saco varios folletos de universidades cercanas.
—¿Universidad? —sonrío viéndolo.
—Así es, puedes ir a la universidad si lo deseas, aunque siempre puedes volver a las clases en casa.
—Quiero intentarlo —aseguro hojeando los folletos—. Ya no quiero ser una cobarde que se esconde entre cuatro paredes, quiero conocer el mundo.
—Me alegra escucharte hablar así, mi solecito.
Papá toma otro camino y lo veo extrañada.
—Te equivocaste de camino, la casa no está por aquí... —volteo en todas direcciones, aunque apenas hay algunas casas, el lugar se ve cercano al bosque, lleno de verde y colores vibrantes—. ¿A dónde vamos?
—A casa.
—Pero...
—Compré la casa en la reservación —confiesa sonriente.
—¡¿Qué?!
—Vendí la otra casa, pensé que si íbamos a iniciar de cero, era justo que cambiaramos a un hogar más acojedor.
Pasamos por algunas casas vecinas, departamentos y llegamos a la zona reservada.
—El bosque...
—Si, el bosque viene incluido —aparca en el garaje de una hermosa casa de tres pisos totalmente sustentable, que parece pertenecer al bosque—. No quiero que vuelvas a sentirte encerrada.
Apaga el motor y lo abrazo con fuerza.
—Gracias, papá... Te amo tanto...
—Solar —toma mi rostro y veo sus ojos llorosos—. Jamás me habías dicho eso.
—Alguien me enseñó, que el amor no debe ocultarse —tomo su mano y cruzo mi meñique con el suyo—. Prometo no volver a guardar mis sentimientos.
—No cabe duda que conocer a Dahir, te hizo muy bien.
—¡Papá! —golpeo su hombro suavemente y reímos.
—Anda, vamos a ver la casa.
Dicen que después de la tormenta viene la calma, y aunque por mi vida pasó todo un huracán, es verdad.
Ahora vivo en calma, en compañía de mi padre, es verdad que vivimos en la reservación alejados de todo y de todos, pero estamos a un par de kilómetros de la primer casa y a un kilómetro más cerca de la carretera que da pie a la ciudad.
Violeta y Peter me visitan de vez en cuando, Peter ha regresado a Canadá a impartir sus clases y Violeta empezará sus clases de actuación.
En cuanto a mí, inicio mis clases de repostería, cada fin de mes visito a la doctora Brown para tomar mi terapia, y a Jimmy: me gusta platicar con el.
Papá sigue con su trabajo en la milicia, sé que jamás lo dejará, está en su ADN.
Aprendí a sanar mis heridas desde adentro, así que he echo las paces con Serena, sé que al final del día, ella solo seguía las ordenes de Ean para estar con él. Su bebé nació en la prisión y lleva el nombre de Ferdinand, su madre lo cuida desde afuera mientras Serena cumple su condena.
También sé que mi vida no es perfecta, y nunca lo será, pero he aprendido a sobrellevar mi trastorno, ahora ya no tengo miedo de ver el mundo, de arriesgarme y volar como lo hizo Jimmy, solo que yo lo hago aquí en la tierra.
—A veces me gustaría verte aquí, serías un gran compañero de aventuras... —susurro al cielo nublado—. ¿Sabes...? No dejo de pensar en él, espero que algún día regrese a mi... Mi primer amor...
Regreso la mirada a la vereda afuera de la casa, comienzo a andar sobre mi bicicleta rumbo a la carretera, con mi mochila en la espalda y un pequeño paraguas a cuestas.
Me detengo un segundo y me pongo los audífonos, doy play a la música y hago mi camino a la universidad.
—세상과 첫 싸움 don’t wanna die, but so much pain, too much cryin’, so 무뎌지는 칼날, Oh, I... We were only seven, I... But we have you all now, 일곱의 겨울과 봄 뒤에, 이렇게 맞잡은 손끝에, oh, I... Yeah, we got to heaven...
Nota: letra de la canción de BTS, We are bulletproof: the eternal.
En nuestro primer enfrentamiento con el mundo, no quiero morir, pero sentía tanto dolor, tanto llanto, entonces, las cuchillas se desfilaron, oh yo, solo eramos siete, yo, pero ahora los tenemos a todos ustedes, después de siete primaveras e inviernos, con las yemas de los dedos permanecemos juntos.
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