Capítulo 35 Dahir
-¡Soy un idiota! -golpeo el volante del auto-. Debí saber que algo así podría pasar.
-Tranquilo, hermano, no podemos predecir el futuro, Solar se veía muy tranquila, ¿cómo ibas a saber que esto pasaría? -Rafa intenta calmarme, pero esta igual de nervioso que yo, viendo por la ventana del auto mientras buscamos a Solar.
Vianey y Miranda nos siguen en su auto, lo mismo que los chicos del grupo de baile, al final la despedida de soltera terminó temprano, justo cuando nos dimos cuenta de que Solar no estaba en la fiesta, sus dichosas amigas la dejaron a su merced.
-Si algo le pasa, no me lo voy a perdonar. -Me detengo un momento estacionandome cerca de la acera y bajo a preguntar, Rafa hace lo mismo buscando del otro lado de la calle-. Buenas noches, señora -hablo con una panadera.
-Buenas noches, joven.
-Disculpe, estoy buecando a una joven de dieciocho años, es castaña, mide aproximadamente un metro sesenta, traía puesto un vestido blanco con flores rosadas, zapatos bajos...
-Si si... -La mujer me interrumpe-. Vi a una muchacha así, hace cosa de una media hora, iba caminando por esta calle.
-¿Vio para dónde se fue? -Mi corazón se acelera al tener una señal de ella.
-Dio vuelta al final de la calle, a mano derecha, después no sé a dónde pudo ir -explica preocupada-. ¿Es algo de usted?
-Si, muchas gracias por la información, señora.
Salgo corriendo a encontrarme con Rafa, veo a los demás y les hago señas para que nos sigan.
-¡Vamos, Rafa! -subo al auto y él me sigue-. La mujer de la panadería dice que la vio hace como media hora, dando vuelta en la esquina.
-Date prisa, no debe estar lejos.
Manejo mi auto por la avenida y doy vuelta a la derecha, nos detenemos frente a una floreria y bajamos a preguntar.
-Buenas noches, señor -hablamos al mismo tiempo y Rafa me cede la palabra-. Disculpe, estamos buscando a una joven de dieciocho años, es castaña, mide aproximadamente un metro sesenta, es lago tímida, traía puesto un vestido blanco con flores rosadas...
-Esa muchacha -ambos lo vemos expectantes-, hace unos minutos me preguntó por un psicólogo... ¿Cómo dijo que se llamaba? Un tal Montesinos o algo así.
-Montesco, soy yo, ¿sabe a dónde fue?
Los demás estacionan sus autos cerca y bajan a encontrarnos.
-Si, un señor se acercó y le dijo que usted estaba con ellos en aquel bar -señala un antro escandaloso y con facha de bodega de vagabundos-. Yo intenté ayudarla, pero ese hombre se la llevó.
-¡Mil gracias! -salimos corriendo al bar-. Vianey, Miranda, esperen afuera y llamen a la policía, algo me dice que esto se pondrá grave -ambas asienten preocupadas y sacando los celulares-. Vamos chicos, busquen por todo el lugar.
Entramos en estampida, no tardo mucho en saber a dónde ir cuando me encuentro con Merida, camino hasta su mesa, seguido de Rafa.
-¿Sabes dónde está Solar?
-¡Dahir! Buenas noches. -Se hace la sorprendida, trae unas copas de más y ríe despreocupada-. ¿Qué haces aquí?
-¿Qué no escuchaste? -interrumpe una de sus amigas igual de borracha-. Esta buscando a la niña que se fue con el jefe, ¡ha ha!
-¡¿Qué?! ¿A dónde? -demando furioso.
-A donde va a ser, a su habitación privada -ríe a carcajadas y Merida la calla-. ¡Déjame! Que la niña solo quería jugo... -Me observa abriendo mucho los ojos-. Es por allá -señala un oscuro pasillo.
-¡Estúpida! ¡Javier se va a molestar! -Merida la abofetea y empiezan a pelear.
Rafa y yo las dejamos y hacemos señas a los chicos para que nos acompañen.
-¡Vengan, chicos! -tomo la delantera y corremos por el pasillo, encontramos varias puertas, hasta que llegamos al final del lugar-. ¡Esta trabada!
-Yo la abro. -El más fuerte de los chicos empuja fuerte y entramos abruptamente.
-¡Qué!
Un grito al unísono crea el silencio en la habitación.
La escena ante mis ojos hace que mi corazón se quiebre, la rabia se apodera de mi ser, y sin pensarlo dos veces camino a prisa hasta el maldito mal nacido y lo jalo del cuello, suelto golpes sobre todo su cuerpo.
-¡Maldito desgraciado! -dejo que las palabras salgan como mar de mi ser, un mar indomable y furioso-. ¡¿Cómo pudiste?! ¡Maldito abusador!
Mientras yo me encargo de desfigura el rostro de Javier, los demás chicos se encargan de unos fulanos que también están en la habitación, todos semidesnudos, solo espero no haber llegado tarde.
-¡Yo me encargo, hermano! -Rafa me detiene y observo mis puños: rojos de tanto golpearlo, rojos de tomar su sangre-. Tú ve a ayudarla.
Camino hasta llegar a Solar, quien esta tendida sobre la cama, cubierta por una pequeña tela que apenas y tapa su cuerpo, levanto un poco la frazada y veo que solo trae puesta su ropa interior, aunque su sostén esta roto y su cuerpo entero está bañado de vino, parece que esta desmayada.
-¡Solar! ¡Solar!
Contengo las lágrimas y la tomo entre mis brazos, la arrullo respirando profundo, seco su cuerpo con la frazada, jalo la sabana de la cama para cubrirla, muerdo mi labio para no llorar, los chicos hacen un escándalo en la habitación, peleando con la bola de bastardos, pero ni todo ese ruido hace que ella despierte.
-Despierta por favor...
Abre un poco los ojos y me observa, «¡la han drogado!».
-Sabía que vendrías... -murmura con esa pequeña voz tan tímida, tan suya, tan inocente.
Sonríe y no puedo evitar llorar.
«Esto es mi culpa».
Le sonrío, enseguida vuelve a cerrar los ojos y su cuerpo se desvanece ante mis ojos.
-No no no...
-Ya llamé a la ambulancia -Rafa se acerca a mi-. Y la policía ya está aquí, Vianey y Miranda están afuera esperándonos.
Volteo a ver a los demás, los chicos ayudan a los policías a llevarse a los mal nacidos, son ocho o diez.
-¿Están bien? -Un policía se acerca a nosotros.
-Nosotros si, ella no... -respondo llorando-. Creo que la drogaron y abusaron de ella.
-Descuide, el médico nos dirá qué sucedió y esos hombres irán a prisión.
-¡A un lado! -Los paramedicos entran y los sigo hasta la ambulancia.
-Yo voy con ustedes -pido a uno de ellos y asiente, varias patrullas llegan al lugar y cientos de personas corren por la calle-. Rafa, chicos, gracias por todo, Rafa llevate mi auto.
-Claro, hermano, nos avisas como sigue. -Le entrego mis llaves y asiento.
La ambulancia traslada a Solar hasta el hospital, yo no puedo pasar pero me quedo en la sala de espera, me informan que le harán un lavado de estómago y una ginecóloga la revisará, yo firmo como responsable y espero.
-Tal vez deba llamar a la doctora Brown... -medito mientras espero, ha pasado una hora y aún no tengo noticias.
-¿Dahir Montesco? -La doctora en turno me llama y me levanto deprisa-. Le hicimos un lavado de estómago a la paciente, colocaron drogas en su bebida y por eso estaba inconsciente, por una semana deberá permanecer bajo dieta liquida, no podrá tomar medicamentos, y ya se encuentra fuera de peligro, tuvimos que aplicarle un sedante porque se alteró mucho cuando despertó, su cuerpo debe estar cansado así que debe descansar.
-Y... Sobre el abuso...
-No, no hubo un abuso como tal, aunque si tocaron su cuerpo, pero fuera de eso, ella está bien.
-Muchas gracias... -respiro profundo.
-Debe quererla tanto, como para ponerse en riesgo por ella.
-Yo...
-Ese hombre del que la salvó, es un peligroso narcotraficante y es conocido por la trata de blancas...
-¡¿Qué?! -Me sorprendo al escuchar aquello, pero me alegro de que Solar este a salvo.
-Como lo oye, hace tiempo que lo estaban buscando en Colombia y Venezuela, la última vez supieron que estaba en México, lo acaban de pasar en las noticias, ahora puede pasar a verla, aunque sigue bajo los efectos del sedante.
-Muchas gracias por todo, doctora.
-Adelante, es la habitación al final del pasillo.
Asiento y camino por donde me ha indicado, entro a la habitación y veo a una enfermera revisando los signos vitales de Solar.
-Buenas noches.
-Buenas noches, joven, pase.
Tomo asiento en la silla junto a la cama y con cuidado sostengo su mano. La veo removerse un poco y parpadear.
-Esta respondiendo, aunque aún sigue bajo los efectos del sedante, el sueño la ayudará a calmarse y reponer fuerzas. -La enfermera camina a la puerta y me sonríe-. Puede quedarse aquí, si ella despierta, llámeme.
-Claro, muchas gracias enfermera.
Volteo a ver a Solar, realmente parece que esta durmiendo.
-Lamento no haberte cuidado como lo prometí... -A estas alturas del momento, no puedo evitar llorar, toda la angustia y el dolor quieren salir de mi cuerpo-. No debí llevarte conmigo, debí regresarte al psiquiátrico, a un lugar a salvo. La doctora Brown se pondrá muy molesta por esto. Lo siento tanto, Solar...
-N... N... -murmuran entre sueños pero no logro entenderla.
-Descansa, no te esfuerces...
Aquí estaré para cuando despiertes, Solar.
Sin pensarlo beso el dorso de su tierna mano, me parte el alma verla así, tan frágil y vulnerable.
-No puedo fingir, lo que ves en mi es por ti... -canto en voz baja para calmarla y que duerma mejor-. Dejame sentir, solo acércate... Porque en ti puedo ver mi reflejo, la mitad de mi vida hecha a besos, cada sol, cada luna en mi cielo, en tus ojos mi sustento...
Creo que es una canción demasiado melosa para el momento, pero es lo primero que se me ha venido a la mente.
Me levanto y me acomodo en el pequeño sofá del rincón, hasta que me gana el sueño.
Por la mañana dejo a Solar descansar y salgo al teléfono público a llamar a Vianey, le pido que me traiga un cambio de ropa para mujer y llega en cuestión de minutos acompañada de Rafa.
-Gracias, chicos -acepto la bolsa que me da Vianey.
-Descuida, estábamos cerca, queríamos saber cómo sigue Solar, ¿llamarás a la doctora Brown? -Rafa me susurra sabiendo que me debato entre decir la verdad o no.
-No lo sé. -Los guío hasta la sala de espera y nos sentamos-. Sé que lo correcto debería ser llamar a la doctora Brown, pero no sé si deba decirle todo lo que sucedió, Solar puso su vida en riesgo y prácticamente significa que la cambiarían a nivel dos.
-¿Eso qué significa? -indaga Vianey.
-Verán, los pacientes están divididos por niveles, el nivel uno es para quienes aún pueden estar en sociedad, con cierta dificultad, pero pueden hacerlo -explico rápido-. El nivel dos es para quienes necesitan supervision por más tiempo, y el nivel tres es para los pacientes que necesitan una sombra, alguien que los cuide de tiempo completo porque pueden hacerse daño a ellos mismos.
-Entonces, Solar... No llegaría al nivel dos, sino al tres, ¿no es así? -Rafa me ve preocupado y caigo en cuenta de lo que he dicho.
-Tienes razón...
-Solar regresaría al psiquiátrico en el nivel tres, y no el dos -rectifica Vianey-. ¿Dirás la verdad o no?
-Tal vez pueda ocultar la verdad por un tiempo, si Solar muestra mejorías, no tendrían por qué cambiarla de nivel -intento engañarme, pero muy bien sé que eso no pasará tan fácil.
-En ese caso, no digas nada de esto, solo di que la encontraste en la calle y la ayudaste a regresar -plantea Raffaello-. Como dices, tal vez cuando estés a punto de darla de alta, puedas contar la verdad.
-Si, eso haré, es lo mejor para Solar.
-Dahir Montesco. -El detective Omalli aparece y mis esperanzas mueren.
-Detective, ¿sucede algo? -Me pongo de pie para enfrentarlo.
-Si, tengo entendido que estuvo en el incidente de anoche, en ese bar, ¿es verdad?
-Así es, supongo que esta investigando lo de Javier Sáenz, ese narcotraficante.
-Así es, su empresa ya está siendo auditada, todos los empleados están en investigación, sin embargo, usted tiene que decirme qué hacía anoche en ese bar, justo el lugar donde se destapó todo.
Explico todo lo sucedido al detective, Vianey y Rafa son mis testigos, aunque le pido al detective que mantenga el tema en secreto, mientras yo busco la forma de decírselo a la doctora Brown, él entiende y acepta, aunque dice que no puede darme mucho tiempo, cuestión de un par de semanas solamente.
Se retira y yo entro a ver a Solar, la doctora a su cuidado me explica que puedo llevarmela por la tarde, así que Rafa me deja el auto en el estacionamiento y yo llevo a Solar al psiquiátrico, hago una pequeña parada para comprar un nuevo celular, con tanto agetreo de anoche he perdido el mío, mientras hablamos en el camino para quedar de acuerdo en lo que diremos al llegar.
-Bueno, Solar, dejame hablar primero con la doctora Brown. -Le pido abriendo la puerta del auto para que baje-. Y recuerda que si digo esto, es porque prometiste poner empeño a la terapia y tu mejoría.
-Esta bien, solo espero no causarle problemas.
Baja y en ese momento la puerta principal se abre, Amelia viene corriendo hasta nosotros y la abraza sin importarle nada.
-¡Dios santo! ¡Solar! -La abraza con un ferviente cariño genuino-. Estaba a punto de llamar a tu padre para informarle que te habías ido.
-Lo lamento tanto... -La voz de Solar se quiebra, pero no suelta ni una lágrima, la veo hacer puño la tela de su pantalón.
«Hace mucho que no hacías eso».
-¿Dónde estabas? -voltea a verme y suelta a Solar-. ¿Por qué viene contigo?
-La encontré en la calle... -empiezo con mi mentira-. Hace un par de días mientras manejaba a la ciudad... La vi caminando en la calle y de inmediato la recoji, iba a traerla ayer, pero tenía un compromiso y no podía cancelar, así que la dejé en mi departamento bajo el cuidado de una amiga que estudia enfermería...
«¡Por Dios! Me voy a ir al infierno por esto».
-Y anoche llegué tarde de mi compromiso, así que la traje hoy, perdoname por causarte problemas, Amelia, pero Solar estuvo bien y bajo mi cuidado...
«Claro Dahir, mientras tú bailabas semidesnudo, ella desaparecía».
-Y sé que debí llamarte en cuanto la encontré, pero perdí mi celular y no tenía cómo comunicarme.
-Esta bien, Dahir, te entiendo, aunque si estuve el fin de semana colgada de la lámpara, casi llamo a Camille, pero afortunadamente ya esta aquí, sana y salva -asiento y ella observa a Solar-. Vamos adentro, llegas a tiempo para la cena.
Recuerdo lo de la dieta liquida y me apresuro.
-De echo... Ya cenamos -miento nuevamente-. Pero Solar me dijo que quería un licuado antes de dormir.
-Por supuesto, gracias por traerla, Dahir.
Me despido de ambas y para mi sorpresa, Solar se despide con un abrazo.
-Gracias por todo. -Me guiña un ojo, algo nuevo en ella, pero entiendo claramente a lo que se refiere.
-Recuerda lo que hablamos -susurro en su oído-. Dieta blanda y sin ansiolíticos.
Asiente y camina a lado de Amelia.
Doy la vuelta y subo a mi auto.
-Espero que esta pequeña mentira valga la pena.
Regreso a casa y en lugar de pasar mis últimos días de vacaciones descansando, decido que regresaré al psiquiátrico temprano, así podré vigilar a Solar.
-Vaya forma de iniciar el año.
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