Capítulo 33 Dahir
Los ojos de la inocencia me miraron, el ancla que sostiene mi barco tambaleo, pero no puedo ver las cosas más allá de lo que son. Yo no.
Ella es mi paciente, eso lo tengo muy presente, pero debo admitir que el fin de semana a su lado ha sido mejor de lo que pensé.
Por un momento me permití desconectarme de la realidad, disfrutar del momento, dejar de pensar en los problemas y las personas que ya no quiero en mi vida, pero hay una sensación en mi pecho que me inquieta y sé muy bien que ella la provoca.
«Ella piensa que tal vez solo estaba acostumbrado a Merida y que por ello solo me duele la decepción y no la ruptura, tal vez tiene razón. Y tal vez no debí contarle eso».
-Ya quiero ver a Jimmy, quiero contarle todo lo que hice.
Solar limpia su maleta antes de agarrarla y empieza a desempacar.
-Bueno, yo me voy... Debo arreglar lo de la salida al museo.
-Terapeuta Montesco. -Me detiene antes de que salga y asiento-. Gracias por este fin de semana, la pase mejor que en casa de mi padre. -Me abraza sin pensarlo y me sorprendo, «¿Qué hago?»-. Y gracias por todo lo que ha echo por mi.
-Descuida. -Me suelta de golpe y sacude su ropa-. Solo hago mi trabajo.
Doy la vuelta y salgo de su habitación a paso veloz.
«No vayas por ahí, Dahir».
Regreso a casa a descansar y para el lunes al medio día llevo a los chicos al museo de sensación y percepción con ayuda del profesor Mendoza.
Iniciamos dando un recorrido por una sala donde nos explican la función de los cinco sentidos, también nos dan una clase del significado de sensación y percepción, después pasamos a diferentes cabinas donde tenemos experiencias surrealistas poniendo en alerta nuestros sentidos: como probar alimentos con diferentes consistencias y sabores, estimular nuestro tacto con texturas agradables y desagradables.
Llegamos al área del olfato y terminamos en un estado leve de desorientación, personalmente me siento mareado por tantos aromas. Cuando llegamos al área visual, entramos a una pequeña sala de cine donde nos proyectan imágenes de los diferentes estados de ánimo. Estoy al punto de la lágrima al ver a una mamá elefante perder a su cría.
Terminamos en la sala auditiva, es una experiencia más agradable, escuchamos algunos sonidos del día a día, el canto de las aves, las olas del mar rompiendo contra las rocas, los pasos sobre el césped y culminamos la experiencia escuchando el piano de sueño de amor en manos de Franz Liszt.
-Hazlo -escucho a Solar animando a Jimmy para que baile.
Él gustoso camina la centro del lugar y empieza a moverse con agilidad y gracia.
-No cabe duda, ese chico tiene dotes para la danza -susurra el profesor Mendoza.
-Es increíble -acepto admirandolo-. Es una lástima que no tenga el apoyo de su familia, otra historia sería.
-¿Ellos no quieren que baile? -Me observa sorprendido.
-No, ellos quieren que estudie idiomas o gastronomía, pero él adora la danza, él quería inscribirse en una de esas agencias en Corea, donde forman a los idol's, pero sus padres no piensan que eso sea una carrera de verdad.
-Tienes razón, es una pena que no lo apoyen, el podría ser más grande de lo que imagina.
Jimmy termina de bailar y todos le aplaudimos.
-¡Que guay! -Violeta corre a abrazarlo, y él se intimida-. ¡Que lo has hecho de fábula, tío!
-Jimmy, eso fue sensacional. -Peter lo abraza solo por un instante-. Jimmy eso fue sensacional.
-Gracias, chicos -sonríe bajando la mirada-. Fue solo un baile.
-Eres un prodigio de la danza. -Mendoza se acerca a él y Jimmy lo ve sorprendido-. Me gustaría apoyarte, aquí la mayoría de edad se obtiene a los dieciocho años, si quieres seguir con tus estudios en la danza, yo puedo apoyar tu carrera.
-¿De verdad? ¿Haría eso por mí? -Jimmy se sorprende más y me mira ilusionado, solo asiento dándole confienza-. Pero ni si quiera me conoce.
-Basta con ver tu talento, Jimmy.
Por la forma en que Solar ve a Jimmy, sé que quiere sonreír, pero no lo hace.
Mendoza y Jimmy cierran su trato y llevamos a los chicos a un pequeño restaurante a comer, es algo complicado porque cada uno necesita su espacio, pero al final logramos comer tranquilos.
-Toma, Solar. -Le acerco una pequeña caja rectangular y ella la acepta-. Olvidé decirte que comeríamos fuera, así que espero que te sirvan, yo mismo los lavé.
Ella abre la caja y en el interior encuentra un juego de cubiertos y un popote de metal.
-Esto... -Me ve cuidadosa y por primera vez veo la sorpresa en su rostro, parece que los demás chicos se percatan de ello-. Es... Perfecto.
-Es solo para que comas a gusto.
-Gracias. -Solar se intimida un poco, pero eso no le quita el apetito.
-Quiero que sepan que todos han tenido sus avances, algunos más notorios que otros -tomo la palabra mientras ellos continúan comiendo a la vez que voltean a verme-. Sin embargo, el trabajo de equipo debe seguir, ustedes han aprendido a convivir a pesar de sus diferencias y es eso justamente lo que los ha impulsado a mejorar, así que dejemos que Solar lleve el proceso a su tiempo -Todos asienten y sonrío-. Espero que la salida de este día, les haya gustado.
-¡Fue increíble! -La emoción en las palabras de Peter me sorprende, pero también me agrada, él no había sido tan efusivo hasta hoy-. ¡Fue increíble! Mi parte favorita fueron los sabores. Mi parte favorita fueron los sabores.
-A mi me gustó la música -agrega Jimmy más relajado.
-La parte visual fue muy emovita -Solar comparte su punto de vista.
Todos continuamos comiendo y hablando al mismo tiempo.
Veo a los chicos relajados, conviviendo en paz con el mundo y eso es lo que esperaba, porque Peter y Violeta tienen la oportunidad de ser dados de alta en unos meses.
Regresamos al hospital sanos y salvos, el profesor Mendoza se despide de los chicos, parece que ha hecho buenas migas con Jimmy. Después lo llevo a su casa y yo regreso al departamento, cansado y con más sueño que nunca.
-¡Despierta dormilón! -Una gran almohada cae sobre mi rostro haciendo que mi sueño vuele como el viento-. ¡Dahir, despierta!
-Déjame dormir, Rafa... -Me cubro bien con el edredón, pero es inútil, Rafa empieza a hacerme cosquillas-. ¡Basta! ¡Basta!
-Dahir, es muy tarde para que sigas durmiendo.
-¿Qué quieres Raffaello? -bostezo sacándome las sábanas para sentarme en la cama.
-Tienes que ayudarme.
-¿Ahora qué hiciste? -Me levanto para tomar un poco de agua de mi mesa de noche-. ¿A quién hay que desaparecer?
-Ha ha, en esta ocasión no es para tanto. -Me sigue y lo veo adormilado mientras bebo un poco de agua-. Quiero que reemplaces a Marco en la despedida de soltera.
-¡¿Qué?! -escupo el agua sobre su camisa y se aleja riendo-. No lo haré -indico con firmeza.
-Pero, Dahir, eres el único que conoce bien la coreografía, solo nos quedan unos días y no podemos buscar otro reemplazo.
-¿Qué le pasó a Marco?
-Sigue en Marruecos con sus padres, volará el treinta y uno, no alcanza a llegar. -Lo observo meditando la propuesta-. Por favor, eres nuestra unica salvación, no puedo quedar mal, ayer me depositaron el pago.
-¿Obtendré una paga?
-Si, te corresponde una decima parte, además serías el centro de atención.
-Bien, pero tú me consigues el traje.
-Por eso no te preocupes, ya lo dejé en la sala.
-De acuerdo, ahora dejame dormir que estoy cansado.
-Gracias, bro, verás que diosito te lo paga con una buena chica.
Sale corriendo y cierro la puerta para volver a dormir.
ᕦ ✿ ~~~~~~~~~~ ✿ ᕤ
Es treinta de diciembre, vísperas de año nuevo y las calles están repletas de gente comprando regalos de última hora, por alguna extraña razón estos últimos días ha hecho algo de calor, lo que es inusual en esta época del año.
Manejo por la avenida principal buscando la tienda de dulces, me he olvidado de comprar un presente para Miranda, se supone que es su día especial, supongo que unas golosinas serán las indicadas.
Aparco en el pequeño estacionamiento de la dulcería y bajo a comprar algunos chocolates y bombones, cuando salgo choco con ella y me sorprendo al verla.
-Pero... ¿Qué haces aquí?
-Me escapé...
-¿Y cómo llegaste hasta aquí? -La tomo del brazo para llevarla a mi auto-. ¿Alguien sabe que no estas en el hospital?
-No, salí por la puerta secreta, caminé un poco hasta que llegué a la carretera y una señora me ofreció traerme a la ciudad, me dejó cerca de la estación de policías -pongo el auto en marcha y manejo hasta mi departamento-, entonces vi su auto y lo vi bajar y lo esperé.
-Mira, no puedo llevarte a estas horas al hospital, es tarde y tengo cosas que hacer, así que te llevaré conmigo... Mañana temprano llamaré a la doctora Brown.
-No. -La observo un momento y sigo manejando hasta que llegamos-. Por favor, no quiero regresar al hospital.
-Solar, eso es imposible.
-Por favor. -Me ruega desesperada.
-Entremos a casa y hablamos. -Ella asiente y salimos del auto.
Entramos a mi departamento y cierro la puerta detrás de nosotros.
-Ponte cómoda, prepararé algo para comer y beber.
Ella observa todo al rededor, sé que es curiosa y seguramente sus ideas de limpieza están al borde, afortunadamente he dajado todo ordenado y limpio desde la mañana.
Camino por la sala sintiendo sus pasos detrás de mí.
-Puedes ir a mi habitación y ver TV o escuchar música -indico con mi mano a la puerta derecha-. Ahí no puedes entrar, es la habitación de mi primo -señalo la primera puerta-. Por lo demás, siéntete en confianza.
Ella asiente y me dirijo a la cocina.
Me apresuro a preparar la cena y en seguida una de mis bebidas favoritas para esta noche fresca, estoy seguro de que a ella le va a encantar.
De vez en cuando paso la mirada a la sala, la veo leyendo uno de los libros de mi estante, se ve tan tranquila y en paz que nadie pensaría que se acaba de escapar de un psiquiátrico.
Bip, bip. La alarma del horno me llama, la lasagna está lista.
En una charola coloco un par de platos y sirvo dos buenas porciones de lasagna, mientras la dejo enfriar un poco tomo una jarra y la lleno a tres cuartos de agua fría con unos cuantos hielos.
Aparte rebano un par de limas en rodajas delgadas y varias fresas en pequeños triángulos. Agrego jugo de piña en la jarra, sirope de lima y de inmediato las fresas y las rodajas de lima junto con jugo de granada y un toque de ginebra rosa.
Mezclo bien todo y procedo a servir la bebida en dos bonitos vasos de cristal redondeados, decorandolos con hojas de menta.
Llevo todo al pequeño comedor, ansioso porque mi invitada lo pruebe.
-Ven a comer, Solar, por favor.
Llega en solo unos segundos.
-Lo siento, he pasado a su aseo a lavarme las manos. -Se disculpa nerviosa.
-Descuida, no tienes que disculparte y hablame de tu, por favor -retiro la silla para que ella se siente, al parecer el gesto la sorprende-. Su cena, está servida.
Sonríe ligeramente, lo que hace que mi corazón se emocione.
No, no me gusta, pero saber que ella se siente en confianza conmigo como para demostrarme sus emociones, me llena de alegría.
-Gracias por los alimentos. -Su mirada seria vuelve, pero hace tiempo que dejó de incomodarme-. ¿Qué es? -toma un ligero sorbo de la bebida y sus pupilas se dilatan-. ¡Que rico!
-¿Te ha gustado?
-Por supuesto, sabe mucho a lima y fresas -bebe otro sorbo, curioseando el vaso.
-Es un pinky fantasy con ginebra rosa -levanta las cejas un poco, no sabe de lo que hablo, pero me escucha atenta-. Es un cóctel; lleva lima, jugo de piña y granada, acompañado de un ligero toque de ginebra rosa, anteriormente se usaba el ron blanco pero la ginebra rosa eleva el sabor de la lima y las fresas, es una bebida dulce y fresca, digna de paladares exquisitos.
-Que interesante... -murmura y comienza a comer.
Yo tomo un pequeño sorbo del cóctel.
Hace mucho que no bebo algo tan sofisticado que había olvidado lo bien que sabe. Está muy fresco y huele a fresas, el sirope de lima lo hace dulce pero no en exceso, la ginebra rosa resbala por mi garganta apenas perceptible, y los hielos le dan un frescor que te provocan seguir bebiendo.
-¿Qué te parece la lasagna?
-Sabe muy bien...
Continuamos cenando mientras charlamos un poco, prefiero no tocar el tema de su escape, pero sé que en cualquier momento se darán cuenta y Amelia querrá saber de ella.
La dejo dormir en mi habitación y yo duermo en el sofá, cuando Rafa llega le explico todo y como esperaba, tampoco sabe qué hacer.
Por la mañana me levanto temprano para prepararles el desayuno, Rafa le presta ropa limpia a Solar, de la que su novia ha olvidado por meses.
Termino de acomodar mis cosas en la maleta, mientras Solar me observa con atención.
-¿Sucede algo? -coloco la maleta sobre mi hombro.
-No acomodaste tus cosas de manera adecuada, te será difícil encontrarlas.
-Lo sé, pero se hace tarde, Rafa dice que tenemos media hora para estar ahí... -Me detengo al escuchar el timbre-. Por qué no las reacomodas en el camino, termina tu jugo y nos vamos, voy a ver quién está en la puerta.
Asiente y se apresura a caminar a la cocina, mientras yo camino a la entrada.
-Ya estamos listos, Rafa... ¡Merida! ¿Qué haces aquí?
-Solo vine a visitarte, ¿qué tiene de malo? -entra empujandome y su sonrisa se desvanece-. ¿Quién es ella? -Su mirada se fija en la personita que lava un vaso en la cocina-. ¿Me cambiaste por esa?
Abro los ojos con sorpresa.
-¡No! Ella es... Es mi paciente... Es... Solar Winters.
-Así que esta es la famosa, Solar -voltea a verme y se cruza de brazos-. ¿Y por qué está aquí?
-Se escapó del psiquiátrico... Y yo... La encontré en la calle, la traje aquí porque...
-Supongo que ya has llamado al hospital para que vengan por ella, ¿a qué hora se va?
Camina rumbo a la sala, pero me apresuro a detenerla.
-No los he llamado y no lo voy a hacer -La tomo del brazo para llevarla de vuelta afuera-. Solar esta confundida... Así que te pido, que no digas nada.
-¿¡Te das cuenta de lo que haces!? -Me empuja con molestia-. Ella tiene que regresar a donde pertenece -masculla entre dientes.
Caminamos hasta la puerta y salimos, para que Solar no nos escuche.
-Escuchame, Merida, entiendo que siempre quieras tener la razón de todo, pero en este caso, ella es quien debe decidir.
-Ni si quiera tiene las facultades para hacerlo -ataca sonriente.
-Eres una filatica, tanto estudio no te ha servido, siempre terminas enredandote, no te das cuenta que el bienestar de las personas es lo primordial en nuestra profesión.
-Yo trabajo con empleados, no con pacientes, las debilidades no son aceptadas, y menos el romper las reglas -sentencia con seriedad.
-Claro, las reglas no importan cuando te acuestas con el jefe.
-Yo...
-Adiós y no vuelvas -entro dejándola con la palabra en la boca y agarro mis cosas-. Vamos, Solar, que me esperan.
-Si.
Manejo hasta el salón de fiestas donde ya hay varias chicas disfrutando la tarde, hands up de Ottawa suena por las bocinas del lugar haciendo que el ambiente de fiesta anime a todos.
En seguida encuentro a Rafa con su novia Vianey, quién toma del brazo a Miranda, les encargo a Solar y me voy con Rafa para que nos cambiemos.
-Por favor, Rafa, dile a las chicas que distraigan a Solar, no quiero que nos vea bailando.
-Descuida galán, que ya le expliqué hace rato a Vianey y Miri, en su grupo de amigas hay un par de tímidas que no verán el show, así que ellas cuidarán de tu Solar.
-No es mí Solar, pero recuerda... -Le susurro al oído-, recuerda que es una paciente de hospital psiquiátrico.
-Dahir, en serio, las amigas de Vianey son de confianza, ya no te estreses y vamos a cambiarnos.
-Te quedarás con ellas, Solar, por favor, no te separes de ellas.
Asiente inexpresiva y le sonrío para dejarla tranquila.
Camino a la par de Rafa para encontrarnos con los otros chicos y nos vamos a una pequeña habitación a cambiarnos.
«Espero que Solar no me vea».
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