Capítulo 22 Solar
'Cause this is thriller, thriller night, and no one's gonna save you from the beast about to strike. You know is thriller, thriller night... You're fighting for your life inside. A killer, thriller night...
Thriller de Michael Jackson suena a través de las bocinas en el gran salón, las enfermeras y enfermeros se han disfrazado de brujas y brujos, mientras que los pacientes hemos sido disfrazados con una gran variedad de seres extraños: Violeta es una escalofriante arlequín, ha aprovechado los dotes artísticos que heredó de su madre, Peter es un elegante jinete sin cabeza y Jimmy eligió ser un yakuza terrorífico.
En cuanto a mi, solo pedí un vestido negro con tacones bajos a juego y mi cabello atado en dos coletas, las enfermeras nos han ayudado con el maquillaje, aunque yo he optado por no usarlo.
Los terapeutas hacen acto de presencia caminando desde los consultorios, cada uno disfrazado de bruja o brujo, distingo al terapeuta Montesco con un disfraz de vampiro o algo parecido.
—¡Joder! —Violeta se cubre la boca a mi lado—. ¡El terapeuta esta guapísimo!
Aunque los escándalos de Violeta han disminuido, el drama sigue formando parte de su vida.
—No tanto como yo. —Peter se para delante de nosotros—. No tanto como yo.
—Que humilde, Peter. —Jimmy me toca el hombro y volteo a verlo—. ¿Te gusta mi disfraz?
—Por decima vez, si. Si me gusta tu disfraz, Jimmy.
—Me gusta como te ves, aunque no sé que eres, Solar —sonríe divertido.
Jimmy es un sol, la luz que ilumina hasta la noche más oscura, pero no puedo verlo como sé que él me mira.
—Gracias, mi disfraz no es disfraz, solo es un vestido.
Entramos al gran salón acompañados de la enfermera Gutiérrez y el enfermero Sánchez.
—Pueden ir a tomar asiento, beber ponche, probar los bocadillos, lo que gusten, chicos, su terapeuta y nosotros estaremos al pendiente de ustedes si necesitan algo. —Nos informa la enfermera.
—¿Eso significa que tenemos noche libre? —El entusiasmo de Violeta regresa y Peter y Jimmy se carcajean.
—No tan libre —aclara el enfermero Sánchez—. No pueden salir del salón, a menos de que deseen ir a sus habitaciones a descansar, y solo en compañía de uno de nosotros dos o el terapeuta Montesco.
—Venga, no seais tan remolones —Violeta entra sonriente sin esperar más.
—Gracias —inclino un poco la cabeza y entro al salón.
Jimmy y Peter siguen mis pasos, observamos todo alrededor: las enfermeras se han esmerado en los adornos, telarañas falsas, algunos murciélagos y arañas colgando de los techos, dos largas mesas llenas de comida y postres y en el centro una enorme tina llena de ponche de frutas.
—¿Vamos por ponche? —Nos cuestiona Jimmy.
—Yo si quiero —acepto caminando a la mesa, saco mis guantes del bolsillo de mi vestido y me los pongo, así me siento más segura para hacer las cosas.
—Yo quiero un bocadillo —Peter nos sigue de cerca—. Yo quiero un bocadillo. Pero antes de que beban el ponche... —saca una pequeña botella de un liquido blanquecino que parece vodka—. Pero antes de que beban el ponche...
—¿Qué es eso? —Lo veo acercar su mano a la tina de ponche y lo detengo—. ¿Qué haces?
—Alguien me dijo que si queríamos divertirnos esta noche, debía poner esto en el ponche.
—¿Es alcohol? —Jimmy se apresura a servir dos vasos de ponche, antes de que este sea contaminado.
—Alguien me dijo que si queríamos divertirnos esta noche, debía poner esto en el ponche —repite Peter—. Si, es alcohol.
—¿Quieres emborracharnos? —Lo observo con intriga.
—Si, es alcohol. Yo solo hago lo que me pidieron. Yo solo hago lo que me pidieron —empuja mi mano a un lado y vacia toda la botella.
—Peter... —observamos el liquido mezclandose y ellos ríen, yo también quisiera hacerlo, aunque sé que esto es incorrecto—. Debería decirle al terapeuta Montesco...
—¡No! —Me ve asustado—. ¡No! No le digas nada, porque me harán preguntas y no puedo decir quién me mandó a hacerlo —esconde la botella debajo de la mesa y voltea en todas direcciones—. No le digas nada, porque me harán preguntas y no puedo decir quién me mandó a hacerlo.
—No diré nada, por ahora, pero quiero verte beberlo. —Lo reto y me sonríe.
—¿Tienes algún fetiche conmigo? —llena un vaso de ponche y lo bebe todo—. ¿Tienes algún fetiche conmigo?
—No alucines —tomo el vaso que Jimmy me acerca y bebo un poco.
—Aceptalo, Solar, me deseas —Se carcajea un poco y sigue bebiendo—. Aceptalo, Solar, me deseas.
—Peter, te hemos perdido —Jimmy le sonríe divertido y Peter se carcajea.
Volteo a buscar a Violeta, esta en la mesa de los bocadillos con algunos de los pacientes de la terapeuta Gamez y el terapeuta Summers.
La música ha cambiado a un tema electrónico que no distingo pero es animado.
Poco a poco la fiesta va tomando ambiente, aunque con prudencia, pues no olvidamos el lugar en donde estamos. Los terapeutas se mantienen vigilandonos al igual que las enfermeras y enfermeros, algunos de los doctores principales también están aquí, veo al doctor Radcliffe platicando animado con la terapeuta Serena Pons, mientras el novio de ella la observa con recelo desde lejos, no sé si él ya sepa de lo que sucede con ese par.
El terapeuta Montesco habla y habla con la terapeuta Collette y el asistente de la doctora Brown, nuestras miradas se cruzan y me sonríe, asiento intentando sonreír, pero no logro hacerlo.
En el centro de la pista esta uno de los practicantes bailando con sus pacientes, Peter y Jimmy estan con ellos sacando sus mejores pasos, riendo tan divertidos, parece que el ponche esta haciendo de las suyas.
Tomo un sandwich de la mesa de bocadillos y me dispongo a morderlo.
—Ese es el segundo sandwich que comes en toda la noche, querida —Violeta me observa de arriba a abajo con los brazos cruzados—. ¿Estás a dieta?
—Estoy disfrutando la noche —camino en dirección a uno de los pasillos, con Violeta siguiendo mis pasos—. ¿Tienes que seguirme?
—Me siento algo sola —confiesa viendo la pista de baile—. Los chicos no me han sacado a bailar, esos capullos son unos críos y no hombres.
Termino mi sandwich y observo mis manos «los guantes me protegen».
—Vamos. —La tomo de la mano y la llevo a la pista de baile, Peter nos ofrece un par de tragos y sin pensarlo acepto.
—¡Que way! —Violeta se desenvuelve desenfrenada, baila de un lado a otro sin importarle el ritmo.
Al paso de la noche bebemos ponche a mares, los demás presentes hacen los mismo hasta que llega al fondo del vitrolero.
Vengo saliendo del aseo acompañada de Violeta, ambas reímos sin razón a causa del alcohol, no estamos ebrias del todo, aún puedo entonar el alfabeto en inglés sin equivocarme.
—Insisto en que el terapeuta Montesco es un sueño... —Violeta se recarga en la pared, a unos metros de la ventana que da al pasillo de la salida de emergencia—. Ese traje que trae puesto me ha dejado flipando... Debería ir con él...
Afuera se ha desatado una ligera tormenta y dos sombras entre la luz llaman mi atención.
—Shhhh... —Le tapo la boca y la jalo para que se agache—. Hay alguien entre los matorrales... —susurro asustada.
Me observa intrigada y poco a poco subimos hasta quedar al tope de la ventana, dos figuras oscuras se mueven entre los árboles, parece que...
—Se están besando... —murmura Violeta apenas audible—. Doctor Radcliffe...
—¡Serena! —El terapeuta Summers aparece en escena, esta echo una furia y Violeta se escandaliza a mi lado—. ¿Qué haces con este anciano?
Los truenos y relampagos se hacen presentes iluminando la oscura noche.
—¡Fer, dejame explicarte! —súplica Serena mientras se abotona la blusa—. Esto no es... Yo no...
—No le des explicaciones. —El doctor Radcliffe se carcajea irónico, parece realmente satisfecho por lo que acaba de suceder—. Aquí todo esta claro.
—¡Son un par de gilipollas, que os den! —Ferdinand Parece dispuesto a pelear pero se detiene en seco y da media vuelta para lanzar una patada al arbusto.
Recuerdo que tengo a Violeta sujeta y la suelto empujandola, pero esto no termina porque el psicólogo Montesco llega a mi derecha.
—Chicas...
Lo veo a los ojos algo temerosa y regreso mi vista a la ventana, ahora los tres involucrados discuten.
—¡Esto está de película! —Violeta sale corriendo por el pasillo, seguro que piensa decírselo a todos.
Los tres terapeutas voltean en nuestra dirección, por un instante Ean Radcliffe me observa con un ligero brillo malévolo en los ojos, un escalofrío recorre mi cuerpo, recuerdos del pasado llegan y doy un leve respingo.
—Solar... —Una voz familiar me llama, pero mi cuerpo me pide a gritos alejarme.
Doy unos pasos atrás y camino en dirección a donde Violeta ha corrido, me detengo a unos metros por otro corredor, al ver a la terapeuta Collette acercándose.
—¡Ferdinand! —demanda el psicólogo Montesco llamando la atención de aquel hombre—. No vale la pena —declara con seriedad—. No te ensucies las manos.
—¡Vaya!, hasta que por fin se da cuenta —Collette ríe abiertamente a lado de mi terapeuta, haciendo que me sea imposible escuchar la pelea afuera.
Me escondo detrás de la pared, inclino mi cuerpo ligeramente en el borde y los observo inquieta. Sé que está mal hacer esto, pero desde que Violeta apareció en mi vida, se ha vuelto una costumbre.
—Él ya lo sabía, solo debía confirmarlo.
—Como sea, no te metas en eso, terminarás en problemas. —La terapeuta Games se acerca a él y lo abraza rodeando su cuello.
—¿A caso has bebido, Collette? —Él intenta alejarse de ella, pero parece garrapata bien pegada—. Pareces ebria... Creo que el ponche esta adulterado, todos parecen bebidos...
—Ha ha ha ha —Collette se acerca a su rostro pero él logra apartarse.
—Lo lamento, pero yo no siento lo mismo por ti.
Mi corazón se acelera nervioso, no sé exactamente lo que siento, pero algo no esta bien.
—¿Cuándo entenderás que esa novia tuya no te merece? —Ella luce tan molesta que sus ojos parecen salirse de sus órbitas—. ¡Tú mismo lo dijiste cuando llegaste aquí! Lo has dicho cada vez que tienes oportunidad de quejarte de ella...
—Aunque yo no estuviese con ella, tú no me gustas, entiendelo por favor...
—Dahir... ¡Dahir!
Lo veo alejarse de ella, comienza su camino por el pasillo y me apresuro a tomar un atajo para llegar de nuevo al gran salón.
Me quito los guantes y los tiro a la basura, camino a prisa a la mesa del ponche, al parecer han traído más, Peter me ve de lejos y sonríe, seguro que este también tiene alcohol, pero no me importa, mi boca esta seca y necesito refrescarme.
—Parece que nos hemos portado mal. —Jimmy me sonríe levantando su vaso a medio beber y le sigo el juego.
—Solo me gustaría saber, quién le dijo a Peter que lo hiciera y por qué razón... —bebo un poco de ponche y el sabor del alcohol es más fuerte.
—¡Qué importa, vamos a bailar! —Jimmy me jala del hombro.
—Jimmy...
—Anda, Solar, no todos los días vivimos noches como esta.
El terapeuta Montesco llega algo serio y se acerca a nosotros.
—¿Puedo bailar con ustedes? —Me observa con cautela.
«Espero que no se haya dado cuenta de que lo estuve espiando».
—¡Claro! —Jimmy luce más efusivo de lo normal.
Yo solo me limito a asentir, cuando escucho un tema de Queen sonando con ritmo: another one bites the dust, entonces Violeta jala a Jimmy haciendo un baile extraño que parece invocar al dios de la lluvia, mientras el terapeuta Dahir me toma de las manos.
—Ha sido una noche extraña, solo quiero que disfruten, los cuatro han logrado completar un cuarteto increíble, eso es bueno para ustedes. —Me hace girar para dar una vuelta y sonríe ampliamente.
—La hemos pasado muy bien... Gracias por preocuparse.
Me da media vuelta y observo a la terapeuta Collette; sus ojos me observan fijamente, con los brazos cruzados su postura es imponente, parece que esta apretando la mandíbula y antes de irse se limpia una lagrima de manera brusca.
—¿Alguien le puso alcohol al ponche? —Dahir Montesco llama mi atención.
—Peter... —volteo en seguida, dándome cuenta de lo que acabo de hacer—. ¡No le diga que yo le he dicho! —Lo suelto y limpio mis manos freneticamente en mi vestido—. No le diga que yo le he dicho...
—Descuida, solo quiero saber, ¿de dónde sacó el alcohol?
—Él dijo que alguien le pidió ponerlo ahí... —Me detengo y lo veo a los ojos—. Si no le importa, quiero ir a mi habitación.
Él observa el salón, varios de los pacientes se han ido y solo quedamos sus pacientes y los del terapeuta Summers.
—De acuerdo, ya es algo tarde para que sigan despiertos.
Llama a Jimmy, Violeta y Peter, aunque este último es llevado en brazos por el enfermero Sánchez, pues se ha quedado dormido en una de las sillas.
Salimos cubiertos por paraguas y llegamos a nuestras habitaciones y antes de despedirme, el terapeuta Montesco decide hablarme.
—Solar... Sé que tú y Violeta vieron lo que sucedió con Ferdinand, Serena y el doctor Radcliffe...
—Descuide, no diré nada ha ha —dejo escapar una pequeña risa y me cubro la boca enseguida, parece que el ponche si se me subió.
Él me observa divertido y me sonrojo.
—Lo sé, aunque también sé que Violeta ya ha dicho algo, espero que todos lo olviden para mañana, porque no sé qué va a suceder con ellos...
—Yo no le dije nada a nadie —aseguro algo angustiada frotando las palmas de mis manos—. Solo le dije a usted lo que yo sabía... Que ese par se traía algo ha ha...
—Solar, tranquila, no te estoy acusando de nada, yo fui quien se lo comentó a Ferdinand, él solo buscó pruebas y al final los secretos salen a la luz.
Sus palabras resuenan en mi mente, debo hablar con él.
—Hablando de secretos...
El timbre de su móvil nos sobresalta y él toma la llamada. No entiendo la conversación pero parece ser que es una llamada de su novia.
Mi vista va a la ventana, afuera el cielo se esta cayendo y la noche luce tenebrosa, respiro profundamente y suspiro.
«Solar, calmate, de lo contrario el terapeuta pensará que ahora si se te votó un tornillo».
—Lo siento, tenía que tomar la llamada, ¿qué querías decirme, Solar?
—Amm... Tal vez el lunes pueda buscarlo y hablar con usted.
—O mañana, pasaré el fin de semana aquí mientras regresa la doctora Brown, me encargó a sus pacientes del nivel tres, así que mañana podemos hablar.
—De acuerdo, mañana lo busco —sonrío un poco apretando los labios para no reír.
—Descansa, Solar. —Me regala una sonrisa de lado y no puedo evitar ponerme nerviosa—. Nunca había escuchado tu agradable risa. —Se va por el pasillo chiflando.
Cierro la puerta y me pierdo en el aseo, debo bañarme bien y quitarme cualquier rastro de esta noche, excepto uno.
Me sumergo en la tina caliente y susurro.
—Contigo... Yo quiero estar contigo...
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