˚ ⁀➷ 13
—Los descuido un momento y ya me salen con tres cachorros más —se quejó el rubio pasando al departamento, dejando en el suelo a Chanhee, que en cuestión de segundos fue gateando tan deprisa como sus pequeñas extremidades le permitían hasta su papá.
Chan sonrió nervioso viendo a Félix inspeccionar el departamento de arriba abajo, entrando y saliendo de las habitaciones.
—Gracias por cuidar de Chanhee, Lixie —agradeció Jeongin yendo al sillón, el rubio vio con odio a Chan.
—Te metiste con Jeongin aprovechando que Chanhee estaba en mi casa, ¿qué harás si Jeongin queda en cinta? —furioso, el rubio susurró cerca del azabache—. Dime por lo menos que fue con su consentimiento, si no, las vas a pagar, Bang Chan.
—Fue él, no yo...
—¿De qué hablan? —cuestionó el peligris desde el sillón, con el bebé en brazos mientras le alimentaba.
Félix bufó, sentándose cerca de Jeongin y le vio serio.
—¿Qué hicieron anoche? —su ceño estaba fruncido y se notaba ciertamente preocupado.
—Nos fu-fuimos a dormir... —dijo obvio el Omega y Chan quiso reír, pero tuvo que morder su lengua.
—¿Juntos o separados? —cuestionó esta vez a Chan que pegó un saltito en su sitio.
—Separados...
—No me mientan, ¿en qué momento lo hicieron entonces? —dijo algo furioso poniéndose de pie para ver a los menores.
—En la madrugada —Dijeron al unísono, Félix suspiró frustrado y cogió de la oreja a Chan.
—¿Qué parte no entendiste de qué no se toca a Jeongin, pervertido? Te dije que no te pasaras con él...
—Fue cosa de los dos, Félix... —onterrumpió el Omega, separando a Félix de Chan—. Yo fui a la habitación de Chan aun sabiendo que estaba en celo... yo mismo me metí en su cama. Su lobo llamó al mío y...
—Es la naturaleza, Hyung —prosiguió el azabache—. Somos destinados...
(...)
El azabache observó a su novio ir de un lado a otro dando saltitos de felicidad, soltando feromonas de alegría y dando pequeños gritos de euforia. Sin querer sonrió enternecido, su novio era la cosita más linda que había conocido y ahora, conocería a otra pequeña cosita dentro de algunos meses.
Se acercó al menor y le envolvió en sus brazos, dio varios besitos en su cabeza y luego escuchó leves sollozos, al alzar su rostro observó un brillo inigualable en los ojos de su amado.
—Seremos padres... —sorbió su nariz y devolvió el abrazo al mayor—. Voy a ser papá... —y se soltó a llorar en los brazos del mayor.
Changbin solo sonrió enternecido y consoló a su pareja con dulces palabras acompañadas de besitos y caricias.
Finalmente, lo sentó en el sillón, suspiró bajito y se arrodilló frente a su novio, el menor ladeó la cabeza sin entender.
—Quiero mimos, no quiero masajes ahora, Binnie... —se quejó el rubio, pero se tragó su propia alma cuando el mayor sacó una cajita de terciopelo azul marino.
—Félix... estaba esperando este momento desde que te conocí... pero entonces éramos muy jóvenes y no pensé que duráramos tanto y que desarrollara sentimientos tan fuertes hacia a ti —sonrió cogiendo la mano del menor y acariciando levemente—. Ya puedo decir que eres la persona más maravillosa que tengo, me harás padre... —sintió sus ojos llenarse de lágrimas, pero eso no le impidió seguir—. Quiero seguir el resto de mi vida contigo y con nuestros cachorros, vivir todos juntos y darnos amor de familia todos los días. Félix, ¿quieres casarte conmigo?
El menor asintió con el rostro repleto de lágrimas, se lanzó al mayor y se escondió en su cuello llorando libremente.
—Sí, Binnie.
(...)
El bebé frunció su ceño, cogiendo la camisa de su papá con fuerza, negándose a soltarlo, tampoco iría con Jeongin, quería estar con Chan, y sí, para el pequeño, Chan era su papá.
—Papá —renegó cogiendo con la otra mano la camisa del azabache.
—Tienes que comer, Chanhee... —se quejó Jeongin—. Ven con papá —animó sonriente y el niño le ignoró completamente, girando su carita y abrazando por el cuello a Chan—. Tienes la culpa de esto —se quejó ahora de Chan.
—Chanhee no tiene hambre ahora, déjalo un poquito más y verás que corre a buscarte... —acarició la espalda del niño y el mismo suspiró con sueño.
Ambos estaban en el salón viendo tele y comiendo palomitas.
¿Qué pasó con ambos cuando Félix dejó su casa?
Pues...
—¿Estás seguro de esto? —preguntó nervioso el azabache, acariciando la cintura del mayor y moviendo sus caderas contra el trasero del otro.
—¿Te he dicho ya que me gustas? —cuestionó restregándose contra el menor, bajando su rostro para dejar un besito en sus labios.
—¿Podrías decirme por qué mi lobo te tiene tan asociado como mi pareja? —el peligris gimió con una sonrisa, mordiéndose el labio y bajando otra vez, pero se quedó cerca del menor.
—Somos medias lunas, ¿contento?
—Y tanto —cambió de posición al mayor, dejándolo suavemente sobre el colchón, atacó directamente el cuello del peligris, sintiendo sus colmillos picar por dar una mordida allí—. ¿Me harás el honor de darme un cachorro? —tiró del pantalón que llevaba el Omega, quitando su camisa y toda prenda que le impidiese ver aquel hermoso tatuaje que tenía en la cintura, y en el muslo, amaba ese jodido tatuaje.
—¿Por qué hablas tanto? —se quejó el castaño cogiendo del pelo al azabache para acercarlo a sus labios—. Cállate ya... —susurró uniendo sus labios, cerrando sus ojos y disfrutando de esos movimientos que le volvían loco.
Podría haber estado en celo, pero recuerda con detalle cómo Chan se encargó de hacerlo sentir en las nubes. Jaehyun era diferente y amaba la forma de Chan, tan brusco, pero sin llegar al límite, permitiéndose explotar su cuerpo de diferentes formas.
—Quiero un cachorro —murmuró el azabache mordiendo los labios hinchados del Omega—. Y tú serás mi Omega.
—¿Con el permiso de quién? —retó el mayor.
—Con el de Chanhee —se burló, alzando el cuerpo del mayor y encajando su miembro en la palpitante entrada del Omega.
Ambos gimieron alto, las piernas del mayor temblaron en los hombros del más alto, el menor mordió su labio ante la sensación y la vista que el mayor le ofrecía, tan lindo, pero jodidamente excitante también.
El pequeño castaño alzó su labio en un enorme puchero, sus ojitos se mantenían cerrados, pero él sabía que su papá se puso de pie para dejarlo en aquella jaula blanca llena de peluches de SKZOO.
Pero al entrar a la habitación cayó rendidito por el aroma de Chan y Jeongin mezclados, y no se quejó cuando lo dejó allí porque realmente amaba esos dos aromas juntos y a eso se sumó la calentita manta que le puso, suspiró a gusto.
Ya casi cumplía un año, y cada vez se parecía más y más a Jeongin, su pelo era el de su padre antes de que comenzara a teñirlo y su sonrisa era una fotocopia, exactamente igual a la de Jeongin.
El azabache salió de la habitación y fue de nuevo al sillón, donde otro cuerpo más pequeño lo abrazó con fuerza, restregando la nariz en su pecho y formulando frases sin sentido. Fue hasta que el mayor alzó el rostro que Chan observó sus ojos iluminados y su puchero.
—¿Escuchaste lo que te dije? —cuestionó y bufó cuando Chan negó y dejó un besito en su nariz, giró su rostro y se apoyó en el pecho del Alfa—. Me hice una prueba de embarazo esta mañana... —con esas palabras congeló el mundo del menor—. Esa cosa dice que tengo cuatro semanas...
Lo siguiente que vio Jeongin fue a un Chan saltando de un lado a otro de la casa, dando gritos de niña.
Luego se acercó a él, acunando su rostro entre sus manos y viéndole con amor.
—Voy a ser papá... —murmuró ilusionado, sus ojos iluminados se acumularon de lágrimas—. Gracias... —susurró y abrazó con fuerza al mayor, quien murió de ternura.
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