Roads
Annik había empezado a desempaquetar sus cosas fuera de las maletas y dejándolas amontonadas y dobladillas a la orilla de la cama. Encendió la luz y se quedó mirando la llama encendida que provocaba la bombona de butano en la calefacción. Después observó el efecto del viento en los paneles de carretera. En los toneles abiertos cayendo por las pequeñas casas y buhardillas. Una opción era hacer turismo por el hotel. Porque se aburría terriblemente. El antiguo motel se dividía en cuatro plantas con sus sucesivos pasillos. La castaña subió las escaleras hacia la última planta una buhardilla con vistas a la parte trasera y a la gasolinera. Pero tenía una perspectiva por la que cada madrugada se podía ver los primeros skylines del amanecer sobre los espejos retrovisores de los coches. O las primeras luces traseras encendidas de los vehículos, preparados para ser el primer sol en la carretera.
Como las farolas y los farolillos de la noche desplomaban su luz para dejar paso al día. Por lo demás, parecía una casa de mudanzas un hogar a punto de ser abandonado después de toda una vida. Y hacía mucho frío, un frío que erizaba la piel y te la dejaba como un cartón inundado por agua. Había cajas de cartón precintadas, unas abocadas en otras, o bien apiladas sobre estanterías, pero algunas estaban abiertas, y Annik, curiosa hurgó en ellas para ver su contenido. Había apiladas una colección de cine en dos de las cajas, y en las demás discos de vinilos y CDs. Annik cogió unos cuantos CDs de Bowie, Iggy Pop, The Sex Pistols y de Buzzcocks. Tal vez, Ian se animaría.
Annik, cerró aquel pequeño habitáculo y salió de la buhardilla. Parecía que el frío se hacía cada vez más potente. Se metió los CDs debajo del abrigo, y se lo cerró atándose la cintura con un cinturón. Se escuchaban algunas voces en las plantas de abajo y Annik bajó las escaleras a prisa. Pero toda la planta baja estaba oscura, aquel hombre amable se había ido, y el viento golpeaba fuerte en las puertas que se abrían y cerraban violentamente. Por lo que Annik puso una de las sillas de aquel salón sujetando la puerta. Así, no tendría que escuchar el potente sonido de los portazos mientras siguiera sola en la parte baja.
Siguió caminando y se encontró a Ian en la barra del antiguo motel, echando en un vaso una cerveza irlandesa. Annik sonrió y se sentó en un taburete al lado de él, él le sonrió y volvió su mirada a la cerveza. Annik podía sentir el color de sus ojos preocupados a través del líquido embriagante de la cerveza, lo que le hizo sentir un tirón en la garganta. Podía fingir una tortícolis o un horrible dolor en las lumbares y subirse a su habitación, pero esa no era una opción para ella.
-Ian -dijo ella con su voz solamente tensada por dos horquillas del pelo o pinzas de tender la ropa. Se sentía incapaz de formular una palabra o frase coherente. "Me siento tan estúpida" Ian no pudo evitar mirarla y desarmarse por completo, no lloró, pero, sin embargo rebasó el vaso de cerveza y lo tiró mojándose la encimera y cayendo los cristales al suelo y a sus pantalones. Annik, con prisa, le quitó los cristales que parecían azulejos, o el agua trémula en sus pantalones azulados. Ian, hundió su barbilla en el cuello de la muchacha, que lo sostuvo por la cintura y al ver que él, luego hundía sus ojos y sus labios en su clavícula buscando consuelo subió sus manos hacia los hombros de él.
-Annik, lo siento, esto tenía que ser diferente - Annik lo cayó desordenando su cabello.
-Ian, lo siento, soy yo la que lo siento, honestamente. Si te pido demasiado, tan solo tienes que apretar mi mano y decirme ve más despacio. Lo siento, a veces soy como un acelerador que acelera todos los aspectos de la vida como un rizador riza y cada vez más un tirabuzón casi perfecto.
-Te quiero, sólo tienes que saber eso por ahora. Lo demás no importa, lo demás no está escrito, ni se escribió jamás. Sólo somos puntos de luz tenue, que llegaremos algún puerto, esa es nuestra salvación por ahora.
Y era así, porque cuando te encuentras mudo y fugitivo en la vida, con las cuerdas firmemente tensadas en tus cuerdas vocales, no sabes cómo llamar al pájaro de fuego desde la perspectiva de un rehén.
Somos como el aire de las corrientes, como una bandada de pájaros que van desde la playa al mar. No tengamos prisa por llegar a un punto que no sabemos por qué puerta entrará.
Para algunos sólo es Carpe Diem, para otros es sólo apresúrate ahora. Pero para mí es un –súbete a la montaña rusa, súbete al vagón de carretera, y persigue la cuerda hasta que tú seas la que tense a ella, no que te tense ella a ti.
Nota: Muy buenas tardes cielos! Por aquí en Murcia hoy tenemos un clima bastante poco habitual en mi ciudad, porque nosotros nos caracterizamos por tener temporadas de sequías bastante fuertes. Y hoy nos ha sorprendido nublado, y con pinta de ponerse a llover en cualquier momento. Tengo frío y estaba intentando entrar en calor cuando me he puesto a escribir este capítulo. Curiosamente los días como hoy me recuerdan a Macclesfield, Control, a Joy Division y sobre todo a Ian y a Annik. Creo que voy a merendar algo ahora, así que os dejo sin más que disfruteis del capítulo
Un abrazo, os quiero mucho,
Annik
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