From Safety to Where ~ Parte dos
El local de Ajanta era un antiguo cine de Derby reutilizado culturalmente como sala de conciertos. El nombre era de origen indio, porque al parecer había una gran comunidad india allí. El sitio todavía tenía aspecto de cine, lo que le daba un aire más enigmático y artístico, perfecto para un concierto de punk rock. De hecho, todavía conservaba algunas butacas. Iban a tocar con otra banda: Section 25. La lista de canciones que iban a sonar esa noche era:
01. Dead souls. 05. Passover. 09. Transmission.
02. Wilderness. 06. Heart and Soul. 10. She's Lost Control.
03. Digital 07. Isolation. 11. Colony.
04. Insight. 08. These Days. 12. Girls Don't Count.
La canción de " Girls don't count" la cantaron con Section 25. Annik llevaba en sus manos la lista de canciones del concierto, como siempre solía hacer, las tachaba con un tic o con una x cuando sonaban, o hacía corazones, y también escribía pequeños comentarios de cómo le había parecido que habían estado los chicos, lo más llamativo o interesante del concierto.
Esa noche dejó escrito: El humo del lugar deja una atmósfera como de otro planeta. La gente en algunas filas deja encendidas sus cerillas o mecheros para generar luz con sus llamas. Las luces de neón se multiplican por mil, y parece como si crearan fuego en el escenario. Ian ha estado fantástico esta noche ( como siempre), no es una sorpresa, pero es de las veces que más relajado lo he visto. Como si estuviera completamente perdido en la música, como si el mundo alrededor de él hubiera desaparecido, y solo existiera su burbuja y su voz. Tener la suerte de escucharlo arriba de un escenario es trascendental, algo cambia en ti, desde ese momento, te lo aseguro. Su música tiene algo que cambia a las personas."
Pero, el concierto, no habría sido posible, claro sin las otras tres estrellas de la constelación Joy Division: Bernard, Stephen y Hook. Ellos también se dejaron llevar por la música, cada uno en su cometido, y disfrutaron como nunca, porque esa noche todos veían demasiado lejano el peligro.
Si Ian estaba bien, nada se desmoronaba.
...
Una cajetilla de cigarros abierta en la mesilla de la habitación B & B del hotel de Manchester en que se encontraban, colillas usadas dejando el cenicero color tierra, la ventana abierta para que escaparan los asterismos de humo que salían de la boca de Ian. A Annik le gustaba verlo fumar, parecía tan concentrado en sacar de sus pulmones todo aquello que lo abrumaba, que al final se perdía con el monóxido de carbono del humo del cigarro. Su cóctel molotov casero favorito para ahogar a sus demonios. Aunque Annik no tenía ni idea de que la puerta que cerraba con candado a los fantasmas de Ian, era sobre todo ella. Ella estaba sentada abrazándose las rodillas en el alféizar de la ventana, mientras miraba a través del cristal las estrellas que empezaban a verse en ese cielo que parecía terciopelo oscuro. Él que estaba en la cama fumando mirando a la pared, sintiendo que ya le faltaba el calor que destilaba el cuerpo de Annik, se levantó tirando el cigarro aún chispeante al cenicero, para no quemarla al abrazarla. Se acercó a ella, y Annik sonriendo le dejó sitio para que se sentara él contra la pared, y ella en el pecho de él. Ian, la abrazó por la cintura mientras ella también se abrazaba a los brazos que la sostenían. Volvió a mirar al firmamento. Estaba precioso esa noche, al haber escasas farolas que gobernaran esa calle con luces incandescentes amarillentas, se veían perfectamente los luceros blancos.
Inconscientemente pensó en esa frase que venía a decir que se necesita la oscuridad para que tus ojos se acostumbren al brillo de las estrellas, y comprendió que era verdad que se necesitaba al color gris y al negro para poder ver otros colores, igual que se necesita a la oscuridad para poder ver la luz.
"¿En qué piensas?" - susurró Ian en su oído suavemente. " Nunca has estado tan callada."
Annik cogió la mano de Ian y se la puso en la suya mientras la acariciaba.
"También me gusta el silencio". - río. "Tú eres el que me ha enseñado que a veces las palabras no son necesarias para hablar, que para decirse lo que se siente, a veces solo se necesita una mirada o un abrazo."
"Tienes razón". - dijo él, y la abrazó más fuerte.
"No querría estar en otro sitio, Ian. Llevo toda la semana soñando con esta noche. Esta noche me parece la más clara del último mes. " – Ian la escuchó mientras desviaba su mirada por la ventana, y sabía que Annik tenía razón.
"Yo también estaba desesperado por volver a verte, Annik. Se me estaban haciendo interminables los días. Me alegro de que por fin podamos estar aquí, sin nada que esté contra nosotros." –Ella sonrió y le besó las manos y los dedos.
"Sí, por fin estamos juntos, sin nada que pueda separarnos al menos por unas horas." – El suspiró y la atrajo más a él durante unos instantes, como si fuera posible escaparse de su cuerpo aún en ese abrazo. Debía ser el miedo a que las horas pasaran inevitablemente deprisa, y tuvieran que separarse de nuevo.
"Aunque sabes que por muy lejos que estemos, no estamos realmente separados, Annik. Siempre estás muy cerca de mi corazón, y es como si pudiera oír tu voz, o imaginar tus ojos, aunque no estés físicamente ahí. " – Annik se dio la vuelta hacia él lentamente y lo miró fijamente a los ojos, un mar de nubes azules se perdía en los tonos persas de los de Annik.
"Sí, Ian, aunque estés muy lejos siempre estarás en mi corazón, yo también lo creo." – él sonrió aliviado.
"Por eso te quiero." – Annik sonrió feliz y se acercó a los labios de él para que Ian la besara, y eso hizo él.
A la mañana siguiente, pasearon por el pequeño parque que había en los alrededores del hotel, estuvieron varias horas solamente hablando y abrazándose, aprovechando al máximo esas 42 horas que les quedaban juntos.
El domingo por la tarde, Annik e Ian fueron a visitar a Rob Gretton, el manager de Joy Division en Chorlton. La idea era quedarse a dormir allí.
El barrio dónde vivía Rob era tranquilo, no había apenas ruidos. Caminaron por la acera de la calle hasta encontrar el número 15, una casa construida en ladrillo rojo, con una puerta en blanco.
Annik estaba un poco nerviosa e insegura, sabía que Ian estaba en suficientes problemas, y prefería mil veces pasar la noche en esa habitación de hotel, que en casa de otra persona a la que podrían perjudicarle con sus acciones. Aunque no estaban haciendo nada malo, solo se habían enamorado, y querían vivir su amor como cualquier pareja normal. Pero, las cosas en la vida de Ian no eran nada fáciles y si estaban juntos habían riesgos que debían asumir.
Ian intentó asegurarle a Annik que no había nada de qué preocuparse, y ella trató de ponerse una máscara de normalidad. Rob Gretton abrió la puerta sorprendido de que sonara el timbre a esas horas. No se esperaba para nada a Ian, ni Annik, y como la pobre Annik se esperaba, su rostro no reflejaba un buen recibimiento. La chica se llevó los brazos al pecho, abrazando su cuerpo como protegiéndose y al mismo tiempo mostrando su incomodidad, esperando verse desafiante. Para calmar a Annik, Ian le explicó la situación a su amigo, no quería gastar el poco dinero que le quedaba otra noche en el hotel, y esperaba que en su generosidad, ayudase a un buen amigo en apuros. El manager de Joy Division, se enterneció ante las palabras de Ian, y les dijo a los dos que perdonaran el recibimiento, pero que hacía poco que había llamado Debbie para saber si Ian estaba con él, y que como no había quedado satisfecha con la respuesta, temía que volviera a llamar. Y sabiendo que estaba Ian allí, no sabía cómo iba a poder esconderlo. Ian le explicó que había intentado llamar a Debbie varias veces el viernes, pero que no le contestó a las llamadas. Rob les explicó dónde estaba cada cosa en el apartamento, que podían usar la tetera, y los dejó ponerse cómodos.
Cuando Annik e Ian estaban acomodándose en el salón -bueno, Ian se sentó en el sofá para descansar, le empezaba a doler la cabeza, Annik prefirió quedarse de pie apoyada en la pared, ya que no conseguía relajarse y estaba muy tensa - como un sueño sacado de sus peores pesadillas, el teléfono sonó, y al descolgarlo se descubrió que era Debbie, y cómo no: preguntaba por Ian. Insistió varias veces hasta que Rob se dio por vencido, y decidió decirle la verdad: que Ian estaba allí con Annik. Se hizo el silencio en la otra línea.
Después de una espera angustiante, Debbie preguntó: ¿Está ahí con ella? Rob asintió y Annik tenía ganas de llorar. Ian, mientras tanto miraba la situación como desde el ojo de una mirilla sin derrumbarse. Estaba claro que esa situación le afectaba muchísimo más de lo que podía expresar, pero la indiferencia en más de una ocasión es un mecanismo de defensa. Por momentos deseó no haberse hecho cantante, que solo hubiese existido Debbie en su vida, que no hubiera aparecido la epilepsia jodiendo su vida, no haber conocido a Annik en primer lugar, y eso le hizo sentirse asqueado de sí mismo. Se odió por momentos, pero en el plano real había tres personas que lo necesitaban, y no podía ahogarse en su conciencia.
Después de varios minutos interminables, Debbie dijo que quería el divorcio. Todo se quedó congelado. Annik estaba llorando tanto, y parecía tan disgustada que en el silencio absoluto en el que había quedado absorbida la casa, Rob se ofreció a llevarlos de nuevo al hotel de Rusholme, y pagarles él la estancia esa noche. Le dijo a Ian: tú ocúpate de ella, reconfórtala. El ambiente durante el trayecto en coche fue tenso, el aire que se respiraba era tan tenso que asfixiaba, costaba respirar. Tan inflamable que podían quemarse los tres. Ni siquiera la música de la radio podía aliviarlo. Annik miraba por la ventana para que no vieran que lloraba.
No hizo mucha falta convencer al recepcionista del hotel que sobre todo viendo a Annik se enterneció y los pasó enseguida a la misma habitación del día anterior. Subieron lentamente por las escaleras, ambos en silencio.
Ian, percibía el aire entre los dos cada vez más frío, la espalda de Annik distante y fría, seguía sin dejar ver su rostro e Ian se sentía cada vez peor. Eso no era lo que él tenía planeado sino un maravilloso fin de semana.
Una vez dentro de la habitación no pudo aguantarlo más, todas las paredes, y todos los acontecimientos de la última hora le cayeron encima, se sentó a los pies de la cama, abrazando sus rodillas, y empezó a llorar como no había podido hacerlo antes. No podía aparentar más fortaleza, estaba desesperado, desesperanzado, y muerto de miedo. Para empeorarlo, se sentía completamente solo ahora que Annik no le dirigía la palabra.
En cualquier caso, ver a Ian llorando en el suelo consiguió despertar a Annik, la hizo recapacitar, y arrepentida se sentó junto a él mientras entrelazaba sus brazos con los de él, y apoyaba su cabeza en sus hombros, cayendo sus pequeños rizos por la camisa del chico.
"Cariño, lo siento. " – le dijo Annik agobiada porque él no decía nada.
"No. " – dijo ahora más calmado. " perdóname tu a mí por no imaginarme que esto pasaría. Debbie es así, quiere saberlo todo, en qué hotel estoy, con quién estoy, si he comido, qué vistas hay por la ventana, de qué color es la habitación. Intenté llamarla, pero debí imaginarme que al ver las llamadas perdidas se preguntaría dónde estoy y tal vez se preocuparía, pero nada más verte me olvidé de ella."
Annik se sintió culpable pero intentó desviar el tema.
"Deberíamos irnos a dormir, mañana nos espera un día largo en tren. "
Ian sabía que sería incapaz de conciliar el sueño después de lo que había pasado, pero estuvo de acuerdo, se pusieron el pijama y se acostaron tratando de conciliar el sueño y de evadir sus mentes de sueños oscuros.
A la mañana siguiente, después de desayunar rápido salieron hacia la estación de buses, dónde cogieron un autobús que los llevaría a la estación Picadilly de Manchester, dónde cada uno seguiría sus destinos: Ian a Macclesfield, y Annik a Londres.
Annik se guardó el ticket de bus como recuerdo, y también haría lo mismo con el de tren. Por sus mentes circulaba el mismo pensamiento, ojalá el tiempo fuera elástico, y pudiera alargarse o detenerse cuando se necesitase. Estaban destrozados por tener que separarse, aunque fuera solo por cinco días, pero en el amor todo parece la última cosa en el mundo.
En el autobús encontraron dos asientos al lado de la ventana, y como a esas horas estaba tan vacío, podrían estar cómodos e intentar dormir un poco. Annik apoyó su cabeza en el hombro de Ian mientras que éste cogía la mano que Annik había dejado sobre sus piernas. Ian estaba muy cansado, pero no pudo dormir en el trayecto, puesto que la tensión tras la llamada de Debbie aún le provocaba dolor de cabeza, por lo que se contentó con mirar por la ventanilla mientras que Annik parecía relajada durmiendo.
Cuando llegaron a la estación, Tony Wilson entraba con su coche hacia el aparcamiento, y por el espejo retrovisor pudo ver a Annik e Ian caminando de la mano por el andén. Sonrió, y se metió por una calle para que no lo vieran, en sus caras se leían miles de palabras que aún les faltaban por decirse, la tristeza de tener que despedirse y el cansancio de toda la noche sin dormir, o de haber descansado poco. Quería dejarles disfrutar de los últimos minutos que les quedaban juntos.
"¿Me llamarás cuando llegues a Londres? "– inquirió Ian.
"Sí" - contestó Annik feliz. "¿ Y tú cuando llegues a Macclesfield?"
"También" - él también sonrió.
"Bueno...nos vemos el 25, Ian. Te voy a echar de menos."
El chico sintió un nudo en la garganta. Cada vez le costaba más alejarse de Annik, por la incertidumbre de si volvería o no a verla, de que ella se cansara de él.
"Yo también te echaré de menos estos días. Cuídate mucho, nos vemos el 25, cariño. " –Annik se acercó a él y lo abrazó cómo nunca lo había abrazado hasta ahora, sin prisas, sin miedo, deseando que el momento fuera eterno. Abrumado por esa revolución primaveral de emociones buscó refugio en los brazos de la chica que no tenía prisa por soltarlo.
Nota:
¡Hola! Por fin habemus capítulo. Espero que os guste mucho, he intentado hacerlo más especial, ya que nos quedan poquitos capítulos en los que estén juntos en persona, lo demás serán cartas y llamadas telefónicas, pero no es lo mismo y por eso quería hacerlo más especial. He decidido que voy a actualizar una vez al mes, me gustaría por lo menos dos veces al mes pero no sé cómo voy a tener el panorama con mis estudios y eso, así que con una vez me conformo. Debo confesar que he llorado un poco escribiendo el capítulo. Bueno, lo dicho, espero que os esté gustando leer la historia, gracias por todo el apoyo. Espero que estéis teniendo un buen inicio de año. ¡Ah! ¿quién ha sido feliz por el minutito que ha salido our Joy Division dad, Tony Wilson? ¡YO SÍ!
Hasta pronto,
con cariño, Carmen.
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