castigo
-Espera... -dijo Harry a Ron en voz baja-. Hay una silla vacía en la
mesa de los profesores. ¿Dónde está Snape?
-¡Quizá se haya ido -dijo ron-, porque tampoco esta vez ha
conseguido el puesto de profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras!
-O quizá lo han echado -dijo harry con entusiasmo-. Como todo el
mundo lo odia...
-O tal vez -dijo una voz glacial detrás de ellos- quiera averiguar por
qué no habéis llegado vosotros dos en el tren escolar.
Harry se dio media vuelta. Allí estaba Severus Snape.
-Seguidme -dijo Snape.
Harry y Ron siguieron a Snape.
-¡Adentro! -dijo, abriendo una puerta y señalando su interior.
Snape cerró la puerta y se volvió hacia ellos.
-Así que -dijo con voz melosa-el tren no es un medio de transporte
digno para el famoso Harry Potter y su fiel compañero Weasley. Queríais hacer una llegada a lo grande, ¿eh, muchachos?
-No, señor, fue la barrera en la estación de Kings Cross lo que...
-¡Silencio! -dijo Snape con frialdad-. ¿Qué habéis hecho con el coche?
Pero enseguida Snape desplegó un ejemplar de El Profeta Vespertino de aquel mismo día.
-Os han visto -les dijo enfadado, enseñándoles el titular:
«MUGGLES» DESCONCERTADOS
POR UN FORD ANGLIA VOLADOR, En Londres, dos muggles están convencidos de haber visto un coche
viejo sobrevolando la torre del edificio de Correos (...) al mediodía en Norfolk, la señora Hetty Bayliss, al tender la ropa (...) y el señor Angus Fleet, de Peebles, informaron a la policía, etcétera.» En total, seis o siete muggles. Tengo
entendido que tu padre trabaja en el Departamento Contra el Uso Incorrecto de los Objetos Muggles -dijo, mirando a Ron y sonriendo de manera aún más
desagradable-. Vaya, vaya..., su propio hijo...
-He percibido, en mi examen del parque, que un ejemplar muy valioso de
sauce boxeador parece haber sufrido daños considerables, a causa de un hechizo para liberarlos -prosiguió Snape
-Ese árbol nos ha hecho más daño a nosotros que nosotros a... -se le escapó a Ron.
-¡Silencio! -interrumpió de nuevo Snape-. Por desgracia, vosotros no
pertenecéis a mi casa, y la decisión de expulsaros no me corresponde a mí.
Voy a buscar a las personas a quienes compete esa grata decisión. Esperad
aquí.
Diez minutos después, Snape volvio y con
McGonagall. Ella levantó su varita al entrar, pero ella simplemente
apuntaba hacia la chimenea, donde las llamas empezaron a brotar al instante.
-Sentaos -dijo ella, y los dos se retiraron a dos sillas al lado
del fuego-Explicaos -añadió.
Ron comenzó a narrar toda la historia, empezando por la barrera de la
estación, que no les había dejado pasar.
-... así que no teníamos otra opción, profesora, no pudimos coger el tren.
Llamaron a la puerta del despacho y Snape la abrió. Era el director, el profesor Dumbledore junto a ____.
Se lo contó todo a Dumbledore, salvo lo de que el señor Weasley era el propietario
del coche encantado, simulando que Ron y él se habían encontrado un coche
volador a la salida de la estación.
-Iremos a recoger nuestras cosas -dijo Ron desesperado.
-¿Qué quieres decir, Weasley? -bramó la McGonagall.
-Bueno, nos van a expulsar, ¿no? -dijo Ron.
Harry miró a Dumbledore.
-Hoy no, señor Weasley -dijo Dumbledore- la señorita ___ me ah explicado que la que daño el sauce boxeador fue ella en un intento de liberarlos, Pero quiero dejar claro que
lo que habéis hecho es muy grave. Esta noche escribiré a vuestras familias. He de advertiros también que si volvéis a hacer algo parecido, no tendré más
remedio que expulsaros. Tengo que regresar al banquete, Minerva, he de comunicarles
unas cuantas cosas. Vamos, Severus, hay una tarta de crema que tiene muy buena pinta y quiero probarla.
Se quedaron con McGonagall, que todavía los miraba como un
águila enfurecida.
-Lo mejor será que vayas a la enfermería, Weasley, estás sangrando.
-No es nada -dijo Ron
-Y hablando de Gryffindor... -empezó a decir severamente la profesora
McGonagall.
Pero__________ la interrumpió.
-Profesora, cuando ellos tomaron el coche, el curso aún no había
comenzado, así que, en realidad, a Gryffindor no habría que quitarle puntos,
¿no? -dijo, mirándola con temor.
La profesora McGonagall dirigió una mirada penetrante, pero ______
estaba segura de que había estado a punto de sonreír.
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