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Capítulo treinta y dos.

Los próximos días pasaron más rápido de lo que a Joaquín le hubiera gustado y no precisamente porque fueran maravillosos, tenía a Wen gritándole diario por tardar tanto tiempo en contestar las llamadas y Luci preguntándole en cada oportunidad que encontraba por Vany, cosa que lo extrañaba muchísimo, ¿Cómo era ella capaz de hacer una amiga en cinco minutos? Él llevaba meses trabajando ahí y hasta el momento solo conocía al señor de limpieza y eso porque el hombre odiaba que el muchacho tuviera la capacidad de odiar más que él.

La inminente llegada del viernes se aproximó a su vida como un magneto a un refrigerador, y aquello no hizo más que aterrarlo, no solo era por reunirse nuevamente con Vany pues la cosa iba más allá de sus ocurrencias incomodas y risas escandalosas: Ese día ella le llevaría a casa su primer guion para presentar ese mismo domingo, por lo que solo tendría un aproximado de veinticuatro horas para memorizarlo y ensayarlo, pero eso no era lo peor, sino que la muchacha se había ofrecido (quizá muy entusiastamente) a acompañarlo para darle lo que ella llamo "apoyo en son de la diversión"

Él al principio pensó que su insistencia por quedarse era porque le ponía mucho empeño a sus personajes y quería que la cosa saliera lo mejor posible, pero ese mismo viernes cuando la vio ahogarse dos veces con su propia saliva en medio de una sesión de carcajadas comprendió lo equivocado que estaba.

Joaquín estaba de pie ante la pelinegra con la cara pintada de blanco y los ojos bordeados por dos nada simétricos triángulos que él mismo se había hecho a demanda de ella, que alegaba que debía impregnarse en el personaje para sentirlo, pero hasta ese momento lo único que el castaño sentía era vergüenza.

Vany se volvió a ahogar por tercera vez y Joaquín tiro el guion al piso. - ¡Suficiente! Es inútil.

Había descubierto que en definitiva las señas no eran lo suyo. La chica por su parte, (luego de una intensa sesión de tosidos para disipar las risas) se quedo estática, como sopesando la situación para finalmente asentir. -Tienes razón, el guion es inútil. Ni siquiera tienes que decir nada ¡Eres un mimo! Y llevamos horas ensayando, ya te debes de saber los movimientos de fi a fa.

-No Vany, se me da fatal. No me gusta para nada la actuación y mucho menos los mimos, parezco dálmata y ni siquiera se gesticular sorpresa. -Declaró Joaquin, quien estaba fervientemente convenciodo de sus palabras.

Cuando Vany llego esa mañana a su casa con su overol fuxia y tacones amarillos sobrepuestos en unas calcetas desiguales se habia asustado. Penso que el también se tenia que vestir así para su funcion pero se sorprendió al saber que esa era lo que la chica llamaba ropa casual. Al final le habia entregado una carpeta con un montón de acotaciones, ella le dijo que podía empezar de apoco para que no le diera vergüenza y a el le había parecido muy bien, sobre todo por la simplicidad de los mimos y de su ropa. Sobre todo la ropa.

La pelinegra se llevo un dedo a la barbilla. -No lo sé, hace unos minutos te salió muy bien la parte de las escaleras.

-¿A que te refieres?- Se extraño el muchacho sentándose a su lado en el sofá, ella de inmediato se giro para quedar frente a él.

-Las escaleras, cuando hiciste como que las estabas bajando. Ya sabes. -La chica hizo gestos con la cabeza que el castaño comparo más con un pollo que alguien bajando cualquier cosa.

Joaquín alzo una ceja. - ¿Hablas de cuando me caí?

-No te caíste- Se rio Vany, pero al ver que el muchacho seguía manteniendo una expresión seria se llevó ambas manos a la boca sorprendida y con los ojos bien abiertos. - Dime que no es cierto o me voy a sentir muy mal ¡Me reí mucho!

-Vany se me doblo el tobillo, grite y todo.

– Por todos los calcetines, pensé que eran efectos de aire. Soy una persona terrible- Murmuro ella con la vista en el techo, como disculpándose con todas las fuerzas invisibles del mundo que la habían visto en aquella situación tan embarazosa. Mientras tanto Joaquín se quedó muy quieto en su lugar, sin saber bien que decir al respecto.

Estaban en su casa por lo que interiormente se sentía un poco más cohibido de lo normal como para decirle cualquier cosa, se suponía que a los invitados se les trataba bien, ¿no?

Y de pronto la vio ahí, sentada en su sillón con los pies cruzados arriba de este como si estuviera en el piso, él no le había dicho nada porque Ali hacia lo mismo, y por que antes de subirle de advirtió que se quitara los zapatos. Ella lo había hecho sin decir nada, después de todo le confeso que los odiaba, entonces Joaquín le pregunto si también se odiaba a ella misma tanto como para usar los calcetines sin par y ella se encogido de hombros como si sopesara la idea, pero finalmente negó, le dijo que así le gustaban y él ya no dijo más.

De pronto ella se giro hasta él nuevamente. - ¿Crees que puedas olvidar que me reí de ti? ¿Podrías volverte a caer? Entonces ya no me reiré, te lo prometo.

-No Vany, no me voy a caer otra vez.

-Por favor, no te cuesta nada- Suplicó ella con cara de pena.

-Solo mis articulaciones y dignidad. -Luego de que él dijo eso, la chica soltó un suspiro penumbroso y se desparramo en el sofá con los brazos inertes a sus costados. Joaquín la miro con una mueca. -Que te hagas la muerta no va a ayudar en nada.

Vany no respondió, se quedo quieta como piedra. Cuando el castaño la vio abrir un ojo para ver si seguía ahí se levantó de su sitio y camino a la cocina en busca de café.

No podía creer que eran las tres de la tarde y ya necesitara uno.

Entonces escucho la puerta abrirse y las animadas voces de Ali y Gina lo alcanzaron hasta la cocina, recordó que ellas no tenían idea que iba a meter a una desconocida mientras no estaban en casa y decidió que su café sería doble. 

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