Capítulo catorce.
Estaba decidido, no más interrupciones en su vida. En ese poco tiempo Vany se había metido de tal manera en su día a día que incluso ya contemplaba sus llamadas diarias por la mañana en su agenda. Tenía entendido que era algo ridículo haberse acostumbrado a ella tan rápido y más aun conociendo lo extraña que era aquella situación.
-Debieron haber alertado de las clientas psicópatas en el folleto del empleo- murmuro el muchacho leyendo unas cosas que Wen le había pedido corregir. En ese momento sonó el teléfono.
Joaquín lo miro de reojo sintiendo como su mano se movía por propia cuenta hacia el aparato pero controlando sus instintos suspiro y volvió a su lectura.
El teléfono siguió sonando.
Ignorarlo era más difícil de lo que había pensado sin embargo lo hizo y el teléfono finalmente dejo de sonar.
El muchacho se felicitó mentalmente continuando con su trabajo.
Para su desgracia no habían pasado ni cuatro minutos cuando el típico sonido de teléfono clásico inundo las orejas del chico quien tomo auto control suficiente del fondo de sí mismo y lo volvió a ignorar.
Sonó un par de veces más y luego nada, nada de nada. Él sacó el aire pesado que se había acumulado en sus pulmones pero aun así el nudo en su garganta no se deshizo
¿Estaba haciendo lo correcto?
¿Por qué se sentía tan mal entonces?
¿Qué le estaba pasando?
Las llamadas y mensajes siguieron llegando los próximos días, no sabia como sentirse al respecto solo tuvo conciencia de que su técnica estaba funcionando al momento en que se detuvieron. Por otra parte se sentía destrozado, tenía en claro que la enfermedad de Ali era algo de temer pero hasta ese momento había ignorado todo, la cuidaba y le daba sus medicamentos diarios, gastaba su sueldo en tratamientos y aceptaba la humilde ayuda de Gina para cuidarla diario en lo que conseguía una enfermera real que se hiciera cargo de la niña, aunque esto estaba en duda al ver los buenos cuidados de la mujer hacia su hermanita quien ya se veía mucho mejor que hace unos meses. Recordaba a aquel doctor que al que Gina había llevado a Ali, le había dicho lo que ya sabía y un poco más, algo que Gina le había estado repitiendo todo el tiempo, Joaquín prefería no pensar en eso pero muy a su pesar era necesario.
También había notado que Ali estaba más triste de lo habitual, una vez llegando de su trabajo le había preguntado el motivo, la respuesta le heló la piel, si bien era cierto que tenía una actitud de anciano amargado jamás pensó que dañaría tanto a aquella personita que tanto amaba, lo peor es que Vany tenía razón... Y ahí estaba otra vez pensando en ella, aunque le costara admitirlo tenia conciencia de que los días en que hablaba con ella le servían para desestresarse un poco. Paso la tarde del domingo dándole vueltas al asunto hasta que finalmente se decidió por llamar... Fue una lástima que ella no contestara.
Joaquín sintió por un momento el sudor frío de la verdad corriendo por su frente, ya no lo soportaba, por más que no lo hubiera admitido antes Vany ahora era su amiga y no podía simplemente pasar de largo aquella simpática muchacha de suerte fatal pero ahora también estaba más que de acuerdo en que tendría que hacer méritos y darle muchas explicaciones.
Quería pensar que todo era por Ali pero muy en el fondo sabia la verdad. Vany Brooks se había metido en su mundo.
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