Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

40. Todo ocurre por un motivo

Leonardo se empeñó en ir a buscar a Karai después de pensar que la palabra 'cometa' podría ser una pista del lugar en el que se escondía. Esta vez Casey y April les acompañarían, no era exactamente una misión de reconocimiento, sino de rescate, y necesitaría toda la ayuda posible si Shredder la estaba buscando también.

Naiara estuvo sentada junto a Leo en todo momento. Desde que empezaron a especular sobre el posible escondite de la serpiente hasta que decidieron salir. Dedicándole una sonrisa a Mikey cuando la pidió que le dijera algo a Leo para que fuera él al parque de atracciones.

Leo podía sentir que Naiara no estaba del todo acostumbrada al sentimiento de incertidumbre cada vez que salían, así que se sentó junto a ella en un lugar más apartado y tomó sus manos para intentar convencerla de que no tenía nada de lo que preocuparse.

Seguramente le llevaría algo más de tiempo que eso... pero de todas formas, asintió y recibió una caricia y un beso de consuelo antes de que se fueran.

Raphael en cambio, se despidió de otra forma, no se molestó en disimular una mirada de advertencia dirigida hacia su novia; los dedos de sus ojos a los de ella, indicando que la tenía vigilada.

Arlet hizo un puchero y dejó caer los brazos a sus lados, pretendiendo que esa advertencia era injustificada. Seguido miró a Casey, una mirada que decía: 'no le digas nada'. El humano apretó los dientes al darse cuenta de que iba a salir con la tortuga de rojo. Mierda...

Por supuesto, era de esperar que Raphael intentara sonsacarle a Casey información sobre lo que hicieron la otra noche. No porque sospechase que se trajeran algo entre manos, sino porque su novia podía haber resultado herida. En cuanto llegaron al cine, aprovechó para interrogar a su amigo:

―¿Se puede saber qué estabais haciendo Arlet y tú la otra noche? ―preguntó volviéndose hacia él. El humano rodó la vista con una sonrisa nerviosa, pensando que si no había sacado el tema antes, a lo mejor era porque se había librado. Pobre, pobre e inocente Casey―. ¿Y bien? ¿Vas a explicarme qué hacías por ahí con mi novia? ―demandó. En su tono de voz tratando de asomar los celos, por muy estúpidos que fueran.

―Relájate ―respondió Casey―, sólo la seguí para que no le pasase nada, mientras... daba un paseo por el barrio ―murmuró zarandeando inocentemente el stick de hockey.

―Ya... ―murmuró Raph. Estaba claro que no se lo creía. Sólo esperaba que Arlet no tardase mucho en decírselo, porque se lo diría, ¿verdad...? Ahora sólo podía pensar en que se lo dijo para que la dejase en paz.

Al salir del cine, y decidir echar otro vistazo en busca de Karai, se vieron cara a cara con un nuevo mutante. ¿Un rinoceronte?

* * *

Cuando los chicos volvieron para darle a Splinter y las chicas noticias de su última misión, Leonardo ni siquiera fue capaz de mirar a la cara a su padre mientras un entristecido Michelangelo relataba los hechos.

Naiara escuchaba apenada cómo el menor de los hermanos narraba cómo encontraron y perdieron a la serpiente al no haber funcionado el retro-mutágeno de Donnie. Y, cuando Karai tomó la decisión de desaparecer para mantenerlos a salvo de su falta de humanidad. Verdaderamente era una mutante especial... Escogió utilizar la poca humanidad que le quedaba no para recibir ayuda, sino para huir.

Cuando Naiara creyó que había escuchado lo suficiente, salió en busca de Leo, que estaba sentado en las improvisadas camas que habían hecho en el almacén de la pizzería. Se sentó junto a él ―fuera de su campo de visión― y posó una mano en su hombro.

Leo no tenía ganas de hablar, sentía que había decepcionado a su padre una vez más, pero no se imaginaba que Naiara casi podía sentir lo mismo que él. Tratando de mostrar gratitud por la preocupación de su novia, dirigió su mano para reposar sobre la de ella y la miró a los ojos, cosa que casi le entristeció más.

Naiara le miraba a través de una vidriera de lágrimas. No corrían por sus mejillas, ni siguiera humedecían sus pestañas, pero ahí estaban. Era un alivio pensar que Naiara pudiera entender cómo se sentía, pero le dolía que ella también lo sintiese. Su sentido de la empatía podía compararse a leer la mente, o en este caso, el corazón, la ansiedad...

Naiara le ofreció una pequeña sonrisa como soporte al haberse dado cuenta de que Leonardo estudiaba su mirada. La tortuga no se sentía completamente capaz de sonreír, por lo que únicamente se giró hacia ella extendiendo los brazos lo suficiente como para que entendiese que estaba dispuesto a aceptar un abrazo de consuelo.

Naiara no dudó un segundo en corresponder a su gesto y propinarle un delicado beso en su mejilla. Estuvieron así un rato, meciéndose levemente de un lado a otro hasta que él decidió que lo mejor era continuar con el abrazo tumbados en la cama.

Por mucho que lo intentase, los párpados de Naiara empezaban a pesar. Bostezó.

―Puedes dormir si quieres, estoy bien ―susurró él antes de darle un beso en la frente. Ella alzó la cabeza para poder establecer contacto visual y sí, Leo podía decir con total seguridad que el sueño se estaba apoderando de ella como nunca antes.

―¿Seguro?

―Aprecio mucho tu interés, pero también puedes abrazarme dormida ―contestó con una pequeña sonrisa. Naiara sonrió también acomodando la mejilla en la parte superior de su plastrón y cerró los ojos. Leo la estrechó más cerca de él a la vez que liberaba sus doradas rastas de la coleta que las recogía―. Buenas noches, brujita...

* * *

Como nueva misión, los chicos decidieron que deberían encontrar la forma de encontrar a los humanos mutados, devolverlos a su ser y detener la invasión.

No iba a ser fácil, según April, debían de estar en la mismísima Dimensión X.

Entre otras cosas, en su intento de ir al TCRI y buscar a los millones de neoyorkinos, una nave de sigilo Kraang les llamó la atención y no dudaron en seguirla. Qué sorpresa cuando descubrieron que no eran los únicos mutantes dedicados a proteger a la humanidad de esos asquerosos alienígenas.

Claro que, Leonardo no estaba del todo convencido de poder confiar en Slash, por eso de que intentó destruirlos y demás.

* * *

Arlet estaba sentada en el suelo dibujando a April y Naiara ―practicando las proporciones humanas― mientras charlaban, pero no faltaba el comentario de 'no os mováis', que hacía a las chicas rodar la vista.

Ya casi estaba acabando, las sombras podía aplicarlas permitiendo a las chicas moverse un poco en su conversación. Y habría dado esos últimos retoques rápidamente si no hubieran escuchado cómo el agujero que comunicaba a la alcantarilla era contaminado por una discusión. Uno era Leo, y en ocasiones se podía oír intervenir a Mikey y Raph, pero no era con ellos con quien discutía...

Decir que Arlet se quedó de piedra en cuanto le vio era quedarse corto. Ni siquiera respiraba... El lado bueno es que su cara de miedo era casi igual que la de póquer, por lo que pasó desapercibida. Decidió no adelantarse a los hechos y darles la oportunidad de explicar que hacían ahí. Estaba claro que si suponían una amenaza, las tortugas no los habrían traído consigo, ¿no?

April y Naiara se levantaron del sofá tan pronto como vieron que traían a un herido, permitiendo a Leatherhead acomodarle ahí. Slash estaba visiblemente afectado por lo que le había ocurrido a Kurtzman. En lo que tardaron en estabilizarle, se fijó en que Raphael no tardó en aproximarse a Arlet. La gran tortuga vaciló suponiendo que la chica seguramente estaba intimidada por su presencia, pero se acercó.

―No sé si servirá de algo, pero... lamento lo que hice aquella noche... ―murmuró agachando la mirada.

―¿También ha atacado a Arlet? ―dijo Leonardo pretendiendo sonar sorprendido. Genial, otra cosa más que reprocharle al líder de los mutanimales...

Slash estaba molesto por el comentario de Leo, pero le interesaba más la idea de que al parecer, nadie salvo ellos tres sabía que la había secuestrado. Quizás en otro momento, se lo preguntaría a Raphael o a ella misma si es que se lo permitía.

Raphael le dedicó una mirada de decepción a su hermano, rápidamente interrumpida por el movimiento de Arlet: La chica dio un paso al frente y le ofreció la mano y una tímida sonrisa. Slash tomó delicadamente la mano de la chica, agradeciendo el esfuerzo por perdonarle. Lo cierto es que, aunque supiera disimular perfectamente, la notaba tensa.

No se lo reprocharía, en absoluto. Comprendía que le iba a costar un poco confiar en él después de haberla secuestrado.

* * *

Después de explicarle a Splinter y los humanos lo que había ocurrido, decidieron no participar juntos en el rescate de los neoyorkinos; independientemente de que más tarde se lo replantearon...

* * *

Y finalmente, los humanos volvieron a su mundo en sus formas originales y los Kraang desaparecieron de la faz de la Tierra, literalmente.

April, Casey, Arlet, Naiara y Kurtzman salieron de la pizzería cuando escucharon los emocionados gritos de celebración de los humanos. En cuanto April se dio la vuelta, vio a su padre, a quien no tardó un segundo en recibir con un abrazo.

Arlet y Naiara continuaron caminando hasta cierto punto.

El coche...

Nada más doblar la esquina, se quedaron perplejas pensando que habían estado ahí dentro quién sabe cuánto tiempo. Naiara no se acordaba, pero Arlet sí, de hecho, se arrodilló junto al asiento del copiloto y vio en el techo del vehículo la sangre que recorrió su pelo.

―¡Eh, Nai! Mira ―anunció introduciendo el brazo por la rota ventanilla―. Tu teléfono.

―¿Funciona? ―preguntó la rubia acercándose. Lo cogió y trató de desbloquearlo, cosa que no ocurrió. Bueno, habían pasado unos cuantos meses, seguramente estaría sin batería.

Tras ellas, en lo alto de un edificio, Leonardo miraba la escena sin dar crédito. ¿Cómo podían haber sobrevivido a eso?

―Y eso que no lo viste echando humo, hermano ―escuchó la voz de Raphael tras su caparazón―. Las encontré gracias a Naiara, ¿sabes? El teléfono de Arlet estaba roto.

Leo tragó saliva. En ese momento no podía dejar de pensar en lo que Naiara le dijo la noche en la que fue a hablar con ella. La segunda vez que la vio.

―Supongo que Naiara tiene razón ―respondió captando la atención de su hermano, que parecía confuso por el comentario―. Todo ocurre por un motivo. Si no me hubieras pillado, no la habrías conocido y, no tendrías su número... Las dos podrían haber muerto aquel día.

Raphael frunció el ceño recapacitando sobre lo que acababa de oír. No podía ni imaginarse cómo se hubiera sentido al no haber podido encontrar a su novia y tener que abandonar la ciudad sin ella. Seguramente, ahora que los humanos habían vuelto, no tardaría en escuchar su nombre en las noticias...

Replantearse cada decisión ―buena o mala― que tomó alguna vez en su vida para decidir si le llevó a algo bueno era absurdo, no acabaría nunca y a lo mejor encontraría algo de lo que se arrepentía pero, que a la vez le hubiera llevado a algo bueno. Por ejemplo:

Que Spike hubiera mutado era un peso que estuvo sobre su pecho bastante tiempo; sus hermanos no habrían sido atacados y todo sería como antes, pero no habría conocido a Arlet si no le hubiera estado buscando aquella noche. Además, lo de Slash pareció no haber salido tan mal, ahora tenían un nuevo grupo de aliados que los ayudarían a combatir el crimen.

Leonardo también se estuvo planteando esas palabras de su novia. Cómo intentó consolarle con la mutación de Karai desde un principio, convenciéndole de que no era culpa suya y, que a lo mejor hasta sacaba algo bueno de todo aquello.

Sin duda, algo bueno que descubrió es que esa chica podría ser la única que mantendría su mente en paz. Splinter tenía razón, era su soporte emocional, y se negaba a que nadie la apartase de él. Él sería su guardián...

Los chicos salieron de su trance al ver cómo las chicas retomaban su camino animadamente en dirección a casa. Incluso pudieron escuchar algo acerca del estado del apartamento seguido de Arlet cruzando los dedos.

Ojalá sólo sea polvo...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro