27. Strike
A la mañana siguiente, Raphael se despertaba en una cama inusual. La luz del amanecer reflejaba en los cristales de las ventanas haciendo una luz un tanto desagradable que le obligó a darse la vuelta con un gemido de decepción y pereza. Sentía que la cama estaba vacía en proporción a su tamaño, por lo que abrió los ojos de nuevo. Arlet no estaba.
-¿Arlet? -cuestionó elevándose sobre sus brazos, escrutando la habitación.
-¿¡Qué se siente cuando te despiertas sin tu amorcín al lado!? -se la oyó gritar a lo lejos. Raphael se mordió el labio inferior avergonzado por el comentario y se levantó de la cama.
Caminó hasta la gran terraza de la habitación (junto con el baño), que se situaba en el último piso. Entonces, al asomarse, vio a su novia en el patio trasero admirando la casa con las manos en las caderas.
-¿Qué haces, nena? -preguntó apoyándose en la barandilla adoptando una actitud casual.
-Estaba dando una vuelta. Hay un lago colina abajo, como a un kilómetro de aquí -dijo señalando el camino tras ella-. ¿Te habías fijado que la casa es más bonita vista desde atrás? Y, no me habías enseñado el piso de abajo... -añadió señalando dos habitaciones frente a ella. Una parecía ser un salón al que se accedía directamente al bajar las escaleras, sólo tenía un par de sofás polvorientos y unos enchufes nuevos justo enfrente. La otra habitación no tenía muebles, pero siendo más pequeña, dedujo que era un dormitorio.
-Ya, bueno... Creo que me distraje un poco -murmuró señalando la habitación en la que se había despertado a la vez que se rascaba el cuello.
-No es verdad, lo tenías planeado -le acusó con una mirada entrecerrada cómica. Raphael contuvo una risa.
Después de ponerse su equipo de nuevo, bajó a dar una vuelta con Arlet. En fin, él no podía salir del bosque así sin más, ya había amanecido, por lo que pasarían fuera el resto del día.
* * *
Al atardecer, Raphael aterrizaba en la terraza con Arlet en brazos. La bajó al suelo sin dejar de reírse y robarse besos a medida que se acercaban a la puerta, se comunicaban a susurros. Arlet caminaba de espaldas sosteniendo las manos de Raph.
-Estarás contento... -le reprochó juguetonamente.
-¿Por pasar el día con mi novia en nuestra casa secreta...? -susurró seductoramente, besándola otra vez con una sonrisa.
-Exacto, me has obligado a hacer pellas. Hoy me tocaba trabajar -al darse la vuelta para abrir la puerta se encontró con Leonardo al otro lado del cristal, con los brazos cruzados y una mirada de desaprobación. Arlet se asustó al no esperar que el líder estuviera ya en su casa-. ¡Ah!
Retrocedió quedando apoyada en el torso de Raphael, que la sujetó también de la cintura. Leo abrió la puerta y salió al encuentro de la pareja a la vez que Raph ayudaba a Arlet a incorporarse.
-Es el segundo strike de esta semana, Leonardo -se quejó llevándose una mano al pecho, soltando el aire contenido-. Jolín...
-¿Dónde estabais? Os he estado llamando -dijo dejando de lado su primera actitud de reprimenda; ahora mostraba preocupación. Raphael sacó el T-phone del cinturón para comprobarlo.
-En silencio -dijo mirando la pantalla.
-El mío se quedó en el vestidor. ¿Qué ha pasado?
-Es Naiara. Anoche, en el restaurante de Murakami, empezó a ponerse blanca y tenía vértigos.
-¿Y qué has hecho? -preguntó.
-¿Qué iba a hacer? La traje a casa y la metí en la cama.
-Podías haber llamado a una ambulancia, Murakami se lo hubiera explicado a los paramédicos -Leonardo la miró con insistencia volviendo a cruzarse de brazos-. Vale, tranquilo -dijo entrando al apartamento. Antes de que Leo la siguiese, Raphael le lanzó una mirada amenazante y pasó delante de él.
* * *
Arlet dio un par de suaves toques en la puerta de la habitación de Naiara antes de entrar. No sabía si estaba dormida o no, pero tenía que saber cómo se encontraba.
-¿Nai? ¿Estás despierta?
-¿Hum...? -se quejó asomando la cabeza entre las sábanas. Arlet arqueó una ceja al ver la reacción de su amiga. No era lo habitual, en absoluto... Se acercó después de cerrar la puerta tras ella, y así hablar las dos tranquilamente.
-Oye, ¿estás bien? Leo me ha contado lo que pasó anoche -anunció sentándose junto a ella. Naiara bostezó y se incorporó para quedar a la altura de su amiga.
-Sí, es... Llevo así un par de días... -murmuró frotándose los ojos-. Sólo es cansancio.
-¿Y los vértigos...? -la reprochó alzando una ceja. Naiara se mantuvo en silencio agachando la cabeza, apartando esos mechones de pelo de su cara-. Deja un trabajo -suspiró Arlet.
-¿Qué? -preguntó mirándola con sorpresa.
-Escucha, me da igual lo que tardes en devolverme el dinero. Tampoco necesito que me pagues alquiler ni nada, es decir... me ayudas con la casa, y la compra, y cosas así... Mantén el de la tetería, suelo ir después de clase con April -añadió giñándole el ojo con una sonrisa.
-¿Estás segura?
-¿Te parezco un monstruo sin conciencia? -preguntó con una sonrisa irónica. Naiara soltó una risilla por el comentario.
-Gracias, Arlet.
-De nada... -dijo palpando el hombro de la rubia. Sin embargo, frunció el ceño al darse cuenta de otro detalle-. ¿Estás conteniendo la respiración?
-Emm... Sí -respondió Naiara llevándose una mano al pecho, parecía que realmente le costaba respirar. Tomó una bocanada de aire para después soltarla lentamente. Arlet se levantó y apartó las sábanas.
-Vale, ya está -murmuró caminando hasta el armario para coger su ropa. La dejó en la cama y la señaló-. Vístete, vamos al hospital.
* * *
Cuando las chicas bajaron las escaleras, Leonardo se levantó del sofá esperando poder recibir una información adicional sobre lo que pasó anoche. Entonces vio a Naiara vestida. No le pasó desapercibido que estaba pálida, pero de todas formas preguntó.
-¿Estás mejor?
Raphael y Arlet compartieron una mirada y rodaron la vista ante la evidente y desmesurada preocupación del líder, intentando que ninguno de los tortolitos les viera. Por otro lado, se detuvieron a pensar: ¿Yo actuaba así...?
-La verdad, no del todo -respondió Naiara colocándose correctamente las mangas de la camiseta-. Arlet va a llevarme al hospital.
-¿Crees que es para tanto? -preguntó Leo dirigiéndose a Arlet.
-Eh. No me tomo la salud a la ligera. Las cosas se tratan mejor cuanto antes se detecten... -añadió señalándole con un dedo-. Qué horror... -se quejó dándose una palmada en la frente-. Vámonos antes de que siga citando a mi madre.
Arlet lanzó a Raphael un beso gesticulado con los labios antes de desaparecer por la puerta principal. Naiara la siguió con la vista, con duda. Miró de nuevo a Leonardo y le sonrió levemente antes de seguir a su amiga.
Una vez cerrada la puerta, Leonardo intuyó que su hermano estaba esperando que se diese la vuelta. Durante unos largos segundos, se negaba a encontrarse con esa mirada. Sabía que le pediría una explicación y... probablemente se burlaría de él.
Suspiró y cedió. Cuando se dignó al volverse hacia Raph, estaba apoyado en la pared con los brazos cruzados y una sonrisilla irónica. Leo se encogió de hombros y esperó a que empezase.
-La chica es maja -dijo finalmente, encogiéndose de hombros también. Mantuvo una pequeña pausa en la que aún tenía esa sonrisilla en la cara, haciendo que Leonardo únicamente se impacientase-. Ahora... ¿Te importaría decirme por qué la has traído aquí? ¿Y por qué le pediste a Arlet que te cubra?
-Tú también mantuviste a Arlet en secreto.
-Entonces ya era mi novia... -respondió Raph separándose de la pared.
-¿Y qué querías que hiciera? Sólo hace dos meses que la conozco -Raphael alzó las cejas esperando que continuase. Entonces Leonardo resopló agachando la cabeza. Cuando volvió a levantarla, asintió-. Está bien... Te lo explicaré.
-Muy bien, vamos -dijo dirigiéndose a la terraza.
Al principio Leo frunció el ceño, pero se dio cuenta de lo que Raph quería decir: Ya era tarde, para cuando las chicas volvieran a casa seguramente lo único que querrían sería meterse en la cama y dormir. Sólo esperaba que al menos le mandasen un mensaje de texto o algo.
La tortuga de azul asintió y siguió a su hermano tras apagar las luces y cerrar la puerta tras él.
* * *
Después de que Leo le hubiera hablado a Raph acerca de Naiara esperando que se conformase con lo mínimo, llegaron a la alcantarilla. Habiendo pasado un par de horas, recibió un mensaje de Arlet. Sacó el teléfono de su cinturón y lo leyó en voz alta.
Arlet: A ver, el lunes tengo que ir a por los análisis, pero no parece algo de lo que preocuparse. Por ahora, reposo. Así que duerme tranquilo, buenas noches.
Y no podía faltar el mensaje de Raphael, el cual llegó inmediatamente después:
Arlet: 😴😘
-Hum... -asintió complacido, conteniendo una pequeña sonrisa burlona-. El mío es un beso de buenas noches.
Raphael caminó hacia su habitación con el T-phone entre las manos, mandando una respuesta.
Raph: Buenas noches, nena😙
Arlet: Nunca me mandas corazoncitos😔
Raph: Sigue siendo un beso.
Arlet: No es lo mismo...
Raph: Buenas noches, nena😙❤️ ¿Mejor?
Arlet: Sí😊. 😴😘
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Siguiente capítulo: Domingo (el lunes).
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