Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

157. Congelado durante doce años

CERCA DE UN MES ANTES DE NACER AUGUST, KIMANI ANUNCIÓ TAMBIÉN SU SEGUNDO EMBARAZO.

La verdad es que Donatello estaba algo nervioso con que se hubiese vuelto real, como si no hubiera pensado en las causas y consecuencias de estar intentándolo hasta el mismo momento en el que lo consiguieron y su mujer empezase a fantasear con preparar la que sería la habitación del bebé.

Estaba seguro de que sería ese y no más, especialmente cuando Isaac se paseaba por el laboratorio tratando de llamar su atención. Solía coger lo primero que pillase para enseñárselo, pensando que sería algo con lo que poder jugar juntos.

A ver, aparte de que le ponía histérico que en algún momento cogiese algo potencialmente peligroso para un bebé ―lo que él consideraba todo―, le enternecía que Isaac se interesase lo suficiente todo lo que tenía por ahí, buscando algo que tener en común con su padre.

Muchas veces le acababa sentando en su regazo cuando estaba en el ordenador, incluso acercaba el portátil y le ponía algo que ver con los auriculares mientras él trabajaba. Sí, resultaba demasiado irritante tratar de concentrarse cuando escuchaba esas cancioncillas de series infantiles a través de los auriculares del pequeño, y más cuando él intentaba seguir los movimientos que se le indicaban, pero era demasiado adorable como para decirle nada.

Ni que decir tiene que Kimani no desaprovechaba la ocasión de hacerles fotos cuando estaban así. Eran tan cucos...

Y Isaac era muy cariñoso, enseguida le daba besos y abrazos a todo el mundo. No como su prima, a Romanella se la veía más reservada, y rehuía ese tipo de acercamiento siempre que podía. Estaba claro que había salido a sus padres.

Esta vez, Kimani se vio forzada a cogerse la baja de maternidad mucho antes que en su anterior embarazo. Simplemente tenía náuseas demasiado fuertes durante la segunda parte del primer trimestre, no podría trabajar en esas condiciones, así que mejor se quedaba en casa ayudando con los peques mientras sus madres trabajaban también.

Por lo general, Leonardo y Raphael preferían que los niños se acostumbrasen a entrenar un rato por la mañana y otro por la tarde, pero no parecía muy buena idea que después de eso tuviesen clase con el Tío Donnie, estaban demasiado dispersos. Claro, claro, vale que no podían ir a clase, pero no podían crecer siendo unos pobres analfabetos.

La cuestión es que tener a Kimani por ahí para ayudar con Isaac y Romanella no estaba de más, en absoluto. Ya fueron varias las ocasiones en las que se sentaba con Raphael en el salón para intentar que sus pequeños aprendiesen también algo en lo que Donatello y Leonardo estaban con los mayores en el laboratorio.

Sabiendo Kimani que Donatello no parecía haberse hecho aún a la idea de tener otro bebé, y Isaac insistiendo tanto en entrar al laboratorio a jugar, quiso que tuviese algún rato para sí y pensar. Eso también le daba la oportunidad de continuar con algunos de sus proyectos, como la cura de un amigo.

Un día, estando Kimani de unas veinticinco semanas, Donatello estaba inclinado sobre el microscopio tratando de comprobar si la fórmula actuaba como tenía previsto que actuase sobre la muestra del ADN mutante de Timothy. Ya le fue complicado extraerlo cuando continuaba congelado, pero sorprendentemente, el retro-mutágeno que había creado para él, parecía deshacer el hielo y reconvertir las células.

―Por las barbas de Darwin... ―suspiró asombrado, separándose del microscopio para quedar recostado en el respaldo de la silla.

―¿Has dicho algo? ―preguntó Kimani asomándose por la puerta de laboratorio, con una ceja fruncida. Al haber bajado la guardia, Isaac entró corriendo hasta llegar a su padre con los brazos extendidos, gritando «¡Papa! ¡Papa!».

―Creo que lo he conseguido ―respondió Donatello cogiendo en brazos a Isaac, permitiendo que se abrazase a su cuello.

―¿El qué? ―se cuestionó ella acercándose―. Últimamente estás a un poco de todo.

―La cura para Timothy ―dijo la tortuga volviéndose hacia el tanque congelado.

―¿Y... a qué estás esperando? ―se emocionó ella dirigiéndose lo que una vez fue su amigo―. ¿Cómo lo descongelamos?

―No hace falta, esta fórmula lo hará todo ―dijo Donatello poniéndose en pie. Le cedió el niño a su mujer para poder encargarse él de preparar la retro-mutación de su amigo, como conseguir una sábana, intentar abrir el recipiente que lo contenía...

Kimani estuvo sentada en una silla con Isaac en su regazo, meciéndolo con una pierna y sin dejar de mirar mientras Donatello lo apañaba todo. Estaba impaciente y emocionada, pero en cierto modo, también estaba asustada.

Desde que Timothy desapareció, estuvo sufriendo ya no sólo por él y por ella misma, sino también por su madre. La pobre mujer le preguntaba muy a menudo si sabía algo de su hijo, que si por lo que fuera se ponía en contacto con ella que la avisase enseguida. Le llegó a generar demasiada angustia ver que la llamaba, y se sentía culpable por verse obligada a continuar viviendo su vida sin saber qué le pasó a su amigo.

―¿Lista? ―suspiró Donatello con cansancio después de haber conseguido sacar el bloque de hielo con una pequeña sierra eléctrica.

Kimani no encontraba las palabras, así que se limitó a asentir sin dejar de abrazar a su tortuguita. Claro que, ¿igual no resultaba demasiado apropiado que un bebé viese como una mole de babas congeladas se convirtiese en una persona?

No quiso tener que salir del laboratorio porque Donatello parecía bastante centrado, y no quería perderse nada. Simplemente le dio la vuelta a Isaac para que se recostase contra su pecho y evitar que viese nada.

Donatello ni siquiera se molestó en administrar la dosis de otra manera que no fuese vertiéndola directamente en lo alto del bloque. Se alejó un poco, quedando junto a Kimani para ver cómo actuaba en su totalidad.

Lo primero fue que la fórmula comenzó a derretir el hielo generando vapor a su alrededor y, actuando de manera cónica como para que el líquido cayese por el resto del bloque. No pasó un minuto cuando fueron incapaces de ver nada más allá de esa niebla, apenas una sombra.

De repente, escucharon toser.

Uff, pero, ¿qué ha pasado? ―se cuestionó Timothy, y poco a poco, la niebla comenzó a disiparse.

Emm... ¿Qué tal si te cubres con esa sábana, Tim? ―dijo Donatello con una sonrisa vergonzosa, poniendo una mano cerca de sus ojos para evitar ver nada salido de tono. Fue cuando se dio cuenta de que, al haber estado congelado, Timothy seguía teniendo diecisiete años.

―Oh, oh, claro ―respondió él inclinándose para recoger la tela y colocársela como lo haría un senador romano―. Wow... humano otra vez ―suspiró admirando la manera en la que sus brazos se extendían por su propia voluntad, llevándose enseguida las manos a la cara.

―¡Sí! ¡Y tu estúpida idea de ser un héroe y mutar te ha dejado congelado durante doce años, mendrugo! ―se quejó Kimani poniéndose en pie. Isaac se sobresaltó por la actitud de su madre, y no dudó en inclinarse hacia Donatello para que le cogiese él, y así lo hizo―. ¿Te haces una idea de lo que ha pasado tu madre? ¿Lo que he pasado yo? ―continuó gritando.

―Ya, emm... ―murmuró Timothy con incomodidad―. ¿Cómo está?

―Piensa que te has escapado de casa, ¿tú qué crees? ―dijo dándole una colleja en el brazo.

―Lo siento ―suspiró él agachando la cabeza.

―Aun así... Me alegra un montón que estés de vuelta, Tim ―añadió Kimani antes de darle un abrazo.

―Yo también ―sonrió devolviéndole el abrazo a su amiga―. Y vais a tener que ponerme al día. ¿Desde cuándo mis dos mejores amigos se conocen? ¿Y esa tortuguita? ¿Es vuestra? ¿Qué edad tiene? ―preguntó inclinándose un poco para quedar a la altura del pequeño que, parecía lo suficientemente vergonzoso como para agarrarse a la cinta del arma de su padre y esconder la cara.

―Se llama Isaac, y el mes que viene hará tres ―sonrió Donatello.

―Cómo mola. Es como cada uno de vosotros, pero fusionado. Oh, ¿otro más? ―se cuestionó al fijarse de nuevo en Kimani, viendo mejor su figura al no tenerla gritando en su cara.

―Sí ―sonrió ella acariciándose el vientre―. Oye, nos encantaría contarte todo lo que ha pasado en la última década, pero...

―Creo que Alfil tiene algo para que tus células envejezcan estos años que te has perdido. Sería raro que la gente que te conoce te siga viendo tal cual desapareciste ―completó Donatello.

―Sí, ya... ¿Podemos coger algo de ropa antes? Corre el fresquito por aquí abajo ―susurró.

*

Timothy estuvo pasando a ver a sus amigos muy a menudo mientras trataba de ponerse al día y, puede que buscar alguna excusa creíble que contarle a su madre sobre su regreso. También estaba la parte de necesitar un trabajo, pero le apenaba no haber podido acabar sus estudios, se sentía bastante inútil y atrasado como para ser un adulto.

Había envejecido casi trece años en apenas unos segundos gracias a ese robot Kraang-no-Kraang. Pero le gustó verse con algo de barba, cuando Kimani le sugirió afeitarse él se negó, simplemente fue a una barbería para que se la dejasen un poco más decente.

En cuanto al trabajo... bueno, el chico dibujaba bien y, aunque no hubiese estudiado Bellas Artes, que era su intención desde siempre, Michelangelo le sugirió enseguida que intentase hacer un cómic. Fue una idea soltada muy a lo loco, pero a lo tonto le fueron dando forma entre los dos ―y más adelante uniéndose al proyecto Mondo Gecko―, así convirtió su antiguo alias en un personaje que velaba por la seguridad de los ciudadanos en las noches de Nueva York.

Naturalmente, había que echarles un ojo, a veces se les iba de las manos eso de recurrir a hechos reales.

Una tarde, Timothy les estaba contando a Donatello y Kimani lo emocionado que estaba al tener más o menos clara la idea de su personaje. Claro, en su momento era casi autobiográfico, pero no tardó en dejarse llevar por todo lo que podría ser en ese universo, y las locas aportaciones de sus socios no hacían más que echarle leña a ese fuego que estaba siendo su imaginación.

―Me alegro, Tim ―sonrió Kimani estando recostada en el escritorio.

Apenas quedaba un mes para que naciese el pequeño, y les apetecía comprobar el nuevo ecógrafo que Donatello había apañado. Era de esos que mostraba una imagen en 3D del bebé, lo que les hacía bastante ilusión.

Bueno, ya sabían que iba a ser otro niño, y que lo más seguro es que tuviese caparazón, pero gracias a esa ecografía tan detallada pudieron notar que se parecía muchísimo a Kimani. Era un humano con caparazón, un caparazón más fino de lo que sería si hubiera resultado una tortuga, sí, y parecía ser que el plastrón se fusionaba en algún momento con el abdomen. No podían estar seguros, el pequeño estaba demasiado acurrucado como para dejarles verlo bien.

Timothy estaba sentado en otra silla con Isaac en su regazo. Le costó un poco, pero al final se ganó su confianza.

―Mira, es tu hermanito ―le dijo señalando la pantalla.

Tipa... ―murmuró palpándose el plastrón con ambas manos, mirando a Timothy.

―Sí, ahora está en la tripa de tu mamá, pero saldrá pronto ―asintió.

El treinta de junio, pudieron ver que sus predicciones sobre el humano con caparazón eran ciertas. El caparazón era verde a diferencia que el de su hermano mayor, y el plastrón no tenía color, y ambos iban desapareciendo bajo la piel cuando más se acercaban a la cadera, el plastrón acabando a la altura del ombligo y el caparazón por encima del trasero.

Su pelo era negro y con rizos imposibles para haber acabado de nacer. Lo más increíble es que tenía vitíligo, solo que en vez de una persona ―mutante― negra con manchas más blancas, eran verdes. Un verde más claro que el de la piel de su padre. Los ojos, al igual que los de Isaac, eran como los de Kimani, de un castaño increíblemente oscuro.

La verdad es que fue divertido ver que, cuando Michelangelo y Halley fueron a conocer al pequeño híbrido, él les confesase que durante el embarazo de Kimani, le había gimoteado a Halley lo suficiente como para unirse al club de los papás también. Halley tenía todo el derecho a no sentirse preparada, pero fue una sorpresa escucharle decir que sí, que lo habían empezado a intentar unos meses atrás.

Michelangelo no compartió su baile de la victoria porque en ese momento tenía en brazos a James.

Sí, el nuevo híbrido se llamaría James. Ya que a Isaac le habían nombrado en honor a Newton, pues a James le tocaba homenajear al biólogo y Premio Nobel de Fisiología y Medicina, James Dewey Watson.

Supongo que, para la edición, Timothy recuperaría su estado original mucho antes.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro