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---Capitulo 3---

Crecer...

Las estaciones cambian...las plantas florecen...y los jóvenes crecen...para Anazawa no era la excepcion...ya coronandose a finales de sus veinticuatro años de edad, habia adquirido de su nenja todas las habilidades físicas que todo samurai debe tener, pero sin dejar su tan característico lado risueño...y para Leonardo que había decidido quedarse con ese nombre, era todo un orgullo haber forjado a ese guerrero que tanto amaba...

Eran las primeras semanas de Julio, eso significaba que pronto el tiempo con su wakashū terminaría, pues al cumplir la edad de veinticinco años se realizaba su ceremonia que dictaba que pasaría a la edad adulta y empezaría con su servicio militar...

Después de terminar su meditación matutina Hamada decidió vigilar la práctica diaria del rubio, encontrándolo afuera de su hogar al lado del árbol de cerezo.

Al principio lo vio tranquilo pues parecía que solo estaba practicando ataques cuerpo a cuerpo, pero no fue hasta que se percató que el chico traía entre sus manos un par de nunchakus, hizo que se mirara un tanto extrañado.

Armas prácticamente prohibidas en el mundo samurai.

Se acercó a el preguntándole—¿Practica con nunchakus?—dijo un tanto autoritario.

El jovencito se dio cuenta del tono de su voz y para sus movimientos-...se que son armas prohibidas para nosotros los samuráis...—menciono un tanto apenado—...pero son un regalo por ayudar a alguien hace mucho tiempo...-le entrego uno de los chakos

Este lo miro atento la tan peculiar arma mientras el más bajo continuaba su relato—...cuando era un niño encontré a un adolescente ninja herido a las orillas del río...se notaba que fue herido en práctica y a decir por su complexión se notaba que no había comido bien por mucho tiempo...como no podía dejarlo a la deriva decidí ayudarlo aunque sea dándole un poco de comida...cuando recupero fuerzas recuerdo que tomo su bastón bō y como agradecimiento me dio este par de nunchakus que traía consigo...—el japonés asintió atento—...supongo que no podía rechazarlos pues era su forma de agradecerme...—termino su relato percantandose que su compañero se encontraba con la mirada al horizonte—¿Sucede algo Leo?—pregunto.

El mencionado volteo a verlo—...Solo pienso en nosotros...—suspiro—...sabes que en cuanto cumplas los veinticinco años se hará tu ceremonia de mayoría de edad...y pronto te unirás a las filas de tu padre.

El chico asintió y se acercó a su lado—Eso significa que me quedaré calvo de la parte de arriba—dijo señalando su cabellera y mirándolo con una sonrisa en su rostro.

Aún cuando sabía que pronto se separarian a Miguel Ángel no le gustaba mostrarse triste, al contrario buscaba pasar sus últimos días juntos feliz, con su característica sonrisa juguetona.

Después empezó a pasar las palmas de sus manos por el cabello del samurai más experimentado, mirándolo curioso—...nunca me has dicho por qué tu eres el único samurai que conozco que tiene todo su cabello y no eres calvo en la parte superior—cuestiono tomando los mechones que apenas alcanzaba por su estatura baja.

El samurai solo se dejaba hacer—Digamos que son de las pocas reglas impuestas que no cumplo—menciono—no me gusta parecer un señor de mayor edad a la que tengo...además...me gusta mi cabello así-murmuro tímido.

El más chico seguía con sus mimos entre su cabellera—Eso quiere decir que el gran samurai Hamada tiene un lado vanidoso escondido—rio un poco haciendo que el más alto se sonrojara levemente, indicando que estaba en lo cierto—...me agrada así, te ves lindo con ese corte—susurro dándole un ligero beso en la mejilla, provocandole una sonrisa a de cabello azabache mientras se abrazaba a el.

Ambos se quedaron viendo hacia al horizonte unos segundos más, disfrutando uno de la compañía del otro cada uno en sus propios pensamientos.

Hasta que el más alto decidió hablar—creo que ya es hora de merendar un poco, todavía no hemos almorzado nada en todo el día—sugirio.

El más chico respondió—De eso me encargo yo, hace algunos días estuve trabajando en un platillo especial—decía entusiasmado tomando al nenja de su brazo, para dirigirse dentro de su hogar compartido.

Al entrar a la casa prácticamente lo obligo a sentarse en la mesa de centro mientras él se encargaba de la cocina.

Leonardo podía escuchar el movimiento en la cocina y como el rubio tarareaba canciones inventadas al momento de hacer la comida, dejandolo con cierta intriga, hasta que el olor de un platillo desconocido fue directo a sus fosas nasales.Incluso Caramella que ya no era un pequeño minino se acercaba a dar un vistazo curioso.

Unos cuantos minutos pasaron y el pecoso llegó con dos grandes bandejas tapadas, cada una de ella en sus mano. Cuando el japonés se disponía a ayudarlo le paró en seco ordenándole sentarse de nueva cuenta, y ya sirviendo ambas bandejas en la mesa le dijo—En las regiones de Nápoles existe un platillo delicioso que me gustaría que tú también probarás—le tapo los ojos con sus palmas de su manos, para luego retirar la tapa de la bandeja dejando ver el tan ansiado platillo y mostrárselo.

El azabache observo el platillo con detenimiento pues era algo que nunca había visto en toda su vida, una especie de pan plano, cubierto de una capa de tomate, lo que parecía ser algún tipo de queso por encima, además de una gran variedad de especias en toda su extensión.

Tomo curioso un pedazo de dicho pan, siendo observado atentamente por la mirada celeste del europeo y dando su primer bocado.

Sin siquiera verlo venir, ya se encontraba devorandolo todo, causando alegría al cocinero del mismo, eso fue símbolo que le había gustado sin dudar.

—Tranquilo Leo la foccacia no se va a ir—bromeo el rubio al verlo perder sus modales.

El mencionado ante esto se calmó un poco y empezó a comer más pausado—Perdi mi temple pero enserio esto está delicioso...¿Cómo lo preparaste?—pregunto curioso.

-Sabia que te gustaría, después de todo es mi platillo favorito en todo el mundo—sonrio—...pues no es tan complejo como parece, se trata de un pan acimo al cual se le añade salsa de tomate, queso mozarella junto con especias y se pone al fuego, creo que el verdadero problema fue conseguir los ingredientes—de igual manera tomo un pedazo de su propia bandeja para comenzar a comer—se le llama foccacia o pizza.

—Dejame decirte que esto está delicioso—lo felicitó dándole un beso en la mejilla.

Enserio no bromeaba, pues en todo ese tiempo viviendo juntos había comprobado que Miguel Ángel era muy buen cocinero, pero al momento de probar la pizza quedó completamente encantado, sin duda está vez el rubio se había esmerado.

—No crees que merezco un premio por hacer tan rica comida—dijo acercándose y mirándolo fijamente.

Este respondió—Claro que si, aunque no se realmente que premio podría compensarlo—recalco el más alto intentando pensar en algo.

Ante eso el jovencito se sentó en su regazo, abrazándose a el y empezando a besar su cuello con deseo, tomando por sorpresa al mayor, aunque esté lo dejo seguir con lo suyo sin reclamar, hasta llegar a su oído derecho y susurrarle—Creo que sabes bien lo que quiero...—murmuro sugerente.

El mayor de ambos entendió a la perfección su petición, así que tomando su rostro entre sus manos y lo beso, siendo completamente correspondido por el pecoso que lo devolvía con fervor.

Era evidente que conforme más juntaban sus labios, los besos se tornarian cada vez más intensos y deseosos, sabiendo que podría continuar al siguiente nivel.

Pero no fue hasta que escucharon ciertos ruidos en la entrada, que hizo que bajarán un poco el nivel de sus besos, pero aún así intentaron continuar, hasta que ambos se percataron que llamaban al japonés fuera de la casa, fue cuando decidieron con pesar separarse, Leonardo optó por levantarse y dirigirse a ver quién acudía a su llamado mientras que Mikey se dirigía hacia su habitación por precaución.

Abriendo la gran puerta corredisa de la entrada se percato con sorpresa de la presencia de un viejo conocido—...¿Miyamoto?...—dijo incrédulo.

El mencionado se acercó—Tambien es un gusto verte Hamada—contesto—el trabajo para un ronin escasea por el norte, vine hacia acá para ver si tenía más suerte, de paso porque no saludar a un viejo amigo—dijo estirando su mano como saludo.

Estrechando su mano el azabache dijo—Hace mucho que no te veía por estos rumbos Miyamoto-san, viajar desde el norte hacia acá debe ser cansado, pasa creo que tenemos algunas cosas que hablar—menciono con una sonrisa e invitándolo a pasar.

Ambos ya dentro de la vivienda, Hamada le dio un lugar donde sentarse a su invitado para que descansará y el de igual manera tomo asiento—Y bien...¿Cómo han ido las cosas en el norte?—pregunto el de ojos zafiros.

—Ya sabes lo de siempre, alguien tiene algún problema ofrezco mi servicio como espadachín, me entero que tengo un hijo con Mariko desde hace años...para la dicha de los pueblos de la región, los conflictos han disminuido considerablemente, pero eso significa que tengo que buscar cualquier tipo de trabajo en otro terreno...la verdad todo un caos, pero supongo que puedo manejarlo—dijo el ronin como si no fuera gran cosa—¿Pero que me dices de ti?

—Soy nenja del hijo de mi maestro desde hace unos años...—dijo tranquilo siendo escuchado atentamente por su compañero—hasta a nada de tener su ceremonia...—respondió—...¿Quieres que te cuente lo demás o puedes intuirlo?.

—Creo que puedo saberlo con exactitud...joven enamorado—respondió como si fuera lo obvio—...¿Y dónde está el chico ahora?...

Y tal como si lo hubiesen llamado Miguel Ángel hizo acto de presencia, solo que con su máscara puesta y gabardina sobre su cabellera.

Ante eso Leonardo decidió presentarlos a ambos—Miyamoto el es Anazawa un wakashū apunto de ser samurai oficialmente—sonrió—y Anazawa es el Miyamoto un espadachín de las regiones del norte.

Ambos se dieron una reverencia en señal de respeto, y el enmascarado tomo la palabra—¿Un espadachín? ¿Te refieres a un ronin?—pregunto.

—Mi señor fue asesinado en combate...no pude hacer mucho...por eso soy un espadachín a sueldo...-dijo un tanto decaído.

Este intento disculparse—Lo siento...yo no quise...

—No te preocupes chico...se que ser ronin es una terrible situación para cualquier samurai, al ser despojado de absolutamente todo...pero es algo de lo que tú no debes cargar culpa—dijo para tranquilizarlo.

—Te he dicho que aún puedes solicitar ayuda de mi propio señor, se que el no se negará—regaño Leonardo—...eres un muy buen guerrero para ser condenado a vivir como un ronin.

—Lo se...pero sabes que tengo mi visión Hamada, me dedico a seguir mi propio camino por ahora—respondió Miyamoto—y hablando de guerrero—lanzo una mirada al más chico de todos—tengo entendido que pronto iniciarás con tu servicio militar...¿Por qué no me muestras cuánta habilidad has adquirido joven Anazawa?—sugirió.

—Claro—contesto levantándose dispuesto a demostrar sus habilidades.

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Dejaron pasar unas pocas horas, entre pruebas de habilidades y conversaciones amenas, pues antes del atardecer el ronin debía marcharse a seguir su camino.

—¿Seguro que no quieres quedarte? Es peligroso andar solo por la noche—sugirió Miguel Ángel entregándole un bento para el camino.

—Debo ir a la aldea lo más pronto posible, escuché que un noble tiene una vacante perfecta para un espadachín, no tienes de que preocuparte—le respondió con tranquilidad—Por cierto, espero pronto verte como un auténtico samurai en las filas de tu padre, jovencito.

Este asintió—Te aseguro que lo haré, creo que has visto que tengo al mejor maestro de todos, Miyamoto-san—dijo efusivo para dar una última reverencia y entrar a la casa

Cuando esté se retiró Leonardo se acercó de igual manera a despedir a su amigo—Suerte Miyamoto.

—Gracias...por cierto cuida mucho al chico Hamada—le menciono.

—Sabes perfectamente que lo haré...el es mucho más que un wakashū para mi—murmuro—¿Por qué lo mencionas?—pregunto intrigado.

Este le respondió—He escuchado de los aldeanos algunos rumores...con la muerte de Hideyoshi muchas personas piensan que aparentemente Nagi esta tras la pista de quienes le hicieron frente hace años...no se realmente si sea cierto al ser rumores, pero aún así yo estaría precavido—le dijo en un tono serio.

El azabache solo se limito a responder—lo tendré en cuenta Usagi...

Así su amigo se dispuso a retirarse y el a entrar a su hogar para pronto irse a descansar.Entro a su habitación compartida encontrando a Mikey todavía despierto sentado sobre el tatami.

—Creí que caerías dormido por la pelea amistosa con Miyamoto—se sentó a su lado, recibiendo un beso en la comisura de sus labios.

—Digamos que tienes algo pendiente conmigo—se acerco a su oído—aun tengo un poco de energía para terminar lo de esta mañana—murmuro sugerente.

Ante esto Leonardo le dio una sonrisa socarrona, sabiendo perfectamente a qué se refería, tan pronto como pudo empezó a besarlo, retomando lo de esa mañana.

Lo recostó sobre el tatami mientras aún sus labios seguían en sincronía, comenzando poco a poco a despojarlo de sus prendas, dando paso a cálidas caricias por todo su cuerpo, provocandole suspiros timidos.

Se aparto de su boca para pasar sus besos hacia su cuello, y su mano pronto se dirigió hacia su ávida entrepierna, empezando a estimularlo, con ello los jadeos y gemidos del menor se hicieron presentes en la habitación.

Escucharlo gemir, contemplar el intenso rubor en sus pecosas mejillas y con sus ojos celestes entrecerrados fruto de la excitación viéndolo fijamente, sin duda levantaba su deseo al cien por ciento.

Pronto le indico que debía lamer sus dedos para poder lubricar su entrada y prepararlo.

Leonardo siempre se tomaba su tiempo antes de empezar con la verdadera acción, siendo lo más suave y gentil con Miguel Ángel para evitar lastimarlo y hacer que ambos disfrutaran del acto sexual.

—¿Listo?—susurro para asegurarse de su comodidad.

Este asintió y con delicadeza acaricio su mejilla—Sabes que siempre confío en ti Leo—murmuro con suavidad en su voz y lo beso con deseo.

El mayor correspondió el gesto y con cuidado se adentro en su interior, iniciando las embestidas para buscar su punto dulce, que no tardaría en encontrar.

Los únicos sonidos que se escuchaban era el de sus voces cargadas de placer, el mayor con constantes jadeos al estar en contacto con las paredes de su amante, apresurando y provocando que cada vez sus embestidas fueran más profundas, volviéndolo completamente loco, mientras que entre gemidos altos el menor era atacado en su punto haciendolo arquear su espalda y moviendo sus caderas en busca de más.

Sus movimientos eran constantes creando una sincronización deliciosa para ambos, se tocaban, se besaban, se nombraban, y se proliferaban mil y un te amo entre ellos, así hasta sentir cada uno su completo éxtasis.

Ya culminando su orgasmo se retiró con delicadeza y pronto se recostó junto a el tomándolo entre sus brazos, escucho como el rubio le murmuraba—No sabes cuánto te voy a extrañar, no quiere irme...quiero quedarme contigo...

—Yo tampoco quiero Mikey...no me gustaría que te separaran de mi lado-lo abrazo con más fuerza—...se que muchos nenja extienden la ceremonia de sus wakashū por mero deseo...pero créeme que eres lo que más quiero en mi vida...

—Lo se...al menos espero que estés en la ceremonia...quiero que me veas ser un samurai como tú...—dijo melancólico.

—Lo haré...si es preciso hablaré con tu padre personalmente si es preciso...además de que me gustaría cumplir la promesa que te hice de ir juntos a Europa...—lo beso en la frente y le acaricio su cabello.

Mikey se mostró esperanzado—Gracias Leonardo...—se pego más a el a lo que el mencionado le dio un beso en lo labios y junto sus frentes disponiéndose a descansar, no sin antes escucharlo decir esas palabras que tanto adoraba.

Ti amo amore mio...
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Pronto la fecha del cumpleaños número veinticinco llegó, juntos iniciaron el camino hacia el hogar de la reconocida familia del rubio antes del amanecer, llevando a su mascota consigo, siendo recibidos por miembros de la servidumbre y la amorosa señora Anazawa que abrazo al pecoso en cuanto lo vio, mostrando todo su cariño de madre en ese gesto, y con una sonrisa en su rostro los invito a pasar.

Presentándose con el gran señor Anazawa, ambos jóvenes mostraron como todo el tiempo juntos había dado excelentes resultados, dando una muestra de las habilidades adquiridas en un combate, enorgullesiendo por completo al maestro de los dos.

Sin duda todo había valido la pena.

Con ello la ceremonia daría inicio al mediodía, en el gran salón principal de la enorme vivienda, con toda la familia del chico presente e inclusive todos los miembros de élite de la misma se encontraban en ese mismo instante, Mikey ahora con un kimono con el código de su familia símbolo de su edad adulta, se encontraba frente a su padre y maestro.

—Miguel Ángel, al que considero hasta como un hijo propio, ahora con tus veinticinco años de edad, me demostraste que has adquirido todas las habilidades físicas y espirituales para servir como un auténtico guerrero, te entrego la vestimenta que cualquier samurai en combate debe traer consigo—dijo autoritario para entregarle entre sus manos el equipo completo de una armadura.

Este miro con fascinación la armadura de tonos anaranjados, se dispuso a ponerla y se arrodilló frente a el.

El hombre mayor recibió de uno de sus sirvientes un arma enfundada y se dirigió al rubio—todo samurai debe portar consigo un arma de gran valor que le servirá y será su eterna compañera de ahora en adelante—pronto de igual manera le entregaría el arma entre sus manos—estas herramientas te servirán en tu camino hijo mío, debes saber que con honrraras y pelearas con ellas estrictamente en el nombre de tu maestro o de tu familia, ¿entregas tu vida a solo vivir y servir hasta la muerte siguiendo al pie de la letra el código de honor de los samuráis?.

—Entrego mi vida al servicio de mi maestro, el Bushido será mi guía de ahora en adelante...—respondió con determinación

—Ahora levántate hijo mío, no como un jovencito cualquiera sino como un nuevo guerrero de la élite de los Anazawa—ordeno y este siguió su mandato, levantándose en alto con su armadura y poniendo su katana en su cinturón ante todos los presentes.

Desde ese momento Miguel Ángel ya era un samurai ante todos, todos lo miraban con orgullo, especialmente Leonardo aquí no dudo en abrazar en cuanto tuvo la oportunidad.

Pronto todos los presentes recibieron y felicitaron al rubio, se sirvió un banquete en honor a el, hasta que llegó el atardecer fue cuando se dio concluido el festejo la mayoría se dirigieron a sus respectivos hogares, pero Leonardo aún tenía cuentas pendientes...

Ahora se encontraba a las afueras de la casa mirando el horizonte.

—A pesar de todo el festejo, aún así noto tu inquietud mi estudiante ¿Algo sucede Hamada?—pregunto el hombre mayor a su alumno.

Este dio un largo suspiro—Maestro...se que ahora Mikey es un samurai y debe quedarse aqui en su hogar...pero...

—¿Pero no lo quieres dejar ir me equivoco?—dijo el mayor, viendo como este daba gesto afirmativo—sabia que algo asi pasaría...veo como es el brillo de tus ojos cuando estás a su lado—apoyo su mano en el hombro del de ojos zafiro—...sabes Hamada, estás consciente que Miguel Ángel podía recibir por más que suficiente las enseñanzas de ser un samurai conmigo...-—volvio a dar afirmativa—...pero hubo una razón más para que te dejará a ti como su nenja, para que fuera un wakashū...

—¿Y cuál es esa maestro?—cuestiono atento

—Sabia que tú le darías el empuje para ser el mismo...a pesar de que siempre lo tratamos como un miembro más de la familia, el no podía liberarse por completo, teniendo la siempre necedad de nunca quitarse la máscara de su rostro...de mostrarse ante el mundo como un samurai sin negarse a ser el...y ahora se que fue mi decisión correcta y no sabes cuánto te lo agradezco, el es como un hijo para mí...así que cualquier cosa que me solicites no me opondré—dijo con sinceridad

Este asintió—...le prometí llevarlo a sus tierras...quiero cumplir esa promesa si no le molesta maestro...

Este se mostró comprensivo respondiéndole—Esta bien, les consedo ir hacia Europa...solo debes esperar un poco antes de cumplir esa promesa...
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Miguel Ángel se encontraba recostado con Caramella en brazos sobre su tatami de su habitación durmiendo con dificultad después de tan ajetreado día, aunque se despertó al sentir como lo llamaban entre susurros, abriendo sus ojos se encontró con los de Leonardo causándole una sonrisa al ver qué se encontraba todavía en la casa.

—Despues de todo cumpliré mi promesa dentro de seis meses—murmuro tomando sus manos.

Al pecoso se le iluminaron los ojos y se abrazo a el—¿Enserio Leo?—pregunto sorprendido recibiendo un si de parte del azabache, causando que se aferrara a el con todas sus fuerzas y le repartiera besos por dónde pudo—gracias amore mio...enserio gracias...—dijo casi sacando lágrimas de alegría.

—Iremos a Europa Mikey...—dijo de igual manera emocionado abrazándolo y acariciando su cabeza

Este se dejaba hacer por su amante conmovido—Estaremos juntos...pase lo que pase...

A pesar de que fue su última noche juntos y tendrían que esperar, ambos estaban felices, su promesa se cumpliría después de todo, su amor perdurará.

Continua...
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NOTAS DE LA AUTORA:

-Enserio perdón la demora pero la escuela me comió viva, pues estuve realizando mis proyectos y exámenes de Física y Biología.

-Se que había dicho que esta sería la última parte de la historia pero digamos que me extendí de más pues termine dividiendo las ideas del capítulo en 2 porque está historia aún tiene sus últimas cartas que jugar y espero ahora sí no morir en el transcurso.

-Ya por último dejo la canción con la cuál me estuve inspirando para escribir este capítulo, ya que siempre uso una para redactar ^^

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