Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

2012 - ansiedad

HISTORIAS CORTAS, LEONARDO
ATAQUE DE ANSIEDAD

Llegaste a la guarida con un nudo en la garganta.

No sabías muy bien por qué preferiste ir allí en vez de a tu casa, porque desde luego no querías que nadie te viera así. Especialmente él.

Sabías que Leonardo iba a querer saber lo que fuera que te había pasado tan pronto como te localizase, y lo cierto es que no te sentías capaz de articular palabra. De hecho, estabas a nada de echarte a llorar.

¿Por qué habré bajado?, te preguntaste, sintiéndote estúpida por la decisión. A lo mejor porque en el fondo, sabías que lo que más necesitabas era consuelo.

Te detuviste en las escaleras, debatiendo con tu propia mente si lo mejor sería dar media vuelta antes de que alguien supiera que estabas ahí. Fue en ese momento cuando Leonardo salió del dojo rodando un hombro.

―No te esperaba hoy, preciosa ―sonrió él al verte, gratamente sorprendido por tu visita.

Apretaste los labios y asentiste. Diste media vuelta para dirigirte a él, esperando que esa sonrisa falsa que te forzaste a dibujar en la cara, no se echase a temblar.

Por muy buena actriz que pensabas que eras, ver que Leonardo fruncía el ceño con confusión, sólo te dio más ganas de derrumbar tu fachada de felicidad.

―¿Estás bien? ―preguntó acercándose.

―No ―respondiste sin más, sin ser consciente de que casi seguías sonriendo. Pestañeaste un par de veces, y se te escaparon dos lágrimas. Ya no pudiste soportarlo más, te viniste abajo.

―Eh, eh, eh ―dijo tomando tu mano y colocando la otra en tu hombro―. Tranquila, no pasa nada. Cuéntamelo ―te susurró pegando los labios en tu sien, como un cálido beso de apoyo. No te abrazó porque sabía que en ese estado lo único que podría pasar es que te costase más respirar, así que te dio tu espacio.

―¿Podemos...? ―preguntaste entre sollozos, señalando en dirección a su habitación.

―Sí, claro. Vamos ―contestó él enseguida, rodeando tu cadera con una mano para caminar de tu lado.

Te sentías ridícula por no ser capaz de decir nada. Simplemente estabas ahí sentada, en la cama de tu novio, haciéndole esperar.

Él no podía dejar de mirarte con expectación, cosa que en parte te ponía de los nervios, pero adorabas que hubiera estado sosteniendo tu mano todo el rato. Eso sumado a la calidez de su cuarto... era una sensación que te hacía sentirte tremendamente agradecida de tenerle.

Suspiraste profundamente y te secaste las lágrimas.

―Vale, ya estoy mejor ―murmuraste, aunque escuchando tu propia voz, no te lo creías. Sólo querías estar mejor.

―¿Y estás lista para hablar de ello o, prefieres que lo dejemos para otro día? ―quiso saber él, arqueando una ceja.

―Ya lo sabes. Esa tipa del trabajo ―refunfuñaste cruzándote de brazos y flexionando las rodillas hasta tenerlas contra tu pecho.

―Oh, Dios ―suspiró Leonardo rodando la vista con cansancio―. ¿Qué ha hecho ahora?

―Exactamente lo mismo de siempre. Da igual lo que haga y con quien hable, siempre se las arregla para llevarse el mérito de todo lo que hago. Empiezo a pensar que hasta lee la mente, da escalofríos... ―gimoteaste, al borde de un nuevo mar de lágrimas―. ¿Debería dejarlo?

―¿Qué? ―se sorprendió él―. No. Ni en sueños. Adoras ese trabajo.

―No lo adoro tanto si cada día que pasa me amargan la vida más y más ―replicaste―. Tenía notas en casa de un proyecto que no he compartido con nadie... CON NADIE. ¿Cómo se come eso?

―Escucha, sé que es difícil, pero no has llegado hasta aquí para acabar rindiéndote. Y sé que debes de estar al límite para considerarlo siquiera, pero no puedes dejar que un mal día decida por cualquier otro. Seguro que mañana harás lo habido y por haber para ganarte ese reconocimiento que tanto te mereces. ¿De acuerdo?

No pudiste evitar sonreír con ternura por sus palabras.

Leonardo podía ser verdaderamente adorable si se lo proponía, y eso que sólo te había soltado un discursillo motivacional, algo que podría haber hecho con cualquiera. Podría ser por cómo te miraba, estabas casi segura de que sus pupilas se dilataban si se trataba de ti, y por eso te sonrojabas cada vez que sentías que te miraba de esa manera.

―Sólo deja que pase esta noche. Mañana será un nuevo día y, seguro que tienes más ganas de luchar por tus intereses.

―Está bien ―asentiste con una sonrisa vergonzosa―. ¿Puedo quedarme aquí?

―Eso no tienes ni que preguntarlo ―respondió Leonardo acariciando tu pelo y besando tu frente con delicadeza antes de atraparte en un tierno abrazo.

Estoy contigo, SaraTmnt 💪🏻💙

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro