Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

2012 - accidente

HISTORIAS CORTAS, LEONARDO
¿QUÉ HE HECHO?

Leonardo era incapaz de comer o dormir, lo cual era perfectamente comprensible.

No sabía en qué estaba pensando, se suponía que él era el responsable, el que no haría nada parecido, y aun así...

Estaba casi seguro de que no volvería a conducir en su vida, no semejante vehículo. Precisamente por eso no hay vagones de tren en las carreteras, sería un verdadero peligro manejar esa cosa. Ya algunos autobuses y camiones parece que fueran a volcar al tomar una curva...

Tan pronto como sucedió, salió corriendo del Shellraiser, dándose cuenta de que la diversión había terminado. Había hecho daño a un inocente, una pobre chica que caminaba por la acera sin tener culpa de nada. A ti...

Se sentía terriblemente mal, y se negaba a separarse de tu lado aun cuando no sabía ni tu nombre. Sólo sabía que era culpa suya que tu vida pendiese de un hilo, estando tirada en aquella acera, inconsciente y ensangrentada, y seguramente, con unos cuantos huesos rotos.

Por supuesto, los hermanos de Leonardo le insistieron en alejarse de ti y de la mirada de cualquiera que pudiese acercarse a ver lo que había ocurrido. Donatello ya había llamado a una ambulancia, y aunque quisiera, Leonardo no podía hacer nada más que mirar desde la distancia.

Y así lo hizo.

Por supuesto que no iba a estar tranquilo sin saber que estabas fuera de peligro, por lo que se las arregló para ir al hospital y enterarse de lo que fue de ti.

Al parecer habías estado unas cuatro horas en el quirófano, y en principio, parecía que fueras a recuperarte. Una pena que hubiera pasado una semana y tú continuases inconsciente.

Un escalofrío recorría el caparazón de la tortuga cada vez que pensaba que podrías quedarte así de por vida. A lo mejor te habías golpeado la cabeza lo suficientemente fuerte como para no volver a abrir los ojos.

Otra noche más, Leonardo fue a asomarse por la ventana de tu habitación en el hospital. No puedes hacerte una idea de lo que le alegró ver que estabas despierta. Cierto, te estaban acomodando en una silla de ruedas tras, al parecer, haberte ayudado a vestirte. Eso sólo podía significar que te ibas a casa.

La tortuga sólo pudo apreciar que, tras el accidente, tenías la pierna y brazo izquierdos escayolados, así como alguna que otra gasa en la cara y hombro por los cortes de la caída. Miedo le daba saber lo que debías de esconder bajo la ropa, sobre todo, sabiendo que llevaba su firma.

Sólo esperaba que nada de lo que te hubiera pasado fuera a dejarte marca. Ni física, ni emocional.

A lo mejor no fue una buena idea, pero necesitaba hablar contigo, decirte lo mucho que lo sentía y lo mal que lo pasó por lo que te hizo. Así que siguió el coche de tus padres, esperando que tuviera algún momento en el que decírtelo cuando llegases a casa.

Sí, fue una idea pésima, o eso es lo que pensó cuando por fin tuvo la ocasión de colarse a través de tu ventana.

Suspiró desanimado, acusándose a sí mismo por acobardarse en ese momento.

Puede que hablar contigo no fuese la mejor decisión, pero eso no le impedía dejarte una nota, ¿verdad?

Al día siguiente, te despertaste frunciendo el ceño.

Aún te dolía todo, por lo que tratabas de moverte para encontrar una postura que no te perjudicase demasiado. La cosa es que notaste un sonido extraño bajo tu almohada, lo que te extrañó bastante.

Te sentaste como pudiste al tener sólo la parte derecha de tu cuerpo operativa, especialmente cuando lo que más te dolían eran las costillas. Te llevaste un buen susto cuando viste que tenías gran parte del torso amoratado y casi pudiéndose ver qué costillas eran las que estaban rotas.

Suspiraste con dificultad, recordando por el dolor que también el pulmón se vio afectado en ese accidente tan difuso. Sí, te iba a costar lo tuyo recuperarte, pero al menos el pronóstico estaba a tu favor, siempre y cuando cumplieses con las instrucciones de tu médico.

Apartaste la almohada para ver que había un papel doblado dos veces, ahora ligeramente arrugado al haberte querido acomodar en tu sueño. Lo cogiste extrañad porque, no recordabas haber dejado ninguna nota ahí.

Lo que leíste fue la nota más tierna que habías visto nunca.

Para haberla escrito un desconocido que te atropelló, te estuvo vigilando mientras estuviste en el hospital y además se coló en tu habitación mientras dormías. Sí... pensándolo de esa manera, sonaba un poco siniestro. De todas formas, despertó tu curiosidad.

Alguien que "no podía dejarse ver" se tomó demasiadas molestias para saber lo que había sido de ti, no podía ser un simple borracho o desalmado que había atropellado a alguien y se había dado a la fuga.

Podías sentir que estaba verdaderamente arrepentido por lo que había ocurrido, casi sentías ganas de darle un abrazo y decirle que le perdonabas, pero, ¿cómo ibas a hablar con alguien que no habías visto en tu vida? Ahora lo único que sabías de ese extraño era su nombre, Leonardo.

Unos días después, Leonardo decidió pasarse a verte otra vez.

No se había atrevido a volver por miedo a cómo pudiste reaccionar cuando encontraras la nota. A lo mejor se había caído tras la cama y ni siquiera la habías visto, cosa que le asustaba incluso más, eso significaba que de repente una tortuga gigante se iba aparecer en tu habitación.

Daba igual, de una forma o de otra, Leonardo necesitaba saber que tu recuperación iba bien. Había conseguido dormir de nuevo, pero más de una vez había soñado con esa bonita chica, acusándole de haberla hecho daño sin merecerlo. Tenía que decirte algo.

Esa noche, volviste a tu habitación agotada.

Habías estado practicando eso de caminar con muletas para no depender de la silla de ruedas, pero resultaba un poco complicado teniendo además uno de los brazos escayolados. Al final te hiciste daño, cosa que te frustró, no querías tener que retrasar tu proceso de sanación.

Te sentaste en la cama soltando un suspiro amargo, mirando la silla de ruedas que te había estado esperando, sabiendo que volverías a necesitarla.

Inconscientemente miraste por la ventana, y lo primero que viste fueron un par de ojos azules que, casi encajaban perfectamente en tu propio reflejo. Luego ya te fijaste en que correspondían a una criatura que no sabrías describir.

Por alguna razón, no te asustaste, sólo te enderezaste un poco, sabiendo que habíais establecido contacto visual.

La, al parecer tortuga, abrió la ventana y se acercó a ti. Para no parecer muy intimidante, se arrodilló, quedando a la altura de tus ojos. Volviendo a prestarle atención... sabías perfectamente lo que esa mirada transmitía. Era culpabilidad. Y por eso supiste que la nota era suya.

―Hola... ―dijiste en un murmullo.

―Hola ―respondió él, ligeramente desanimado―. Y, lo siento. Muchísimo.

A lo mejor a alguien le suena esta idea 😂.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro