Siempre tuvo esa creencia de que un simple barco de papel, podría llevar a sus sueños a lugares inimaginables, nunca sacó esa idea de ningún libro, o lo había escuchado de algún famoso por la televisión. Es más, esa idea simple, se la había dado su padre cuando apenas tenía cinco años, lo extrañaba mucho lo admitía, por eso no había día en el que no cumpliera su promesa, una simple y modesta promesa que, con el paso de los años se volvió una tradición, todas las semanas, un nuevo barquito de papel hecho con una hoja de alguna revista vieja o algún trozo de diario, navegaba por aquél pequeño riachuelo que recorría un frondoso bosque, aquél que la había visto crecer, aquél que le traía tanto buenos como malos recuerdos, tanto dulces como amargos momentos.

Hacía frío, el cielo estaba nublado, en el aire se sentía que el otoño había llegado, los árboles empezaban a perder sus hojas, y como aquél barquito que en algún momento navegó por las cristalinas aguas antes de quedarse varado entre unas pequeñas rocas, viajaban las hojas secas de Arces y alguna que otra flor que era dejaba allí por el viento.

No se escuchaba nada más que el canto de algunas pequeñas aves y el rugir del viento viajando por entre las copas de los árboles. Todo era tranquilidad pura, le gustaba que así fuera, se sentía feliz allí, sentada a un lado del arrollo, contemplando una vieja y ya un poco gastada fotografía que dejó dentro de las páginas de un libro que hacía años ya, alguien, a quien amó con su vida entera, le había regalado, "El Principito", hacía años que tenía ese pequeño libro, se sabía cada una de sus páginas al pie de la letra.

-Otra vez sola ¿Eh? Danna -Esa voz que conocía a la perfección la sacó de manera sorpresiva de sus pensamientos, obligandola a voltear. Por otro lado, esa mujer de claros ojos celestes y largos cabellos pelirrojos se sentada a su lado, mientras se reconfortaba con un abrazo que se dio a si misma para sentir más calor.

-Sabes que me gusta venir aquí a menudo mamá -Respondió ella, brillantes ojos carmesí y un corto cabello pelirrojo, que apenas si le llegaba más allá de sus hombros- Pensé que ayudarías a los tíos a descargar la mercadería -Agregó sin apartar la mirada del libro que tenía en su falda, marcando con sus dedos la silueta del pequeño dibujo que en su tapa yacía.

-De eso se encargó tu hermano, al fin pude sacarlo del granero -Bromeó con sutileza, buscando las palabras para reconfortar un poco, pero por más que las buscase, no las hallaba-...Otra vez pensando en tu padre ¿No es así? -Suspiró con cierta pesadez en sus palabras, estaba más que segura que la respuesta sería afirmativa, pero, por algún motivo, no perdía las esperanzas, deseaba cambiar de tema siempre que pudiera.

-...-Tomando aire, solo se dignó a mirar hacia el cielo, apenas si se dejaban colar algunos pocos rayos de luz por entre esas espesas nubes, suspiró nuevamente, antes de hablar, con nostalgia en su mirada y gestos- Es como si...No se hubiera ido...Siento que sigue aquí, siento que...-No pudo terminar su frase antes de que una lágrima recorriera su mejilla derecha.

-...Sientes que algo te falta...-Agregó ella, su madre, quien solo se dignó a proporcionarle un cálido y protector abrazo que valía más que mil palabras- Dani...No eres la única quien lo extraña, pero...Tienes que ser fuerte, por mi....Por tu hermano...Sabes que la vida no es sencilla, por más que nos encantara que así fuera, no podemos cambiar las cosas...Donnie estaría muy orgulloso de tener una hija como tú -Aunque en el fondo, esas palabras que le decía le dolían como el infierno, aguantaba las lágrimas con todo su ser-...Yo lo estoy Dana...De ti, y de tu hermano -Sonrió con ese típico y cálido aire maternal.

-Gracias mamá ...- Fue lo único que pudo decir antes de hacer ese abrazo más duradero. Para tener ya casi 20 años, se convirtió en una niña cada vez que abrazaba a su madre, cada vez que hablaba de su padre, y de las buenas cosas que había hecho durante sus 45 años de vida, probablemente ... Que él estaba allí, a su lado, que estaba presente para todo, aunque no pudiese verlo.

-De nada pequeña -Sonrió con nostalgia antes de besar su cabeza con aquél tacto que era inigualable, y que podría reconocer aún con los ojos cerrados- De nada... 

Así se quedaron, durante varios minutos, contemplando el correr del río, hablando de mil y un momentos en los que habían pasado juntos como familia, cada una tenía un recuerdo y una acnedota más feliz y divertida que la otra, no querían marcharse, pero el anochecer se acercaba y era largo el trayecto desde donde estaban hasta su hogar en las profundidades del bosque.

-Es hora de irnos Dana...No creo que quieras que Angust se termine todo el chocolate caliente -Bromeó con sutileza mientras se levantada de aquél tronco viejo en el que se había sentado cuando llegó- ¿Daniela? -Volteó a verla con curiosidad, agradeció enormemente haber llevado consigo el paraguas, unas pequeñas y frías gotas de agua cristalina comenzaban a caer.

-...-Sin decir nada, se levantó de aquel tronco viejo, llevó su mano al bolsillo de su grande saco color añil con claros botones plateados, con cuidado sacó de este un pequeño barquito de papel, de un hermoso color violeta y que en él la flor de un diente de león reposaba. COn todo el cuidado del mundo, como si ese barquito fuera la cosa más delicada del mundo, lo dejó en el riachuelo, dejando que la corriente lo guiase por donde quisiera.

Una sonrisa repleta de alegría se y nostalgia se dejó escapar de los labios de ambas, y, juntas, bajo aquél paraguas de un brillante color carmesí, se marcharon del lugar, en silencio y a paso lento, mientras, que a sus espaldas, ese barquito de papel que portaba esa sutil flor de un hermoso color amarillo, viajaba, a la par de una hoja de arce, que parecía bailar con él.

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Hola

Que hubo como está el mundo?!

Espero que bien, y que les haya gustado este nuevo One-Shot, está feo, lo admito, pero bueno, es lo que se me ocurrió. Sin más me despido.

Atte.:Kiri

 Bey! :·3