Él diijo que la esperaría frente al reloj, y allí le encontró. ¡Estaba tan guapísimo! Y ella no estaba mal, ¿eh? Shastacan había insistido en acompañarla a buscarle, pero ella le dijo que no, y que si él la esperaba ya en el comedor, irían más rápido. Él le dio la razón y se fue. Cuando Eclipsa llegó al reloj, no le pudo distinguir hasta que vio a alguien mirando el cuenta-horas fijamente.
Eclipsa: ¡Oh, tú! *sonríe*
Globgor: Tardaste un poco. ¿Shastacan te entretuvo?
Eclipsa: Un poco. Pero nada muy importante. ¿Vamos?
Globgor: ¡Espera! *hace una reverencia perfecta frente a ella* ¡Siempre quise hacer eso..!
Eclipsa: *se ríe* Y yo siempre tuve que hacerlo.
La parejita se fue al salón. Eclipsa se sentó disimuladamente al lado de Globgor. Si iba cenar con él, tenía que estar lo más cerca posible. Todo el mundo le hacía preguntas a éste. ¿De dónde venía? ¿Por qué no había estado antes en el salón?, ya que ellos pensaban que era de la alta clase.
Globgor: Bueno, hasta ayer estaba durmiendo bajo un puente; hoy, estoy cenando en un salón de lujo en la zona exclusiva. Siempre trato de valorar lo que tengo, por poco que sea, para hacer que todo cuente en mi vida.
Todos enmudecieron. Pero Eclipsa sólo sonreía, y alzó su copa.
Eclipsa: Brindemos.. ¡por que cuente!
Ahora a ella era a quien miraban atónitos. ¿Una mujer iniciando un brindis? Eso no era lo usual. Pero todos brindaron con ella. Y el primero que brindó con ella fue Globgor, para la felicidad de ambos. Después de algunas conversaciones, en las cuales nuestros dos protagonistas no trataron de entrar por la grata compañía de la que ya disfrutaban, Eclipsa le explicó lo que harían los hombres.
Globgor: ¿¡A fumar!?
Eclipsa: Sí. ¿Nunca lo has hecho?
Globgor: ¡Claro que no! ¿Tú sabes lo insano que es eso? Lleva células cancerígenas a más no poder.
Eclipsa: Con razón nunca lo hago, querido. Puedes decir que estás invitado a algo más y que te es imposible ir.
Globgor: ¿Sabes qué? Que ¡es la mejor idea que he oído en mi vida!
Tras despedirse de todos, tomó la mano de Eclipsa y la besó suavemente, dejando un papel con algo escrito en la palma de su mano.
Eclipsa: *lee la nota* "¡Haz que cuente! Nos vemos otra vez frente al reloj".  *sonríe* Claro que sí.
Cuando, finalmente se pudieron  encontrar allí, Globgor dijo a Eclipsa de ir a un sitio un tanto especial. Ir a una fiesta donde la clase baja. Eclipsa no tenía claro si realmente encajaría, pero Globgor insistió. El ambiente sorprendió a la joven. Aún que un poco descuidado, todo allí irradiaba alegría y diversión. Eclipsa alucinaba con la música, el baile, la gente. Al contrario de lo que ya se había acostumbrado; allí, nadie se entrometía en lo que no era asunto suyo. Algunos jugaban a las cartas ó hablaban con sus amigos, otros simplemente bebían y la mayoría bailaban ó observaban a quienes lo hacían. A Eclipsa le sorprendió el baile. No recordaba haber visto ningún vals ni danza tradicional así, pero, según le contó Globgor, sí lo era. Y cuando un chico del Reino de las Palomas trató de hablar con ella, entre risas, la misma admitió que no entendía nada.
Globgor: ¿Y a ti te gusta ir a fiestas?
Eclipsa: Realmente, a las de la realeza, no. En ésas, todo está programado; es la misma música, los mismos invitados, el mismo modo de bailar.. tan monótono que aburre. Pero éste es otro cantar para mí, ¿sabes?
Globgor: ¿Y te gusta bailar?
Eclipsa: Sí. Yo bailo cualquier cosa.
Globgor: ¿Te gusta cantar, entonces?
Eclipsa: No, no me gusta cantar. ¡Me encanta! ¡Sé cantar lo que sea!
Globgor no necesitó más. Tomó de las manos a su acompañante y la subió al escenario.
Eclipsa: *riéndose* ¡No! ¡Para! ¡Espera, Globgor, por favor! ¡Que no sé bailar esto!
Globgor: ¡No, Eclipsa! ¡Ya te he tomado palabra! ¡Tú bailas cualquier cosa!
Dejó a Eclipsa en mitad del escenario, y ella estaba sonrojándose por momentos.
Globgor: *susurrándole* ¡Baila!
Eclipsa: *comienza a taconear con fuerza pero elegancia a la vez* 
Todo el mundo allí salió del escenario y observó a la chica vestida como toda una señorita, ahí arriba, taconeando con gracia y una sonrisa que iluminaría hasta las alcantarillas. Luego Globgor se le unió. Verlos pisando con fuerza y precisión el suelo del escenario era divertido y daba paso a una sensación de elegancia y sincronía. A una sensación de amor. Y ellos parecían ser los únicos que no se enteraban de ello. Cuando acabaron, Globgor tomó un par de vasos de cerveza y se quedó atónito al ver cómo Eclipsa se bebía el suyo en escasos segundos.
Eclipsa: ¿Qué crees? ¿Que una señorita no sabe beber? *empezaba a estar ligeramente borracha, y luego ve a unos hombres peleándose* ¡Eh! ¡Os creéis muy hombres!, ¿no? ¡Pues a ver si hacéis esto!
Eclipsa puso sus brazos frente a ella y comenzó a elevarse sólo con sus piernas, hasta quedar apoyada en sus dedos de los pies.
Eclipsa: ¡Ah! *se cae en los brazos de Globgor mientras todos la miran asombrada y se reincorpora* ¡Llevaba mucho tiempo sin hacerlo!
Después de mucho rato de fiesta, volvieron cada uno a sus habitaciones. Pero no sabían que el sirviente del rey Shastacan, Smith, los observaba. Y no se guardaría todo lo que había visto sólo para sí mismo.