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Una cena especial

Hola a todos 😊 lamentamos la demora debido a las fallas técnicas que hubo en la semana... Realmente fue una semana toda rara .__.
Pero aquí está el capítulo espero les guste n.n

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Una cena especial
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Wakiya sonreía mientras no le quitaba la vista de encima a Rantaro, quién después de besar su mano le ofreció su brazo.

— ¿Se hace así?.— Rantaro sonrió.

Wakiya asintió para ir de su brazo y comenzar a caminar, pero claro, primero se habían acercado a Silas quién estaba hablando con otras personas y con Ruth.

— Querido.— Wakiya continúo llamando la atención de Silas y su madre.— ¿Recuerdas al señor Kiyama, verdad?

Enseguida la señora Komurasaki hizo una expresión que pasó desapercibida, pero era una clara mueca desaprobatoria hacia el compañero de Wakiya. Silas en cambio lo vio divertido.

— ¡Vaya Kiyama! ¡Casi podrías pasar como un caballero!.— El peliverde se había reído con burla

— Si, casi.— Había respondido el oji café.

— Es increíble.— Silas se burló y le ofreció el brazo a su suegra.— Ahora la cena nos espera.

Habían comenzado a avanzar y Silas llevo a Ruth, Wakiya por su parte iba del brazo de Rantaro quién había sonreído y también imitaba los movimientos elegantes para comportarse y caminar ya sean del peliverde o de otros hombres al pasar, eso le hacía un poco de gracia a el ojiazúl.

Aunque Silas se veía entretenido con todo eso, a Ruth no le gustó realmente dejar que Wakiya fuera del brazo de otro hombre y mucho menos que ese hombre fuera de clase baja. La pareja en cambio ni atento a ellos, pues Wakiya le iba hablando a Rantaro de algunas de las personas que se topaban en su camino, entre ellos varios hombres millonarios, que ocultaban una vida completamente diferente a el lujo que demostraban.

— El es John Jacob Astor.— Murmuro Wakiya señalando con la mirada.— El hombre más rico del barco, y su esposa Madeleine, quién tiene mi edad y está embarazada.

Habían visto a la pareja y la dama en cuestión llevaba un vestido demasiado largo y abombado para su edad. Rantaro sonrió levemente.

— ¿Vez como intentan ocultarlo? como te dije, es todo un escándalo...— Ahora el ojiazúl le señaló a otra pareja más.— Y él es, el señor Gohemhaid con su amante ¿la señora Gohemhaid? bien gracias en casa cuidando de los niños.

Wakiya sonrió mientras el hombre se había sentido observado y los volteo a ver, el ojiazúl sonrió para saludar con la mano y Rantaro lo había imitado. Aquella pareja estaba hablando con Silas y Ruth.

— Es espléndida.— El señor Gohemhaid vio a Silas, felicitándolo por su compromiso con Wakiya.

— Gracias.— El peliverde sonrió para ver a su prometido, esperaba que Wakiya lo acompañará ahora al comedor, pero no fue así.

— ¿Quieres escoltarme?.— Pues la señora Brown sonrió llegando por detrás de Rantaro y Wakiya.

— Claro que sí.— Enseguida Kiyama le había ofrecido su brazo libre.

— Tesoro.— Silas había volteado a ver a su prometido, pero Wakiya ni siquiera lo volteo a ver, estaba más encantado de ir con Rantaro y Molly.

Silas no tuvo de otra que seguir junto a su futura suegra.

— Muy bien hijo, es sencillo... Aman el dinero así que finge que tienes una mina de oro y estás en el club.— Molly explicó.

— Lo intentaré.

Habían llegado al comedor donde la música clásica creada por el grupo de magníficos músicos sonaba inundando el salón en un acogedor y agradable estadía. Rantaro no se sintió fuera de lugar ni nada de ello, no se sentía impresionado realmente y actuaba con tranquilidad aunque seguramente estuviera un tanto nervioso no lo demostraba.

Se habían sentado acompañados de otras personas importantes, como el señor Andrews y también otros ilustres personajes como el señor Jacob Astor. Para ese momento Wakiya ya estaba sentado junto a su prometido, y Rantaro había ocupado un lugar cercano a él pero también tenía la compañía de la señora Brown.

Para el momento de servir los platillos, a Rantaro ya le habían dado un aperitivo que no tenía un aspecto bastante llamativo para este, el detalle también estaba en la infinidad de cubiertos. Pues los múltiples tenedores y cucharillas lo desconcertaron.

— ¿Todos son para mí?.— Rantaro vio a Molly y puso la mirada en los cubiertos.

— Empieza con el de la izquierda y has lo que yo.— Molly le murmuro al menor viendo el apuro en el que se encontraba.

Rantaro agradeció con una sonrisa.

Y era evidente que había agradado enseguida. Aunque claro, no a todos obviamente.

— Hablenos de la tercera clase Rantaro, dicen que es muy cómoda en este barco.— Ruth sonrió, pues buscaba siempre la manera de ridiculizar a Rantaro para molestia de Wakiya.

— Bueno es muy agradable.— Pero Rantaro con sutileza y humor no se dejó menospreciar.— No hay tantas ratas como en otros barcos.

Habían empezado a reír por ello los demás.

— ¿Cómo desea su caviar, señor?.— Un camarero le pregunto a Rantaro.

— No gracias, no me gusta el caviar.— El pelirrubio lo vio.— Nunca me gustó el sabor.— Eso hizo sonreír a Wakiya.

— El señor Rantaro Kiyama, de la tercera clase, nos acompaña está noche.— Silas había hablado.— Fue de mucha ayuda anoche para Wakiya.

Era una cena bastante agradable, debido también a qué Rantaro siendo un joven agradable y de un vocabulario fácil de entender y de darse a expresar, tenía cautivados a todos con sus historias, pues les impresionaba realmente el joven. Pero no a Ruth claro está.

— ¿Y digamos señor Kiyama, donde vive?

— Ahora, se podría decir que mi hogar es aquí.... el Titanic...— Había empezado a explicar.— Pero, no pertenezco a ningún lado, sinceramente ahora voy a dónde me lleve la marea, ya Dios nos dirá después.— Rantaro se dio cuenta de que Silas se había llevado un cigarrillo a la boca y buscaba entre el saco del smoking el encendedor, el muchacho saco el suyo.— Aquí tienes Silas.— Y se lo aventó.

— Gracias.— El peliverde había atrapado el encendedor, algo sorprendido por la ligera falta de modales de esa acción.

— ¿Y como es que tiene dinero para viajar siendo tan pobre?.— Nuevamente Ruth había querido dejarlo quedar mal.

— Trabajo en cada lugar al que voy, madame, en trabajos eventuales.— Rantaro continuo.

— El señor Kiyama es un gran artista.— Wakiya sonrió.— Fue muy amable en mostrarme parte de su obra está mañana.

— En el arte, Wakiya y yo diferimos bastante.— Silas sonrió.— Sin menospreciar su obra, Rantaro.

— No, está bien así.— Rantaro sonrió viendo a Karlisle para después continuar.— Pero, como iba diciendo, gané mi pasaje en un juego de azar, en un afortunado juego de azar.— Vio a Wakiya quién sonrió.

— La vida, es un juego de azar.— Comento otro caballero sentado cerca de Rantaro.

— Pues yo creo que cada hombre se debe labrar su propia suerte.— La voz de Silas hizo voltear a Rantaro.

— Suerte o no, creo que la vida es un regalo... Y se debe disfrutar al máximo... porque no sabes las vueltas que da la vida.— Rantaro sonrió llamando la atención de los demás.— Hace un par de noches dormía bajo un puente, y hoy, estoy aquí, con las personas más espléndidas del barco.— Volvió a sonreír.

— Bien dicho Rantaro.— Sonrió Molly.

— Hago, que valga cada día.

— Por que valga cada día.— Wakiya sonrió para tomar su copa y hacer un brindis.

— Por que valga cada día.— Le habían imitado los demás.

La cena realmente era amena y agradable  y Wakiya sonrió debido a que Rantaro había logrado encajar de cierta manera, además de que a todos en la mesa les había agradado.

Poco a poco la velada iba transcurriendo entre platicas ajenas.

— Ahora los señores se pondrán de pie para seguir con el brindis y el tabaco.— Wakiya sonrió viendo a Rantaro quién estaba ya sentado a su lado cuando Silas y algunos más se habían puesto de pie.— Van al salón para fumadores a presumir sus grandes fortunas, algo aburrido realmente...

— Bueno damas, nosotros nos retiramos para un brindis.— Gohemhaid se había puesto de pie.

— ¿Nos acompañas Rantaro?.— Silas vio a Kiyama, mientras le aventaba de regreso el encendedor.

— No gracias, creo que ya debo volver con los otros esclavos.— Eso causó unas cuantas risas.— Pero fue una agradable noche.

— Muy agradable.— El señor Astor sonrió.

— ¿Tiene una pluma?.— Rantaro se acercó a Molly y está de su bolsa le dio lo que pidió, enseguida Rantaro en un pedazo de servilleta anoto algo.

No se habían dado cuenta de ello realmente... o eso parecía.

— ¿Te vas entonces?.— Wakiya seguía sentado y vio a Rantaro acercarse.

— Si...— Le ofreció la mano pero está se veía extraña ya que estaba medianamente cerrada.— Nos veremos después.

— De acuerdo.

Wakiya le dio la mano y Rantaro hizo una reverencia besando el dorso de su mano y sonrió, fue ahí cuando el ojiazúl sintió algo extra que su compañero le estaba dando, era aquel pedazo de servilleta doblado. Rantaro le hizo una mueca confidencial y Wakiya intento no delatarse fingiendo naturalidad... Pero todo eso lo había alcanzado a ver Free, y también Ruth.

Rantaro se despidió de los demás para salir del comedor mientras Wakiya estando todavía sentado uso el mantel a su favor para discretamente leer la nota.

"Has que valga la pena, nos vemos en el reloj".

El ojiazúl con eso se puso ligeramente nervioso pero se puso de pie.

— Iré a descansar, buenas noches.

Algo raro pero que Silas tomo natural así que no dijo nada y Ruth tampoco.

Wakiya seguía dudando pero había salido al lugar al que le dijo Rantaro en la nota, este estaba viendo el reloj arriba de las escaleras de espaldas.

— Rantaro, aquí estoy.— Wakiya murmuro dudando y el ojicafé sonrió para girarse y verlo.

— ¿Te quieres divertir en una fiesta de verdad?

La sonrisa de su compañero y esa pregunta dejaron aún con dudas a Wakiya.

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CONTINUARÁ
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CURIOSIDADES:  En el Titanic había estancias reservadas para uso exclusivo de los varones: las salas de fumadores. Su uso no mixto se debía principalmente a que en 1912 no estaba bien visto que las mujeres fumaran en público. Era por eso que los hombres en esa época en especial los de clase alta tuvieran más conocimiento respecto a las finanzas ya que también a eso era para lo que utilizaban el área de fumadores. Para presumir de sus riquezas.
- El Titanic tenía su propio periódico de abordo: el ‘Atlantic Daily Bulletin’. Contenía noticias, publicidad, resultados deportivos, prensa rosa y el menú del día qu claro era en su mayoría para más dos primeras clases.
- Un billete estándar de primera clase en el Titanic costaba unas 86 libras en ese entonces (unos 10.500 €); uno en segunda clase costaba 13 libras (1.500 €); y uno en tercera costaba 7 libras (850 €).
- John Jacob Astor IV fue un empresario estadounidense, novelista, inversor, inventor, teniente coronel durante la Guerra Hispanoamericana y miembro de una de las familias más ricas de la historia de los Estados Unidos.
En el momento del viaje, Astor era considerado la persona más rica del Planeta. Su fortuna personal estaba valorada en $85 millones (72,2 millones de euros), que equivalen a $2,16 mil millones (1,86 mil millones de euros) hoy en día.

Otra curiosidad extra: Sabían que no he visto la película desde hace más de año y medio? OwO pero la he visto millones de veces y me se varios diálogos e.e tengo buena memoria para algunas cosas, al menos las enfermedades no me han matado eso owo

Gracias por leer 😊❤️ y nos leemos pronto 😊❤️

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