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A distancia

Hola a todos 😊 aquí el siguiente capítulo, lamento la tardanza, ayer no había internet y hoy tuve un relajo que hacer xD estoy diseñando un vestido de XV años y bueno, es un lío todavía porque estoy siguiendo instrucciones xD pero bueno xD

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A distancia
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El Titanic había zarpado con sueños y esperanzas rumbó a América, su destino era New York. Por lo que los pasajeros comenzaron a instalarse en sus respectivas habitaciones. El Titanic sería su hogar durante los siguientes días.

— No se por que insistes en cargar con esto.— Silas sujetaba la pintura de un cuadro que no le atraía en interés.

— Es una pintura...— Le corrigió Wakiya mientras sostenía otra.

— ¿Ah sí? ¿Y de quién?

— Uhm... creo que un tal Picasso.

— Pues nunca será famoso...— Se burló el peliverde dejando el cuadro en su lugar.

— A comparación de ti, Silas, yo sí tengo buen gusto por el arte.— Se había burlado el pelirrubio ahora.

— Ya está todo en orden.

Wakiya volteó al umbral de la puerta, de pie en esta había un joven de cabello rubio y ojos oscuros. El nombre de este hombre era Free De la Hoya, quién era compañero, guardaespaldas y hacia todos los trabajos sucios de Silas. Aunque su apariencia no intimidaba ni siquiera un poco la verdad era que Karlisle confiaba bastante en él. Free era alguien de quién cuidarse y alguien a quién Wakiya no le agradaba.

En otro camarote cierto par también estaba instalándose.

Aunque eran lugares para clase baja y compartían con otras personas que no conocían entre si, los camarotes eran de cierto modo espaciosos y cómodos pues contaban con calefacción y mantas cálidas además de que las camas eran acogedoras, aunque varias eran literas. Pero aún así, viajaban con mejor clase que en otros barcos donde solo habían camastros sin realmente ser tratados como personas. Aunque aún así, a pesar de ser de clase baja había espacios únicamente para su clase y no podían pasar a ciertos lados exclusivos para primera y segunda clase. El ser clasista era una marca muy notoria todavía en la época.

— Es aquí.— Rantaro iba caminando con Valt para llegar a su camarote correspondiente.

— Se ve bien.— El peli-azúl sonrió para entrar con él.

— Buenas tardes.— Sonrió el pelirrubio saludando de mano a quienes serían sus compañeros de camarote, había tres hombres más con ellos.— Rantaro Kiyama, es un placer.— Es bastante amigable así que no tenía problemas con socializar.— Hola que tal, Rantaro Kiyama.

Valt subió a la litera adueñandose de la cama de arriba y Rantaro sonrió con burla dándole un empujón con la mano.

— ¿Quién te dijo que te quedarías arriba?

Pero Valt solo soltó una risa seguida de Rantaro pero este lo dejo en esta... sus compañeros solo los vieron con curiosidad.

— ¿Dónde está Pierrot?.— Habló un hombre en otro idioma viendo a su compañero.

Al parecer aquel compañero que faltaba no iba a llegar.

Pocas horas después de la hora del té, Wakiya se encontraba con Silas, su madre y también con el diseñador del barco, dando un paseo por la cubierta para la primera clase.

— Es un barco sin igual.— Comenzó a hablar Silas llevando del brazo a Wakiya.

— Eso era lo que queríamos lograr señor Karlisle.— Thomas Andrews, el diseñador del barco sonrió orgulloso pues realmente todas las metas que tenían puestas en el Titanic se habían logrado.

— Disculpe, pero solo conté 20 botes salvavidas por todo lo largo de la cubierta.— Wakiya fue quién había hecho aquella observación.

El señor Andrews aún así sonreía mientras explicaba la situación. No había necesidad de instalar los 66 botes que al principio tenían en mente. Para empezar la estructura del barco era lo bastante fuerte así que era imposible que se hundiera. Y además también viéndolo por el aspecto estético, tener esa cantidad de botes entorpeceria la vista en cubierta del mar, lo cual también era una parte atrayente para los pasajeros.

— Tómalo con calma amor...— La voz arrogante de Silas se escuchó.

— No se preocupe joven Wakiya.— Sonrió Andrews.— Los botes salvavidas tienen la capacidad de salvamento como para 60 hombres.

— Si pero...— Wakiya siguió.— Haciendo cálculos.... no todos los pasajeros podrían salir de inundarse el barco.

— Pues entonces solo la mejor clase se salvará.— Silas comento con arrogancia... Ruth lo había apoyado para desagrado de Wakiya.

— No se preocupe de eso.— Pensando que la mirada de Wakiya se debía a la plática y no a lo que su prometido dijo, el diseñador siguió.— Tiene un barco muy seguro joven Wakiya.

— Tan seguro que ni Dios podría hundirlo.— Añadió el peliverde.

Pero Wakiya seguía un tanto irritado por la manera en que la conversación se estaba llevando.

Cerca de ahí también había varios más disfrutando del clima en cubierta.

Unos niños de segunda clase estaban jugando con sus trompos de madera y también un par de cuidadores llevaban a varios perros de la primera clase a dar un paseo.

Nuestro pelirrubio de ojos castaños estaba cerca del barandal dibujando, estaba detallando a una pequeña niña junto a su padre, el hombre le mostraba como se formaban las olas y la niña sonreía emocionada viendo por el barandal el mar, segura en brazos de su padre. Las facciones alegres y tranquilas de ambos eran plasmadas fielmente bajo el carboncillo que Rantaro utilizaba para dibujar. Valt se encontraba sentado a su lado mientras se comía una barra de chocolate que le regalaron, fue cuando pasaron los cuidadores con los canes llamando la atención del peli-azúl y no nada más de él.

— Es increíble notar que los perros de primera clase vienen a ensuciar aquí.— Un joven de cabellos blancos y ojos rubíes cerca de la edad de ambos llamo su atención.

— Creo que nos deja ver el lugar al que pertenecemos en este sitio.— Rantaro sonrió al verlo.

— Quizás.— Sonrió su compañero sujetando el cigarrillo pero le dio la otra mano.— Shu Kurenai.

— Rantaro Kiyama.— Sonrió el pelirrubio presentándose.

— Soy Valt Aoi.— Valt sonrió amigable para darle la mano al albino.

Mientras se presentaban fue en ese momento que a Rantaro le llamo la atención algo metros más allá. Más bien alguien. Pues Wakiya se había fastidiado con Silas en medio de su paseo y con tosquedad los había dejado sin dar alguna explicación, no fue la manera educada de hacerlo pero eso igual le dió. El ojiazúl solamente quería un poco de aire fresco y dejar de sentirse tan hostigado por Silas, así que se acercó al barandal que tenía esa cubierta. No se percató de la presencia de Rantaro, pero vaya que este si lo hizo. Valt había llamado a su amigo pero no le hacía caso, hasta que fue la voz de Shu quién llamo su atención.

— Olvídalo amigo...— Comenzó a hablar.— Alguien como ella... jamás te haría caso.— Habían confundido a Wakiya con una joven debido a la ropa.

Pero aún así Rantaro seguía con la mirada sobre Wakiya. Hasta que noto como Silas llegó hasta este, se inicio una pequeña discusión a su parecer y el pelirrubio se soltó molesto del agarre de su prometido alejándose de ahí, Silas se fue detrás de él.

Pocas horas después el capitán del barco Edward Smith, había salido dando un pequeño paseo. Era bastante conocido entre la White Star Line pues tenía muchos años con la compañía y era uno de sus oficiales de más confianza, además de que también era bastante querido entre la tripulación pues era amable no solo con la primera clase sino con todos en general. Se acercó a una de las cubiertas que daba a la proa sonriendo orgulloso por el buen clima que había.

— Señor.— Uno de sus oficiales en jefe se acercó a él.

El Capitán devolvió el saludo y pidió que se aumentará la velocidad, por lo que el oficial había entrado a la cabina de mando para dar la orden.

El equipo de mecánicos trabajaba en las entrañas del barco. Bajo el mando del ingeniero jefe Joseph Bell, eran los responsables de la sala de máquinas y de mantener al Titanic en funcionamiento. Las 29 calderas eran alimentadas por trescientos fogoneros que actuaban en unas condiciones terribles en realidad. Tras la orden la turbina comenzó aún más su función y la velocidad del barco se hizo más notoria.

El Capitán se apoyo en el barandal de madera de la cubierta viendo hacia la proa, estaba sonriendo y también desde ahí vio a dos jóvenes más que disfrutaban de la vista.

Esos chicos eran Valt y Rantaro, quienes estaban sobre el barandal de la proa viendo como desde ahí el agua rompía con esta.

— Rantaro, son delfines.

Cerca del barco nadaban un grupo de delfines que jugueteaban y Valt sonrió al verlos al igual que Rantaro.

La emoción por el viaje los tenía abrumados de felicidad ya que, el haber ganado esos pasajes en aquél juego de póker les cambiaría la vida. En el caso de Valt poder trabajar para ayudarle a sus padres y sus dos hermanos pequeños. Y en el caso de Rantaro también ganarse la vida de una mejor manera y estar en Norteamérica les abría las puertas a muchas oportunidades de una mejor vida.

Rantaro había subido más del barandal de la proa pues era tal su felicidad de poder lograr sus sueños.

— ¡Soy el Rey del mundo!

Los gritos de jubiló de ambos chicos llamaron la atención del capitán Smith quién sonreía al verlos todavía.

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CONTINUARÁ
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CURIOSIDAD: En si como se había dicho en el prólogo, se pedían 66 botes en el barco, pero estaban tan confiados de si mismos que solo se pusieron 20, de los cuales varios no llenaron la capacidad requerida al momento del hundimiento por el choque. De haber puesto más, seguro una gran parte de los pasajeros se hubiera salvado.
También por motivos de elegancia pues en la cubierta había infinidad de paseos, poner tantos botes le quitaba lo lindo de la vista.
Por lo que ya sabemos que pasó después. 

Y eso es todo por ahora, ya se viene el encuentro más esperado de todos e.e
Gracias por leer 😊❤️ y nos leemos pronto ❤️😊

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