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Chapitre quatre

Yoongi

La vi entrar al salón de baile, y me quedé sin aliento. Era la chica más hermosa que había visto en mi vida. Tenía el pelo largo y negro, los ojos grandes y expresivos, y una sonrisa que iluminaba su rostro. Llevaba un vestido blanco y un sombrero a juego, y se notaba que era de una clase social muy diferente a la mía. Estaba rodeada de gente que la atendía y la mimaba, y parecía una princesa de cuento.

No pude apartar la mirada de ella, y sentí que mi corazón latía más rápido. Quería acercarme a ella, hablarle, saber su nombre. Pero me di cuenta de que era una locura. Ella jamás se fijaría en mí, un chico pobre y sin futuro. Además, estaba comprometida con otro hombre, un tipo que la trataba como si fuera su posesión.

Así que me resigné a admirarla desde la distancia, y me uní a mis amigos. Ellos también habían encontrado a alguien especial, y bailaban con ellos. Jungkook con una chica rubia y simpática, Namjoon con una chica morena e inteligente, Seokjin con una chica pelirroja y graciosa, Hoseok con una chica castaña y alegre, Jimin con Taehyung, y yo... solo.

- ¿Qué pasa, hyung? ¿No te diviertes? - me preguntó Jungkook, acercándose a mí.

- Sí, sí, claro que sí - le mentí.

- No me engañas, hyung. Te conozco. Estás triste, ¿verdad? - me dijo Jungkook.

- No, no estoy triste. Estoy bien - le insistí.

- No, no estás bien. Estás solo - me dijo Jungkook.

- No, no estoy solo. Estoy contigo - le dije.

- Sí, pero no es lo mismo. Tú quieres a alguien más, ¿verdad? - me dijo Jungkook.

- No, no quiero a nadie más. Estoy contento con lo que tengo - le dije.

- No, no estás contento. Estás enamorado - me dijo Jungkook.

- ¿Enamorado? ¿De quién? - le pregunté.

- De ella, hyung - me dijo Jungkook, y señaló a la chica de blanco.

- ¿De ella? ¿Estás loco? - le pregunté.

- No, hyung. Estoy seguro. La has estado mirando todo el tiempo, y se te nota en la cara. Te gusta, hyung. Te gusta mucho - me dijo Jungkook.

- No, no me gusta. No puede gustarme. Es imposible - le dije.

- No, hyung. No es imposible. Es posible, y es real. Tú la quieres, hyung. Y ella te quiere a ti - me dijo Jungkook.

- ¿Cómo lo sabes? - le pregunté.

- Porque yo lo he visto, hyung. Porque ella también te ha estado mirando todo el tiempo, y se le nota en la cara. Le gustas, hyung. Le gustas mucho - me dijo Jungkook.

- No, no puede ser. No puede ser verdad - le dije.

- Sí, hyung. Sí puede ser. Sí es verdad. Y tienes que hacer algo, hyung. Tienes que ir a hablar con ella, hyung. Tienes que decirle lo que sientes, hyung. Tienes que besarla, hyung - me dijo Jungkook.

- No, no puedo. No puedo hacer eso. Sería una locura - le dije.

- No, hyung. No sería una locura. Sería una maravilla. Sería el mejor momento de tu vida, hyung. Y puede que el último, hyung - me dijo Jungkook.

- ¿El último? ¿Qué quieres decir? - le pregunté.

- Quiero decir que el Titanic se va a hundir, hyung - me dijo Jungkook.

- ¿Qué? ¿De qué hablas? - le pregunté.

- Hablo de que el Titanic ha chocado contra un iceberg, hyung. Y que se está llenando de agua, hyung. Y que no hay suficientes botes salvavidas, hyung. Y que vamos a morir, hyung - me dijo Jungkook.

- No, no puede ser. No puede ser cierto - le dije.

- Sí, hyung. Sí puede ser. Sí es cierto. Y por eso tienes que aprovechar el tiempo, hyung. Y por eso tienes que ir a por ella, hyung. Y por eso tienes que decirle que la amas, hyung - me dijo Jungkook.

- ¿Que la amo? ¿Cómo voy a decirle eso, si ni siquiera la conozco? - le pregunté.

- No hace falta que la conozcas, hyung. Solo hace falta que la sientas, hyung. Y tú la sientes, hyung. Y ella te siente a ti, hyung. Y eso es lo único que importa, hyung - me dijo Jungkook.

- No, no sé, Kookie. Me da miedo, Kookie - le dije.

- No tengas miedo, hyung. Ten valor, hyung. Ten fe, hyung. Ten amor, hyung - me dijo Jungkook.

- ¿Amor, Kookie? ¿Qué es el amor, Kookie? - le pregunté.

- El amor es lo que yo siento por ti, hyung. Y lo que tú sientes por ella, hyung. Y lo que ella siente por ti, hyung. El amor es lo que nos une, hyung. Y lo que nos salva, hyung - me dijo Jungkook.

- ¿Nos salva, Kookie? ¿De qué nos salva, Kookie? - le pregunté.

- Nos salva de la muerte, hyung. Nos salva de la tristeza, hyung. Nos salva de la soledad, hyung. Nos salva de la nada, hyung - me dijo Jungkook.

- ¿De la nada, Kookie? ¿Qué es la nada, Kookie? - le pregunté.

- La nada es lo que hay sin el amor, hyung. La nada es lo que hay sin ella, hyung. La nada es lo que hay sin ti, hyung. La nada es lo que hay sin nosotros, hyung - me dijo Jungkook.

- No, no quiero la nada, Kookie. Quiero el amor, Kookie. Quiero a ella, Kookie. Quiero a ti, Kookie. Quiero a nosotros, Kookie - le dije.

- Entonces ve, hyung. Ve a por ella, hyung. Ve a por el amor, hyung. Ve a por la vida, hyung - me dijo Jungkook.

- ¿Me acompañas, Kookie? - le pregunté.

- No, hyung. Yo me quedo aquí, hyung. Yo te espero aquí, hyung. Yo te quiero aquí, hyung - me dijo Jungkook.

- Yo también te quiero, Kookie. Te quiero mucho, Kookie. Te quiero siempre, Kookie - le dije.

- Adiós, hyung. Buena suerte, hyung. Sé feliz, hyung - me dijo Jungkook.

- Adiós, Kookie. Gracias, Kookie. Te quiero, Kookie - le dije.

Y me fui, dejando a Jungkook solo. Me fui, buscando a la chica de blanco. Me fui, buscando el amor. Me fui, buscando la vida.

Y la encontré, y me alegré. Era mi chica, y se merecía ser feliz. Pero también sentí una punzada de miedo, de dolor, de culpa. Yo también quería ser feliz, pero no sabía si podía. No sabía si merecía.

No lo sabía, pero pronto lo averiguaría.

Porque esa noche fue cuando la besé a ella.

Aera

Lo vi entrar al salón de baile, y me quedé sin aliento. Era el chico más guapo que había visto en mi vida. Tenía el pelo negro y despeinado, los ojos rasgados y profundos, y una sonrisa que me cautivó. Llevaba un traje negro con una camisa blanca y una corbata roja. Se notaba que era de una clase social muy diferente a la mía. Estaba rodeado de amigos que lo querían y lo respetaban, y parecía un príncipe de cuento.

No pude apartar la mirada de él, y sentí que mi corazón latía más rápido. Quería acercarme a él

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