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TITÁN

«Un domingo soleado en el parque con mi familia, ¿Qué más puede pedir un hombre?», pensaba mientras se encontraba recostado con los ojos cerrados, bajo la sombra de un viejo y alto roble en el parque central de la ciudad. Era un parque enorme con centenares de árboles, un lago y caminos para pasear, y lo mejor de todo tenía ese Lugar Secreto. Era una zona de juegos olvidada casi al final del parque rodeado de cercas y árboles grandes, los niños ya no jugaban en él, hace años el entretenimiento de moda eran los juegos de rol de híper-realidad virtual, pudiendo ser un poderoso caballero en un combate medieval o un astronauta conduciendo una nave hacía Encelado y al siguiente segundo un soldado en la tercera guerra mundial, nadie quería salir a jugar en el "mundo real", pero él era diferente, siempre lo había sido y así quería que fuese su hijo.

Lo habían encontrado un día por casualidad y decidieron que ese sería su Lugar Secreto. «¡Qué nombre tan original!» -decía su esposa cada vez que lo mencionaba-, pero en el fondo le divertía mucho. Lo cuidaban cada vez que podían, podando la maleza, limpiando los columpios y toboganes. Pero ese fin de semana habían ido solo a descansar.

-¡Ben! ¡No te acerques demasiado al lago! -le gritó a su hijo de seis años que se alejaba jugando con el perro y parecía no escucharle. ¡Trae a Max, vamos ya es hora de la merienda!

-Cada día está más activo Julia, pero mejor esto a que pierda su infancia con esa híper-realidad virtual -le dijo a su esposa que estaba a sus espaldas alistando la comida.

-Será mejor que vayas por él -dijo ella-, no vaya a ser que se aleje demasiado.

-Es cierto -dijo-. Y fue trotando hacía su hijo.

-Vamos Ben ya te dije que no te puedes alejar tanto -le dijo a su hijo mientras se agachaba para cargarlo-. No le contestó. Sintió su piel helada cuando lo tocó, en ese instante supo que algo no estaba bien.

-¡Julia! ¡Algo le pasa a Ben! -gritaba mientras corría hacía donde su esposa que estaba de espaldas todavía-. ¡Julia! ¡Su cara! ¡Algo le pasó, no...! -agarró con temor el hombro de su esposa para que volteara-. ¡¿Qué está pasando?! ¡Sus caras! ¡¿Dónde están?!

***

Se despertó sudando, casi cayendo de la cama. -Otra vez la misma pesadilla -susurró mientras miraba temblando el techo de acero de un impoluto color blanco de la habitación, a excepción de esa pequeña mancha que casi no se veía, en el techo justo sobre su cama. Siempre le entraba una extraña sensación al verla. Había intentado limpiarla con todo pero no se borraba y la pintura blanca no es algo que se consiguiera en la ferretería de la esquina, ahí en el sexto satélite natural de Saturno.

-Buenos días Jake -se escuchó en la oscuridad una voz femenina, casi humana.

-Buenos días Lara. ¿Qué pasa?

-Recibí en mis sensores de signos vitales una alteración en tu ritmo cardiaco, ¿Cómo te sientes? -preguntó con voz de vacía preocupación.

-Estoy bien, solo fue una pesadilla de nuevo.

-¿Quieres tomar algo? ¿O quizás ya el desayuno?

-Agua, por favor y desayuno lo usual de los miércoles, huevos y tocino de proteína sintética. ¡Delicioso!

-Bien Jake. Y no te preocupes ya pronto vendrá tu reemplazo y podrás comer los huevos con tocino tan deliciosos que me has dicho prepara tu esposa.

-Gracias ya te puedes ir, me voy a duchar y ya salgo a comer. Hay mucho por hacer hoy. -dijo con voz cansada.

***

A Jake nunca le había agradado del todo esa androide. Era de estatura promedio, cuerpo femenino y con los engranes de las articulaciones y partes de acero visibles. No tenía piel y cabello artificiales como algunos de los que se encontraban sirviendo de mayordomos en las casas de la Tierra, pero a pesar de estar hecha de metal sus pasos eran silenciosos, ya varias veces lo había asustado entrando de improviso a la habitación donde se encontrase, además había algo en su voz que le causaba escalofríos. Aunque eran inteligencia artificial pura programada con redes neuronales de última tecnología, a los androides les hacía falta todavía creatividad y muchas veces pasaban por alto soluciones sencillas a los problemas. «Tal vez la próxima actualización venga con alma incluida -pensaba.»

-El sueño Lara, fue muy extraño esta vez -dijo mientras desayunaba sus pastosos huevos sintéticos y tocino acartonado.

-¿Por qué Jake? -preguntó el androide.

-Estábamos en el parque un fin de semana como de costumbre, pero algo pasó y no pude ver sus caras, o más bien, no las tenían. Y ahora mismo intento enfocarme en recordarlas pero no puedo. Solo recuerdos cortos y caras vacías.

-Eso es extraño, no había escuchado algo como eso antes. ¿Por qué no tratas de enfocarte en un recuerdo específico? ¿Tu matrimonio? ¿El nacimiento de tu hijo?

-Eso suena bien lo intentaré -suspiró- ¿Hay mensajes nuevos hoy? -preguntó mientras terminaba su desayuno.

-Sí, tienes un mensaje de tu esposa y uno de la estación de monitoreo de la Tierra.

-Está bien ya los veré ahora puedes retirarte, verifica mientras tanto los sistemas de soporte vital y el estado del invernadero por favor.

-Claro Jake, enseguida. -respondió la androide quien salió de la habitación a pasos silenciosos.

Todavía en el siglo veintitrés uno de los problemas no resueltos en el ámbito de la exploración espacial y una de las razones por las que el hombre no había podido alejarse más allá del Sistema Solar era la comunicación interestelar. Esta había estado limitada desde siempre por la velocidad de las ondas electromagnéticas, la misma que la de la luz. Cada mensaje enviado desde la Tierra a la estación en Titán o viceversa tomaba, dependiendo también de la cantidad de datos, aproximadamente tres horas en llegar a su destino por lo que la comunicación simultánea era todavía totalmente impráctica.

-Abrir mensajes recibidos -dijo Jake en voz alta a la computadora.

-Tiene dos mensajes nuevos -respondió la computadora con una voz masculina un poco entrecortada, mostrando los dos vídeos en la pantalla.

-Inicia el video de Julia.

-¡Hola mi amor! -Empezó el mensaje al instante con ella sentada en la sala de su casa-. Espero que estés bien, Ben está en una excursión en el colegio, todos los días ha preguntado por ti. Esta semana ha ganado el concurso de ciencia del colegio con la exposición de propulsores de fusión que le sugeriste, es muy inteligente, trece años y ya casi se gradúa de secundaria, ¿Te acuerdas que nos tomó dieciocho años hacerlo? -dijo mientras reía-. Fuimos al Lugar Secreto para celebrar, está muy bonito sobre todo ahora en otoño, no puedo esperar a que vengas -hizo una breve pausa, suspiró y continuó-. Cinco largos años al fin, solo unos días más para volvernos a ver, ya no puedo esperar más pero sé que todo valdrá la pena al final. Te amo mucho y Ben te manda un abrazo, dijo que lo primero que quiere hacer cuando estés aquí es ir a pescar al lago. Hasta pronto mi amor no te desesperes, y cuídate ya pronto nos veremos.

Jake apagó un momento la pantalla y tomó un vaso con agua mientras se secaba un poco las lágrimas. Nunca había entendido por qué se permitía solo un mensaje de su familia a la semana, siempre se quejaba de eso y nunca recibió una respuesta clara. A veces se preguntaba si fue buena decisión haber tomado ese trabajo. Las cosas en la Tierra no estaban bien hace mucho tiempo, con casi todos los trabajos no especializados acaparados por las inteligencias artificiales, muchos de los gobiernos no tuvieron otra alternativa sino ceder el poder a las compañías multinacionales, a cambio de proveer de un mínimo vital a todos los habitantes. Con esto y el control de natalidad se resolvió en parte el problema de la pobreza, pero se recortó la educación a la gente de clase media que solo podía acceder hasta la secundaria.

La educación superior estaba reservada a las familias de los directivos de las compañías, la única alternativa eran las becas anuales que se entregaban como consolación a los mejores y más inteligentes estudiantes de la clase media. Tras meses de intensas pruebas en todos los campos quedaba siempre un puñado, entre esos estuvo Jake.

Desde niño siempre su afición fue la programación, empezó con algoritmos sencillos y ya en la escuela reparaba las inteligencias artificiales que funcionaban en los viejos salones de clases. Tras conocer de sus habilidades y los resultados de sus pruebas, la empresa de explotación minero-interplanetaria IEC (Ishimura Extraction Corporation) se interesó por él. Los sorprendió en las pruebas de admisión pirateando sus infranqueables bases de datos. La IEC se convirtió en su mecenas y patrocinó todos sus estudios, con el fin claro, que terminará trabajando para ellos.
Terminó su carrera como ingeniero aeroespacial y al graduarse ya sabía que debía tomar la decisión más importante de su vida. Se quedaba en la Tierra cuarenta años haciendo papeleo y cálculos rutinarios con un sueldo regular o tomaba el camino difícil, cinco años terrestres, solo en uno de los puestos de explotación minera de alguna luna desolada del Sistema Solar como ingeniero monitoreando y reparando maquinaria automática de extracción mineral, a cambio de una jugosa pensión vitalicia y muchos beneficios para su familia.

***

-Abrir mensaje de la estación de monitoreo. -dijo de nuevo a la computadora.

-Buen día Jake -esta vez solo aparecía en la pantalla el logo de la IEC-. Aquí Henry Maxwell de la estación de monitoreo de la Tierra, esperamos que te encuentres bien. Confirmamos la llegada para tu reemplazo en dos días. «Pobre diablo -pensó Jake». Sin embargo tenemos un último trabajo para ti, la estación de lanzamiento de las cápsulas de recolección de mineral parece estar presentando problemas en la zona de despegue de los cohetes, no hay un suministro adecuado de combustible en las cuatro últimas cápsulas por lo que estas tardarán en llegar más de lo esperado, debido a que deben estar en modo ahorro de energía. Por favor intenta arreglar el problema lo más pronto posible, y ten cuidado hemos detectado que una tormenta de metano pasará cerca de la zona de extracción dentro de cinco horas y desconocemos que tan intensa pueda volverse esta vez, por favor pídele a Lara que te informe los datos meteorológicos constantemente mientras estés afuera. Esperamos tu reporte y bitácora diaria.

-¡Odio las tormentas de metano! -exclamó mientras miraba al techo. «Solo dos días más. -pensó». Computadora abrir bitácora diaria -dijo en voz alta.

-Bitácora diaria estación de extracción minera IEC en Titán -se dirigió a la cámara sobre la pantalla-. Aquí Jake Hollis reportando, 15 de Agosto de 2260; día 1823 de 1825, ya casi -suspiró e hizo una breve pausa como pensando que decir- ya casi terminamos aquí. Todos los sistemas de soporte vital en orden, condiciones estables en el invernadero y todas las máquinas de extracción trabajando correctamente dentro de la zona de minería restringida. En cinco minutos saldré en el vehículo de exploración a revisar el problema en la estación de lanzamiento de las cápsulas de recolección. Dejaré a Lara aquí monitoreando el clima. Nos vemos en dos días, Jake Hollis fuera.

Jake pasó un momento por invernadero, le gustaba el olor de los cultivos, le hacía recordar un poco el Lugar Secreto, con su cantidad de árboles y arbustos con flores, siempre le acrecentaba un instinto profundo, casi primitivo, de pisar la tierra con sus pies descalzos, todo lo que tocaban sus pies en la estación era metal y plástico. Había leído en la universidad varios archivos de exploradores y astronautas que habían estado en misiones de larga duración reportaban un sentimiento así. "Cómo si la Tierra te llamará." -recordó. Vio a Lara ocupándose de unas naranjas genéticamente modificadas.

-Lara saldré en cinco minutos a la estación de lanzamiento, al parecer hubo un problema con...-Si Jake ya estoy enterada - le interrumpió el androide-, lo he visto en las instrucciones diarias de la base de monitoreo en la Tierra.

-Claro siempre se me olvida que estas un paso delante de mí. Bueno, prepara el vehículo de exploración y mi traje por favor.

-Enseguida señor -respondió-. ¿Requiere algo más?

-Sí, mantén abierta la línea de comunicación, quiero saber el estado de la tormenta, todo el tiempo que permanezca fuera, no sabemos qué tan rápido se mueva.

-Está bien, estaré todo momento en contacto.

Mientras se colocaba el traje Jake recordaba a su profesor de física del colegio. «-Podemos calcular fechas exactas de eclipses milenios en el futuro, calcular la trayectoria de una nave espacial con milímetros de precisión, pero el clima es impredecible, necesitaríamos conocer el estado de cada molécula de la atmósfera para que los meteorólogos por fin tengan su tan anhelado cien por ciento de confiabilidad.»
Entró al garaje donde estaba el vehículo de exploración, este medía casi dos metros de alto, era totalmente de acero blindado y con neumáticos de grafeno reforzado para soportar las duras condiciones de Titán. -Por favor Lara, inicia el sistema de compresión y abre las puertas -dijo Jake ya dentro del vehículo.

El resplandor naranja le dio en los ojos mientras aceleraba sobre el duro y rocoso suelo titano, siguiendo la ruta hacia la estación de lanzamiento.

-¿Lara? -preguntó por el intercomunicador.

-Dígame señor. -respondió el androide.

-Sabes, tengo que admitirlo, lo único que extrañaré de este lugar es la vista, ¿Quién se cansaría de ver un cielo siempre naranja como un atardecer eterno, los lagos de metano traslucido reflejando la luz sol y a Saturno con sus anillos ocupando casi un tercio del horizonte? Es realmente hermoso.

-Señor, no entiendo el concepto de "hermoso", pero seguro que es único.

-Estoy muy poético últimamente -dijo mientras reía-. Ya casi llego a la estación, en diez minutos debo estar allá. ¿Cómo va el estado de la tormenta?

-Bien señor hasta ahora el foco se encuentra muy lejos de la zona de trabajo.

-Ok. Mantenme informado.

Se quedó observando un rato los vehículos de extracción que pasaban a su lado. Tenían cinco metros de alto y forma de oruga con dos grandes taladros, uno al costado y otro al frente, andaban lentamente, impulsados por el metano que abundaba en forma líquida en ríos y lagos en la superficie. Se movían de acuerdo a las rutas programadas en la base en la tierra, sin dejar nunca la zona restringida de extracción, que se encontraba delimitada por una barrera invisible de pulsos magnéticos. «Era política de la IEC -recordó Jake-, cualquier vehículo que sobrepasara esta barrera se apagaría automáticamente, con esto se evitaban perdidas en caso de un error o falla de operación. Pero es mucho trabajo instalar todo ese sistema para evitar un suceso tan improbable -pensó.»

***

La zona de extracción era del grande de una ciudad pequeña unos ciento cincuenta kilómetros cuadrados. Jake estimaba que la zona donde había sido asignado tomaría en total sesenta años para ser explotada completamente, se preguntaba a veces si era económicamente rentable enviar a alguien allí cada cinco años en vez de tener pequeñas colonias con varias personas permanentemente en distintos lugares de la luna, pero pensaba también lo difícil que sería la convivencia en un ambiente tan hostil como Titán.

Llegó a la base de lanzamiento y bajó del vehículo de exploración, la gravedad siendo una décima parte la de la Tierra le permitía moverse dando saltos cortos entre el suelo polvoriento. Ingresó al tablero de control y con increíble agilidad a pesar del pesado traje empezó a manejar el computador para ver el estado de la estación.

-Lara -dijo al intercomunicador-. Parece que encontré el problema. Es el compresor de combustible, al parecer una de esas lluvias de metano ha freído el circuito de control. Creo que es posible hacer una derivación y utilizar uno de los compresores auxiliares que están en la zona de refrigeración bajando la carga de operación al sistema.

-Buena idea señor, no se me hubiese ocurrido a mí. Pero debe apresurarse, la tormenta cambió su curso y se aproximará en menos de treinta minutos.

- ¡Y ahora me lo dices! -gritó. Bueno creo que puedo hacerlo, solo tengo que tener cuidado con las presiones en las tuberías mientras desvío la corriente principal de combustible.

Mientras estaba trabajando con rapidez sintió que algo no estaba bien, en el camino de la base hasta allá no había visto señal de la tormenta, ni siquiera una ventisca. «Es raro, pero bueno, no soy meteorólogo en la Tierra y menos en Titán -pensó.»

-Ya casi termino -dijo-, solo unos ajustes finales y quedará como nuevo.

No terminó de decirlo cuando sintió algo de calor en el lado izquierdo de su cuerpo seguido de una fuerte explosión que lo lanzó casi veinte metros por el aire. Trató de levantarse del duro suelo pero volvió a caer. «¿Pero cómo? -pensó mientras yacía en el suelo con un zumbido en sus oídos y los ojos casi cerrándoseles por completo». Vio todo en llamas y el fuego acercándosele, entre todo eso una sombra delgada. Unas piernas metálicas. Silencio. Oscuridad.

***

Despertó en la enfermería de la estación, era una habitación de paredes totalmente blancas, pensó en un comienzo que ya había pasado al otro lado, pero poco a poco y con un fuerte dolor de cabeza recuperó la memoria. A su lado se encontraba el androide.

-¿Cómo te sientes, Jake? -preguntó en un tono que no demostraba un ápice de preocupación.

-Bien, un poco adolorido, pero bien. De nuevo tuve el mismo sueño, no puedo recordar los rostros de mi familia. -dijo con voz de profunda tristeza-. ¿Cuánto tiempo he estado inconsciente? ¿Qué ha pasado?, estaba haciendo todo bien y luego sentí la explosión de la nada.

-Has estado inconsciente durante ocho horas -dijo el androide. Parece que por tus acciones apresuradas para evitar la tormenta, has olvidado cerrar el sistema eléctrico mientras abrías la válvula para derivar el compresor. Con todo el metano en el aire una chispa mínima causó la explosión.

-Hice todo bien, lo recuerdo perfectamente -dijo Jake con algo de rabia-. ¿Cómo llegaste ahí a tiempo?

-Detecté que la velocidad de la tormenta se incrementaba exponencialmente, por lo que percibí su situación muy comprometida. Tomé la decisión de salir utilizando toda la potencia de mis piernas pude llegar en quince minutos.

-¡Pero de que tormenta hablas! -le dijo gritando-. ¡No había nada! ¡Desde que salí el cielo estaba despejado!

-Tranquilo Jake, ya me comuniqué por el canal de emergencia con la base en la Tierra Sugieren que lo mejor es que entres en la cámara de hibernación para acelerar tu recuperación, teniendo en cuenta que tu viaje de regreso es en unas horas.

-¡No!, ya me estoy sintiendo bien, esperare a que... -en ese momento vio por el rabillo del ojo moviéndose rápidamente una mano metálica que sostenía un objeto fino. Alcanzó a esquivarlo por segundos- ¡¿Qué te pasa maldito pedazo de metal?! ¡¿Quieres matarme?!

-Son sedantes, necesitas tranquilizarte. -dijo el androide en una voz con un tono particularmente alto que Jake nunca había escuchado.

-¡Activa sistema de descontaminación! -gritó con la esperanza que el computador principal siguiera activo-. De las paredes salieron tuberías que expulsaron chorros de líquido antiséptico, el androide tuvo que moverse rápidamente para esquivarlos. Jake aprovechó la oportunidad y corrió directamente a su cuarto sin mirar atrás.

Cerró con seguro manual la puerta de la habitación y empezó a pensar en lo que estaba pasando. «Lara nunca había actuado así, y no podía, en su programación básica estaba el respeto a la autoridad y vida humana. A menos que una orden desde arriba derogara esa parte del programa, era la única forma». De inmediato ingresó al sistema de la IEC desde su computadora y empezó a intervenir el acceso a la base de datos, recordó como lo había hecho antes, «ahora habían actualizado el sistema de seguridad -pensó». Pero aun así le tomó menos de dos minutos hacerlo. Empezó a leer los archivos clasificados uno a uno mientras aparecían en la pantalla. "INTERVALO DE REPARACIÓN SOMÁTICA RECOMENDABLE: CADA CINCO AÑOS...EVITAR ENVEJECIMIENTO", "REESTABLECIMIENTO DE MEMORIAS EN CÁMARA DE HIBERNACIÓN...", "PLAN DE CONTINGENCIA MUERTE ACCIDENTAL DEL PERSONAL EN TITÁN...".

«¡¿Personal?! -pensó mientras leía con rapidez- ¿Hay más gente aquí?... la barrera de pulsos magnéticos. Pero, ¿Esta misión? ¿Por cuánto tiempo me han estado mintiendo?» En ese momento levantó la mirada, la mancha que lo atormentaba todas las mañanas estaba ahí, con rabia golpeó con fuerza la pared a su lado. Ya volteaba su cabeza hacía la pantalla cuando notó que algo, un pedazo de metal, sobresalía en esa parte. Tomó la herramienta láser que guardaba en su bolsillo y empezó a cortar, poco a poco se fue revelando, un texto tallado de su puño y letra en el techo de su propia habitación... "J. H. Día 1 de 1825. 17 de Agosto 2235".

En ese instante sintió como se le cortaba la respiración, se acostó en el piso jadeando. «Ese jodido pedazo de metal ha bajado la concentración de oxigeno -fue lo último que pensó», mientras en la puerta retumbaba el sonido de herramientas metálicas, pero Jake Hollis no lo escuchó, porque sus propios alaridos se lo impidieron.

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