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Capítulo 15: El paso del tiempo.

Entre llamadas a Hobi para contarse su día a día, y dejar algunas veces la cámara encendida para verse hasta cerrar los ojos y darse los buenos días al despertar. Prácticas con Namjoon en las cuales fue mejorando sus técnicas, salidas en grupo que aumentaban poco a poco su sociabilidad con los chicos, y el ignorar totalmente a Jieun hasta que fue desistiendo de la idea de tener algo con él, concluyó un mes y medio.

Ese tiempo en el que aprendió a soltarse con los demás. Yendo a ver las competencias de Hobi en las que, por cierto, quedó en primer lugar, y lo merecía, por todo el tiempo que practicó y se esforzó.

Y ahora faltaba poco, solo unos días y volvería a tener a su Hobi a toda hora, sin tener una distancia sumamente larga separándolos.

Ya extrañaba su olor, su sonrisa, su voz, su risa escandalosa que lo contagiaba, el abrazarlo al dormir y ver películas juntos, quería poder besarlo por mucho tiempo y tomar sus manos; volver a tenerlo cerca era su único anhelo.

—Hello, ¡Yoongi! —gritó su nombre el chico de lentes a su lado, sacándolo de su trance.

Se encontraban en el comedor, y él había estado absorto, mirando un punto fijo sin siquiera pestañear. Todos lo habían llamado, pero él no había respondido.

—¿Ya perdiste la cabeza, Min? —preguntó Jin, con burla en su tono.

—Descuida, Jin —comenzó a decir Yoongi—, antes de que eso suceda, tu rostro será pura piel arrugada.

—¿Eh? —Min tomó su celular y se levantó—. ¿Acaso me ofendiste? —preguntó, confundido.

—Trata de interpretarlo como quieras. Yo iré al baño —dijo, comenzando a alejarse.

—¡Oye, espera! —gritó Jin, ignorándolo—. De verdad quiero saber cuándo hablará como una persona normal.

Jin se recostó en su silla, cruzando los brazos, mientras Kook intervino.

—Eso solo sucederá cuando tú razones como una persona normal, hyung —dijo, ganándose un pequeño golpe en la cabeza—. ¡Hyung!

—Eso es para que aprendas a no hablar tanto —zanjó Jin, provocando que los demás negaran con la cabeza y sonrieran. Era evidente que nunca cambiarían.

Mientras se acercaba a los baños, unas voces lo detuvieron. No es que fuera chismoso; como cualquier gatito curioso, simplemente tenía un interés innato por lo que sucedía a su alrededor.

—Es por él, ¿¡verdad!? ¡Me estás diciendo todo esto por su culpa! —dijo la chica entre lágrimas.

No podía ver el rostro del chico ya que estaba de espaldas, solo veía su cabello negro y su postura algo encorvada.

—Él no tiene nada que ver —dijo el chico, y reconoció su voz—. Simplemente no podemos seguir así, no quiero hacerte da..

Antes de que pudiera terminar la frase, la mano de ella impactó contra su mejilla.

—Después no vengas a mi cuando él te vuelva a lastimar, esta vez no seré la estúpida que te consuela —se dió la vuelta, alejándose de él.

Este solo rozaba su mejilla y suspiraba. Al darse la vuelta se sorprendió al ver a Yoongi parado ahí, con las manos en los bolsillos y una ceja arqueada.

—Lo sabía —dijo, haciendo que este tragara en seco—. Era demasiada protección para una amistad, ¿no crees, Bogum?

Él desvío la mirada; siempre trató de ocultar sus sentimientos ya que sabía que no le corresponderían. Pero ya alguien lo sabía; su secreto había salido a la luz por una ruptura.

—No te asustes —volvió a hablar—. Puedo ser curioso pero no chismoso, aunque creo que deberías hablar con él.

—¿Y lanzarme al rechazo? —esa era una pregunta retórica, de la cual tenía respuesta, una que él creía correcta—. No pienso hacerlo.

—Del miedo no se vive, Bogum, la esperanza es lo último que se pierde. Y no creo que él te rechace; solo inténtalo y verás —dijo Yoongi con una confianza que contrastaba con la inquietud que él sentía. Después de pronunciar esas palabras, se dio media vuelta y se alejó, dejándolo solo con sus pensamientos tumultuosos.

Mentiría si dijera que no había pensado en confesarse miles de veces, pero el miedo lo paralizaba. Su corazón ya estaba ocupado, y la noción de que no tendría oportunidad era un peso que le oprimía el pecho. Lo tenía demasiado claro: el amor a menudo era un juego cruel, y él no estaba destinado a ser el elegido.

—¿Qué fue lo que te dijo para dejarte así de triste, eh? —una voz resonó en el pasillo, y un escalofrío recorrió su cuerpo. Al alzar la vista, se encontró con Tae, quien se acercaba con una pequeña sonrisa que, en circunstancias normales, lo habría alegrado, pero en ese instante solo intensificó su nerviosismo.

—No fue nada —intentó sonreír, aunque la tristeza se asomaba en sus ojos.

Taehyung, al acercarse lo suficiente, notó la marca roja de los dedos en su rostro. La preocupación invadió su expresión.

—Creo que mejor debería preguntar, ¿quién fue la estúpida persona que se atrevió a golpearte?

—Eso no me preocupa; creo que me lo merecía —respondió, su voz casi un susurro. La resignación apoderándose de él.

—Oh, hiciste enojar a tu novia, ¿cierto? —dedujo Tae, intentando romper el hielo, pero la respuesta lo dejó boquiabierto.

—Mejor dicho, rompimos —la sorpresa en el rostro de Tae fue palpable.

—Me pregunto qué hiciste para que te dejara —dijo como si bromease, pero su tono era más serio de lo que aparentaba.

—… Me gusta alguien más —las palabras salieron de su boca como un susurro resignado, y el impacto se reflejó en los ojos de Taehyung—. No quería que siguiéramos en una relación en la que ninguno de los dos es feliz, así que le dije que termináramos.

—Ah… y… ¿se puede saber quién te gusta? —su voz se volvió más suave, casi temerosa de la respuesta.

—Alguien que no me verá más allá de un amigo —la tristeza impregnaba su tono y su rostro, y Tae lo percibió de inmediato.

Sin pensarlo dos veces, Tae se acercó y lo abrazó, y él respondió al abrazo tras unos segundos de sorpresa, enterrando su rostro en el cuello de su amigo, aspirando su aroma que lo reconfortaba. Era el único lugar donde quisiera estar, entre sus brazos, rodeado del aroma de su piel.

—No creo que él piense así —dijo Tae sin alejarse mucho, mirándolo con una sonrisa que era a la vez alentadora y esperanzadora—. Solo dale un poco más de tiempo.

Desconcertado, se sintió perdido entre sus emociones y pensamientos. ¿Acaso malinterpretaba las palabras de Tae? ¿Era posible que su amigo viera algo en él que él mismo no podía? Sin una respuesta clara, simplemente asintió.

—Entonces esperaré hasta que pueda llegar a quererme de la misma manera —Tae sonrió, pero sus ojos reflejaban una profundidad que lo desconcertaba aún más. Luego, acercándose a su oído, susurró con dulzura: “Sé que eres el indicado para mí, no te haré esperar mucho, lo prometo”.

Su corazón se aceleró, y el roce de los labios de Tae en su mejilla encendió una chispa de emoción en su interior, y sintió que los latidos de su corazón podrían escucharse a kilómetros de distancia. Era como si el tiempo se detuviera, y por un instante, el mundo exterior desapareciera.

—¿Quieres ir al cine esta tarde? —preguntó Tae, su mirada llena de una mezcla de expectativa y nerviosismo.

Luego de unos segundos de asimilación, asintió.

—¿Te parece si vamos juntos después de la escuela? —sugirió, su voz temblando ligeramente por la emoción.

—Claro, de paso comemos en el restaurante cerca de aquí —Tae sonrió, y ambos comenzaron a encaminarse a su siguiente clase, sus corazones latiendo al unísono.

Cuando la campana sonó, indicando el final de las clases, el bullicio de los estudiantes llenó el aire. Yoongi se dirigía a la salida cuando, de repente, Jungkook apareció frente a él, sosteniendo unas llaves entre dos dedos.

—Necesito un favor tuyo, hyung —dijo, con una seriedad que lo intrigó.

—¿De qué se trata? —preguntó, era inusual que Kook le pidiera algo, pero si podía ayudarlo, no se negaría.

—Bueno, Hobi me pidió que limpiara su casa hoy, pero no puedo llegarme allí, ya que tengo que empacar unas cosas para ir a ver a mis padres este fin de semana —explicó, un tanto apresurado pero él entendió—. Por eso me preguntaba si, ¿podrías ir en mi lugar?

Le sonrió a modo de convencimiento, Min se lo pensó por un momento.

—Está bien, de todos modos es la casa de Hoseok —tomó las llaves de su mano—. Disfruta el fin de semana —se despidió y comenzó a alejarse.

—¡Gracias, hyung! —le gritó a lo lejos.

La idea no le molestaba; de hecho, había pasado demasiado tiempo desde la última vez que visitó su casa. La ausencia de Seok la había dejado con un vacío palpable, una sensación que se intensificaba cada día que pasaba sin él. Por eso, había decidido que, al fin, debía ir. Con la llegada de su novio en unos días, quería asegurarse de que todo estuviera en orden, así que se dirigió a su apartamento con una mezcla de emoción y nerviosismo.

Al entrar, se encontró con un espacio recogido y limpio, el ambiente impregnado de la familiar fragancia de su colonia. Sin embargo, una pregunta persistente surgió en su mente: ¿qué se suponía que debía limpiar? No tenía respuesta, así que, sin darle más vueltas, se acercó a la habitación de su novio y entró. Dejó su mochila en la cama y, sintiendo gran añoranza por las noches que pasaba con su novio abrazado sobre ella, dejó su cuerpo caer también. La suavidad de las sábanas lo envolvió, y no pudo evitar cerrar los ojos, dejando que el cansancio la arrullara.

Pero su paz se vio interrumpida por el repentino sonido del timbre, un sonido que resonó en su mente como un eco lejano. Despertó con el cabello revuelto y los párpados pesados, sintiendo una pereza que le costó sacudirse. Al acercarse a la puerta principal, su corazón comenzó a latir con fuerza. Al abrirla, al principio vió una figura borrosa y familiar, pero al frotarse los ojos, la imagen se fue aclarando, revelando a Hoseok con una amplia sonrisa y una maleta a su lado.

—Ho… Hoseok —tartamudeó, asombrado y emocionado.

—Ya volví, cariño —dijo él, su sonrisa irradiando alegría.

Sin embargo, Yoongi se quedó paralizado en el umbral, sus ojos comenzando a cristalizarse bajo la emoción. Hoseok, percibiendo la intensidad del momento, preguntó con preocupación:

—¿Yoongi? ¿Estás llora...?

En un instante, un abrazo llegó como una explosión de sentimientos. Se aferró a él con todas sus fuerzas, las lágrimas brotando de felicidad. Había anhelado ese momento durante tanto tiempo; tenerlo frente a él solo intensificó su emoción. Después de unos segundos, se separó, colocando las manos en las mejillas de Hoseok, como si quisiera asegurarse de que estaba realmente allí.

—De verdad volviste, amor —dijo, sonriendo a través de sus lágrimas. Hoseok secó sus ojos con la manga de su camisa y asintió.

—Lo hice, quería darte una sorpresa, por eso vine antes —explicó, mientras entraba al apartamento, su maleta en la mano—. Aunque me extrañó que de verdad vinieras a limpiar mi casa, eres muy perezoso.

—Claro que vendría —ambos se acomodaron en el sofá; Yoongi acariciaba su mano con ternura—. No la limpiaría por completo, pero algo haría.

Hobi soltó una pequeña carcajada, la tensión se desvanecía entre ellos.

—¿Qué voy a hacer contigo, eh?

—Quererme, es lo que puedes y te recomiendo hacer —él le respondió con una sonrisa traviesa.

—Creo que eso ya lo hago desde hace mucho tiempo —dijo, desviando la mirada hacia su maleta—. Te traje algo.

Se levantó y se acercó a su maleta, sacando entre la ropa y otras cosas personales una caja azul de tamaño regular. La tomó con delicadeza y se la entregó.

—¿Qué es esto? —preguntó, intrigado mientras observaba el envoltorio brillante.

—Es un pequeño regalo que hice antes de venir.

Min sonrió mientras abría la pequeña caja, revelando una hermosa pulsera con perlas verdes y blancas, acompañada de un delicado dije dorado en forma de una Y y una H, entrelazadas con elegancia. Cuando él la vio, no pudo evitar mostrarle la pulsera idéntica que adornaba su muñeca.

—¿De verdad lo hiciste?

—Sip, claro, los dijes los encargué, pero lo demás lo hice yo. ¿Te gusta?

—¡Claro que sí! —respondió, emocionado mientras se la colocaba—. Me encanta la combinación de nuestros colores favoritos.

—A mí también. Cuando vi estas perlas, pensé en ti, así que las compré. Me di cuenta de que es divertido hacer estas cosas...

Min no le permitió terminar la frase; se acercó y unió sus labios en un beso breve pero lleno de ternura.

—No sabes cuánto he extrañado esto —susurró, acariciando suavemente su mejilla.

—Yo también extrañé estar aquí, extrañé estar contigo, Yoon —contestó Hoseok, acercándose un poco más.

Sus labios se encontraron de nuevo, esta vez en un beso más apasionado y profundo que los llevó a perderse en el momento. Yoongi se reclinó en el sofá, acariciando la cintura de Hobi por debajo de su camisa, sintiendo cómo la electricidad recorría sus cuerpos mientras rompían el beso, quedándose ligeramente agitados.

—Si te pido que vayamos más lejos, ¿qué dirías? —preguntó Hobi, su voz siendo un susurro cargado de deseo.

Hoseok se enderezó, mientras Yoongi lo sostenía a horcajadas sobre su regazo, su mirada llena de complicidad.

—Diría que estoy completamente de acuerdo, mi amor —ambos sonrieron, sus ojos brillando con un entendimiento profundo.

Con un movimiento ágil, Yoongi se levantó, llevando a Hobi en sus brazos, ya que su delgada figura no pesaba mucho. Lo llevó hasta la habitación, dejando caer su cuerpo suavemente sobre la cama. Sin perder tiempo, volvió a besarlo, esta vez con mayor fervor, atrapando cada uno de sus labios en un ardiente encuentro que parecía durar una eternidad. Sus manos se deslizaron al interior de la camisa de Hobi, buscando un contacto más directo con su piel, provocando que un escalofrío de placer recorriera su cuerpo.

Min dejó que sus labios exploraran el cuello de Hoseok, besando y mordiendo cada centímetro de su piel, antes de dirigirse hacia su lóbulo, lo que provocó que él soltara pequeños gemidos de satisfacción. Se separaron un instante para quitarse las camisas, revelando sus torsos desnudos, llenos de deseo. Sin dudar, Hobi se acercó para dejar húmedos besos desde el abdomen hasta el pecho de Yoongi, mientras sus manos seguían acariciando su espalda.

Min volvió a acostar a Hoseok, acariciando su rostro en tanto volvía  a atrapar sus labios. Su mano libre comenzando a deslizarse con lentitud hasta su entrepierna, rozándola, provocando que el castaño ahogara pequeños gemidos en el beso.

—Min... —jadeó cuando logró despegarse de sus labios.

—¿Si, amor? —susurró, con una media sonrisa al ver su adorable expresión, sin detener el movimiento de su mano, la cual empezaba a colarse por dentro de su pantalón encontrándose con su creciente erección—. Puedo continuar, ¿cierto?

Su voz se oyó tan grave en los oídos de Hoseok, que no dudó en asentir, mientras la mano de su novio tocaba y masajeaba su erección con una suavidad y lentitud que estaba descontrolando sus sentidos; su cuerpo empezaba a reaccionar ante la estimulación. Yoongi, al tener su aprobación, se alejó por un momento bajo las quejas del chico que se encontraba acostado, y se deshizo de ambos pantalones, quedándose los dos en bóxers.

En sus cuerpos un calor incontrolable comenzaba a crecer, y los bultos en sus entrepiernas lo dejaban muy claro. Yoongi volvió a acercarse a Hoseok, creando una fricción electrizante entre ellos, otro beso fogoso y más caricias curiosas que aumentaban la excitación del momento.

Finalmente, las manos de Yoongi se encontraron directamente con la erección de su novio, cálida y palpitante, por lo que pudo admirar su expresión extasiada debido al contacto que ejercía sobre ella. El rubor en sus mejillas y las pequeñas lágrimas que adornaban sus ojos, le estaban dando una imagen que adoraría de por vida. Se acercó a su oído en un instante, sin detener su movimiento; ahora había sumado la suya para compartir el placer.

—Verte de esta manera se convertirá en mi obsesión, ¿sabes? —le susurró con dificultad, pero Hoseok no logró responder al momento; todos sus sentidos estaban en función del movimiento que hacían las manos de Yoongi.

—Sé... Sé que no es justo que me tortures así —pronunció entre jadeos, ensanchando la sonrisa en el rostro contrario.

Este besó su cuello con cierta desesperación, sintiendo las manos de su novio aferrarse a sus brazos con fuerza mientras cerraba los ojos. Yoongi decidió no esperar más y, en segundos, buscó en los cajones de la mesita de noche y logró encontrar un preservativo. Se lo colocó y, con lentitud, empezó a introducirse en él, escuchando sus suspiros de placer.

En la habitación, su ropa estaba esparcida por el suelo y los gemidos que escapaban de sus labios se intensificaban por segundos. Las embestidas de Yoongi eran lentas, cuidadosamente medidas para no lastimarlo, aunque a menudo se dejaba llevar, aumentando la profundidad y la velocidad de sus movimientos, lo que solo aumentaba el placer que compartían.

Sus cuerpos, bañados en sudor y acompañados por respiraciones entrecortadas, se entregaban al placer que los envolvía. Mientras Hobi movía sus caderas sobre Yoongi, se besaban con fervor, tratando de saciar su sed mutua, ahogando los gemidos en sus labios y acompañando la excitación que crecía entre ellos.

Siempre habían deseado experimentar esa conexión íntima, conocer cada rincón del cuerpo del otro sin reservas, entregándose por completo en alma y cuerpo, dejando en claro que se pertenecían el uno al otro.

—Te amo, Yoongi —dijo Hobi, abrazándolo con fuerza, sintiendo la calidez de su pecho.

—Yo te amo mucho más —respondió Yoongi, besándole suavemente la frente—. Siempre será así.

Hobi sonrió, acurrucándose en su pecho, sintiendo que en esos momentos se encontraban en el lugar perfecto, donde el amor y el deseo se entrelazaban en una danza eterna.

Nota: Debo decir que yo amo a Bogum, tanto en la vida real como en esto, y ojalá a ustedes también les guste. ☺️

Pero bueno... aquí acaba....

Na mentiris, queda un mini-capítulo más.

Espero hayan disfrutado de este y que haya podido llegar a sus expectativas cada escena.

Chaíto 💜

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