
Capítulo IV: Destino y deseos
Henry se quedó solo y empezó a pasear por el castillo, inmerso en sus pensamientos. En un día toda su vida estaba repentinamente cambiada, primero estaba comprometido prácticamente a la fuerza, y segundo su vida podría acabar como la de todos.
Desafortunadamente, Henry chocó contra William y Kalila, lo que provocó la caída del príncipe.
-¿Estás bien?- Le preguntó William mientras le tendía una mano a Henry, quien no dudo en tomar la mano de su amigo.
Cuando sus manos se tocaron ambos sintieron un ligero escalofrío que recorrió todo su cuerpo.
-Sí- Respondió Henry una vez que estuvo de pie.
De repente se sintió un incomodo silencio que fue roto por Kalila.
-Le contaba a William sobre nuestro... compromiso- Dijo un tanto nerviosa.
-¡Felicidades a los dos!- Exclamó William con toda la alegría que podía, pues a pesar de todo lo que sabe que sucederá, él puede con eso, pero, por una extraña razón que él no comprende siente tristeza y hasta algo de furia por el compromiso de sus dos mejores amigos.
-Gracias- Dijeron Henry y Kalila a la par.
-Entonces, ¿cuando la despedida de soltero?- Dijo William en tono burlón para intentar alegrar el ambiente. Su comentario hizo soltar a Kalila una pequeña risa y a Henry un suspiro.
-Amigo mío ya sabes que no puedo con los eventos sociales, me hacen sentir algo incómodo- Declaró Henry con algo de asco Además las despedidas de soltero me parecen algo...pueblerino- Ahí fue cuando William y Kalila se rieron a carcajadas.
-¡Oh vamos Henry!- Exclamó Kalila con alegría- ¿Dónde está ese Henry que le gustaba bailar y divertirse sin importarle que tan pueblerino fuera?
-Exacto Henry- Mencionó William- Tú no eras así.
-No se que me pasó, supongo que es la edad- Dijo Henry con aire sarcástico en un intento de seguir tono de la conversación.
-No eres tan viejo, además, tenemos la misma edad- Replicó Kalila- Parece que fue ayer que nosotros tres corríamos y jugábamos en estos pasillos- Esto último lo dijo con nostalgia.
La conversación se tornó más seria y algo melancólica.
-Pero crecimos y cambiamos- Dijo Henry- Yo cambié, ahora soy más reservado y más consiente y analítico. Kalila ahora es más trabajadora que cuando era pequeña y tú William pues...tú...no cambiaste eres despreocupado y te gusta vivir aventuras llenos de retos y te encanta divertirte.
-¡Pues claro!- Excalmó William- Debo de aprovechar el tiempo de mi juventud antes de tener que convertirme en el Mago De Tirayan.
Henry y Kalila al recordar su pasado, ver su presente e imaginarse su futuro, vieron que realmente jamas hicieron algo por gusto desde hace varios años. Por una vez al menos por una última vez ellos tomarían una decisión que los lleve a vivir una aventura como las que solían inventar cuando eran niños.
-Tienes razón William- Dijo Henry emocionado- Podemos vivir una aventura de verdad, podemos intentar salvar a la humanidad y seriamos recordados por ello.
-Me gusta tu idea Henry- Mencionó William.
-No estoy segura de esto- Dijo Kalila.
-¡Piensalo Kalila!- Exclamó Henry- Podrás sacar tu espíritu aventurero que tenias cuando eramos niños, al menos por última vez.
-De acuerdo- Dijo Kalila al fin, aunque no muy convencida.
Henry, William y Kalila llegaron a la armería, una habitación grande pero no tan majestuosa como las demás.
La armería constaba de paredes de piedra unidas por placas de hierro el suelo es simplemente de roca; había grandes mesas de madera con espadas, hachas, lanzas, arcos con flechas; en el fondo de la habitación se encontraban docenas de catapultas con ruedas y, a su lado rocas para usar como municiones.
La armería se encuentra en el piso más bajo del castillo, por debajo de la tierra. Tiene tiene dos accesos, el primero es por la herrería y otro es por un elevador con base de madera e impulsado por cadenas, solamente puede ser activado desde dentro de la armería y su único destino es el la zona suroeste del castillo, este elevador solo se usa para trasportar las catapultas, las municiones de estas y el ejercito.
Los tres chicos entraron por la herrería, al llegar estaban El Rey Magnus, El Mago Zeus y Robert, el líder de la Guardia Real.
Robert desciende de un gran linaje de guerreros que fueron lideres de la Guardia Real, él desde muy pequeño mostró interés en convertirse en lo que es ahora.
Es muy frío y distante pero leal y calculador.
Es alto, de piel pálida con partes llenas de quemaduras y cicatrices, su cuerpo es muy musculoso y robusto, tiene una fuerza y una agilidad casi sobrehumana, sus ojos oscuros penetran a cualquiera y su pelo oscuro es bastante largo, tanto que debe trensarlo.
Robert vestía como siempre su plateada armadura con un trozo perfectamente rectangular de tela color tinto con el escudo de Tirayan bordado con hilo dorado.
-Chicos- Dijo el rey- ¿qué necesitan?
-Queremos formar parte de la búsqueda padre- Respondió Henry.
-¿Los tres?- Mencionó Magnus mirando a Kalila.
-Si Su Majestad- Replicó Kalila con firmeza.
-Padre- Empezó Henry- Como legitimo rey debo estar ahí, estoy preparado para esto, William debe ir para poder seguir con su entrenamiento como Mago de Tirayan y Kalila demuestra tener las agallas de participar y siempre es bueno contar con más guerreros.
-Eso es cierto- Empezó a hablar Robert- Estoy convencido que un espíritu aventurero y guerrero siempre es útil, no importa de quién salga.
En lo profundo de su ser, Robert está enamorado de Kalila desde mucho tiempo, por el hecho de que no es como las demás chicas. Ella no se interesa en verse bien por cuenta propia sino en correr riesgos
El viejo mago empezó a reír.
-Es como cuando eran niños, con hambre de aventura y sed de acción. Creó que podrían ir, aunque esto podría ser arriesgado. No es una decisión que deben tomar a la ligera.
-Creó que podemos con eso abuelo- Dijo William.
-Está bien chicos- Mencionó el rey- Partiremos con el alba.
-Ahí estaremos- Dijo Henry con decisión
Los tres estaban emocionados de que vivirían una aventura de verdad como siempre habían querido desde hace muchos ayeres. No importaba si no encontraban nada, al menos disfrutaron su juventud antes de que el destino los lleve al futuro que temen: su ascenso...o su muerte.
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