Capítulo XIV: El Don
Veintiún años después...
El dolor fue tan fuerte que Kalila se tiró al suelo, apresuradamente se asomó a ver a su padre quien estaba a escasos metros de la muerte. Pero no había manera de salvarlo y eso lo sabían Harry y Kalila, quien miraba a su padre intensamente deseando que se salvara.
Una extraña sensación recorrió el cuerpo de Kalila, era como un escalofrío, pero más intenso, como electricidad, como fuego naciendo de su pecho, como si una fuerza extraña tuviera invadiéndola.
De repente, la inminente muerte de Harry se detuvo en seco quedando flotando en el aire. Era un milagro inesperado, ni siquiera Harry, Kalila o Ahdylle lo creían. "¿Cómo fue eso posible?" se preguntaron los tres. La respuesta era bastante clara, al menos para Ahdylle.
Kalila sintió un tremendo alivio y lo que sea que provocó la salvación de Harry, se fue, por que volvió a caer empicada estrellándose contra el suelo. Afortunadamente solo alcanzó a torcerse el tobillo derecho.
- ¡Padre! - Exclamó la chica. - Madre, tenemos que ir a ayudarlo.
- ¿Salvarlo?, yo no lo haré. Ve tú si quieres. - Replicó Ahdylle indiferente.
- ¿Cómo se supone que voy a bajar?
- Dile eso a tus amigos.
Tras decir eso, Ahdylle le dio la espalada a su hija y saltó lejos de la vista de su hija y cualquier persona que no hay asido convertida en piedra. Al parecer se fue al bosque y al parecer estaba un tanto molesta y muy dolida.
- ¡Kalila! - Llamó Robert desde los pies de la torre.
- ¡Robert, Henry, ¿podrían ayudarme?!
- ¡Claro! - Exclamaron ambos.
Henry uso La Varita Real para crear unas escaleras por las que Kalila pudiera bajar. Una vez, en tierra firme, Kalila fue a buscar a su padre. Harry intentaba levantarse pero por su problema con el tobillo no podía hacerlo completamente.
Con ayuda de Henry y Robert, Harry pudo permanecer parado en un pie. Como pudieron, lo fueron llevando adentro, ¿pueden culparlos? Harry pesa mucho después de todo.
- Debemos revisar que tan grave es la situación que tiene mi sueg... digo El Consejero.
- Hay que llevarlo a La Enfermería.
La Enfermería es una habitación cercana a la zona de habitaciones. En ella se atienden desde cortes pequeños y ligeros dolores de cabeza hasta amputaciones y heridas graves.
La Enfermería es una amplia habitación que se caracteriza por ser totalmente blanca y estar muy limpia por lo que tiene una aroma bastante agradable.
Cuando llegaron a La Enfermería, recostaron a Harry en una de las camas.
- Voy a revisarlo, ¿de acuerdo? - Indicó Robert.
- ¿Estás seguro que puedes atenderlo? - Cuestionó Kalila.
- Confía en mí.
Y en efecto, Robert pudo determinar la gravedad de la lesión con gran rapidez. La trató vendándole el tobillo derecho, cosa que dejó sorprendido a todos.
- ¿Estará bien? - Inquirió Kalila.
- Sí, Kalila. Solo debe descansar.
Los tres jóvenes dejaron descansar a Harry, mientras ellos charlaban sobre lo sucedido afuera de La Enfermería.
- Muchas gracias, Robert. - Agradeció Kalila. - No sabía que eras tan buen enfermero.
- Parte de mi entrenamiento consistía en aprender a curar heridas graves o leves. - Aclaró Robert modestamente.
- Pero. - Empezó a decir. - Kalila, ¿qué fue exactamente lo que sucedió allá arriba?
- Verás, Henry. Mi madre nos llevó allá para vengarse de mi padre, lo quería matar por lo que hizo y lo dejo caer.
Yo vi como caía, mientras deseaba tanto que se salvara, luego sentí algo muy extraño dentro de mí y.... dejó de caer. Sé que suena irreal, pero es lo que pasó.
- No para mí. Kalila creo que tienes El Don. - Aseguró Henry.
- ¿El Don?
- El Don de la Magia. Puedes hacer magia, y usaste esa magia para evitar que tu padre muriera.
- ¿Significa que puedo hacer magia?
- Todos pueden hacer magia, pero no hay entrenamiento para ello para nadie más que las familias reales y los magos de la corte. - Dijo Henry. - Y a aquellos que la necesitan con desesperación.
- Sigo sin poder creerlo. - Replicó Kalila. - Mi magia salvó a mi padre. Aunque ahora eso no es lo más importante, después de que mi madre intentara matar a mi padre, ella solo escapó.
- ¿Dónde? - Interrogó Robert.
- No lo sé, supongo que al bosque.
- Entonces, vamos. - Sugirió Robert.
- Esperen. No podemos dejar a Harry solo. La Señora Deciva podría volver y terminar lo que empezó, no podemos arriesgarnos a que los dañe. - Explicaba Henry. - Ella es muy peligrosa, sin ofender Kalila, y solo puede ser combatida con magia y soy el único que tiene magia entrenada y no puedo buscarla y cuidar al Señir Deciva al mismo tiempo.
- Tiene razón, Su Alteza. Nos quedaremos aquí, esperando a que venga.
Y así lo hicieron, se quedaron en La Enfermería esperando a que Ahdylle regresara. Y así el sol finalmente se ocultó trayendo con su partida la noche estrellada y un luna de cuarto menguante. Era casi medianoche y la bruja seguía sin aparecer.
Kalila pensaba que era inútil estar ahí esperando a que su madre aparezca, lo mejor era encontrarla para terminar con todo de una vez. Sabiendo que no la dejarían ir, Kalila tendría que idear nuevamente un plan de escape, tal y como hizo en su boda.
- Si me disculpan, tengo que ir al baño, ya regreso. - Excusó falsamente la chica.
- ¿Quieres que te acompañe? - Propuso Robert, como todo un caballero.
- No. Henry te necesita más aquí, que yo a ti allá.
- Ten cuidado, amor mío.
- Lo tendré.
Le dolía mucho a Kalila tener que mentirle a su novio, pero era necesario, una cuestión de vida o muerte.
Era hora de enfrentar a su madre y resolver todo, salvar a todas las víctimas de la maldición y ella lo haría, costara lo que costara.
"Es mi madre, ella no me haría daño... o eso espero", era lo que pensaba la inocente Kalila.
En alguna parte del gran bosque Ahdylle estaba esperando el momento justo para atacar. Pero, ¿Kalila será suficiente para detener la locura de una mujer tan peligrosa e inestable como Ahdylle?
Bajo la luz de la luna y el brillo de las estrellas, Ahdylle estaba recostada sobre el puente de raíces para llegar a Naterda cantando la canción de cuna:
Cierra los ojos, mi pequeña, ya es hora de dormir.
Deja que el sueño te abrace y te transporte a otro mundo.
Un mundo donde todo es posible, donde lo imposible es posible.
Que mi canto arrulle a este linda niña que no quiere dormir.
- ¿Recuerdas que te cantaba esa canción, Kalila?
- No realmente. - Respondió ella seria, quien sostenía una lampara de mano para alumbrar su camino en la oscuridad del bosque.
- No me sorprende. - Reconoció Ahdylle. - Por cierto, muchas felicidades que hayas alcanzado El Don de la Magia, aún recuerdo cuando yo descubrí mi don. Aunque, me decepciona el hecho de que hayas usado tu don para salvar a la persona que nos separó ¡por veintiún largos y malditos años!
Mientras tanto en el castillo, Harry dormía mientras era resguardado por Henry y Robert.
- Su Alteza.
- Sí, yo tampoco creo que Kalila haya ido al baño.
Las palabras no hacían falta para comprender la situación.
- Protegala a toda costa. - Pidió Robert preocupado.
- Y tú protege a su padre. - Complementó el príncipe antes de salir corriendo hacía el bosque.
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