"¿Qué estaba pasando?, ¿quién hizo esto?, ¿dónde no pasó?, ¿qué hago?" esas fueron una de las muchas dudas que tuvo Hanry al ver que Naterda también estaba hechizado. El mundo se le cerró, estaba desesperado ya no sabía qué hacer. Triste regresó a su castillo para asegurarse que todo estaba bien, cosa que no era así pues Ahdylle había regresado.

- ¿Mi madre? - Kalila estaba que no se creía la noticia.

- Lo sé, las fotos no me hacen justicia. - Presumió Ahdylle. - Hay tanto que contarnos, no nos hemos visto en...¿cuánto tiempo estuve fuera, cielo?

- Veintiún años. - Replicó Harry algo avergonzado.

- Veintiún años, debemos ponernos al corriente, ¿no les parece? pero primero lo primero. 

Ahdylle usó magia para transformar su camisón en un hermoso vestido de gala verde esmeralda hecho de lino. con ligeros bordados dorados.

- Listo.

Ahdylle se sentó y esperó a que Harry y Kalila hicieran lo mismo.

- Cariño. - Llamó Harry.

- Te escucho.

- ¿Fuiste tú quien convirtió a todos en estatuas de piedra?

- Por supuesto que sí. 

- ¿Y no piensas regresarlos a todos a su estado original? - Inquirió de nuevo Harry.

- Claro que sí, solo que no ahora, no quiero que nos interrumpan en este rencuentro familiar. Ahora, ¿quién primero? - Preguntó Ahdylle. - ¿Qué tal tú Harry? veo que me tienes mucho que contar porque por lo que veo el tiempo no tuvo piedad de ti, estás tan viejo y más gordo de lo que recordaba. 

Ahdylle comenzó a reírse a carcajadas de su propio comentario.

- Tienes que admitir que es cierto, Harry. 

- Sí, es verdad. - Harry algo incomodo le seguía la corriente. - Verás querida, cuando te exiliaron, tuve que cuidar a nuestra pequeña solo, seguí trabajando como Consejero Real y aquí sigo.

- Interesante. Ahora tú Kalila.

- Bueno, por el trabajo de padre, paso mucho tiempo en el castillo, aquí conocí a mi dos mejores amigos: Henry y William.

- Oh sí, el príncipe y el hijo de Jennifer. Extraño a mis chicas, ¿cómo están ellas?

- Cariño. - Respondió Harry. - Jennifer murió en altamar hace diecisiete años y Penélope murió de un ataque al corazón. 

- ¿Jennifer murió? de Penélope me lo esperaba un poco, ella siempre fue muy delicada de salud, pero aún no puedo creer que hayan muerto las dos. - Ahdylle comenzó a llorar. - Ellas eran mis amigas y no pude despedirme de ellas, ¡¿por qué?!

Padre e hija se miraron sintiendo que la conversación se había tornado un tanto incomoda. Entonces, Harry ideó algo para calmarla:

- Aún puedes hacerlo, podemos visitar sus tumbas.

- Es una gran idea... ¿podemos ir ahora?

- Por supuesto que sí.

Los tres se levantaron y empezaron a caminar hacia el cementerio, mientras que Kalila y Harry trataban de consolar a la afligida Ahdylle quien lloraba desconsoladamente. 

El cementerio de Tirayan se encuentra no muy lejos del Centro de Ceremonias, ese cementerio es el uno de los dos que tiene el reino (el segundo se encuentra en la zona costera), el cementerio al que los Deciva se dirigían era enorme, abarcaba cientos y cientos de hectáreas bien cuidadas. Cada tumba es bien preservada como si fuera recién puesta, ninguna tumba la verás sin flores o con alguna ofrenda, tampoco hay tumbas sin nombre y casi no hay tumbas sin cuerpo como la de Jennifer Karoline Wizgrave Poe.

Su cuerpo se perdió en el mar junto con el cuerpo de su esposo y de los demás tripulantes que perecieron en ese barco, así que sus tumbas son una de las únicas que no tienen cuerpo. La tumba de Jennifer y Walter se encontraba en el mausoleo de la dinastía Wizgrave.

- Jennifer yace por aquí. Sígueme. - Guio Harry.

Ahdylle le tenía un cariño muy especial tanto a Jennifer como a Penélope, eran un grupo de amigas inseparables, pero la vida tenía planes diferentes para su amistad. Ver la tumba de Jennifer provocó que Ahdylle empezara a soltar más lágrimas.

- Jennifer... ¿por qué te fuiste?

Mientras tanto Henry llegó al castillo muy triste, pues no veía muchas esperanzas de romper el hechizo, si el hechizo pudo afectar a Naterda quién sabe que otros reinos pudo afectar. Al entrar al castillo escuchó sonidos extraños.

Los sonidos provenían de una parte del jardín que ya no parecía jardín ahora parecía una espesa jungla de lo enorme que ahora eran las plantas, las flores y los arbustos, pero eso no era lo más extraño de todo, lo que si preocupaba era que todo tenía vida propia. Henry intentó parar eso con un hechizo, pero las plantas lo detuvieron tomándolo de los tobillos y atrayéndolo dentro de esa jungla hechizada.

Cuando Ahdylle derramó todas sus lagrimas por Jennifer, era tiempo de dejar su tumba y visitar la de la difunta Reina Penélope. sus restos hechos cenizas descansan en el mausoleo de la dinastía Soyale el cual está construido por bloques de oro puro.

- Nunca creí que tendría que despedirme de mis amigas. - Mencionó Ahdylle. 

- ¿Eran muy unidas? - Preguntó Kalila.

- Sí, Kalila, éramos muy unidas, mientras que nuestros esposo estaban trabajando nosotras nos encargábamos de cuidarlos a ustedes cuando eran pequeños y hablamos todo el día con un café bien caliente y unos bollos dulces. Como extraño esos días, tal vez si no hubiera sido exiliada, hubiera tenido más momentos como aquellos y me podría haber despedido de ellas.

- Madre, ¿por qué te exiliaron?

Antes de que Ahdylle pudiera responder y contarle la verdad a Kalila, Harry actuó antes de que eso pasara:

- La tumba de la difunta Reina Penélope está por aquí, vamos.

Harry no sabía cuanto podría aguantar reprimiendo la verdad de todo lo que pasó. Por un lado, no quería mentirle a las personas que más amaba, pero por otro lado, si les decía a verdad las lastimaría mucho y corría el peligro de perderlas, además, por el mal estado que Ahdylle presentaba y con sus poderes maléficos, ella podría desatar su rabia contra todo y todos.