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Capítulo XIV: Hermanos hasta la Muerte

Pasaron las horas y, después de un descanso que pareciera casi momentáneo, llegó la hora de despertarse, levantarse y prepararse para luchar.

Henry despertó algo nervioso, pero aún así, él estaba feliz porque ya desde hacía ya un buen tiempo no tenía ni una sola pesadilla en la que aparecía Edward.

Magnus despertó decidido a luchar por el reino humano.

Zeus despertó con algo de pesadez, muy comprensible considerando que él ya es viejo.

Robert despertó sin problema alguno preparado para dirigir a Los Protecciors.

Polum despertó a lado de su esposa, Lidia. Despertó tan frustrado y asustado, considerando que se enfrentará y verá a su hermano después de años sin verlo.

- Polum, tranquilizate. Así no podrás sobrevivir. - Dijo Lidia.

- Es que Vralan es mi hermano y, después de todo lo que ha pasado entre nosotros, no sé si sea capaz de vencerlo o siquiera de luchar contra él. - Polum estaba muy alterado.

- Por el momento debes prepararte y, ya al momento que empiece toda esta lucha, estoy segura que encontrarás una respuesta a tus problemas. - Aseguró Lidia tranquilizando así un poco a su esposo.

En las afueras de Akelsta, donde nadie se atreve a vivir por el extremo frío, Vralan y su ejercito surcaban las múltiples colinas de nieve. Aún a pesar del hambre, del cansancio y el frío marchaban con rapidez, sus pasos eran cada vez más furiosos y llenos de ansias de venganza.

En el castillo del rey Marion, todos estaban listos para partir hacia el punto de batalla. En la cabeza se encontraba: Magnus con La Varita Real en su poder, Zeus, Robert con La Espada Armora, Marion con su varita real, El Mago Real de Akelsta, El Líder de La Guardia Real de Akelsta con su espada Armora y Polum, cada quien jinete de un fuerte y sano unicornio alado (excepto Polum). En segunda posición se encontraba: Henry y el heredero al trono de Akelsta. En las suete posiciones restantes se encontraban: Los Protecciors tanto de Tirayan como de Akelsta (los cuales eran transparentes) y algunas criaturas. Pero, habían posiciones aéreas, La Reina Lidia y La Capitana Variel como cabeza, seguidas por decenas de hadas y sirenas del este.

- ¡Andando! - Anunció Polum.

Todos hicieron caso a la indicación y empezaron a andar, otros a volar y otros a cabalgar. Ellos llegaron primero al punto de lucha y, esperaron aguantando el frío y la tormenta de nieve que se formó debajo de ellos esa misma "mañana" como verdaderos guerreros. No tardaron mucho en poder oír una marcha que se acercaba cada vez más.

- Vralan ya viene. - Anunció Polum. - ¡Preparense!

En cuestión de minutos, Polum y el resto de sus aliados, pudieron apreciar a Vralan y su ejercito, el cual, era bastante similar al suyo, con la excepción de que no había Protecciores, ni unicornios alados, ni humanos.

El ejercito de Polum se acercó al de Vralan haciendo un choque de ejércitos.
El ejercito aéreo de ambos bandos se abalanzaron con el otro, el sonido de las espadas chocando era lo único que se podía escuchar en kilómetros.

Henry, hábilmente esquivaba los ataques y contraatacaba sin miedo.

Magnus lanzaba hechizos que aturdía y desorientaba a quien se le ponía adelante y alguna que otra criatura se encargaba del resto del trabajo.

Zeus utilizó sus conocimientos de mago y hacía volar a sus contrincantes haciéndolos chocar entre sí o los hacía estrellarse contra el suelo.

Robert lideró a Los Protecciors como un verdadero líder, haciéndolos aplastar sin piedad a las criaturas que los atacaban. Otros en cambio, golpeaban a sus oponentes hasta partirles el cráneo en dos o enterrarlos en la nieve. Robert, así como Henry, pudo defenderse y pelear con La Espada Armora sin problema.

Pero no todo eran ventajas, algunas hadas y sirenas del este fueron vilmente destripadas por las feroces garras de las sirenas del este del ejercito de Vralan. Otras simplemente asesinadas por hechizos mortales de las hadas del bando oscuro.

Lidia al ver aquella masacre, a sus hermanas hadas y a algunas sirenas del este cayendo sin vida, fue cuando decidió que era tiempo de usar un hechizo devastador. Un hechizo devastador es aquel que invoca una terrible destrucción, existen de diversos tipos, pero todos tienen el mismo resultado. Lidia cerró los ojos y aclaró su mente.

- Tormentuz destroxus me vilemigoz. - Pensó Lidia.

Entonces, el oscuro cielo de Akelsta se cubrió por una gigantesca nube que solo provocó más oscuridad hasta que los truenos anunciaron que las cosas cambiarían. Un rayo violeta se estrelló violentamente hacia un hada malvada desintegrándola al instante. Más rayos cayeron sobre hadas malvadas y sirenas del este que seguían la causa de Vralan. Muchas hadas y sirenas intentaron inútilmente esquivar los rayos terminado desintegradas.

Cuando la última enemiga alada fue desintegrada por los rayos devastadores, la gran nueve se disipó. Lidia descendió con velocidad hacía dos criaturas malas que se acercaban peligrosamente a una moribunda criatura, con sus alas usandolas como afiladas cuchillas, Lidia atravesó los cuerpos de esos dos seguidores de Vralan haciendo que sus alas se mancharan de sangre, haciéndolas pasar de ser transparentes a escarlatas. Las demás hadas imitaron a su reina y las sirenas del este que seguían a Polum se abalanzaron sobre los seguidores de Vralan.

Algunas criaturas tenían granadas, las cuales, provocaron la muerte de criaturas buenas como Warron y la del mago real de Akelsta.

Los dos hermanos gemelos seguían luchando con las espadas rodeados de cadáveres de seguidores suyos con las patas manchadas de sangre.

- Rindete, hermano. - Ordenó Vralan. - Y juro que le tendré piedad a tus súbditos.

- Jamás, Vralan. Debemos establecer la paz con los humanos.

- ¡Nunca! - Vralan empezó a atacar con más fuerza y frecuencia. - No ves que esto lo hago por Naterda, por la libertad de las criaturas en este mundo que debe ser nuestro.

- ¡Estás loco! - Reclamó Polum. - No, tú lo estás, no eres un verdadero rey. Un verdadero rey se preocuparía por su reino y lo que haces es hacerlos morir.

- ¡Tú nos traicionaste primero! - Exclamó Polum.

- No es verdad. Ahora dime, hermano, ¿por qué luchas junto los humanos?

- Porque quiero la paz entre ambos reinos.

A Polum le era más difícil defenderse, ya no tenía modo de atacar, salir invicto de esa lucha era imposible, la única manera era centrarse más a la lucha, lo cual fue un error. Al meterse de lleno en la lucha contra su hermano no vio lo que sucedió a continuación.

El ejercito de Vralan lanzó lluvias hacia el cielo haciendo que estas cayeran donde se concentraba la acción y una de esas flechas iba directo a Polum y nadie se había dado cuenta, todos estaban buscando una manera de protegerse, algunos solo se tumbaron en el suelo, otros se refugiaron en escudos mágicos hechos por las hadas, Magnus, Zeus y Marion. Pero Polum no, era su fin, ¿o no?

Pues no, porque una de las sirenas del este se percató que su rey estaba en peligro y en vez de protegerse de la flecha, voló y se interpuso entre Polum y la flecha, asesinándola al instante.

- ¡Noooo! - Exclamó Variel con rabia.

Ella y las demás sirenas del este volaron hasta los causantes de esa lluvia de flechas y encajaron sus afiladas garras a sus cabezas.

Robert y El Líder de la Guardia Real invocaron más Protecciors pero esta vez, eran arqueros. Se les ordenó que contestaran el ataque de flechas y ellos obedecieron. Muchos seguidores de Vralan no pudieron esquivar las flechas pero otros solo quedaron malheridos.

El ejercito de Vralan estaba en deventaja, hubiera sido todo lo contrario de no ser por la magia. La cual le vendría muy bien a Polum quien estaba seguro que saldría de ahí vivo. Entonces, Henry salió corriendo hacía un Proteccior arquero y le arrebató su arco y una flecha y apuntó hacía donde se encontraba Polum y Vralan, lo cual por la nieve que corría enfrente de él, era bastante díficil, su campo de visión no era muy confiable en ese momento.

Henry expulsó aire por la boca lentamente mientras soltaba la flecha. La flecha dio a parar en el brazo de Vralan con el que usaba la espada.

Vralan gritó de dolor y dejó de atacar, en ese momento justo, Polum supo que era el momento de atacar. Polum con su espada le cortó la mano con la que su hermano manejaba la espada y lo empujó hacía el suelo. Una vez en el suelo, Polum piso la boca del estomago de Vralan.

Polum se vio la flecha clavada en el brazo de su hermano y busco con la mirada de donde provenía. A lo lejos vio a Henry con un arco en la mano y, con dificultad pudo notar que este le asentía con la cabeza, haciéndo que Polum recordara la conversación que él tuvo con el príncipe de Tirayan momentos antes de partir hacía el punto de lucha.

- Polum. - Dijo Henry. - ¿Estás bien? Te noto algo raro.

- Bueno, Henry. No que hacer con respecto a Vralan, es mi hermano y siempre lo será, no puedo hacerle daño aún cuando que él ocasionará una horrible tragedia. - Polum estaba afligido.

- Bueno, Polum. Una vez un hombre muy sabio me dijo que si tu reino estaba en peligro por alguien que no tiene remedio y no descansará hasta cumplir con su cometido, lo mejor es matarlo, ya que, al fin y al cabo, es por tu reino, por un bien mayor. Por más difícil que sea, aunque sea tu hermano, él cometerá más asesinatos a no ser que alguien lo detenga y no creo que eso sea hablando o encerrándolo, ¿entiendes, Polum?

- Sí, Henry. Supongo que tienes razon.

Polum regresó al momento decisivo que marcaría el inicio de la paz o el inicio de una guerra. Contempló los oscuros ojos de su hermano, levantó su espada y dijo:

- Por un bien mayor.

La espada de Polum fue enterrada con una fuerza impresionantemente bestial en el pecho de Vralan.

- ¿Cómo puedes llamarte rey? Juntos hubiéramos traído una nueva y mejor era para Naterda.

- Existen otras maneras.

- Veras que algún día, ellos te traicionaran y, cuando eso pase, veras que tenía razón, hermano.

Vralan cerró los ojos y volteó su cabeza hacía la derecha, siendo estos sus dos últimos movimientos.

- Ya no somos hermanos, la muerte nos separo.

Al ver esto, los seguidores de su difunto líder, tiraron sus armas y alzaron sus brazos en forma de rendición. Polum y los humanos habían ganado.

De ese modo, los seguidores del difunto Vralan que sobrevivieron fueron escoltados hasta las celdas del castillo del rey Marion. En el trayecto, los naterdanos y los humanos cargaron a sus muertos. Del lado de Polum y contando la muerte del mago de Akelsta, fueron quince muertos.

Al llegar al castillo, los cadáveres fueron puestos en ataúdes de madera a la orilla de un río en un gran pedazo de madera. Cuando cada ataúd fue quemado por Polum, Lidia, Variel y los familiares del difunto, empujaron el trozo de madera para que las corrientes del río se lo llevaran.

Se velaron los difuntos en una cena silenciosa, nadie se atrevía a decir algo. Henry decidió romper ese silencio.

- Comprendo la tristeza que todos sienten por sus difuntos, quienes lucharon por la supervivencia de la raza humana y la paz entre el reino humano y el reino de Naterda, pero no hay que estar tristes, por que hoy empieza una nueva era de paz. - Henry tomó su copa. - Brindemos por la paz.

- Por la paz. - Dijeron todos.

Al día siguiente, los tirayanos y los naterdanos se preparaban para partir de regreso a Tirayan. Marion agradeció la ayuda de todos y se despidieron.

- ¡Espere, rey Marion! - Exclamó Polum.

- ¿Qué sucede, rey Polum? - Interrogó Marion.

- Si no es mucha molestia, Majestad. ¿Podría surtir a mi reino de esas deliciosas algas?

Todos los que escucharon aquello, se echaron a reír.

- Claro.

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