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Capítulo V: El Dulce Amor de Henry

Cuando el último tirayano abandonó el castillo, el castillo se sumergió en un silencio absoluto y en una ambiente pesado.

Henry y Kalila esperaban una platica de con sus padres, y estaban dispuestos a ello, al fin y al cabo ellos ya no estaban comprometidos.
No tardaron mucho en ser llamados al Salón Del Trono, ellos fueron esperando cualquier cosa.

- Padre, Consejero Real. - Dijo Henry con formalidad.

- Padre, Su Majestad. - Dijo Kalila con formalidad.

La tensión estaba bastante clara, era evidente que ahí las cosas no terminarían bien.

- Respecto a lo sucedido en el banquete. - Comenzó a decir el rey. - Debemos recalcar que fue un tanto inapropiado e inesperado.

- ¿El qué exactamente? ¿El hecho de que cancelaramos nuestro compromiso, o el hecho de que lo hayamos dicho en publico? - Preguntó Henry lo más amable posible.

- En realidad, hijo, es el hecho de que hayan roto su compromiso si nos habían dicho hace un poco más de un mes de que aceptaban esa propuesta. - Magnus estaba confundido.

- Kalila, escapaste porque querías evitar la boda, entonces, ¿desde cuando les desagrado esa idea? - Harry intentaba estar lo más relajado posible.

- Para ser honesta, desde siempre, desde el primer momento. - Finalmente Kalila se abría a decir lo que sentía.

- Entonces, ¿por qué accedieron a casarse si nunca les gustó la idea? - Harry estaba más confundido aún.

- Para darles gusto a los dos. - Respondió Henry con calma. - Para no decepcionarlos.

- Toda nuestra vida, hemos sido tratados bastante bien, pero con ordenes, preparándonos a ser alguien que jamás elegimos. - Kalila estaba a punto de romper en llanto.

- La propuesta de unirnos en matrimonio, más que una sugerencia, la tomamos como otra orden, pero al final no pudimos aceptarla. - Henry se sentía vulnerable.

Todo se quedó en silencio, nadie se atrevía a decir nada. Pasados unos cuantos minutos, Magnus decidió romper el silencio.

- Henry, tú eres el príncipe y único heredero al trono de Tirayan. Según lo que me han dicho, ¿jamás has querido ser un príncipe y siempre viste como algo malo ser el rey? - Magnus no sabía como sentirse.

- Un poco, pero como has dicho, soy el único heredero al trono, así que, realmente no tengo opción, yo soy el que debe tomar el deber. - Henry desde hace mucho tiempo se había resignado y ya había aceptado a que su destino estaba marcado.

- En realidad, puedes renunciar al trono, entonces, yo y el Consejero Real deben escoger otro heredero. Dime, hijo, ¿renunciarás al trono? - Para ese punto a Magnus le daba igual la respuesta.

- Si hay alguien que debe seguir con el trono de Tirayan, soy yo padre, después de ti, soy el que está más preparado, el entrenamiento que yo he recibido duró años, dudo mucho que alguien pueda soportarlo en tan poco tiempo, así que no, padre, no renunciaré al trono de Tirayan.

- Bien dicho, hijo. - Magnus se sintió alviado.

- En cuanto a ti, Kalila, ¿deseas abandonar tu puesto como futura Consejera Real? - Harry tenía la poca esperanza de que dijera que sí.

- Así es. Desisto del cargo de Consejera Real. Ahora si me disculpan, me retiro, Su Majestad, Su Alteza, padre. - Tras haber dicho esas palabras, Kalila se fue.

- Yo también me retiro, con permiso. - Henry se apresuró para alcanzar a Kalila. - ¡Kalila!

- ¿Sí, Henry?

- Quería felicitarte, por fin eres libre, decidiste ser tú misma y no quien quieren que seas, no sabes lo feliz que estoy por ti. - Henry estaba emocionado.

- Gracias, Henry. Tú tampoco estuviste nada mal, ahora debes arreglar las cosas con William, ahora que ya no nos vamos a casar, eres libre y, quien sabe tal vez te cases con él algún día.

- La idea no me desagrada. Bueno te veo luego, adiós. - Henry estuvo a punto de irse cuando Kalila lo detuvo.

- ¡Henry! Casi olvido decirte algo importante.

- Te escucho.

- Si llegas a reconciliarte con William, los espero en el bosque a medianoche, si no logras arreglar las cosas con él, entonces ve solo, es muy importante que vayas y por lo que más quieras, no se lo digas a nadie más y asegurate de venir solo, que no te sigan. ¿De acuerdo?

Eso suena sospechoso, pero por alguna razón Henry accedió.

- De acuerdo. Te veo ahí.

Entonces, cada quien tomó su camino. Por un lado, Kalilia fue a su casa a alistarse para regresar al bosque. Por otro lado, Henry se fue a buscar a su querido amigo, William.

Henry llegó a casa de William y tocó el timbre, lo recibió El Mago Zeus.

- Henry, me alegra verlo, ¿a qué debemos tu visita?

- Hola, Zeus, ¿está William?

- Sí, está en su habitación, pasa por favor. - Zeus se hizo a un lado.

- Gracias.

Al entrar le costó unos segundos en tocar la puerta de la habitación de William.

- Pasa. - Dijo William a través de la puerta.

Henry entró y se sorprendió al ver la cama llena de maletas llenas de ropa y el gran ropero casi vacio.

- H...Henry. - William se le iba la voz.

- Hola, William. ¿Vas a algún lado? - La respuesta era más que obvia.

- Claro. - William empezó a sollozar entorpeciendo su habla. - Henry, hazme un favor, intenta evitarme y las veces que inevitablemente nos veamos, por favor, tratame mal.

En los ojos azules de William empezaron a nacer lágrimas y Henry no podía ver a William sufrir.

- ¿Por qué dices eso? - Preguntó confuso Henry cerrando la puerta y se acercó un poco a William.

- Así, mis últimos recuerdos de ti serán malos...y me será más fácil olvidarte.

Henry se acercó aún más y con un dedo retiró una lágrima de la mejilla de William.

- No puedo hacer eso. - William no lo podía mirar a los ojos. - No puedo tratar mal a la persona que amo.

William finalmente miró fijamente los ojos del príncipe y dijo:
- ¿Qué?

- Lo que escuchaste, te amo. Mi compromiso con Kalila se ha disuelto y ya es un hecho, todo Tirayan lo sabe.

- Pero...¿por qué? ¿por qué lo hiciste?

- Qué imbécil eres, ya lo te dije, porque te amo.

- ¿Eso es real?

Henry juntó sus labios con los de William en un apasionado beso, cuando sus labios se separarón, Henry dijo:

- Tan real como ese beso. - Sin resistirse a los labios de William, lo volvió a besar apasionadamente.

Ese beso en especial, se sintió más especial, más poderoso, más duradero.

- William. - Dijo Henry cuando sus labios se separaron para tomar aire, por lo que su respiración estaba entrecortada. - ¿Quieres ser mi novio?

Solo existía una respuesta para esa pregunta.

- Sí, Henry, sí quiero.

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