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Capítulo IV: No hay Tiempo para Rendirse

Zeus entró a su despacho, se sentó en su escritorio, tomó una hoja de papel y una pluma, impregnó esta última en su punta con tinta y empezó a escribir:

La presente carta tiene como objetivo pedir una vacante en la Academia para Magos para mi nieto William J. Anderson Wizgrave.

Él es descendiente directo de la difunta Jennifer Karoline Wizgrave Poe, quién ella debía tomar el puesto de Mago Real en el reino de Tirayan cuando yo falleciera. Por lo tanto, él debe tomar el puesto de Mago Real.

Así que, como todos los herederos al puesto de Mago Real en todos los reinos del mundo, él necesita preparación.

Sin embargo, el candidato en cuestión ha decidido empezar su preparación antes del tiempo estimado, por lo que esperó una respuesta.

Sin nada más que decir, me despido y agradezco de antemano su respuesta y disposición.

Atentamente:
El Mago Zeus de Tirayan.

Zeus al terminar de escribir, dobló la hoja y sacó un sobre prefabricado y metió la carta en el sobre y lo selló con una pegatina roja con una gran "T" dibujada, le dio la vuelta al sobre y escribió con tinta dorada:

Remitente: El Mago Zeus de Tirayan.

Destinatario: Directivo de la Academia de Magos.

Una vez escrito eso, el sobre cobró vida y se fue volando. Una vez que Zeus perdió de vista al sobre volador, se levantó y se fue del despacho a buscar a William.

- Muy William, he enviado tu carta, estimó que tu respuesta llegará en unas dos semanas. - Zeus no estaba muy seguro de que eso es lo que realmente quería William. - ¿Por qué el cambio tan repentino?

- Porque quiero conocer otros lugares, no tengo nada que me aferre a Tirayan. - William intentaba esconder su tristeza, pero su astuto abuelo sabía que eso era mentira.

- ¿Estas seguro que no tiene nada que ver con Henry?

- ¿Cómo lo su...no, claro que no.

- William si hay algo que nunca podrás hacer es mentirme, he vivido más años que tú, soy más sabio, así ¿qué pasa con Henry?

- No es por Henry, es por mí, tarde o temprano tendría que ir a la Academia, así que me dije: ¿por qué no?

Zeus se dio cuenta de que no servía de nada insistir en el tema, cuando él estuviera listo lo hablarían.

- De acuerdo, William, me alegro de que al fin tomaras tus responsabilidades en serio. Pero ahora te debes de preocupar por el desayuno, te recomiendo alistarte antes de que sea tarde.

- No iré abuelo, lo siento. - Replicó William mientras se iba a su habitación.

Mientras tanto en el castillo, todos los trabajadores aportaron en la realización del evento, ya sea con comida, con decoración o trayendo las mesas, las sillas, las vajillas, los vasos y los utensilios.
Desde muy temprano, se anunció que las puertas del castillo estarían abiertas y darían un gran banquete, ningún tirayano se rechazaría una invitación como esa.

Considerando que la celebración de la boda del día anterior no se pudo llevar a cabo, al menos hoy podrían celebrar algo.
O eso pensaba Kalila, quien se preparaba en su habitación, pensando que en sus acciones pasadas y en la aventura que vivió.

Kalila se acercó a su tocador que tenía un espejo, al verse reflejada en este, dijo:
- Soy una tonta, no debí escapar.

Harry constantemente supervisaba que Kalila no fuera a escapar, pero no era necesario, ella entendió que no debía hacerlo, pero aún queda ese susto y ese temor de que Kalila escapara de nuevo, ya que para Harry, su hija, ya no tenía limites.

Las horas pasaron y los tirayanos se iban encaminando hacia el castillo, El Rey Magnus se aseguró de que todo estuviera perfecto y digno para sus súbditos.
El banquete se llevaría acabo en El Gran Comedor, para ese entonces, ya se encontraban Henry, Kalila, Magnus, Zeus, Harry y algunos tirayanos.
Mientras llegaba más gente, los pocos presentes conversaban entre sí.

- Kalila - Empezó a decir Henry con una sonrisa. - Me alegro que estés bien.

- Gracias Henry, al final me di cuenta de que no valía la pena escapar, eso no resolvería el problema, aunque en verdad, recibí algo de ayuda.

- ¿De quién? - Preguntó Henry intrigado.

- No te lo puedo decir.

- De acuerdo. - A Henry le entró más la curiosidad y la preocupación.

- Pero dime, ¿cómo van las cosas entre...ya sabes.

- Muy mal, él ya no quiere saber nada de mí, parece ser que no quiere ser un obstáculo, pero tengo un plan para remediar todo eso. - Henry estaba emocionado.

- Solo no escapes como yo. - Bromeó Kalila y ambos no pudieron evitar reírse.

- No te preocupes, voy a hacer algo que debí hacer hace mucho.

Empezó el banquete y un gran bullicio se escuchaba por todo el salón, como es costumbre en un evento publico, Magnus se levantó de su asiento con una copa de cristal y un cuchara.
Hizo sonar el vaso con la cuchara llamando la atención de todos.

- Bienvenidos queridos súbditos, este banquete es para celebrar el regreso de Kalila Elizabeth Deciva Kragil, la hija de mi Consejero Real, Harry Deciva Smith. Esperemos que el banquete sea de su agrado, gracias. - Magnus se sentó.

Entonces los cocineros aparecieron con todo tipo de manjares, desde las ensaladas más sofisticada hasta la carne más jugosa, prácticamente había de todo.
En cuestión de bebidas, había vino, jugo de naranja, jugo de melón, jugo verde y leche.

El banquete transcurrió sin ningún problema ni contratiempo, hasta que Henry se levantó de su asiento con una copa de cristal y una cuchara, al igual que su padre, hizo sonar la copa con la cuchara captando la atención de todos.

- Buen día tirayanos, ¿están disfrutando de su comida?

- ¡Síiiiiiiiii! - Gritaron todos al unísono.

- Me alegro que sí, muchas gracias por haber venido, y yo sé que ayer muchos de ustedes vieron como mi comprometida, escapó de la boda, pues, quería decirles que eso no va a suceder otra vez porque esa boda esta cancelada permanentemente.

Empezó un revuelo entre los tirayanos, el bullicio había aumentado.

Entonces Kalila se levantó de su asiento e hizo lo mismo con la copa y la cuchara. Cuando todos permanecieron en silencio Kalila empezó a hablar:

- Lo que dice Su Alteza Real, es cierto, desde el principio sabíamos que no queremos estar juntos, nuestro matrimonio suponía una unión que no nos haría felices a ninguno de los dos, por eso escapé para evitar este matrimonio sin amor, pero decidimos hacer publico la cancelación de nuestro matrimonio, gracias por su atención.

Ambos volvieron a sentarse y se dibujó una expresión de asombro entre todas las personas presentes.

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