
2._Juguete
Mary corría desesperadamente por aquel pasillo de piedra iluminado por lámparas de aceite, cuyas llamas bailaban al compás de una brisa fresca. Era la salida. Tenía que ser la salida. El latido de de su corazón podía escucharlo en su oído como si ese músculo le hubiera sido arrancado y pegado a la oreja. De su hombro caían abundantes gotas de sangre y sus piernas las sentía apretadas como si tuvieran una cuerda puesta entorno a ellas. Al fondo de ese maldito pasadizo había una escalera y sobre ella una puerta que daba al exterior. Solo unos metros más, pero terminó siendo aplastada contra el piso con una tal violencia que su nariz estallo en sangre contra los adoquines.
-Estuviste cerca- le dijo esa voz ronca, en su oído, y el aliento de Bills le quemó la piel.
Mary no pudo evitar dar un fuerte grito de dolor cuando Bills apoyó la mano sobre su hombro lastimado. Aquel acto la hizo levantar la cabeza unos centímetros del piso. Miró atrás y sobre ella, a ese sujeto sonriendo como un demonio. Sus blancos y agudos dientes brillaban con la luz de las lámparas que se inclinaron bruscamente, producto de la brisa que entró por aquella puerta. El fuego quedó temblando un momento antes de volver a erguirse. Las sombras agitadas le hicieron creer a Mary que estaba en una de las cámaras de tortura del infierno. Es que ese infeliz la dejó ir solo para cazarla como si de un pequeño conejo se tratase.
-Levantate- le ordenó y la tomó con fuerza por el cabello mientras le torcia el brazo herido en la espalda para ponerla de pie y hacerla volver sobre sus pasos por aquel corredor.
Su resistencia era inútil. Bills era mucho más fuerte que ella. Él solo pudo con Goku y Vegeta, que pecaron se soberbia al intentar derrotarlo sin antes haber meditado sus acciones. Vencer a la tropa que escoltaba a Bills fue bastante fácil, pero lo que vino después fue una tortura de ver. Primero fue Vegeta, después Goku. Ambos fueron víctimas de una terrible paliza. A ella simplemente la reclamó con un trofeo por su victoria, creyendo que era una mujer que ellos llevaban consigo para complacerlos. Ninguno pudo hacer algo por ayudarla. Goku lo intento, pero Bills ordenó que los matarán. Mary no supo que pasó con ellos después de eso. Ella quiso defenderse de los secuaces de ese sujeto, pero eran más y pronto la sometieron. Tomándola por las piernas y brazos es que la arrastraron hasta un calabozo, dónde por poco es abusada. Sin embargo,
ella no era una campesina ni una doncella ingenua criada en casa tocando el piano, podía no ser tan fuerte como sus compañeros, pero de una mordida le arrancó la lengua a uno de los rufianes que la beso a la fuerza. Fue ese sujeto, en represalia, el que le lastimó el hombro con un puñal de forma bestial. No llego más lejos que eso, pues Bills se lo impidió diciendo que ella era su propiedad y nadie podía ponerle un dedo encima a sus cosas, si él no lo autorizaba. Ordenó que dieran diez azotes al atrevido que intentó tomar a la mujer antes que él, como si haber perdido media lengua no hubiera sido suficiente castigo. Esa fue la primera vez que Mary pudo ver, de cerca, a Bills.
Por lo terrible que se describía y lo fuerte que decían era, ella imaginó a un tipo más alto y fornido. En lugar de eso se encontró con un sujeto antropomorfo de rasgos felinos, con la piel de un color púrpura un tanto llamativo. Era bastante delgado. Ese atuendo azul y negro acentuaba bastante su silueta, pero lo que más llamó la atención de Mary fue su mirada punzante como una lanza y profunda como un pozo. Parecía que te estaban mirando el alma y guardando celesamente todos los pensamientos que le surgían al respecto. Tenían un halo de misterio que parecía estarla invitando a indagar allí, al tiempo que le advertían que era peligroso entrar en esos parajes, a los que solo podía comparar con un vasto desierto. Por un momento olvidó que él era su captor.
Bills, después de rescatarla de su abusador, se hinco frente a ella y después de observarla atentamente, por varios minutos, le propuso un trato.
-Si logras dejar este castillo sin que yo lo noté eres libre- le dijo- Pero si te atrapó antes de que dejes mis tierras, tendrás que ser mi juguete de alcoba sin resistencia y sin quejas...
¿Qué opción tenía? Ciertamente él no le dió ninguna. Bills dejó el calabozo y media hora después, con mucha cautela, Mary salió en busca de una salida. Vagó por los pasillos del palacio perdida y asustada intentando encontrar una salida, pero sin muchas esperanzas de hallarla. No confiaba para nada en la palabra de ese individuo.
Mary se dedicó desde muy joven a casar recompensas. Antes de conocer a Goku y Vegeta su forma de operar era mediante la invasión y envenenamiento. Era ágil, veloz y silenciosa, por lo que era muy eficaz, sin embargo, no estaba en las mejores condiciones en ese momento. Su cuerpo maltrecho le restaba movilidad. Además había otro problema, no sabía dónde estaba Bills. Él la soltó para cazarla, pero salió antes que ella al patio de juegos y eso no era bueno. Pudo ocultarse y observarla. Estarla siguiendo desde el principio. Sus posibilidades eran pocas, pero lo intentó fracasando a menos de seis metros de la salida.
Mary sabía a donde la llevaba Bills y no quería acabar ahí. Peleó con todas sus fuerzas hasta el último instante, pero terminó en esa habitación pese a todo lo que intentó. En un momento y aprovechando la extensión de su cabello se giró hacia él a costa de aumentar el dolor en su brazo. Todo lo que logró fue verle la cara a su captor, que parecía disfrutar de frustrar sus intentos de huida con tanta facilidad. Tumbada boca abajo en esa cama, Mary era una fiera amordazada. No gritó, ni lo insulto para no darle el gusto. Uso su ira como un anestésico y se entregó a una serie de venganzas mentales, mientras esperaba el inmundo desenlace de ese encuentro y se maldecia por haberse fiado de la habilidad de sus compañeros. Vegeta y Goku siempre se dejaban llevar por su soberbia,
pero ella siempre fue más cauta y lograba equilibrar las cosas. Suponía que la decena de trabajos exitosos gracias a la fuerza de esos dos la cegaron y condenaron a esa humillación, pero no sé resignaba. Mientras viviera ella podría tener una revancha y el candelero de bronce sobre la mesa de noche le estaba dando varias ideas.
De una mordida inclemente Bills regreso a esa mujer de sus pensamientos. Él no les permitía a sus juguetes huir del momento. Mary retorno con rabia y aprovechando que él había soltado el brazo que le torcia en la espalda, le dió un codazo en el costado, sobre las costillas. El golpe lo tomó por sorpresa. Fue agudo y le cortó el paso del aire por un momento, tiempo que Mary aprovecho para intentar un nuevo escape. Logró saltar de la cama, pero Bills la tomó por el tobillo haciendo que se estrellara de cara contra el piso. Teniendo un pie libre y aprovechando su posición intentó dar una patada en el rostro del tipo, pero fue nuevamente frustrada. Terminó con ese sujeto encima de ella inmovilizando todas sus extremidades y dejándola hirviendo en rabia. Tal era su furia que no pensaba en otra cosa que no fuera hacerle daño de alguna manera, cuál fuera. Esperaba que Bills acercara su rostro lo suficiente para morderlo, pero la fisionomía de él lo puso a salvó de las represalias de la mujer que tuvo que soportar que él husmeara en su cuello y hasta la saboreara.
Cuando Bills apartó su rostro de ella lo hizo con una expresión algo sería. La miró un momento dibujando otra vez esa sonrisa afilada como una obsidiana e igual de oscura. Sin cuidado la puso boca abajo y le desgarro el chaleco de cuero y la camisa con un solo movimiento, para después arañar aquella piel llenándose de sangre las garras y logrando que ella diera un ronco alarido.
-Te daré otra oportunidad- le dijo mientras se ponía de pie para ir hacia la puerta- Pero no hoy- agregó mientras cerraba la puerta a su espalda.
Mary corrió hacia la salida, pero solo se estrelló contra las tablas. Bills la había encerrado con llave. Cansada se dejó caer sobre sus rodillas. Su espalda dolía, pero no tanto como su orgullo roto y pisoteado. Como odiaba a Bills y le deseaba las penas del infierno.
-¡Maldito seas Bills!- le grito, pero era inútil, él se alejaba por el pasillo jugando con las llaves de la habitación y no oyó nada.
-Parece que encontraste un juguete interesante, Bills-le comentó una voz que salía del pasillo a su costado.
-Supongo que también era una cazarrecompensas- respondió mirando hacia la oscuridad- Pero terminara doblegandose como todas, como todos.
-Quizá o bien podría ayudarla un poco. Eso haría el juego interesante.
-¡Es mía! ¡No te metas con mi juguete!- le replicó y advirtió cuál si le hubieran insultado- Por cierto esos villanos de la rivera del río se atrevieron a enviar a esos sujetos para desafiarme,
tendré que hacerles una visita...
-Adelante. Solo procura no llevar tu castigo al extremo como la última vez.
-Esos infelices se atrevieron a darme comida podrida, baratijas y mujeres horrendas. Se lo buscaron- contestó antes de seguir su camino.
-Supongo que así fue...-murmuró la voz y luego unos pasos se alejaron por el corredor en la oscuridad.
En la villa de San Whiss, Goku y Vegeta despertaban después de una noche de inconsciencia gracias a las medicinas que les dieron. Estaban bastante heridos y golpeados, pero ninguna lesión fue de gravedad. El primero en abrir los ojos fue Vegeta que se quedó sentado en la cama mirando por la ventana en la dirección en que estaba el castillo de Bills. Cuando Goku abrió los ojos y vio a su compañero se puso de pie diciendo que tenían que regresar por Mary.
-Olvidate de ella- le dijo Vegeta- Seguramente ya está muerta. Si Bills no lo hizo la noche terminó con su vida. Esa mujer no ha de existir más.
-¿En serio crees que este muerta? Puede que haya logrado huir y...
-Sí así es sabrá cómo volver. No es tonta ni frágil. Olvídate de ella- lo interrumpió Vegeta y sonó más molesto que al principio.
Goku podía entender su malestar y es que él se sentía muy símilar. Hace mucho ninguno experimentaba la derrota y menos una tan humillante como la que sufrieron a manos de Bills, cuyo nombre oyeron en unas personas del lugar que gritaban en la calle que él se acercaba.
Bills fue solo hasta la villa. Iba en su trineo cuyo tintineo de cascabeles acompañaba al tropel de sus caballos que parecían unas bestias infernales arrastrando a un titán furioso, que como único objetivo tenía atormentar a los pobres infelices que osaron desafiarlo.
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