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13._Planes


Mary se apoderó del puñal que Dai llevaba en su cinto, con un movimiento furtivo. Rápido y sin dudar puso el extremo agudo en el cuello de ese sujeto, de tal forma que solo debía empujar un poco para atravesar esa zona. El Lord permaneció impasible. Levantó los brazos a los costados, pero no para rendirse sino para señalarle a sus hombres no atacarán a la mujer, pues estos desenfundaron sus armas e hicieron un anillo entorno a ella.

-Le dije a mi hijo que no dejaría ese palacio sin él y gracias a ti rompí mi promesa el mismo día que la hice, que lo conocí...

-Por favor... tranquilícese. No todo está perdido- le dijo Dai consiguiendo que ella hundiera la hoja de acero en su cuello lo suficiente para hacer brotar un hilo de sangre que se deslizó por su piel- Su plan solo se ha postergado- agregó.

-¡Tú no entiendes nada! No podía ejecutar mi plan sin antes sacar a mi hijo de ahí...

-Lo comprendo- exclamó Dai con una voz más firme- El niño y usted son mis prioridades. Mi verdadera misión es asegurarme de que ambos estén a salvo, pero usted no quiso escucharme y se marchó precipitadamente. Ahora le pido de la forma más amable que me permita hablar...luego puede cortar mi garganta si así lo quiere.

Mary tenía los ojos puestos en él de la misma forma en que mantenía el puñal en su cuello. La tensión entre esos dos se podía tocar.

Una hora después Mary partia a caballo de regreso a la villa. Lo hacía con una expresión fría como la nieve bajo los cascos del corcel que corrió a toda velocidad por el páramo. Dai la observó hasta que sus ojos no fueron capaces de distinguir su oscura figura en el horizonte.

-Vamonos- exclamó al volver hacia el trineo.

-Pero señor...no sabemos que sucederá con ella- le habló uno de sus hombres.

-Tendrá que hacer las cosas a mi manera o perderlo todo- respondió Dai con una astuta sonrisa en su semblante.

En el palacio, Bills quedó convertido en un demonio. Estaba realmente furioso de que le hubieran quitado su trofeo delante de su nariz. Bier, que permanecía en la misma habitación que él, estaba acurrucado en un rincón. Se le veía triste como nunca antes lo había estado. Hacia un gran esfuerzo por no echarse a llorar, pero al fin no pudo aguantar más.

-¡Deja de chillar!- le gritó Bills al girarse hacia él con un gesto violento- ¡No es como que hubieras perdido a tu madre. Jamás la tuviste y ella..!

-¡Te odio!- respondió el niño en una exclamación que fue como la erupción de un volcán que silencio todo a su alrededor.

Bills se quedó mudo y quieto. El niño lo miraba a los ojos con un rencor tremendo, pero no pudo aguantar demasiado bajo la vista de su padre echándose a correr hacia la puerta para huir a su habitación. Bills lo tomó por el brazo intentando detenerlo, mas todo lo que logró fue recibir una mordida que le hizo sangrar la mano. Molesto arrojó, sin cuidado, al niño sobre el sofá para acercarse a él con la intensión de darle un buen puñetazo, pero no lo hizo. Basto que echara el puño hacia atrás para que Bier cruzará los brazos delante de su rostro. Bills podía poner a su hijo a pelear con chicos dos veces su tamaño, enviarlo a dormir a un calabozo, privarlo de comida y hacerlo pasar por grandes penurias, pero jamás le levantó la mano. Bier nunca recibió un golpe de su padre y tampoco lo hizo esa noche.

-Esa mujer volverá- le dijo al bajar la mano- Será tu regalo de navidad- agregó y dejó la habitación un poco más relajado.

El niño se quedó ahí sentado sin entender que había sucedido. Secando sus lágrimas recordó las palabras de su madre y apretando un cabello de la mujer entre sus manos sintió que la volvería a ver muy pronto.

Cuando Mary llegó a la villa se preocupó al no ver movimiento. Las puertas del muro de madera se abrieron para ella que sin demora se dirigió al centro del lugar en busca de sus más cercanos. Algo que notó rápido fue que los soldados no lucian decepcionados al verla. Al alcanzar la torre se dio una idea del porque. Vados estaba ahí. La mujer estaba sentada sobre unos barriles disfrutando de un chocolate caliente. Le sonrió de un modo algo triste en cuanto la vio.

-Tu amante llegó poco antes de que lanzaramos el ataque- le dijo Piccolo tomando las riendas del caballo- Nos advertío que no lo hiciéramos.

Mary bajó de su montura para ir con Vados y preguntar cómo supo todo eso.

-¿Te has preguntado por qué mi suerte es más pequeña que la de Whiss?- contestó la muchacha.

-Hay dos ¿verdad?

Vados se sonrió, dejó la taza en uno de los barriles y tomando a Mary de la mano se encaminó hacia una de las casas que estaban disponibles para el descanso de la mujer.

-¿Y ahora qué?- preguntó un hombre a Piccolo.

-Alista a todos para una reunión dentro de una hora- contestó él.

-Que sea para dentro de tres horas- exclamó Vados a la distancia.

-Pero que oído agudo tiene esa sabandija- pensó Piccolo viendo a aquella mujer.

Vados talló dos piedras de su suerte. Exhibía una mientras escondía la otra. Ella nunca se involucró en la guerra. Era algo que no le importaba, pese a que Mary era la cabeza del ejército que se oponía a Bills. La mujer jamás le exigió lo hiciera tampoco, por eso su presencia allí le fue tan desconcertante, pero no más que el método en que infiltró su suerte en la fortaleza de su enemigo.

Vados le contó que vio todo lo que pasó mientras se dirigía allí para despedirse de ella, pues una vez que Mary recuperará a su hijo su relación terminaría. Vados no estaba dispuesta a competir con un amor como el que Biter desataba en la muchacha, a quien si tomo un gran cariño que no iba a reconocer, jamás, abiertamente. Estuvieron juntas un par de horas. Tiempo donde no solo disfrutaron la cama sino que también hablaron un poco. Fue en ese lapso que Vados le contó que hacía un tiempo, de casualidad, conoció a una de las nanas de Biter y pacto con ella un trato. Vados cuidaría de su familia económicamente siempre y cuando Dana se comprometiera a dar a Mary su suerte, cuando ella llegara ahí. La pelirroja siempre supo que Vados le haría llegar esa piedra. Confiaba en eso. Lo que no imaginó es que lo hiciera de forma tan efectiva y menos que le pidiera a esa mujer cuidara del niño también.

-Te lo agradezco- le dijo Mary antes de acomodarse entre los brazos de su amante para dormir un poco. Necesitaba descansar aunque fuera un momento.

Tres horas después Mary salió de aquella casa rumbo a la torre para reunirse con sus capitanes.

El plan de Mary consistía en algo simple: destruir la fortaleza de Bills. No el castillo, aunque estaba contemplado, sino la fuente de sus riquezas. La principal fortaleza de ese sujeto era su basto caudal económico que no dependía tanto de los impuestos y saqueos a los pueblos, como si lo hacía de su industria minera. Bills tenía varias minas de oro que explotaba para sostener su ejército. Ubicarlas fue complicado. Destruirlas también lo sería puesto que estaban muy bien resguardadas. En cuanto al castillo existía bajo la construcción una serie de túneles que Bills fortificó para evitar cualquier tentativa de dinamitar el área, pero Piccolo había encontrado unos conductos ocultos hechos por un río subterráneo. Una zona inundable excepto durante la época invernal cuando el río que alimentaba el causal bajo tierra se congelaba. Todo había sido cuidadosamente planeado. Incluso el rescate de Bier. Nadie podría acercarse tanto al niño a menos que Bills lo permitiera y solo existía una persona a quien podía llegar a concederle tal privilegio. Por eso la captura de Mary fue hecha con tanto cuidado. Los cazadores de recompensas fueron guiados hasta ella mediante los rumores de su posible muerte o mal estado después de una batalla. Había muchos en la zona. La banda que entrego a Mary solo era una de ellas. La mujer no podía llevar la suerte de Vados consigo porque Bills la iba a registrar muy bien antes de cualquier cosa. Se necesitaba alguien adentro y ahí estaba Dana.

Mary miró a todos en aquella mesa y comenzó a explicar los siguientes movimientos cuando unas trompetas sonaron en la entrada. Lord Dai se acercaba al lugar y se le abrieron las puertas por ser un agente de la corona y porque allí descansaban sus tropas. Mary bajó corriendo las escaleras para ir a enfrentar a ese tipo de quién a penas tuvo tiempo de explicar su desafortunada intervención. Dai bajó de su trineo para ir hacia la mujer que estaba vestida como la guerrera que era por lo que su aspecto era más imponente.

-Espero haya tenido tiempo suficiente para tomar una decisión, Lady Mary- le dijo Dai.

-Toma a tu gente y estampala contra el palacio de Bills si quiere, pero nosotros jamás marcharemos juntos en combate- le contestó Mary.

-¿Sus consejeros y capitanes piensan igual que usted?- le cuestinó Dai viendo a la gente detrás de Mary- Whiss. Tanto tiempo sin verte ¿Cómo has estado?

-Tan bien como se puede estar en una guerra, pero gracias por preguntar- respondió el albino como si estuviera tomando una taza de té en la comodidad de la sala de su casa.

-Se reunión familiar no nos importa- intervino Piccolo- Aquí este sujeto no es bienvenido. Jamás nos colaboraron con nada y ahora vienen a proponer una alianza solo para usar a nuestras tropas como escudo.

-Eso es cierto- apoyo Bulma que era parte del grupo cercano a Mary- Nosotros hemos estado peleando solos por cinco años. Que el rey mande a su gente ahora es bastante sospechoso.

-Veo que la decisión es unánime- comentó Dai con una sonrisa que casi parecía una burla a la posición de esas personas- En ese caso no hay nada que hacer. Entiendo que se hayan sentido abandonados por su majestad y les ofresco una disculpa en su nombre. También les ruego acepten nuestras armas como muestra de gratitud a sus esfuerzos. De no ser por ustedes Lord Bills hubiera conquistado toda la región.

El discurso de Dai se extendió un poco más, pero al fin acabo retirándose dejando atrás una buena dotación de armas y provisiones.

La información es parte fundamental de cualquier conflicto. Bills contaba con espías en el ejército de Mary y estos enviaron un mensaje a su señor informando de la situación. La temida alianza entre los rebeldes y Lord Dai no se llevó a cabo. Para cuando Bills recibió aquel mensaje, los niños secuestrados de ese año ingresaban al patio de su castillo. Esa jornada de celebraría noche buena. Él y su gente saldrían a buscar su tributo anual, solo que en esa ocasión lo haría de forma definitiva. Mary no era la única que tenía un plan para acabar con ese conflicto, Bills también lo tenía. Después de quemar el papel con la información en esa enorme chimenea, se dirigió a la habitación de Bier. Allí encontró al niño decorando un pequeño pino en compañía de su niñera. Cuando él entro ellos quedaron paralizados. La sonrisa que tenía Bills era escalofriante. Tarareando un villancico se hincó frente al pino y tomó uno de los adornos de caramelo para colgarlo.

-Duerme temprano Bier. Los niños que se desvelan reciben por obsequio un trozo de carbón...- le dijo antes de echarse un caramelo a la boca.

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