Somos humanos - Final
Diario Azul:
Las campanas de la iglesia suenan realmente fuerte, y me eclipsan los oídos los sonidos nada más que la risa nerviosa de Helen que está bajando de un carruaje adornado lleno de lirios blancos que no logran opacar el blanco de su vestido. ¿Alguna vez las sirenas se salieron del mar? Porque justo ahora esa es la teoría que pasa por mis pensamientos mientras es Esaú quien la acompaña del brazo en el camino al altar.
Un camino que nunca hemos recorrido y que drogados lo hubiésemos corrido. Sonrío recordando cada vez que la veía y mi corazón florecía otra vez, porque estoy seguro que en el endocardio, la capa más interna del corazón, se han de crear nuevas cavidades para la persona que amas, la que te hace latir a mil por hora y que un día te revienta cuando te hace mal, un mal que sabe bien, porque de todas formas todo en esa persona está bien... estoy seguro que ahora tenemos un amor completo por nuestra parte... Helen...
-Tsss -Camilo está adelante junto a su mujer, del lado en el que van mis invitados... no somos muchos pero somos los que tenemos que estar- Parate derecho, ¿Quieres? Me impacientas. ¿Acaso nadie te arregló la corbata? Joder... todo lo tengo que hacer yo. -Más rápido que de costumbre se levanta y me acomoda la corbata como según él debe ser- Ya, ahora no me vengas con cosas que ya no hay vuelta atrás, yo te advertí que el matrimonio no es un juego y que
-Camilo -Lo corto sonriendo hacia Helen que viene a la mitad del pasillo-¿Acaso alguna vez me has visto desear a alguien más?
-No...
-Entonces no hay nada que... advertir.
Camilo me ve sonriendo de lado y termina dándome dos palmadas en el hombro.
-Lo que sea que pase contigo Bro. Que sea siempre lo mejor...
En este momento hay mil remolinos acrecentándose en mi interior. Veo a Helen acercándose más y más... pero también veo a Helen pequeñita, a la Helen que conocí cuando yo tenía once y ella diez, la chica que usaba frenos y tenía una melena como la de Dora la exploradora Vestida de blanco, con flores amarillas...
¿¡AMARILLAS!?
¡Já! Claro que no amigos, una de las cosas que pedimos en nuestra invitación era que por favor nadie vistiese de amarillo ni trajera nada amarillo. Algunas cosas no se logran superar jamás pero si se pueden evitar.
Cuando Helen llega a mi lado Esaú me da un golpe con su brazo bueno en la cabeza.
-Avíspate (percátate) zopenco, dale el brazo a tu novia.
La sonrisa de Esaú es de las pocas cosas que se dejan ver, y hoy la veo aun cuando a un no se ha recuperado por completo de aquel impacto cerca de una de sus arterias subclavia.
Mi hermano, el que salió adelante y hoy lo vemos recuperado siendo un padre de familia, está claro, es el ejemplo que quiero seguir. Y no importa que no sea mi hermano de toda la extensión, así lo es para mí y nadie tendrá que decir lo contrario.
- ¿Me veo bien? -Pregunta Helen antes de ver al frente- No he podido conseguir un velo más largo.
-No...no te sienta. -Le respondo viéndola de reojo.
- ¿Po-por qué? -Dice algo preocupada.
-Porque... sin él, te ves mejor.
Helen se colorea y rápidamente es ella quien busca un lugar donde esconderse, pero es demasiado tarde, estamos dando el paso que hemos estado buscando con tantas caídas en el trayecto.
Cuando el sacerdote entra en la iglesia todos se ponen de pié y doy gracias tener a un solo hombre delante de nosotros o mis nervios se irían en un vuelo a Vietnam.
-Buenos días queridos hermanas y hermanos. -Dice con una sonrisa- Antes de comenzar, quiero que conozcan a alguien.
Mis ojos extrañados se encuentran con los de Helen. Delante de nosotros el sacerdote toma en sus brazos a un bebé.
-Les presento a mi hija, Ester Lagos. No tuve la oportunidad de presentárselas antes porque bueno... como ya saben ha estado un poco enferma pero ya está aquí y agradezco todas sus oraciones en mi nombre y de mi esposa Roma. Ahora retomando...
Me sorprende que un sacerdote tenga familia y que nadie se sorprenda, pero es que aquel estigma se lo han inventado los hombres más no Dios, Dios no es egoísta, es un Dios de amor y jamás te mandaría para dejarte sólo en este mundo, de eso estoy seguro.
-Para los que no me conocen, porque veo varias caritas desencajadas... soy el Padre Oseías, y soy quien representa a la iglesia en este lugar, no me juzguen por la portada porque les advierto no saldrán de aquí sin amarme. -Todos ríen y yo lo hago levemente- Bueno queridos, estamos aquí para unir la vida de Moisés y Helen, me han contado que se conocieron de muy jóvenes... me alegra por ustedes.
La ceremonia ha sido un suplicio de pié, de rodillas, de pié otra vez, escuchando al sacerdote que parece tener una gama de habilidades sociales, pues ha hablado de todo, ha parloteado tanto que me comienza a incomodar, pero al fin después de casi dos horas de estar allí y tras oír de todo y reír algunas veces, dice:
-Ahora, los novios procederán a ponerse las argollas y a decir sus votos matrimoniales.
Helen y yo nos volteamos a vernos a la cara, cada vez se me hace más difícil sostenerle la mirada, pero es ella quien me levanta la barbilla y me sonríe con la calma que me arropa hasta el alma.
Romina es quien nos alza un cojín con las argollas hechas de oro blanco. Me molestaba el dorado y a Helen no le importó pues me dijo podrían haber sido los mismos aros de cebolla de Homero y Marge y las hubiese aceptado.
Ella toma el anillo primero y tomando mi mano comienza a colocarlo mientras dice:
-Ojalá en mi memoria se grabe este momento para recordártelo hasta el final de nuestros días, son muchos años que pasaron sin poder decirte te quiero, y quiero recordártelo una vez más, te quiero con todo mi corazón y hoy te elijo como mi mejor amigo y mi esposo, para todo lo que nos reste de vida mi Moisés.
Vale, la respiración se me ha cortado al oírla. No puedo engañarme y buscarle una explicación científica a lo que está ocurriendo en mí, pero quiero encontrar las palabras exactas, quiero decirle de todo, y no hay nada que lo abarque todo.
Mis manos tiemblan al tomar el anillo y su mano. La observo un momento y luego bajo la mirada a su mano otra vez.
-He-helen...Son muchos años que... pasaron... y...no logré, engañar a m-mi corazón... -Tomo aire y exhalo- t...te recuerdo y...co-como la niña h-hiperactiva... qu...que me mandó a ins-inspectoría... -Helen frunce el ceño un momento- Yo sé que t...te pones seria, p...pero te hago reír s...si te digo... que hoy... él te quiero, se ha quedado pequeño... Tiramisú, es lo que...te propongo vivir... mi amor, te escogí desde mucho antes... sé mi esposa por siempre...
-Ahora los declaro, Tiramisú y esposa. Y que sean eternamente felices. Felicidades -Dice el sacerdote inclinándose un poco. Cierra la biblia y dice- ¿Qué esperan una invitación? ¡Ya bésense!
Todos se ponen de pié y esperan el momento, pero es que entre Helen y yo no hacemos uno, estamos perdidos en la mirada del otro, en nuestro mundo.
-El beso es ahora tío Moisés -Me dice Romina jalándome el pantalón.
Sonrío. Debe ser que otra vez he caído en los ojos de mi niña.
Sin observar a nadie a excepción de ella le acerco desde su cintura.
-Dame un beso, Tiramisú. -Me murmura.
-A tus órdenes.
Le respondo uniendo nuestros labios y oyendo los aplausos eclipsados una vez más por todo lo que se ha derribado hoy. Soy inmensamente feliz, y no hay cosa que no quiera más que disfrutar de esta felicidad, del Tiramisú que hemos dejado en pausa.
Unos meses después- Año nuevo 2021.
- ¡Bienvenido 2021! -Grita Esaú batiendo un champán y abriéndolo ahora que sus brazos están bien. La espuma chorrea en cada copa excepto en la mía. Yo no bebo.
La música, la sonrisa de mis sobrinos y sus ocurrencias, las lentejas de Laura que da de comer a cada uno para la buena suerte y una serie de rituales más nos llevan a tomar una maleta.
-Anda Moisés, vámonos a dar la vuelta a la manzana.
- ¿Q-ué? -Pregunto tratando de articular palabra, tengo la boca llena de lentejas que no he podido tragar aun.
-Ay moisés... -Dice Laura sonriéndome- Es una cábala, dicen que si te das una vuelta a la manzana con una maleta a las doce de la noche tendrás muchos viajes este año.
Siendo prácticamente arrastrado por Helen a la intemperie me termino de tragar las lentejas.
-Joder... -Respiro al fin caminando junto con ella. Es una suerte que los fuegos artificiales estén lejanos a nosotros... ahora que vivimos en la viña...
Un día llegó un sobre con esta viña dentro, era un testamento firmado por un abogado que falleció, al cual por obvias razones no pudimos preguntarle nada. Nuestra viña es hermosa, Esaú no vive aquí pero viene casi todos los días a ver cómo van las uvas, es él quien se encarga de hacer tratos para vender los vinos que aprendí a procesar en estos meses. Es extraño como de un día para el otro nos cambió tanto la vida... pero no le tomo el peso, he pensado todas las veces que ha sido una bendición.
- ¿No son hermosas? -Me pregunta Helen que me tiene de la mano mientras yo llevo la maleta.
-No más que tú. -Respondo mirando las estrellas que aquí se ven perfectas, la contaminación no nos ha tocado... es otra bendición más.
-Ay... Moisés. -Me molesta dándome un empujón- Algún día me encantaría poder viajar contigo a la luna.
- ¿Cómo? -Extrañado alzo las cejas- La verdad es que para eso debemos entrenar, y no sé si debamos... después de todo mi asma...
-Moisés -Me corta- ¿Alguna vez has pensado en la posibilidad de ver el mundo como una madeja de "ocurrencias?
-No... no... es que... todo ti-tiene una explicación...
-Una explicación que muchas veces no es necesaria -Vuelve a cortarme- Mira -Señala la siembra de choclos al final del camino. Estamos situados muy cerca de aquello- ¿Pasamos?
- ¿Puedo decir que no? -Pregunto sonriendo hacia otro lugar.
-No... -Responde ella sacando la lengua y pasando de todos modos la verja de palo que nos separa.
Tuve que lanzar la maleta hacia el otro lado y luego pasarme yo para evitar quedar lleno de polvo y arruinar mi traje de año nuevo que Helen me regaló.
Mientras caminamos por entre los choclos (mazorcas) Helen me agarra del brazo y se posa en él como una niña... es extraño, pues jamás es tan femenina, y es que hablemos de Helen y hablamos de acción, de ser temeraria... y escasamente tierna... me encanta.
-Hemos llegado... -Murmura apartando una hierba de mazorca que intercepta mi mirada.
Estamos en el lugar en que... ocurrió aquella vez...
Ahora hay pequeñas velitas en la circunferencia, todas encendidas, y en el centro una manta en la cual hay una caja.
- ¿Q...qué e-es esto? Helen... -Pregunto extrañado viéndola.
-Un momento para nosotros. Venga... ven. -Dice adelantándose para sentarse en la manta.
Dejo la maleta de pié a un lado y me acerco para sentarme frente a ella. Lo cierto es que la luz de las velas le sienta muy bien, y que... me dan ganas de besarla.
-Te he traído un regalo, pero antes quiero que pruebes esto.
Helen saca de la caja y sin dejarme ver una cajita con helado de tiramisú.
-Venga, come un poco. -Dice dejándome la cuchara en la boca. La verdad es que al helado de Tiramisú nunca le diré no. Es realmente mi sabor favorito.
-Aho....ahora yo. -Le digo tomando la cuchara y llevando un poco de helado a sus labios.
Mi corazón se acelera al pensar en todo lo que sus labios me han hecho. Y es que Helen me sorprende siempre que quiero sorprenderla yo.
Mientras estoy dándole de comer helado, Helen saca su teléfono celular y yo ignoro la idea de las abejas por un momento, quiero estar tranquilo con ella.
-Tranquilo... es solo para poner algo de música.
Cuando los primeros acordes de "Right Here Waiting de Richard Marx" Comienzan a sonar, un millón de recuerdos me han besarla con deseo.
Y es que ¿Cuántas veces no pensé que donde sea que ella estuviese yo la estaría esperando justo aquí? Helen podría haberme roto el corazón, podría haberlo tirado al suelo y ciertamente habría apostado todo por nuestro amor otra vez.
La aprisiono entre mis brazos desde la cintura y la hago subirse sobre mí, no quiero parar de besarla, Helen me vuelve loco.
-Calma... -Me dice sentándose sobre mí y atrayendo la caja- Aun quiero darte esto, creo que ya es tiempo.
-No... por favor... -Pido paseando mis labios por sus mejillas que tanto me encantan.
-No Moisés, es realmente importante que lo veas.
- ¿Por qué? -Indago jugando con mis manos en su cintura.
Helen no me dice nada, pero su sonrisa es exhaustivamente ilegal. Un pecado que quiero seguir degustando. Pero como es ella quien manda termino por ceder y tomar la caja para abrirla de una vez.
-Me encanta -Menciono mirando su interior.
- ¿Deberás? -Pregunta extrañada- Pensé que no sería de tu agrado, sobre todo porque pensé que querías más unos de color amarillo.
- ¿Estás bromeando, cierto? -Pregunto nervioso.
-Por supuesto -Sonríe Helen bajándose de mis piernas, esta vez para recostarnos juntos.
-Aunque te has equivocado Helen... -Inquiero dudoso- La verdad es que calzo mucho más.
-Sí... pero a tu hijo le quedan mejor seguro.
Me siento como si tuviera un resorte en la espalda y la veo nervioso, confundido, y muy muy histérico.
- ¿No te habías percatado? -Dice Helen apretando su vestido a su cintura donde claramente puedo notar justo ahora su vientre pequeño.
-No... no...
- ¿Cómo no? -Pregunta extrañada acercándose a mí.
Estoy temblando, siento miedo... no por ser padre, sino por el hecho de que no quiero que este bebé sea como yo, no quiero que viva lo que yo viví, no quiero que sufra y que sea rechazado por la sociedad... me entristece pensar que podría ser así.
-Moisés... Moisés mírame. -Helen toma mis mejillas y me hace verle aun cuando tiemblo- No has hecho nada malo, y sobre todo... es nuestro, nuestro... nadie va a hacerle daño...
Apenado comienzo a llorar y termino llevando mis manos a mi rostro.
-Moisés... -Helen aparta la cajita hacia un lado y me abraza- Tranquilo pequeño, no hay nada de que arrepentirse, ¿O tú te arrepientes?
-No...Helen... -Le tomo por los hombros emocionado- Esto es... todo lo que...pedía... -Suspiro- Pero... ¿Y... y si es...como yo?
- ¿Cómo? Yo te veo normal Moisés, un ser humano. ¿Recuerdas? Humano.
Asiento apenado.
-Pe...pero y si... e...es...
- ¿Si es Asperger? -Dice Helen alzando una ceja- No hay nada que no desee más Moisés. Porque hay que enseñarle mucho más al mundo, y que no caiga duda, por cada niño que nace con una condición especial, hay una pareja que le espera... yo no te voy a dejar, y estoy segura que este niño o niña será tan feliz como lo eres tú. No le temas al mundo, porque son ellos los que tienen que aprender mucho más aún.
Me abrazo a Helen sintiendo alivio y aun algo de pena. No es fácil revivir los recuerdos que viví antes que ella llegara a mi vida, y todo el tiempo en que sufrí al estar separado de su apoyo.
Pero estoy seguro de que este será el día que reviviré hasta el último de nuestros días... el día que quiero vivir en el día de mi muerte.
Años después.
Me detengo frente a la entrada de la viña y miro hacia atrás donde vienen Javiera y mi hijo.
-Ya hemos llegado, ¿Quién era el que quería ver a los abuelos y ahora no quiere despertar? Ah sí, cierto, ¡TOM!
-No le grites así, no ves que le puedes hacer daño... -Me recalca mi esposa Javiera.
-Lo siento amor...Es la ansiedad.
Me llamo Bruno, y soy hijo de Moisés y Helen... soy padre de un niño Asperger, hijo de un hombre Asperger...Y hoy quiero decirle al mundo una sola cosa:
Me parece mentira que existan seres tan perfectos en esta tierra de equivocados...
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