Nunca encontraré a otra que te reemplace
Esaú...
Te observo en tu cama como todos los días y cómo me gustaría pelearas conmigo justo ahora.
—Tan solo nos resta esperar su recuperación... confío en que de algún modo Esaú logrará salir adelante con respecto a la movilidad de su brazo. —Me dice Laura que está sentada a su lado. Estamos en casa, Esaú logró salir adelante por un milímetro... un milímetro que me ha salvado nuevamente de sentirme el culpable de todo.
—S-saldrá...adelante...
"Saldremos adelante, Saldremos adelante"
Resuena el recuerdo en el que con mamá cantamos tras la partida del Padre de Esaú, a quien consideré mío también.
—Papá hoy despertó un rato, estuve mostrándole la estrella que es mía. —Comenta Romina que me enseña su tablero donde ha puesto el sistema solar en perfecto orden.
—Lo h-haces...excelente. —Le felicito con una pequeña sonrisa.
De bien y ahora agradezco que los niños no hayan despertado aquella noche.
—Laura, ya vuelvo. —Le digo antes de voltearme y dejar mi posición en el umbral de la puerta.
Han pasado dos días. Simples dos días en los que no sé nada de Helen y ya quiero tirar la puerta abajo por correr a buscarla. Pero me detengo cada vez que sostengo el pomo y recuerdo que me pidió que la dejara ir.
¿Qué clase de Prófugos somos ella y yo? Que nos amamos esporádicamente y luego nos alejamos kilómetros por que no queda ningún lugar a donde ir.
Hoy he faltado al trabajo, pero ya mañana es claro que me encontraré con su esposo en el autobús y nos pondremos la soga al cuello el uno al otro, porque es claro, por él siento incertidumbre pero también mucho desdén por participar con el Padre de Helen en tremenda casería... como si fuésemos animales... ni siquiera los animales deberían terminar así...
Helen, no quiero que desaparezcas una vez más...
Helen
Cuando salí del hospital gran parte de lo que soy se ha quedado con Moisés, por que no me atreveré a escapar otra vez. Si mi padre tanto nos repudia juntos tendrá que repudiarme por siempre entonces, prefiero dejar de ser su hija si tendré que huir otra vez. No puedo pedirle a Moisés que se arriesgue él, no puedo permitir que él se use como escudo por un tema que yo debo cortar ahora que puedo.
A Max lo desconozco, siempre hemos sido buenos amigos, nos ponemos el hombre al otro y estábamos conscientes de que nuestro matrimonio era un arranque para sacarme de Alemania. Poco a poco fue tomando otros colores pero yo jamás pensé que sería para tanto, siempre creí que cuando me viese con Moisés entendería que hasta allí llegaba nuestro "lo que sea que pueda pasar" Pero no, fui una ilusa y me arrepiento demasiado, ahora veo con mis ojos que Papá, si es que le puedo llamar así... ha sido un monstruo que se atrevió a hacerle daño a una mujer, y a un hombre, a una familia entera.
Han pasado dos días, y Max no es capaz de soltar el paradero de Papá. Nos desafiamos con la mirada en la mesa al comer, nos ponemos las escafandras a la hora de lavar los platos y luego al dormir, si es que dormimos... nos ponemos las armaduras y cada uno por su lado.
Imagino que su ego debe estar por demás ofendido, pero que le den. Si él no quiere hablar tendré que averiguarlo por mis propios medios.
Este nuevo día, en el tercer día, alguien llama a la puerta y se encienden las alarmas en mis oídos al pensar en la pregunta de Moisés: "¿Max siempre te ha sido fiel?"
Max es un humano, jamás me atrevería a poner las manos al fuego por él. Pero sí, puedo dar testimonio de que nunca me ha fallado hasta ahora que descubro que su silencio vale dinero o algo más.
Salto de la cama con una bata que agarro del suelo de la habitación y voy a la puerta antes que él, y la abro encontrándome de lleno con Papá.
—Buenos días. Qué bueno es verlo juntos. —Menciona mirando a Max que asiente como si de un perro faldero se tratase.
Me hago a un lado para que entre, tras de él viene mamá y me sorprende. Me sorprende porque pensé la habría dejado en Alemania con su tropa de criadas infieles.
—Mamá —Sollozo emocionada abrazándola cuando ya está dentro— ¿Cómo es que no viniste a verme antes?
Papá nos observa, y puedo notar que mamá baja mirada y lo sigue como si ahora fuesen dos perros falderos.
Nos sentamos en la sala de estar y Max sirve algo de Champán. La mirada de Papá siempre me inspiró desafío y miedo, hoy me aterra. Pero él se lo toma con toda ligereza, comienza a beber de su copa y le da la suya a mamá quien bebé un solo sorbo.
— ¿Cómo lo han llevado Max? —Pregunta Papá con toda la calma del mundo.
—Con Helen tenemos varias cosas que hablar aun. —Responde sin bajarle la mirada.
—Helen, ¿Te sucede algo para que te hayas comportado como una niña de quince? —Pregunta ahora viéndome y yo me río con puro sarcasmo— ¿En verdad crees que he viajado para ver cómo te ríes?
—Claro que no, ahora entiendo que has viajado para volver hundir a esa familia. ¿Qué te dio con ellos? ¿Tanto te ofusca que un "enfermo" me interese? ¿Y si tu nieto sale "enfermo"? —Vuelvo a hacer comillas para darle con la caballería. Me aterra, pero le tengo más miedo a no enfrentarlo jamás— Que deshonra un nieto "enfermo" ¿No crees?
Papá frunce el entrecejo y termina tensando la mandíbula, pero yo sigo:
—Me trae recuerdos —Comento mirando a Max— Cuando iba a tener a mi hijo y mi papá lo tomó y lo hizo un experimento social, un lindo experimento, así como experimentan con las ratas.
Papá observa de reojo a mamá lentamente, y ella baja la mirada al momento de sentir la estruendosa mano de papá sobre su rostro.
— ¿¡Pero qué te pasa!? —Grito desbocada levantándome para tomar a mamá entre mis brazos.
—Max, ¿Qué más tengo que hacer para que mi hija no se comporte así?
—No lo sé señor... —Responde mirándome— Pero no le permito que venga a golpear a nadie en nuestra casa, retírese ahora.
— ¿Qué me retire? —Papá ríe levantándose— ¿Pero cómo me vas a correr de aquí? Si fui yo el que te entrego la gloria niño, de otra forma quizá qué serías... ya sé, un embolsador de supermercado. Finalmente quizá si tengan parentesco con el enfermo.
Observo a Max que alza una ceja incrédulo.
— ¿A qué se refiere? —Pregunto levantando a mamá del sofá— Ve... ve a mi habitación. —Le murmuro.
— ¡NO! —Grita papá— Nadie se mueve de aquí. Ya que estamos sacando los trapos al aire será mejor que vamos aclarando el panorama ¿O no?
Papá bebé un último sorbo de la copa y carga frente a nosotros un revolver que sostiene mirándonos a cada uno con la misma calma que no logro comprender. Asustada observo a Max que me observa también totalmente desentendido, pero... quizá no tanto.
—Fred... —Mamá murmura— Vamos... dejémoslo así... no tienes porqué atreverte a romper n...nuestras promesas.
— ¿Promesas? —Murmuro y Papá se pasea por la sala mirándonos.
—Quizá debemos comenzar por Max. —Lo apunta— Max. Un chileno cualquiera, común y corriente, tercera generación de los empleados que trabajaron en la viña de uvas y vinos que hoy le pertenece a mi familia. Pobres por herencia. ¿O no Max?
Max levanta la mirada y observándome asiente con bastante ira, sus puños son dos rocas que aguantan la tensión.
—Max, un pobre niño que creció en su pobreza con sus padres y hermana hasta que un día mi hija me dio dolor de cabeza y tuve que tomarlo y hacerlo una persona decente para no arruinar a nuestra familia. Un Detective que salió de una viña de uvas y que cazaba ratones con sandalias. Un cualquiera. Ya sabes hija, el dinero mueve montañas, compra dignidades entre otras cosas.
Apenada observo a Max que se dejó caer en el sofá, está frustrado, le ha caído el peso de su conciencia encima.
Mamá tiembla observándolo bastante enfadada, está en guardia me echa hacia atrás y lo sigue con la mirada.
—Ahora también debe contarnos Max, que ha intentado usar a su hermanita para separarlos aunque con malos resultados por supuesto. Pero, pasando a temas más importantes... —Observa a mamá— ¿No quieres hablar tú y defender tu dignidad, Nora?
—Canalla... —Murmura entre dientes mamá sosteniendo mi mano con fuerza— Te vas a apuñalar a ti mismo... piénsalo dos veces antes de decir lo que tengas que decir. —Le advierte con una fuerza que desconozco en mamá, está roja en llanto, pero lo está enfrentando.
Papá asiente y cabecea y se acerca lentamente a nosotras.
—Hablemos de verdad, no me hables como si fuese un juego Nora. —Murmura y me toma por sorpresa apegándome a él y apuntando mi cien con el revólver.
Max se levanta y comienza a interferir:
—Escucha, Fred. No Importa como hayan sido las cosas, pero el circo que has armado no tiene que acabar con los protagonistas muertos, ¿No crees?, baja el arma y te voy a ayudar con Helen, me la llevaré... —Me observa, estoy nerviosa con mis manos sobre el antebrazo de papá que me corta el aire a ratos. Luego levanta la mirada a Papá— Me la llevaré lejos de todos y me aseguraré que ese tipo se aleje más...
— ¿Qué? ¿Me pides que confíe en un empleado de pies sucios? —Papá se mofa mirando a mamá— Hablemos Nora, contémosle la verdad a Helen y nos dejamos de tonterías, antes de que sea yo mismo el que acabe aquí y ahora el circo que —Observa de reojo a Max— que tú dices Max.
—Helen... Por favor... —Mamá une sus manos como implorándome— No hay nada de lo que no esté orgullosa de ti... eres mi hija, y siempre quise lo mejor para ti...perdóname... si en algún momento perdí el valor y dejé de defenderte delante de... de tu padre...
—Ahora prosigue, cuéntale la parte jugosa. —Papá se acerca a mi oído— ¿Adivinas por qué tu mamá bajó la cabeza como las avestruces?
—S-s-su...suéltame... —Suplico, el aire me falta.
Mamá alza la mirada y cierra los ojos. Sus manos se sueltan y me observa con pesar.
—Hija... no importa como haya sido, por que hoy te veo y eres una excelente mujer... pero cometí el error... —Observa a Papá con ira— Me quedé con el hombre que me abrió las puertas de su hogar cuando yo me embaracé de ti...
—Ah... Nora. —Niega papá— Te has saltado la mejor parte. Cuéntale que nos conocimos cuando tú ya tenías cinco meses y seguías trabajando de prostituta.
Mamá rompe en llanto.
—Sí Helen. —Murmura en mi oído— Jamás he sido tu padre, ¿Y sabes qué es peor? —Rié levemente— jamás sabremos quién es.
Las fuerzas se me acaban al oír aquello, mis manos caen, dejan de forcejear con aquel extraño que tuvo control de mi vida por aquello que mamá mencionó... por aquel fatídico error de jamás poder levantar la cabeza en una casa ajena, una casa en la que quizá ella ocupó el lugar de amante mucho tiempo antes de convertirse en señora.
Yo la miro y la comprendo, sé que tomó el camino rápido cuando ya le quedaban unos meses para que yo llegase a su vida... a comer... a enfermarme... a soñar... Pero no comparto su decisión y me duele no haber podido estar ahí para decírselo antes, decirle que era mejor estar en la calle antes que vivir presidiaria de un extraño que cree tener el control de mí gracias a que mamá se lo permitió...
—Una prostituta jamás iba a ser toda la vida una señora. Tarde o temprano se le caería el carnet (la cara) otra vez al suelo. —Aquel extraño me suelta y me deja caer con fuerza.
Mi cuello duele montón, la tos es un reflejo más del aire que me estuvo faltando y que poco a poco recupero, ¿Pero para qué? Si ya perdí cuarenta años y no he sido feliz...
— ¡Maldito canalla! ¡Infeliz de mierda! ¡Cuéntale de Ana! ¡Cuéntale porqué te encabronaste con el niño!
Papá suelta un disparo en la frente de mamá y mi mandíbula tiembla viendo el chorro a presión que me empapa las piernas.
Max corre y se lanza a la espalda de aquel, forcejean golpeándose en las paredes y Max termina cayendo con un golpe en la esquina de la mesa al suelo, inconsciente.
—Ya veo... —Aquel se seca la sangre en la cara— Estamos los dos en el acto final... —Sonríe— Hija de la noche, Helen... la niña que amo con todo mi corazón...
Aterrada retrocedo a la puerta, tengo que huir ahora o no viviré para contarlo.
—No... no intentes alejarte de mí... —Me dice apuntándome— Aun hay varias cosas que te voy a contar.
Asiento con temor a que me golpee al estar tan cerca, o que me mate. Su brazo pasa por detrás de mis hombros y me conduce lentamente a la habitación más cercana... mía y de Max.
Me sienta en la cama y él se sienta a mi lado con el revolver en mi costilla izquierda.
— ¿Sabes por qué quise conservarte Helen? No era porque precisamente amara a Nora.
— ¿P...por qué? —Susurro.
—No me temas... —Me pide acariciando mis mejillas con sus labios— Jamás me atreveré a hacerte daño... recuerda que te he dejado venir a Chile con Max... una vez más...
—Si... si sabías que yo... me encontraría con él... ¿Po...porqué l-lo permististe?
—Porque todos merecemos decir adiós... —Me responde y mi cuerpo tiembla. Lloro y no puedo dejar de hacerlo en silencio o si no creo acabará peor.
— ¿Q-qué... quie...quieres decir? —Su mano libre acaricia mi muslo y siento asco, asco y repudio.
—Que yo llegué tarde para decirle adiós al amor de mi vida... Verás Helen...Mi primer amor vivió aquí, en este país... cuando yo tenía quince le conocí.
Sus palabras comienzan a asustarme. No puedo imaginar lo que quiere decirme con todo esto.
—Nos enamoramos como dos locos. —Asegura mirándome fijamente— Y nos convertimos en algo más que amantes... su padre estaba por morir, él era dueño de la viña de uvas y vinos... era un gran empresario, un agricultor también... pero ya era un anciano y su única hija era la que quedaría al mando de aquello... ¿Y sabes lo que yo hice?
Mi silencio se transforma en un reloj que él comienza a apresurar hundiéndome el arma en mis costillas.
— ¿Q-qué hizo?
—Me casé con ella y maté al viejo. Sí, porque mi amor no tendría que amar a nadie que no fuera yo, ¿Y luego sabes qué? Firmé un contrato con mi amada... firmé para quedarme al frente de aquella viña cuando tan solo tenía dieciocho... me hice un hombre poderoso Helen, un hombre que no necesitó de grandes habilidades para ser feliz... hasta que un día mi esposa dio a luz.
— ¿L-le hizo...infeliz? —Pregunto aterrada.
— ¿Ella? En un principio no. Pero luego, pasados cinco años en que mi hijo creció... me percaté de que había un problema... un problema que me confirmaron los doctores. ¡TUVE UN MALDITO HIJO ENFERMO! —Grita en mi oído y yo me los cubro. Por primera vez siento el dolor que Moisés debe sentir cuando alguien grita— Un infeliz que me arrebató la felicidad con la mujer que quería, que lo prefirió a él antes que a mí... ¡Tuve que marcharme o la asesinaría también! Pensé que mi vida estaría en paz... sobre todo porque la viña sigue siendo mía, pero... cometí un error.
— ¿E-error? —Murmuro aun con dolor. Mi corazón me está doliendo...
—Sí. Un error. Calculé mal... llegué a Alemania buscando lejanía con aquellos dos, pero me encontré con tu madre y perdí el norte, perdí de vista a la mujer de mi vida y a ese niño enfermo... los perdí y pensé que nunca más los hallaría y ¿Ya ves?, la vida es un maldito carrusel... Mi amada hija, la que nunca pude tener, la hija inteligente la más bella... la que adoro con mi alma... ¡SE FUE A ENAMORAR DEL ENFERMO DE MOÍSES! El que vine a descubrir de mala manera, el que me alejó de mi amor y que me sigue arrebatando todo... —Ríe— es irónico... pero aun ahora quiero darle un abrazo y felicitarlo por haber sido tan perspicaz, le he subestimado. Y le aplaudo, porque después de todo me ganó. La mujer de mi vida se murió y no me despedí, pero hija, yo te di la oportunidad de despedirte, no de comenzar otra vez con él. Helen, quizá lo haga bien la próxima vez, pero hoy no será esa vez...
Me levanto lentamente mirando como él se acerca para dispararme, mi cuerpo tiembla todo en mi está sintiendo un estruendo que mueve todo de lugar, la lluvia cae a torrente desbordado...
Un último disparo...
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