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Incongruencias


—Quiero presentarte a Berona. —Me dice Camilo que está frente a mí agarrando la mano de una mujer que procede de algún otro país latinoamericano. Lo sé porque la oí hablar mucho antes de que llegaran hasta mí. Pero como siempre he intentado esconderme sin lograrlo.

Sonrió levemente sin comprender por qué vino a presentármela al trabajo.

—Berona, este es mi mejor amigo del que te hablé.

—Que gusto conocer papi. —Me dice con entusiasmo agarrándome de la mano y levantándome, me sacude y me besa las dos mejillas. Cuando me doy cuenta ya estoy libre de sus manos y sintiéndome un renacuajo. Camilo por supuesto se ríe de aquello.

—Moisés, quería decírtelo más tarde pero no aguanté y decidí venir hasta acá.

Entiendo que Camilo jamás se curó de su ansiedad pero hoy se ha pasado, estaba tratando de mantener la calma hasta que llegó con la chica. A esta mujer la conoció por las redes sociales hace ya tres años, yo era testigo de cómo charlaban y largas horas se pasaban mandando mensajitos indecorosos que me hacían convulsionar de tanta ternura. Sí, le molesté mucho porque las estadísticas el 90% de las relaciones a distancia no funcionan y casi la mitad son estafas.

Y ya veo, de un día para otro se me cayó la estadística cuando me comentó que ella vendría que al fin había reunido dinero para la visa de turista y para el pasaje. ¡Qué locura! Locura porque cuando los veo no puedo evitar pensar que realmente tendrán una familia, y es que con la impulsividad de Camilo me queda claro que no perderá el tiempo.

—Felicítame —Dice dejando la mano de Berona— Me caso con Berona en unos días, sí, ya sé, me conoces y sabías que no perdería el tiempo.

En realidad Camilo perdió la cabeza por Berona hace ya tiempo y ahora además de confirmar que correrá junto con ella siento que una parte se desprende de mí y no puedo evitar sentir nostalgia y felicidad por mi amigo.

—Imbécil. —Murmuro apenado abrazándolo por primera vez, tomando la iniciativa porque en realidad siento que mi amigo se me irá con esta decisión y nada podré hacer, excepto desearle una buena vida.

— ¿Qué sucede contigo? —Me pregunta sonriendo sin dejar de abrazarme— No voy a morir por casarme.

—N-no, claro que no. —Aun medio nostálgico lo suelto y vuelvo a ordenar los aerosoles.

Camilo sonríe a Berona que se ha percatado de todo y rápidamente ella comenta:

—Quiero que sea el padrino de bodas y de todo lo que venga después —Comenta a Camilo con cierta coquetería que él agradece mirando hacia otro lugar.

—Claro que sí, nadie más iba a ser el padrino de Dj Ku. —Dice Camilo— Además, aún tenemos que hacer el trámite de tu visa, no quiero que se acabe el tiempo y te tengas que marchar, vamos a legalizarte y a enviar las invitaciones a tu familia. Moisés tiene un conocido en el correo, seguro nos hace el favor de enviar mi dinero por allí.

Esaú trabaja en el correo. Él es gerente administrativo, y seguramente podrá ayudar con todo esto. Admiro la seguridad de Camilo para simplemente actuar, me gustaría tener su ansiedad, en realidad me gustaría poder sacudirme la cabeza y olvidar gran parte de las cosas que he vivido y volver a nacer.

Rápidamente me volteo al notar que alguien está detrás de nosotros y me tenso al encontrarme con Helen que sostiene una canasta con los víveres que comprará.

—Hola —Dice viéndome más no a Camilo con quien al parecer aún sigue enfadada.

—H-hola Helen —Sonrió nervioso y miro a Camilo de reojo. Ambos sabemos que debe de haber escuchado lo del matrimonio, y mi amigo sabe cuánto me gustaría poder estar con Helen aunque sea lanzando las flores.

Pero Camilo no emite ni un "mu", estoy nervioso, la tensión me está afectando tanto que comienzo a marearme y necesito tomar aire sólo o me cortaré en dos.

—Hola chica —Irrumpe Berona con su carisma caribeño— ¿Tú eres la matrícula de Moisés?

— ¿La matrícula? —Helen arquea una ceja extrañada.

Berona por su parte al notar la argolla en la mano de Helen más no en la mía niega avergonzada.

—Ay lo siento tanto —Se disculpa apenada a lo que Camilo al fin irrumpe.

—Helen es la ex novia de Moisés, se conocen desde muy chicos. Y ahora está felizmente casada... imagino...

Otra vez el silencio se hace entre nosotros cuatro mientras yo no dejo de mirar la argolla en la mano de Helen. ¿Qué siente ella al llevarla? ¿Por qué la usa si me quiere a mí? Mis criterios que me s no alcanzan para cubrir toda la madeja de preguntas que me surgen justo ahora al notarla por primera vez.

Realmente mosqueado por aquello dejo los aerosoles en el suelo y me alejo sin decir nada hasta el baño que está en el nivel -1

Ofuscado comienzo a lanzarme agua al rostro, como quisiera que se le fundiera en el dedo por todas las promesas que no cumplió y luego que las cumpla todas como el ángel que es.

—Me... ¿estaré volviendo loco? No... la locura no se siente así. —Me respondo en el mismo segundo volteándome hacia los cubículos, dos de ellos están abiertos, pero el tercero permanece cerrado.

Diario azul:

No sé en qué punto comencé a sentir rabia por Helen y por su forma de actuar. Lo que sí quisiera dejar de sentir es odio por su esposo el cual veo todas las mañanas, al que escucho pero que muy en el fondo quisiera martillarle los dedos por tocarla así como me lo comenta. ¿Qué creerá que me pasa con eso? Es un hombre sin escrúpulos que tiene ninguna buena intención con ella...

Del cubículo ocupado sale aquella escolar que veo todas las mañanas ser despedida por el esposo de Helen. Ella se sorprende pero pasa a los lavamanos como si nunca me hubiese visto, es una chica extraña, pero por sobre todas las cosas es una escolar y no debería estar en el baño de los trabajadores del supermercado. ¿Qué hace aquí y porqué finge que no hemos cruzado mirada alguna? Quizá está escondiéndose de alguien... quizá siente vergüenza...

Con cierto recelo me acerco al filo de la pared que separa los cubículos con los lavamanos y observo lo que hace.

Primero se observa en el espejo unos segundos y luego se acomoda la falda por encima de la rodilla, la enrolla hasta tenerla demasiado corta, así como todas las mañanas. Luego pone un zapato sobre el lavamanos, después el otro. De su bolso saca unos tacones no muy altos. Cuando creo que allí acaba todo me sorprende, y se quita el cabello ¡Era una peluca! Jamás le vi con su cabello real, ósea... siempre le vi con la peluca rubia y ahora resulta que tenía rizos. ¿Pero qué es todo esto? Nada me encaja cuando la veo quitarse las pestañas y tirarlas a la basura y salir de aquí como si nada le importase.

Decidido le sigo a la salida y aquí me detengo porque no puedo dejar mi trabajo, pero la veo subirse a un automóvil conducido por un hombre de gafas oscuras y traje oscuro.

Confundido gran parte de la tarde regreso a casa donde me esperaba en la verja del patio delantero aquella mujer que me invitó a verla en el hospital. Mi estómago se contrae, como si no hubiesen sido demasiadas preguntas en el día ahora viene ella con una sonrisa que termina por hacerme desear estar un año en mi habitación.

—Hola... como no has venido al hospital, decidí yo venir por ti... Le pregunté al instructor de yoga por tu dirección, espero no te moleste.

—Q-quiero estar... solo. —Articulo agotado mirando hacia casa, donde está Laura mirando por la ventana.

—Descuida, solo vine para traerte algo como esto. —Me ha extendido un libro que en realidad jamás me detuve a leer pero que es bastante conocido. "El principito"

— ¿Por qué?

Pregunto levantando la mirada y ella salta hasta mí y sin aviso me besa cogiéndome el rostro y soltándolo de una.

—Que sea un secreto, después de todo venía con el regalo.

Aturdido la veo marcharse y termino pasando la verja con las piernas temblando y sintiéndome helado.

De bruces me doy con el césped del patio delantero y escucho la voz de Laura avisar a Esaú que rápidamente sale a recogerme.

— ¿¡Pero qué te pasó!?

El dolor de cabeza se acrecienta con los gritos de Esaú.

—M...me...han be...besado...

Selena

— ¿Cómo se lo tomó? —Pregunta justo cuando cierro la puerta del Jeep

—Bien, no ha dicho nada. Supongo que aquello lo tendrá dando vueltas unos días más.

—Está bien... —Maximiliano resopla— No sé porqué Lucía fue a cometer un error tan garrafal como ir a cambiarse al lugar de trabajo de este tipo. Espero que como tú dices esto lo mantenga unos días ocupado en lo que me involucro más en mi matrimonio, no pienso perder a mi mujer porque un enfermo curioso que está en todos lados. ¿Imaginas qué sería de mí si él descubre lo de Lucía? Que digo de mí... de nosotros.

—Vale, a mí no me metas en tu saco. Tú solito te metiste en el problema con Lucía y solito te sales, sin embargo tampoco voy a dejar que Helen se haga la mosca muerta delante de ti y de todos sus familiares.

—Ah... su padre está al tanto de todo, pronto vendrá y tengo que tener todo en su lugar. Cuento contigo para mantener al tipo alejado Selena.

—Cuenta conmigo. —Sentencio mirando a por la ventana mientras nos alejamos por la carretera.

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