Especulación feroz
—Lo sé, pero no voy a decírtelo. —Respondo alcanzando al fin un poco de calma.
—Anda... ¿Por qué? Se supone que eso hacemos los amigos, contarnos las cosas... criticar otras...
—No, no. Ya no sirve. —Argumento con temor a que le moleste, pero ciertamente a mí me ha molestado mucho más su ausencia todo este tiempo, y si algo tengo claro es que no miento, y decirle lo que quería decirle en aquel entonces me convertiría en un mentiroso y para Dios eso no está bien.
— ¿Por qué no? —Indaga echándose hacia adelante por la mesa. Pero ni así la miro a la cara, no lo logrará.
—Porque se ha convertido en una mentira desde que te fuiste. —Argumento poniéndome de pié al ver que la copa ya está vacía— Mis cifras tienen que cambiar, no sabía que se podía ingerir más de doscientos cuarenta gramos de helado por persona al día.
— ¿Te vas? —Pregunta levantándose descolocada.
—Sí. No puedo tardarme. —Recojo mi saco y sin verla dejo en la mesa una vieja fotografía nuestra— Me gustaría que te quedaras con esto Helen.
—Oye... no... ¿Qué está sucediendo? No comprendo por qué te vas así de pronto.
—Ya te lo dije, simplemente no puedo retrasarme. Me esperan en casa.
La cara de Helen se descompone un poco y bajo una sonrisa bastante forzada recoge la fotografía de cuando éramos bastantes chicos.
—Bueno... saludos a tu familia entonces. —Articula muy falso, muy feo. Yo la conozco, le ha caído tan mal como los duraznos en almíbar. Más no me ha preguntado nada, y ella sabe quién soy yo...
— ¿Qué es aquello de que no puedes venir hoy? ¿Cómo que te vas a fugar? —Pregunta Helen mientras nos bajamos del autobús escolar.
—Estoy ayudando en algo... —Respondo apenado. Sé que estoy mintiéndole a Dios y me castigará más temprano que tarde... pero me preocupa mucho Esaú.
— ¿Algo? No me parece que ese algo te haga faltar a clases. ¿Y si te pasa algo?
—Estas suponiendo que es algo malo —Respondo mirando a suelo— A mí no me gustan las suposiciones —Digo mirándola fijamente por primera vez.
— ¿Por qué? ¿Acaso no son las suposiciones las que te llevan a resolver esos casos que te gusta leer en los libros de investigación? —Argumente Helen con notoria molestia.
—No. —Respondo yo nervioso y también molesto— No hago conjeturas de algo que no leí antes. Solo rehago cosas a partir de otras que ya existen.
— ¡Bien! —Grita enfadada— vete entonces a tu "algo" —Murmura ahora de forma extraña.
— ¿Sientes celos de algo, Helen? —Pregunto extrañado al notar su semblante enfadado.
—No. Claro que no, que va... —Responde ella volteándose y plantándome el morral en la cara— Entraré, ya tocaron la campana y no quiero que la Maestra Heidi se enfade conmigo por tus "algos"
—Eres la mejor, Helen. —Le digo volteándome para no verla, ciertamente tuve que tomarme tres tragos de valor para decirle algo como esto, pero deseaba que ahora por fin pudiese oírlo de mí y nunca más de una carta escrita por mí.
Ella me ve de reojo y se planta a caminar con una marcha cargada de algo que no sé, pero me da algo de risa y me calma para la locura que estoy por hacer.
Diario Azul:
Sé que no debí de romper las reglas de la escuela al fugarme, está claro que mamá se enterará de esto y tendré que decirle la verdad. Más quiero que la verdad sea la que descubra y no una que me imagine, no quiero mentir, quiero ayudar a Esaú... Hace unos días anda muy extraño, casi no habla y mira fijamente la pecera de casa. Él nunca se ha preocupado por los peces... es extraño...
Camino de vuelta siguiendo el camino del autobús al traernos, y me planto en la esquina donde Esaú paró el autobús y dijo: "Discúlpeme chofer, tengo que bajar, se me ha olvidado mi carpeta en casa y es de suma importancia que la lleve para el trabajo de hoy. Le diré a mi madre que me haga el ingreso más tarde, por favor" Una carpeta inexistente, no he visto carpetas en todos estos días, solo he visto cómo ve los peces perdido.
Miro a las direcciones en las que pudo ir, no sé dónde vive Laura, pero imagino debe ser cerca del parque central. Esaú ha llegado estos días, lleno de césped y ramitas en su ropa. Por supuesto, se las quita incluso antes de pasar por el umbral de la puerta. Todo esto lo he visto mientras cortaba las malezas del patio delantero a pedido de mamá, ya que ella estaba cocinando algo delicioso.
Me dirijo hacia el parque central con temor de hallar en el camino a algún ser humano que conozca a mis padres o al mismo Esaú. No quiero que me descubran sin obtener la verdad. Estoy temblando, he hecho muy mal y me arrepiento con cada minuto que pasa, se supone que no debo mentir... A lo lejos, la silueta de Esaú se define con la de la chica Laura que conocí en la escuela. Ella lleva una faldita muy bella que le llega a las rodillas, tiene flores violeta y una coleta alta con un despreocupado sweater de lana mullida.
Me escondo detrás de uno de los postes de alumbrado cuando estoy aún más cerca y me decido a escuchar mirando al suelo. No sé por qué hago esto que está tan mal... me siento pésimo... pero lo haría de nuevo por Esaú.
— ¿Cómo te has sentido? —Le pregunta mi hermano a ella.
—Ha sido muy difícil esconder los síntomas de mis padres, comienzan a sospechar cuando me da asco la ensalada y tú sabes que yo la amo y la comería todos los días... pero ahora no la puedo ver y me levanto de la mesa con asco.
Me asomo solo un poco a ver a Esaú, que se revuelve el cabello nervioso y luego la abraza con fuerza.
—Saldremos adelante Laura. —Afirma mi hermano. ¿De qué saldrían adelante? ¿Tendría una enfermedad Laura?
—Es fácil decirlo Esaú. —Ella lo separa con algo de molestia— Pero te han visto mis amigas nuevamente con ese grupete de borrachos sin vida que no hacen nada más que fumar como chimeneas. ¿Qué quieres para nosotros realmente? ¿Quieres realmente que seamos una familia feliz?
¿Una familia feliz? ¿Esa Laura quiere casarse con Esaú? ¡Genial! Ojalá y lo saque de ese grupete de tontos.
—Ah, Laura —Se queja Esaú algo molesto— ¿Otra vez me has mandado a espiar? No te voy a abandonar porque me fume uno o dos porros al mes. Lo hago porque lo necesito, ¿ves? Tú has visto como mi familia se cayó al traste de un día para el otro por mi hermano... tú sabes que se trata de vicio...
— ¿Y quién me lo asegura? —pregunta Laura volteándose apenada— No me prometas nada que no puedas superar Esaú, prefiero estar sola que mal acompañada... además, deja de culpar a ese pobre chico de la separación de tus padres, eso era inminente.
Esaú se molesta un poco y termina asintiendo.
—Tienes razón. Lo he hecho todo mal con respecto a Moisés, pero no tengo a nadie con quién descargar toda esta mierda que me produce... ¿Qué quieres que le diga a él? "Hey, mis padre se fue porque no eres su hijo realmente" ¿Eso? No puedo Laura. No puedo obviar algunas cosas...
Mi cabeza da vueltas pensando en lo que acabo de escuchar. Mi hermano Esaú ha fumado aquello que nos prohibieron nuestros padres, y ahora dice que no soy hijo de papá... ¿Qué soy entonces? Apenado comienzo a llorar y evidentemente Esaú se percata y me tira del morral.
—Moisés —Dice nervioso— ¿Qué escuchaste? —Traga con pesar y mira a Laura que apenada se pone a mi altura.
—Oye Moisés, no creas cosas que no son... son temas que no van ni vienen —Ríe levemente nerviosa— Pequeño, espero no creas nada de lo que nos escuchaste decir... estamos perdidos...
— ¿Perdidos? —Murmuro sollozando.
—Moisés mira —Esaú se pone a mi altura nervioso— Hermano, no le digas nada de esto a mamá ¿Sí?, son estupideces que se me ocurren a mí porque ahora metí la pata hasta el fondo con Laura. ¿Cierto, Laura?
—Sí, sí. Es que el otro día nos fuimos a comer algo a la playa y me ha caído tan mal que me intoxiqué, y Esaú se preocupa mucho, dice que todo es su culpa y que ahora no tiene más que hacerse mi familia para poder pagarme el mal rato, yo le digo que no, que no es necesario, que ya mejoraré.
Esaú mira a Laura de forma extraña y luego asiente viéndome. Lo de su intoxicación me da algo de pena, pero no dejo de pensar en las palabras de mi hermano, tengo ganas de salir corriendo y preguntarle a Helen qué hago, que digo, mas solo asiento y Esaú me abraza nervioso un momento y luego me suelta cuando yo me revuelvo nervioso.
—Vámonos a casa Moisés, no te preocupes por mamá. Yo hablo con mamá a cerca de esto... no te preocupes.
Asiento nervioso, y veo como se despiden con miradas llenas de preguntas, creo que a veces el día no es tan largo como quisiéramos...
—Oye, Moisés —Me detiene Helen cuando ya me volteo para irme— ¿Me visitas en mi trabajo? Mañana estaré allí y me gustaría poder hablar un poco más...
Asiento y me volteo a ver cómo es que busca en su cartera hasta hallar un lápiz con el cual anota en una servilleta la dirección.
—Si quieres pásate por la tarde cuando salgas, me toca el turno de noche.
—Sí —Respondo tomando la servilleta por encima de su mano que escribe.
Ella alza su mirada y yo también al sentir el calor de su mano por un efímero momento que se me ha extendido todo el camino a casa. Cuanto la he extrañado...
— ¡Tío Moisés! —Grita mi sobrina Romina. La hija del medio de mi hermano Esaú y Laura.
Me cubro levemente los oídos al oír su voz chillona y me agacho para recibirla o se caerá. Ella también entiende que no me gustan los abrazos así que se estrella conmigo en la entrada y caemos cada uno por su lado. Se ríe bajito y me pregunta:
— ¿Ha sido un buen día para ti?
—Más que un día, una vida entera en un solo día. —Le respondo y ella entiende algo que le hace gracia.
—Mi papi está viendo al bebé Jacob dormir. ¿No quieres venir a verlo? Se durmió en tu habitación tío Moisés.
Sigo a mi sobrina Romina hasta dentro de casa, ellos se han convertido en mi familia. Es extraño como a veces la vida nos lleva por senderos tan lejanos y se bifurca a riesgo de hacernos caer por un precipicio y finalmente nos enseña puertas abiertas que nos iluminan más que la gracia divina...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro