Buscándote
Un día más... en el que no sé si Helen está bien o mal, en el que los limpia pisos parecen estar fuera de lugar aun cuando los he ordenado por color, excepto la caja de los amarillos...
La canción de Alejandro Sanz suena en los alto parlantes, es muy bella porque enseguida me traslada a Helen y a pensar en su mirada. "Desde cuando" se titula.
—Prométeme una cosa —Me dice Helen mirando a la playa que está frente a nosotros.
Yo asiento mirándole de reojo, los rayos del sol en el atardecer iluminan tornasol sus ojos. Un espectro de luz bastante común que se hace mil veces impresionante en ella.
— ¿Me puedes encontrar si me pierdo?, quiero que me encuentres si alguna vez me pierdo Moisés.
Su pregunta está fuera de lugar, porque es claro que si desaparece de mi vida yo la buscaré, eso quiero hacer al menos, pero su voz es tan seria que me parece algo malo podría ocurrir muy pronto cuando su padre llegue de Alemania. Desde que me lo ha anunciado ha estado así, algo seria a ratos, algo imperceptible...
Sus ojos tristes no me hacen sentir bien, quiero entregarle la confianza pero tampoco sé bien cómo hacerlo. Observo nuestras pulseras y muerdo mi labio inferior dudando, tomando su mano en la mía ella me observa extrañada y yo las entierro a ambas en la arena que está debajo de nosotros.
— ¿Qué haces? —Pregunta extrañada.
—Estoy buscándote. —Le respondo seriamente— Dicen que si cavamos podríamos pasar al otro lado del mundo, y aun cuando sé que eso es una mentira hoy quiero creer que es cierto Helen. Que así cruzaría el mundo si te pierdes para buscarte. Aunque eso sí... Te prometo que será cuando tenga dieciocho por que... Antes no podré mo...moverme c-como quiera...
Helen sonríe, otra vez sus mejillas me hacen desear morderlas, y es que mi ángel ría es mi condición primaria, la que debo cumplir para ser feliz yo también.
Me levanto y me paro delante de ella opacando completamente la puesta de sol que hemos estado esperando.
—Moisés... llevamos horas esperándolo. —Se queja tratando de apartarme pero yo le sigo con el cuerpo y no la dejo ver—¿Pero qué pasa ahora?
—No la debes ver.
— ¿Por qué?
—Porque entonces te irás a china. Eso quieres. —Le recalco sonriendo.
— ¿Cómo es eso? ¿Cómo haces para que se te ocurran tantas cosas? —Pregunta levantándose, rodea mi cuello con sus brazos y mi presión sube al arcoíris.
—N-no sé. —Respondo mirando hacia la puesta. Ahora ambos la estamos mirando.
—Quisiera que pudiéramos justo ahora trasladarnos a través del sol. Me encantaría conocer el mundo contigo un día y que me enseñes todas las fórmulas para cada cosa existente. ¿No querrías jugar un juego?
— ¿U-un j-juego? —Pregunto extrañado.
—Sí. —Helen me suelta y retrocede dos pasos— Un día, no será hoy... pero un día te entregaré una tarjeta con un palabra... una palabra que te llevará a mí y entonces tendrás derecho a preguntarme una sola cosa, lo que tú quieras.
— ¿De verdad?
Es cierto que conozco mucho a Helen, pero ella se ha rehusado a responderme cosas a cerca de su padre que yo quiero conocer, o de su madre. Quiero saber de su vida en Alemania y como es que no le complica hablar en alemán. Hay mil cosas que quiero saber aún y me parece algo extraño, pero tal parece un acuerdo legal por parte de ella, pues está estirando su pié por entre mis piernas, para Helen esa es la forma de jurar.
— ¿Aceptas?
Asiento decidido, algún día podré obtener respuestas y me complica tener que esperar pero ella me ha volado las ideas con un solo beso que nos hace caer en la arena y reírnos mirando las estrellas aparecer.
Canturreo en mi mente, "Te he buscado en un millón de auroras y ninguna me enamora como tú sabes..." Me levanto y confirmo que todo está en perfecto estado y me dirijo a los aerosoles de ambiente, el aroma marino otra vez es un problema, siempre llega más que el de primavera.
—Oye no deberías tomar el de Agua Marina, a mí no me gusta.
La voz más hermosa de la existencia me hace levantar la mirada y encontrarme con sus ojos algo hinchados pero con una sonrisa que no concuerda. Me levanto entonces y ella me abraza al instante llorando.
Observo a mí alrededor, la situación me pone nervioso pues nos comienzan a ver y Helen parece estar muy triste.
—H-hel-helen. —Le separo un poco— ¿Q-qu-quieres t-t-té? —Malditos nervios. Por poco siento que me cae la gota fría.
Ella asiente y yo apenado por vergüenza y sorpresa le enseño el camino hasta el casino que está en el piso de abajo. Entre todos los demás trabajadores está Luisa que no deja de mirar a Helen, seguro hará una comidilla mañana.
—Ten —Le extiendo un té y unas galletas sentándome frente a ella en una de las mesas—¿C-cómo t-te ha ido?
Ella toma aire y me mira como si observara a alguien más y de un segundo a otro su labio inferior tiembla y vuelve a llorarme. Desentendido tomo unas servilletas y le seco las lágrimas. Ya me puedo imaginar que ha ocurrido.
— ¿Q-quieres hablar? —Soy consciente que no se puede ayudar a alguien que no desea ser ayudado, es por eso que me tomo el tiempo de preguntárselo. Ella asiente y toma aire llenando sus pulmones.
—T-tengo que decirte algo... Me...me quedaré en Chile, p...porque... ah...ahora soy huérfana.
— ¿Huérfana? —Extrañado paso una mano por encima de la mesa y la dejo allí sin ningún miramiento, pero enseguida es ella quien la toma y me tensa.
—Mis p...padres h...han muerto. Y... m...me separ...separaré l...legalmente de Max...
Su noticia me hace sonreír por un efímero momento hasta que me percato de que sus padres han muerto.
— ¿Cómo es que pasó? Helen... tu padre... yo quería hablar con él, p...pero tú... me dijiste que me quedara quieto... y no sé por qué te he hecho caso, debí haber ido...
—No... no importa Moisés... yo, no le tenía ningún aprecio a... ese hombre desp...después de enterarme de la verdad.
Apenado aprieto su mano aun cuando siento tensión, y pinto las paredes de blanco para acercarme por encima de la mesa y besarla sin aviso. No puedo resistir que ella llore y que se desplome, me está desplomando a mí, pero seré su pilar de todas formas.
—Moisés... —Ella mira de reojo avergonzada y yo sonrío.
—Que felicidad... —Le digo sin ver a los costados— Tendrás que quedarte conmigo...
— ¿Cómo? —Extrañada se levanta y yo rodeo la mesa para seguir viéndola a sus hermosos ojos.
Helen
Los ojos de Moisés son tan hermosos que me absorben y hacen temblar el firmamento, los comparo con dos estrellas, pero no se lo digo o se pondrá muy nervioso. Mi corazón está latiendo fuertemente porque justo ahora es cuando al fin comenzamos a tomar forma, tal como la jalea que preparamos con agua caliente y se pone en el refrigerador a enfriar.
—Porque ha valido la pena cada amanecer... —Moisés responde siempre de la forma en que colapsa mi corazón y mis pensamientos, estoy temblando de puro amor, no sé qué voy a hacer de ahora en adelante, pero supongo seré feliz.
— Oye... —Retrocedo un espacio— Pero no creas que será tan fácil. Aún tengo cosas que hacer... y aun tienes que encontrarme.
— ¿Q-qué? T-te encontraré. Lo sabes. —Su cara es un poema y me temo me ha generado bastante risa. Moisés es un caso completo que hay que dedicarse a investigar.
—Bueno, si estás tan seguro... —Estiro su mano y le entrego un papel— Allí está la palabra que te llevará a donde yo estaré. ¿Recuerdas?
—Claro... —Responde medio sonriendo guardándose el papel.
— ¿Pe-pero... no quieres saber lo que dice? —Definitivamente me sigue sorprendiendo.
—Estará muy fácil. —Responde y me guiña. ¡Me guiña! Ahora sí que me da un paro. ¡Se ha visto demasiado sexy!
Fingiendo un desmayo me lanzo en sus brazos y él se tensa mirando a su alrededor. Pobrecillo de mi Moisés... siempre pasando vergüenzas conmigo.
—Te estaré esperando entonces. —Le respondo levantándome de golpe— Éxito.
Me marcho antes de que no pueda, a un tengo muchas cosas que dejar en su lugar antes de tomar el vuelo que me alejará nuevamente de Moisés, pero con certeza sé que nos encontraremos, porque Dios está con nosotros, porque nada tiene comparación con él y porque ninguna distancia nos hará olvidarnos jamás.
Me tomaré el tiempo de pensar en soledad mientras le espero, curaré mis heridas por mí misma y estaré lista para poder abrazarlo otra vez sin tener que recordar a nadie de mi pasado.
Miro hacia atrás, está leyendo el papel. Sonrío... porque ha de estar maquinando a mil por hora, pero Moisés es un erudito en cualquier materia, tan solo debe sentarse cinco minutos a pensarlo.
El entierro de mamá quise que fuera aquí en Chile, tan solo estuve yo en su funeral, no quise que nadie se acercara a todo lo que tuve que decirle ahora que pudimos oírnos sin temor a que nos escucharan. Un último beso en su ataúd y unas hermosas flores para la mujer que intentó hacerlo de la mejor forma... que me dio la vida entre otras cosas...
Por el cuerpo de Fred decidí repatriarlo a Alemania y que lo enterrasen las criadas. Con su muerte y tras la investigación que demoró un mes (un mes en el cual ya estoy en el lugar al que Moisés tendrá que llegar a por mí) tuve que volver a viajar a Chile, para firmar los papeles en los que la viña de uvas y vinos pasa a mi nombre. Qué ironía... si el dueño de todo esto está buscándome...
No pretendo quedarme con todo esto, pero buscaré la forma de hacerle llegar ambas partes a Moisés y a Esaú, los verdaderos herederos.
En una esquina de Valparaíso veo a Moisés y me escondo tras un poste de luz. En su espalda lleva una gran mochila de viaje y una ropa ligera que le va muy bien, en sus manos un mapa y en su costado izquierdo un cartel en el que pone: "Arreglo fallas técnicas en automóviles por propinas"
Mi corazón se desboca. En el mes que ha pasado le he soñado cada noche y ahora que le veo buscándome solo puedo sonreír otra vez. Me alegra que mi amor siga conmigo en la lejanía.
Me pongo las gafas oscuras y tomo un taxi, me apresuro a ir al aeropuerto y volver al lugar del mundo en el que le estoy esperando.
Moisés
El papel me trae tantas ideas... pero solo tres son mis opciones...
El papel dice:
"El amor representado en la eterna felicidad, situado en la promesa que está en una de las dos mitades del mundo"
Helen... te has esmerado en partirme la cabeza.
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