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Abstinencia


Tan solo al entrar en ese salón, puedo percibir que quizá se repita lo de la escuela, pero esta vez cuento con una cosa que antes no conocía y que Helen logró enseñarme antes... "El amor por sí mismo" Si yo me quiero, podré avanzar sin temerle a los demás, si me valoro, podré enfrentar a los demás sin tener que pelear.

Algunos le llaman cobardía, Helen le llamó astucia.

Me he sentado una vez más cercano al pizarrón. Saco la pluma que Esaú me regaló en mi cumpleaños del bolsillo de mi chaqueta y lo manoseo nervioso esperando no volver a quedar sólo en este lugar también.

—Hola —Dice un joven de mi edad con un afro bastante extravagante— ¿Esta es la treinta y ocho?

Asiento volviendo a fijar la mirada en la pluma.

Sorprendiéndome y contra todo pronóstico, aquel chico de auriculares en su cuello deja su bolso sobre la mesa y saca unos casetes, en vez de cartas... (pienso) .

—Mi nombre es Camilo, pero todos me llaman Dj ku.

Extrañado me quedo mirando con cara de circunstancias el pizarrón. El tipo este es demasiado extraño, tiene un afro, tiene un aro en una de sus orejas y bueno... jamás había hablado con alguien de color marrón. Aunque sí, ellos tienen la mejor ventaja de todas y es que es muy extraño que padezcan cáncer tegumentario a causa de la gran cantidad de melanina que generan, lo que provoca que su piel tenga aquel color tan especial.

—Soy Moisés —Digo— Así me dicen. —Aseguro sin verlo.

—Como el tipo que abre las aguas, mira que groso. —Dice mirando la pluma en mis manos— ¡Que genial!

Cierro los ojos con dificultad al oír su carrasposa voz cerca de mí y en aquel tono.

—Ay, lo siento, siempre me dicen que no grite pero es que en casa somos quince y pues... hay que gritar si queremos entendernos, aunque la otra vez nadie estaba hablando por que la Kika se comió los pasteles que eran del Fernando, y que decir, la abuela Clara casi les partió la cabeza con la cuchara de palo. ¿No crees que es extraño vivir entre tantos? —Pasa un segundo y aun cuando quiero responderle prosigue— Pues es poco común pero es más divertido, todos los días hay polémicas y qué decir, cuando hay tantos hermanos con los que pelear es como para medio día y

— ¡Ay Cállate! —Grito estresado de verdad. No comprendo porqué fui tan grosero y rápidamente me disculpo, Camilo que se ha tragado las palabras extrañado acerca su mirada extrañado a mis mejillas y alza una ceja— No, no te acerques.

—Algo pasa contigo, y exijo saberlo. —Dice como si nos conociéramos de toda la vida.

—T-tengo Asperger.

—Asperger...

—Sí.

Quiero explicarle lo que es, pero no sé bien si haría lo correcto puesto que su mirada se ha clavado con curiosidad en mí.

—Debiste decirme, yo tengo Ansiedad y estoy tratándolo con mi psicólogo Mario Castro aquí en la caleta de Valparaíso, en un edificio azul de rejas blancas. Es peor que el Asperger digo yo, porque hablas mucho y a veces estresas a las personas y terminan alejándose de todos modos, además no puedo dejar de pensar en qué viene más tarde tengo todo listo para que nada se pase por alto... y qué decir...

—Y qué decir... —Murmuro sorprendiendo mirándole de reojo.

Diario Azul:

Definitivamente es cierto que mi síndrome se queda chiquito al lado de otras cosas. Hoy vi a Helen, y aunque ella me vio no me saludó... ¿Qué seremos ahora? ¿Desconocidos con una pulsera en común?

También conocí a un chico simpático aunque muy estresante... me explicó que tiene ansiedad y lo he buscado en los libros, es realmente importante, me gustaría poder hallarle una solución más efectiva que los fármacos que están usando con personas como Camilo, el "Dj Ku", me dijo que si yo quería podía ir con él uno de estos días a la cantera a ver porqué le apodan así, no estoy seguro de que sea bueno ir. Pero algo si me ha sorprendido, y es que no le ha parecido de otro mundo nada de lo que padezco, es quizá un tipo de profeta, no sé... pero me ha parecido entender a Dios a través de tantas cosas que me soltó en el almuerzo de la preparatoria, donde también vi a Helen, aunque esta vez ella no me vio.

Estaba sonriéndoles a sus nuevos amigos, supongo, y se ha quitado las gomitas rosa de sus frenos, ahora son azules...

—No quiero decepcionarte... —Menciona llorando. Jamás creí volver a revivir lágrimas secas en una sola frase.

Lo que Helen me ha dicho ha quedado grabado en mi como si fuese una roca tallada. Siento como es que me ha atravesado con un arpón el corazón y me ha dejado desangrarme con la verdad.

Me levanto del taburete y la veo una vez más, no siento temor, siento rabia conmigo mismo.

—Soy realmente muy tonto. —Murmuro— No conozco a nadie más que a ti.

Miro hacia la puerta y quiero patearla, correr y desaparecer la idea de mi lóbulo temporal. Quiero olvidar que el maldito tiempo sí avanzó y no me dejó ni una oportunidad de soltar el "Te amo" con Helen.

—No importa, no importa. —Menciono con rabia sin verla.

Helen llora desconsolada viéndome, sé que está arrepentida de lo que me acaba de decir. También sé que está esperando una respuesta de mi parte, pero no puedo obtener algo que no altera nada más que mi ego, que aunque dudé tenerlo, lo tengo.

—Moisés —Helen quiere tocar mi pecho pero retrocedo con una mano entre nosotros.

—No vuelvas a decírmelo. No, no es un error. —Repito convenciéndome de que jamás haría algo que me dañara.

—Moisés perdóname —Me pide desconsolada— En verdad te quiero, eres mi mejor amigo, me quieres a pesar de todo... Tarde, es tarde pero no volveré a equivocarme más.

—No es un error —Repito enfadado mirando mis zapatillas de deporte— Me voy Helen, no quiero estar aquí cuando llegue.

—Moisés no tienes que irte, escúchame hombre —Pide interceptando mi caminata a la salida— No quiero que te vayas, eres mi amigo... Escucha, si ahora te vas me vestiré de amarillo para siempre.

Mastico la verdad otra vez e intento que no me duela. Pero me río con dolor sin verla.

—Que Dios me diga, ¿Cuál es la probabilidad de ser feliz ahora?

La pregunta le ha deshecho su hermoso rostro, y me siento culpable por causarle dolor aunque sea en una frase después de que ella me ha tirado como un palote de bowling con su verdad.

—Dios... —Solloza hablando entre dientes.

Estoy tan apenado, mi mundo se ha caído de la galaxia y se ha puesto a rodar por la nada. Pero aun si Helen me entierra siete pies bajo tierra yo seguiré esperando su abrazo.

Levanto una de mis manos y cuando voy a tocar su rostro mojado la luz de un automóvil atraviesa los cristales de la cafetería. Alejo mi mano con una nueva sensación extraña que no logro vislumbrar.

La mira de Helen se va a la ventana y su mandíbula se tensa, vuelve a verme a mí y su nerviosismo crece sin detención.

—Me iré, Helen. —Le comento ahora con decisión.

Un hombre alto, de tés blanca cabello negro y una sonrisa perfecta entra en la cafetería con un abrigo largo negro.

—La lluvia me ha pillado Helen. —Dice acercándose a nosotros— Buenas noches, tú debes ser el amigo de mi esposa, me habló mucho de ti.

Nuestras miradas vuelven a encontrarse en la agonía, levanto una mano en forma de saludo y asiento.

—Ya me iba. —Murmuro.

Helen que ha quedado sin aliento asiente con temor a lo que esté pasando por mi cabeza, pero si ella me conociera tanto como dice... sabría que estoy amándola aun si no me esperó...

—Te acerco, está lloviendo y a esta hora ya no pasan buses hacia la ciudad. —Dice aquel hombre que me robó la razón de vivir.

—No—Respondo colocándome el gorro del chándal— Buenas noches a ambos. —Digo sin verlos y saliendo a la intemperie.

El aire, la humedad y la lluvia serán el maquillaje perfecto para teñir el arponazo que me clavó mi Helen, mi ángel. 

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