A la mañana siguiente me levanté descansada y repleta de energía. Perfecta para pasar un fin de semana grandioso con los niños. El sol lucía radiante, el tiempo marcaba temperaturas de hasta 25ºC y, milagrosamente, no había levantera, así que en cuanto desayunamos, arreglé a los niños y llamé a Toñi para ir a la playa. Normalmente evitaba quedar conmigo y con los niños para ese tipo de planes, pero sabía que se moría de ganas por saber cómo fue la no-cita y que no le quedaría otra que aceptar.

Una hora después estábamos en la playa disfrutando del buen tiempo y protegidas por una sombrilla XXL que siempre llevaba en el maletero del coche.

- ¿Y bien? ¿Qué tal la cita? ¡¡¡Dime que estaba bueno y que tenía de esos antebrazos fuertes que tanto te ponen!!!

Toñi era amiga mía desde el instituto. Siempre habíamos sido uña y carne y conocía con pelos y señales todas mis aventuras amorosas antes de Óscar. Y por tanto lo mucho que me gustaba un hombre con manos grandes y brazos fuertes.

- No me fijé en eso, sólo fuimos al cine.

Me miró fijamente, ambas sabíamos que era una mentira cochina ya que mirar los brazos y manos de un tío era algo que hacía de forma totalmente inconsciente, como respirar. Levantó una ceja a lo Carlos Sobera y empecé a reír.

- Bueno, vale, sí. Cumplía todos los requisitos para ser un posible. Salvo que vende su cuerpo y que yo ya no quiero más posibles en mi vida.

- Bueno, más tarde trabajaremos en eso, de momento cuéntame cómo se portó en el cine. ¿No te mandó a tomar por culo con tu manía de hincar las uñas en el brazo más cercano cuando te da un repullo?

Me eché a reír. Toñi y Óscar conocían todas mis manías. ¿Os he contado cómo conocí a Óscar? fue hace muchos años, pero parece como si hubiera sido ayer... historia larga, la dejo en pendientes. Ahora a centrarme en Toñi y en darle respuestas sin meterme en arenas movedizas.

- Por puntos, señorita. Lo primero: ¡deja de decir palabras feas delante de mis hijos! no me he pasado los últimos cinco años diciendo miércoles cada vez que me hincaba el dichoso pomo de la puerta de la habitación de Míriam para que vengas tú y me lo eches a perder en una mañana.

- ¡Venga ya Vero! Pero si Miriam sabe decir cosas más feas que eso... ¿verdad tesoro? ¿¿qué te enseñó tu amiguito ese del cole a decir el otro día??

- ¡Puta! - contestó mi hija de cinco años la mar de feliz y luego siguió cavando un agujero en la arena de la playa. Agujero que cada vez era más profundo. Le vendría estupendo para enterrar a Toñi si le enseñaba más tacos a la niña.

- ¿Pero qué...? ¡Míriam! ¡como vuelvas a decir esa palabra te lavo la boca con jabón lagarto! y tú Toñi deja de reírte, maldita, que así no hay manera de educar... además, ¿tú cómo te enteras de estas cosas antes que yo? ¡si no haces más que decir que los niños te dan alergia!

- Pues me lo cuenta tu madre, ya sabes que a mí me encanta hablar con la Lola y contarle mis asuntos amorosos. Ella me escucha y me da consejos y reza por mi alma descarriada y yo me ahorro el psicólogo.

Y esta es, señoras y señores, mi amiga Toñi en toda su esencia. Usando a mi madre para confesar sus pecados y, de paso, escandalizarla un poco. Mi madre es fácilmente escandalizable en cualquier caso, pero creo que en el fondo le va la marcha porque después de tantos años sigue tratando a Toñi como a una más de la familia.

- La madre que te parió... deja ya a mi madre, que te la vas a cargar como le vuelvas a contar alguna de tus aventuras amorosas. El otro día me preguntó que si sabía lo que era un "choker", cuándo se lo expliqué se puso a rezar el rosario en bucle.

- ¡Ahhh sí! es que el poli local que conocí el otro día por el tínder es muy dominante y le pedí que usáramos las esposas y una cosa llevó a la otra y... ¡y no me cambies de tema! ¿le hincaste las uñas o no?

- Noooo, qué pesada. Desde que soy madre llevo siempre las uñas cortísimas. Gajes del oficio -hashtag true story, amigos míos- hicimos algunos comentarios sobre alguna escena, compartimos mi alijo de chocolate y chucherías... poco más. Luego cada uno se fue a su casa.

- ¿¿Y ya está?? ¿pagas por una no-cita y sólo tienes eso que contar? Ya te vale... espero que al menos te acompañara a casa y te diera un beso de buenas noches, tú ya me entiendes -me dijo guiñándome un ojo y gruñiendo como un tigre sofocado.

- Pues no, tuvo que irse rápido porque le surgió algo y yo aproveché para ir a por los niños a casa de mi madre.

- ¿En serio? ¿no tienes nada más que contar?

- Pues no, Toñi. Nada más.

¿Os he dicho que cuanto digo una mentira gorda me toco el pelo? Pues eso fue lo que me delató.

- ¡Perra! ¡ya me estás contando lo que te estás guardando o tendré que enseñar a Miriam más palabras bonitas...

- ¡¡¡NOOOOOO!!! ¡Deja a mi bebé tranquila!

- ¡Pues suéltalo ya, jodía!

- Puessss... Me dio un beso en la frente y me dijo que tendría noticias suyas pronto.

- ¿¿En la frente?? Ya podría haberte comido los morros... Pues cuando lo vuelvas a ver se los comes tú y lo que surja. Imagino que no tendrás que pagar por esa segunda cita, perdón, no-cita teniendo en cuenta que te dejó tirada, ¿no?

Le puse mi mejor cara de póker y le dije que no pensaba volver a verle, con lo cual daba igual si me cobraba o no. No pensaba decirle que tuve un ataque de pánico, porque si hay algo peor que mi madre preocupada era... Toñi preocupada. Sólo superada por mi hermana, claro.

Pasamos el día entero en la playa y después de comer recogimos y volvimos a casa para que los niños durmieran la siesta mientras nosotras hacíamos sesión de peli romántica alemana en la tele (ya sabéis, "invierno en Hannover", "Primavera en Munich", "otoño en..." Sí, esas, creo que ya lo habéis pillado).

El resto de la tarde, por tanto, fue tranquila y así pasó el fin de semana y la semana siguiente entera y acabó el mes de abril y yo me olvidé de Jake, de la web y, esto fue lo que lió todo, de dejar una reseña...

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Increíble pero cierto! Sigo cumpliendo plazos! Aquí está el tercer capítulo, espero que os guste.

Gracias por leerme, mores míos!