Capítulo 1
Eran las 7 de la tarde del viernes, mi madre ya se había llevado a los niños a su casa "por si se te hace demasiado tarde, que no se enfríen". Empecé a arreglarme pero cuando ya estaba vestida y me miré al espejo no me gustó el resultado.
- Venga Vero, ¿a dónde vas tan arreglada? No es una cita, tú no quieres citas. Vas al cine con un tío por el que has pagado 15 pavos -era una oferta por ser la primera vez que usaba el servicio.
Así que me cambié de ropa y me puse unos vaqueros con una camiseta sencilla y zapatillas deportivas cómodas, me recogí el pelo con una pinza y me limité a pintarme la raya en los ojos... Creo que hasta a trabajar iba más arreglada.
Todo lo que sabía del tipo que me iban a mandar es que se llamaba Jake. Imagino que sería un nombre falso, no hay muchos Jakes aquí en Andalucía...
A las 8 en punto sonó el timbre, respiré hondo y abrí la puerta directamente a sabiendas de que si miraba por la mirilla y no me gustaba lo que veía, habría perdido 15 euros y la oportunidad de ver a Tony Stark (sí, Robert Downey Jr. me encanta, es mi "guilty pleasure").
Lo que me encontré al otro lado de la puerta fue una sorpresa. El muchacho no parecía mucho mayor que yo, era moreno y tenía los ojos verdes más impresionantes que había visto nunca, además de unos labios bien carnosos (que no quiera catarlo, no significa que no me fije en los detalles importantes).
- hola, soy Jake -el acento era español, pero tan estándar que no supe adivinar de dónde, y eso que soy buena localizando acentos- tú debes de ser Verónica.
- hola Jake -le tendí la mano marcando la distancia, pero no pareció que le sorprendiera lo más mínimo, ya que me dio un apretón fuerte. ¡Punto para Jake!- ¿quieres pasar mientras cojo las cosas para irnos?
Asintió con la cabeza y entró a mi pisito, mientras cogía el bolso y una rebeca. Aunque la primavera estaba bien entrada, por las noches aún refrescaba un poco. Por el rabillo del ojo vi que observaba las fotos que tenía puestas sobre un mueble de la entrada con mis hijos y... con Óscar.
- Bueno, pues... vámonos. -Jake salió primero y esperó a que cerrara con llave la puerta, luego me abrió la puerta del ascensor. Pues sí, era caballero.
- Creo que el cine que mencionaste queda cerca. ¿Te apetece que vayamos caminando para así romper el hielo?
- Eres directo, ¿eh? Me parece bien, hace buen tiempo y me encanta caminar -le contesté con una sonrisa.
Empezamos a caminar en silencio, unos minutos después Jake decidió hablar.
- Según tu solicitud... -parecía estar eligiendo las palabras adecuadas para lo que fuera que iba a soltar. Ten cuidado, chaval, ¡me da igual perder mi dinero si te pasas de la raya!- bueno, ponía que no deseabas ningún tipo de contacto físico. Mis... mis clientas suelen querer sentir que están en una cita real, les gusta que les de la mano o que les ofrezca mi brazo para caminar... entiendo que tú no quieres nada de eso, pero si en algún momento te apeteciera, no hay ningún problema por mi parte.
- Eres muy considerado Jake, pero estoy bien así, gracias. Como dije en mi solicitud, sólo quiero un acompañante para ir al cine y después cenar algo rápido. Quizá te parezca absurdo pero no quiero, ni espero, más de este servicio.
- No es absurdo, Verónica. Tú pagas, tú decides. Pero si cambiaras de opinión o, simplemente de forma natural surgiera, no voy a actuar raro ni a hacerte preguntas incómodas. Sólo quiero que pases un buen rato conmigo.
- Ahh... sí, cierto, luego tengo que valorar el servicio. Tranquilo, ya tengo preparado lo que voy a escribir. Todo cosas buenas, ¡¿eh?! Jejeje
- Verónica -Jake entonces se puso serio y me tomó del antebrazo con delicadeza- esto es más que un simple trabajo para mí, me gusta lo que hago y me lo tomo en serio. No se trata de las valoraciones, yo ya tengo una gran puntuación y por eso me asignaron esta cita. Mi única intención es que hoy te lo pases bien de verdad y te olvides de que estás pagando, así que si hay algo en especial que pueda hacer para que así sea, sólo tienes que decirlo en cualquier momento.
Me quedé con la boca abierta. No sabía que realmente existía la vocación en este tipo de trabajo, pero me gustó su actitud y sinceridad, así que decidí desechar cualquier idea preconcebida que tuviera y hablarle abiertamente.
- De acuerdo, Jake, pues si realmente quieres hacerme sentir cómoda y que me olvide de que esto es una mera relación contractual, sé tú mismo respetando los requisitos que marqué en la solicitud. A mí también me gustaría que tú te lo pasaras bien, no sólo yo.
Jake sonrió de oreja a oreja.
- Entonces, como si fuéramos amigos, pero respetando los límites. Me parece bien... Vero. Espero que no te importe que te llame así, me parece más "natural".
- Perfecto, Jake. Todo el mundo me llama así, está bien.
Llegamos al cine y fuimos directamente a la taquilla.
- Normalmente la clienta es la que paga todo, Vero -lo sabía, era parte de los términos y condiciones y me parecía lógico...- pero si te parece bien, me gustaría invitarte a las palomitas, me sentiría más cómodo.
- Bueno, no creo que eso forme parte del contrato -contesté dudando- ¿no tendrás problemas por ello?
Jake sonrió y por primera vez me fijé que al hacerlo se le hacía un hoyuelo en una de las mejillas. Tuve que reprimir las ganas de cogerle de ese moflete. Nada de contacto, Vero, el contacto lleva a la confianza, la confianza lleva al cariño y el cariño lleva a lugares a dónde no queremos ir ¡es por tu propio bien!
- Tranquila, no va a pasar nada. Me dan bastante margen en la agencia para que haga mi trabajo bien. Además, me apetece, me has caído muy bien.
Me guiñó un ojo y se fue directamente a comprar las palomitas. Entonces me acordé de algo muy importante.
- ¡Jake! ¡Espera! -se giró rápidamente esperando lo que tenía que decirle- Podrías... ¿podrías comprarme palomitas dulces de esas de colores y una Fanta de naranja?
Sí, lo sé, tengo 35 años y no concibo ir al cine sin mis palomitas llenas de insana azúcar o mi Fanta de naranja. Un motivo más para no volver a meterme en una relación: lograr llegar a ese punto de confianza en el que acepten mis rarezas.
Jake asintió levantando el pulgar hacia arriba y desapareció entre la gente. Yo compré las entradas y me puse en la cola, enseguida apareció con dos botes de palomitas gigantes, uno de ellos lleno de caramelo de colores, mi Fanta, su bebida y chocolate. Curioso, parece que él también tenía sus propios gustos peculiares.
Pareció que adivinó mi pensamiento, porque enseguida habló.
- No me juzgues, Vero. Yo también tengo mis propios gustos "culposos", pero si eres buena chica, te prometo que te daré un trocito.
No pude evitar una carcajada. Me estaba cayendo bien el tal Jake. Entonces, mirando antes hacia todas partes, fingiendo que no quería ser descubierta, abrí el bolso y le mostré mi propio arsenal secreto de gominolas y chocolatinas.
- Si tú te portas bien, seré magnánima y te daré un trocito, chaval. -me miró realmente fascinado- No te sorprendas, soy madre, SIEMPRE voy preparada para el cine.
Los dos empezamos a reír y entramos a la sala entre bromas.
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¡Más vale tarde que nunca! Aquí tenéis el primer capítulo de esta historia un poco loca.
Espero que lo disfrutéis y que os haya merecido la espera. En una semana como máximo publicaré el siguiente.
Espero con ganas vuestros votos y comentarios. ¡Perdón por la tardanza!
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