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➤Veinticinco.

Lauren.

Era otro día lunes en el trabajo, y las ojeras que tenía ya ni siquiera podía taparlas con maquillaje. Necesitaba unos días para dormir un poquitico más junto a Camila porque ella tampoco dormía por estar esperándome hasta las tres de la mañana, y luego se levantaba a las seis para despedirme. 

Me sentía sobreexplotada. Normani estaba peor que yo, pero a ella no se le notaban las ojeras. Por esa misma razón amaba el tono de su piel, aparte de que, el tono de por sí es bonito.

Cuando me solía acostar con Luis (lo que ya pasó hacia varios meses) él me regalaba días libres, pero claro, cuando eso terminaba, volvía a mi trabajo y las mismas toneladas de papeles estaban sobre el escritorio de nuevo. Mientras más lo pienso, más razono y más me doy cuenta que no me beneficiaba en nada.

"¿Lauren...?" Alcé la mirada y Verónica tímidamente se asomaba por la puerta. Normani la miró, y Lucy parecía ida, babeando por ella. La hizo sonrojar a más no poder.

"¿Sí?"

"E-el jefe t-te llama." Casi suelto una carcajada, pero en vez de eso, carraspeé, levantándome luego. No quería avergonzarla más de lo que estaba.

Caminé hasta donde estaba la oficina de Luis, y cerré la puerta. Me volteé para enfrentarlo y lo vi tan cerca de mí que pegué un salto que si no hubiera sido por la gravedad, hubiera quedado pegada en el techo como un gato después de ver un pepino.

"Mi espacio personal, por favor." Lo empujé con sutileza, y por fin miré sus ojos. Estos parecían furiosos, como si quisiera golpearme una y otra vez contra la puerta.

Alcé una ceja. ¿Me estaba intimidando?

"¡¿Acaso viste la mierda que causaste?!" Alcé mis dos cejas, incrédula.

"¿Disculpe?"

"¡Arruinaste mis papeles como si fueras una puta novata!" No recuerdo haberlo tratado con esa imprudencia, ni siquiera haberle dicho algo fuera de lugar. Era mi jefe, pero estaba completamente segura de que eso no le daba el derecho de alzarme la voz o tratarme como quiera.

"Luis, eres jefe, contrólate." Bufó, volteándose para ir hasta su escritorio. Por un momento creí que le saldría humo por las orejas. "Estás hablando con una de tus empleadas, no con tu inferior ni con una pendeja que no sabe dónde está parada. Así que mejor comienza a explicarme qué te pasa en vez de ponerme apodos de un niño de cinco años."

Me sentía como una mamá regañando a su niño en este momento. Con la diferencia de que este niño está demasiado malcriado y gracias a Dios que no es mío.

Ah, y no estoy segura de que un niño de cinco años vaya diciendo puta como insulto, no lo veo para nada normal.

"¿Crees que te llamé para que me dieras clases de moral?"

"¿Crees que vine para soportar tus chillidos? No estoy para hacerte entender que la definición de jefe no significa: Trátame como se te cante el orto." Tonta no soy, y podía notar que no le estaba importando lo que decía en lo más mínimo. "Yo soy la que se queda hasta las tres de la madrugada haciendo tu trabajo, al menos considera eso y no me trates como si tu esfuerzo valiera más que el mío." Seguía callado, pero esta vez rodó los ojos como una diva, y luego bajó la mirada para rebuscar en sus carpetas. Ni siquiera regulando mis palabras se toma el tiempo de escucharme, ugh. "Ahora me llamas puta novata, pero bien que te enojaste después de que esta putita no quiso volver a acostarse contigo."

"Sal de mi oficina."

Solté una ruidosa carcajada. Tal vez la había cagado riéndome en su cara, pero ya me daba igual. Es más, esperaba que me despidiera sin pensárselo. "¿Por qué? ¿Crees que me voy a rebajar a entrar y salir de tu oficina como una estúpida?"

"Sal por esa oficina y vuelve a entrar con una sonrisa en la cara." Mi cara se endureció, y juré que si no cambiaba su comportamiento en unos minutos, yo misma haría que sus bolas explotaran.

"¿Vas a despedirme si no lo hago?" Alzó la mirada y su ceño se frunció. "Muéstrame porqué estoy aquí perdiendo mi tiempo." Lanzó la carpeta sobre la mesa, casi logrando que se cayera. Lo tomé entre mis manos y comencé a leer qué tanto le estaba molestando.

Había errores. Muchos. Pero no eran papeles que yo revisé, así que aún no entiendo qué hago aquí.

"Todos los papeles de mierda mal hechos, ¿te pago para que hagas esto?"

Respiré profundamente, apretando el puente de mi nariz. "A ti te pagan el doble que a mí y sólo vienes a dejar el culo marcado en el asiento."

"Eres una malagradecida." Soltó repentinamente, negando con la cabeza y soltando una risita seca, como si no se creyera lo que acabo de decirle. "¿Y los días que te di libres, los días que te dejé comer a la hora que quisieras? ¿Acaso eso no ves eso?"

"¿Yo te los pedí?" Pregunté, poniéndome una mano en el pecho como el meme ese de feisbu.

"Tú los aceptaste."

"Es penoso que esa sea tu única forma de justificar porqué no haces nada mientras yo sí hago todo tu trabajo." Se volvió a quedar callado, y dentro de mí, no sabía si estaba respondiendo bien, o sólo la estaba cagando más. "Te voy a pedir una última vez aprendas a controlar tus actitudes, y para la próxima, tómate el tiempo de averiguar bien quién hizo los papeles."

Alzó sus cejas, otra vez. Mover las cejas cada tres minutos es la única cosa que sabe hacer aparte de rascarse las bolas. "¿De qué estás hablando?"

Lancé la carpeta en el escritorio de la misma forma en que él lo había hecho. "La redacción ni siquiera es la mía, ridículo, ¿comparemos mis papeles con estos?"

Mientras me preguntaba cómo puede ser tan inútil hasta en lo más mínimo, él tomaba los papeles y comparaba el diseño de contrato que siempre hacía. No hacía falta revisar más para darse cuenta de que esos papeles no eran míos. Alzó la mirada y una expresión calmada se hizo presente en su cara.

"¿Podrías salir de mi oficina y llamar a Keana?"

Mi mandíbula se apretó, un coraje extraño acoplándose en mi pecho. "¿Me estás jodiendo?" Se impresionó ligeramente con mi actitud, pero no dijo nada. Al contrario, una sonrisita juguetona nació de sus labios. "¿Crees que es divertido? Ni siquiera eres capaz de pedir unas miseras disculpas, tu falta de educación está por sobre cualquiera." Quise bufar, pero no, no quería parecer un toro frente a él.

"Lauren, fue un accidente." Rió, ahora muchísimo más calmado. "No te recordaba tan sensible."

"Despídeme." Hablé sin titubear, sin pensar en las consecuencias que esto conlleva. No sabía si de verdad me iba a arrepentir de no volver a trabajar en su empresa, pero estaba segura de que en este momento lo deseaba más que nunca, y estuviera pensando con el coraje o no, me iría de aquí aunque él me lo prohibiera.

"¡¿QUÉ?!"

"Eres un jefe algo tontito, ¿no crees?" Me siento completamente en contra de mis propias palabras: le dije que se controlara, y yo le he tirado palabras demasiado confianzudas como para estar hablando con un jefe. Juro por Diosito que no suelo ser doble moral, pero en este momento no estoy hablando consciente. Ya lo llamé ridículo hace un par de diálogos atrás, no voy a quejarme ahora de lo que he dicho o no. "Despídeme. Yo tomaré el cargo de esos papeles con tal de que no despidas a Keana." Su silencio comenzaba a aburrirme. "Igualmente me iré de aquí si no lo haces. Renunciaré."

"No puedes. Tienes responsabilidad con tu mamá."

Por un pequeño segundo me quedé casi estática. ¿Acaba de soltar eso como si nada? Eran momentos como estos en los que me daba una impotencia gigante pensar que le confié algo de suma importancia y él lo utilizó en mi contra para chantajearme, porque sí, acaba de sacar provecho de eso.

Lo que él no sabe, es que mi mamá ahora sí tiene economía estable. Yo le aporto para que no gaste más de la cuenta y porque quiero ofrecerle cosas. O sea que, ella ya no depende de mí.

Lo miré de pies a cabeza, y me volteé sin decir más. Salí de su asquerosa oficina, oyendo sus gritos con mi nombre en ellos, pero honestamente ya me daba igual todo. El poco estima que aún le tenía, acaba de morir completamente.

Apenas llegué donde estaban mis compañeras, una sonrisa gigante por parte mía apareció, y las dos me miraban como si tuviese un pene en la frente.

"¿Follaste?" Preguntó Lucy, dudosa. Seguro preguntándose porqué me encontraba tan feliz.

"¿Tú crees que folló con alguien más si anda toda muerta por la otra pendeja esa?" Normani le hizo un gesto obvio y yo solté una carcajada.

"¡Renuncié!" Lo dije con tanta felicidad, que me indigné cuando sus rostros se deformaron y sus voces chillonas comenzaron a gritar del enojo.

"¡¿Qué?! ¡¿Quién te crees tú para renunciar y dejarnos con el Felicia asqueroso ese, zorra?!" Normani dejó de hablar e inmediatamente Lucy comenzó.

"¡¿Quién me dará consejos de cómo encontrar el punto G de Vero, eh?! ¡¿Quién me hablará de cosas que a nadie le importa hasta aburrirme?!"

"¡¿Quién me dará los buenos días con esa carita de orto hermosa que tienes?!"

"¡¿Quién se supone que será la gasparín del trabajo ahora?!"

"¡¿Quién más se va a reír como un bebé cuando haga mis chistes?!"

"¡¿Y quién será el feto abortado de Megan Fox?! Apuesto que esa no te la pensaste, Lauren."

"¿Es mi culpa ser la más amada del trabajo?" Me puse la mano en el pecho otra vez.

"Maldita narcisista" Normani negó con la cabeza antes de levantarse y acercarse a mí. "Te extrañaré, mi bebecita." Me abrazó, casi ahogándome con un abrazo de oso, y le correspondí felizmente. "No estaba en mis planes abrazarte, pero hasta me diste pena."

"Yo admitiré que me siento como una mamá orgullosa. Por fin el Felicia dejará de insistir en mamadas... Literal." Lucy también se levantó y nos abrazamos las tres como en esas películas basuras que se entregan amor por todo y bla, bla. 

"Ya, por favor, no quiero que me manoseen tanto." Me reí, alejándolas. "si sólo renuncié, lloronas de mierda." 

●●●

Ahora iba de camino a mi departamento en uno de los asientos que están al fondo del bus. Sentía que un peso que no sabía que tenía en los hombros, se había caído de golpe, y ahora pensaba en lo fantástico que sería pasar todos los días y a cada hora con Camila. Lo único que no había considerado, era la calor infernal que había a esta hora, y sentía que me derretía o me rostizaba como un pollito asado. Podría apostar que cuando me mirara al espejo, iba a estar igual de negra que Normani. Sé que no me está escuchando, pero sabe que la amo y que sólo son bromas, jaja... Normani te amo, de verdad mis chistes son inocentes, pERDÓN.

Abrí la puerta con cuidado, y vi cómo los ojos de Camila se abrían grandemente por la impresión antes de lanzarse a mí, sus piernas enrollando mi cintura. La tomé por los muslos y su linda sonrisa me contagió, haciéndome sentir aún más alegre. Me besó con timidez, sus suaves labios acariciando los míos con la delicadeza que la caracterizaba. 

Se alejó de mí, pero mis ojos aún estaban cerrados. Oí su ligera risita.

"Abre los ojitos, Lern." Pidió, acariciando mis mejillas. Lo hice, y vi un sonrojo apoderarse de ella. Entré al departamento y cerré la puerta tras de mí. 

"¿Sabes que día es hoy?" Pregunté en susurro. Ella al inicio dudó, pero luego asintió rápidamente.

"¿Conoceré a tus padres? Aunque ya los conozco, pero ahora podré hablar con ellos." Asentí, sonriendo, ella también lo hizo. 

"Y adivina quién ya no volverá a trabajar..." 

Sus ojitos brillaron de emoción y por un milisegundo pude ver sus uñas cambiar de colores rosado y amarillo antes de sentir cómo tomó mi cuello para volver a besarme. "Ahora vas a pasar todos los días conmigo." Habló en chillido, lo que me hizo reír. Rápidamente me silenció con otro beso.

"Mhmm... Camz, ¿nos vamos a cambiar de ropa?"

Asintió rápidamente y se bajó, corriendo escaleras arriba. Me tomé un par de segundos para reaccionar antes de correr escaleras arriba también, siguiéndole hasta atraparla con mis brazos en su cintura, y su linda carcajada naciendo desde el fondo de su garganta. Se volteó para abrazarme por el cuello y besé sus labios suavemente. Hace días que no la besaba tan calmada, y se sentía muy bien. Quiero decir, ella me abrazaba e intentaba darme cortos besitos para calmarme cuando llegaba del trabajo, porque ni siquiera podía dormir por pensar en que la alarma no sonaría y pasaría de largo. Ahora no, ahora sentía que podía besarla durante horas y aún así no tendríamos prisa.

Mientras me bañaba, podía oír que ella estaba haciendo mucho, demasiado ruido en nuestro cuarto. Tenía la ligera curiosidad de salir para ver si no se estaba muriendo o necesitaba mi ayuda, pero no. Me quedé allí, arreglando mi pelo y envolviendo la toalla en mi cuerpo.

Salí con cuidado de no caerme por el agua, y cuando alcé la mirada, mi boca se abrió ligeramente. En otro momento, me hubiese enojado con el desastre que provocó en todo el cuarto. Habían partes de ropas esparcidas por la cama, había un par que estaban pegadas a la pared, pEGADAS A LA PARED, ¿qué vergas? Y el resto de pelusas por todo el suelo. 

La miré a ella, y me sonrió, moviendo sus pies mientras tomaba los bordes de su vestido.

"¿Te gusta?" Preguntó. "Lo hice yo."

Mis ojos se abrieron aún más. Se veía preciosa, no voy a enojarme con ella, menos ahora que noté sus cualidades para hacer cosas como si no le costase nada.

Yo sólo asentí como boba, sintiéndome de la misma manera que Lucy cuando mira a Vero.

"Y-yo..." Murmuré, señalando el clóset de donde salí. "Tengo que buscar ropa yo también."

"Yo iré a comer un ratito. Tengo hambre." Asentí, dejando que se fuera y yo no dudé en mirar sus piernas como si muriera por besarlas porque eran muy bonitas y yo...

Suficiente, Lauren.

Negué con la cabeza. Ya tendríamos tiempo para las dos, ahora me tenía que enfocar en arreglarme para ir a cenar con mi mami y Camila.

No sabía escoger ropa tan bien como Camila, yo usaba la misma todos los días y la verdad es que me sentía cómoda. Pero hoy es un día distinto así que haré lo posible para cambiar mi estilo.

Bueno, al menos lo intenté.

Ahora íbamos de la mano por la calle, hablando de cualquier cosa. Me daba un poquito de miedo que alguien fuera capaz de decirle alguna cosa inapropiada. Más que miedo, era algo que me decía que la protegiera;  ya se estaba oscureciendo y no confiaba en nada ahora que la tenía conmigo como si fuéramos casi pareja. Yo la quería cuidar y todas esas cosas asquerosamente tiernas que no son de mí, no sé, quizás era paranoia mía, pero quería mantenerla a mi lado.

"¿Ya llegamos?" Preguntó casi bufando, apoyando su cabeza en mi hombro. Qué hermosa es.

No puedo creer que hasta sus quejas me den ternura, estoy mal, ya caí demasiado profundo en sus encantos.

"¿Quieres que te lleve en brazos otra vez?" Ella se alejó de mí y sus ojitos brillaron de emoción. "Oh, no, no, no, sólo estaba jugan-"

"¡Sí, sí, sí!" Chilló, yo quise golpearme por darle ideas.

"De acuerdo, bonita, de acuerdo." Me estiró la boca para que le diera un pequeño beso y luego volví a hablar. "Pero enróllate mi chaqueta en la cintura, ¿bueno?"

Sentí que me moría de hipotermia cuando me lo saqué y me quedé sólo con un sostén que no era sostén (honestamente, no sé cómo se llama), pero todo vale la pena si puedo cuidar su culito del frío y de que no se le vea cuando se suba a mi espalda.

Aunque debo de admitir que no fue tan malo después de todo. Ella me dio el calor corporal suficiente para resistir lo que quedaba del camino.

"¿Ya llegamos?"

Rodeé los ojos por quinta vez.

"Camz, ¿puedes callarte? Ya nos quedan sólo unos metros." Ella hizo un sonidito de emoción que me hizo reír.

"¿Cómo se llama tu mami?"

"Clara, ¿por qué pre-"

"¿Y tu papá?" Deja de interrumpirme, por favor.

Me quedé unos segundos callada, pensando en porqué estaba preguntando eso. "Mike." Respondí con un atisbo de no querer responder. "¿Por qué preguntas esas cosas?"

"Para saludarlos cuando los vea."

Apenas lo dijo, llegamos a la puerta de la casa y la bajé con cuidado. Ella casi corrió para golpearla, pero la detuve, acercándola a mi pecho. Necesitaba hablar con ella unos segundos.

"¿Te sientes cómoda con esto de conocer a mi mamá?" Ella asintió, abriendo la boca para decir algo pero yo no quería que hablara ni preguntara nada, así que proseguí. "Mi mamá y yo odiamos la gente que cambia de personalidad para sorprender a otros o para adaptarse... Quiero que seas tú misma, que tires los mismos chistes de siempre, que no te quedes callada si no quieres, ¿de acuerdo, mi amor?" Ella asintió, entendiendo completamente. La tomé de las mejillas y la acerqué a mí para darle un tierno beso que sabía nos calmaría un poco a las dos. Más a mí que a ella. "¿Ahora podrías devolverme mi chaqueta?" Ella rió y desató el nudo que había hecho en su cintura para entregármelo.

"Ahora yo tengo frío."

"Ven aquí." La volteé y la abracé por la cintura para que se mantuviera bien.

Golpeé la puerta y en menos de lo que esperé, la puerta se abrió de golpe dejando ver a mi mami sonriente. Es como si hubiera estado detrás de la puerta todo este tiempo esperando a que sonara. Abrió la boca para saludar, pero Camila se adelantó.

"Hola, señora Clara de huevo."

Quise soltar una carcajada pero la contuve, escondiéndome para no explotar con la reacción de mi mamá. Creo que Camila se tomó muy a pecho lo de sé tú misma.

"Hola, mi niña. Hola, Lauren." Respiré profundamente antes de soltar a Camila, apoyar mi mano en su espalda baja y llevarla dentro. Mi mami no parecía para nada enojada, eso me calmó bastante.

"Hola, mamá." La saludé, cerrando la puerta y dándole un abrazo de esos que me salen del alma y luego la solté, suspirando un poco nerviosa. "Mami, ella es Camila. Camila, ella es mi mami."

Camila se acercó y le dio un abrazo como si la conociera de toda la vida, mi mamá le correspondió, alegre y sonriendo. ¡A la verga! Esto estaba saliendo muchísimo mejor de lo que tenía planeado: Mi casi novia y mi mami se están llevando excelente, eso es una buena señal. Excelente, diría yo.

Quería ayudar a mi mamá para ordenar la mesa pero ya la tenía lista desde hace unos quince minutos antes de que llegáramos. Ahora estábamos cenando la mejor comida casera del mundo (porque fue hecha por mi mami, obvia), y me preocupaba que hubiera tanta paz. Me imaginaba a mi mami preguntándole todo tipo de cosas, y si eso ocurría, yo no sabría qué hacer porque Camila ni siquiera trabaja. Fue una hada toda la vida, cómo íbamos a convencerla de eso.

"¿Y tú qué haces, Camila?"

Mierda. 

No tuve que haber pensado lo de mi mamá haciendo preguntas. Ahora que lo pensé, comenzó cON SUS PREGUNTAS.

"Yo vuelo."

La puta madre, tengo una bola de emociones en donde quiero reírme pero llorar porque está respondiendo mamadas, no sabe mentir. Aunque no es una mentira, pero hubiera preferido que mintiera.

"Wow." Dijo mi mamá con el ceño fruncido. "¿Consumes drogas?"

"¡No!" Dije rápidamente, las dos me miraron expectantes. Carraspeé. "Camila quiso decir 'yo muelo' porque le encanta moler las papas y hacer purés. Trabaja en eso."

"No, yo..." Le tapé la boca rápidamente.

"Es que Camila es un poco disléxica, mamá. Se le van las palabras."

"Tiene sentido." Mi mami la miró con una sonrisita tierna, haciendo un gesto despreocupado con la mano. "No te preocupes, cariño, yo ya ni sé qué digo." Comenzó a contar. "Una vez le dije a mi esposo..."

"Créeme que Camila no quiere saberlo." Admití, diciéndole disimuladamente que se calle porque, efectivamente, ya no sabe lo que está diciendo.

"Hmm..." Camila me miró como si me quisiese preguntar porqué hice callar a mi madre, pero en cambio, prefirió preguntar algo. "¿Dónde está tu papá, Lern?"

Mi mamá y yo nos miramos de forma sincronizada. No, no le había contado casi nada de mí a Camila. Bueno, no es que no quisiera, es que simplemente no acostumbro a contar mis cosas así como así, entonces nunca hubo oportunidad de hablarle sobre mi vida.

"Él no vendrá, Camz." Volví a comer, intentando evitar la mirada de las dos. Camila parpadeó rápido, un signo de incredulidad.

Supongo que estaba acostumbrada a verlo, por eso se le hará extraño que no esté.

"¿Por qué?" Por favor, Diosito, haz que deje de hablar o que se ponga a contar historias de hadas.

"Él murió hace años ya." Respondió mi mamá con voz calmada. Seguramente Camila podía ser la ilusa que creyera que a mi madre no le incomodaba el tema, pero yo no soy estúpida, yo sé que hablar de esto le duele más que cualquier otra cosa. Por eso mismo no quería que habláramos de mi papá.

"Oh." Camila parpadeó esta vez impresionada, disculpándose conmigo de forma indirecta al atrapar mi mano por debajo de la mesa. "Lo siento, señora Clarita, yo no lo sabía." Cosita hermosa, me dan ganas de llenarle la cara a besos por ser tan linda.

"No te preocupes." Sonrió ligeramente, comiendo un poco de pollito. "¿Cómo te ha ido en el trabajo, Lauren?"

Antes de siquiera poder abrir la boca para hablar, una voz de ardilla habló por mí. "¡RENUNCIÓ!" Gritó Camila, emocionada.

Mi mamá se atragantó, comenzando a toser exageradamente.

Miré a Camila con unas ganas horribles de reírme por ser tan imprudente. Aunque, también me sentía culpable de sus reacciones. No me refiero a que sus reacciones aniñadas molestasen o que no fui capaz de enseñarle a comportarse, no, a mí me encanta que sea así... A lo que quiero llegar, es que hay cosas que mi mamá no tenía que saber, como esto, y no le advertí a Camila de que no debía hablar.

"Es verdad, mami, renuncié." Mi mamá tragó un poco de vino, calmando su garganta. Qué azka, ¿a quién en su sano juicio le gusta el vino? Prefiero el Vodka, ah re alcohólica la loca. "Pero, creo que me pagarán todos los años que trabajé. No me tomaron como renuncia, me tomaron como despido."

"Por eso me atraganté." Admitió, respirando profundo. "Sé que no eres tonta y sé que jamás hubieras renunciado. No dejarías que tu dinero de tantos años se fuera así como así."

Si supiera.

"Sí, bueno..." Me rasqué la parte trasera del cuello. "Mejor hablemos de otra cosa... ¿Cómo has estado?" Camila giraba la ensalada con el tenedor, como si estuviera distraída, pero no tenía cara de distraída. Si tiene claro cómo comer, y come de todo, entonces no puede ser que no le haya gustado. Quizás sea eso; no le gustó y por eso no está comiendo. "¿Pasó algo?" Mi mamá vio nuestra interacción y esperó a que Camila hablara primero.

"Nada. Es que quiero escuchar a tu mamá, pero cuando mastico, no la escucho bien."

Bueno, amigos, les quiero comentar que quizás estoy enamorada y no lo había notado.

"Nunca había conocido a una chica tan encantadora." Mi mami tenía esa mirada de amor con Camila, qué lindo, gracias Diosito por este momento tan especial.

"Por supuesto que es encantadora, por eso la tengo conmigo." Camila me sonrió, mostrando sus dientes de conejito. "Mis gustos son los mejores, ¿sí o no, raza?" Camila rió. Ella veía memes conmigo.

"Ah, y respondiendo a tu pregunta..." Mi mami comenzó a hablar, dejando su plato olvidado para mirarme. "He estado bien. Ahora duermo más y me gusta salir a caminar, mirar todo, no sé, por cualquier cosa salgo. Yo me juré sedentaria, pero al parecer no."

"Oigan..." Camila habló bajito, como si tuviera que contarnos un secreto. Al segundo la miré, prestándole toda la atención que se merece. "¿Qué es sedentaria?" Preguntó, inclinando su carita hacia un lado.

"Sencillamente es la falta de actividad física. O sea, que prefiero estar sentada comiendo helado en vez de salir a trotar. ¿Me entiendes?" Ya está, me quedó claro que mi mamá acepta a Camila en su casa cuando sea.

Mi mamá no es una persona antipática ni nada de eso, de hecho, es un amor, de verdad. El problema está en que mi mamá siempre me comenta o se le nota en la cara cuando alguien no le agrada. Con Camila, en cambio, se ve familiarizada. Algo así como si le gustara su personalidad.

No pasamos mucho más sentadas en la mesa comiendo y hablando. Ayudé a mi mamá dejando las cosas en la cocina, y le supliqué a Camila para que se sentara en el sofá y no se levantara más. No es porque no quiera que ayude, es que a veces es un poquito torpe y temo que se le caigan los platos.

Mientras jugaba en mi celular, yo me quedé escuchando a la señora que me dio la vida. Me contó que en una de esas salidas, conoció a una chica rubia que siempre la acompañaba en el parque. Dijo que era unos años menor que yo, pero que era mucho más alta y mucho más graciosa y lesbiana. Yo me indigné, por supuesto, nadie tiene porqué ganarme en nada, pero no quería debatirle. Yo quería hablar de Camila, saber qué pensaba.

Sin embargo, la chica rubia de la que hablaba, sólo me sonó a Dinah.

"¿Qué te pareció ella?" Pregunté de forma directa. Divagar no era lo mío.

"Lo que se ve, no se pregunta." Alcé una ceja. ¿Mi mamá también veía memes? "Me agradó mucho más de lo que creí, es demasiado amorosa, inocente, y espontánea. Me encanta, es simplemente maravillosa." Iba a hablar, pero a Camila y a ella les encanta interrumpir a la gente. "Aparte, siento que hace un buen contraste contigo. Tú eres más alta, un poco agresiva, calculadora, antipática, blanca, ojos claros, gótica..."

"Mamá, no soy gótica."

"No interrumpas." ¿Y con qué cara me habla de interrupciones? Me siento emperrada. "Ella no. Ella es más bajita, pasiva, espontánea, amorosa, morenita, ojos oscuros, colorida..." Suspiró, enternecida. "Es perfecta para ti, no tengo nada más que decir."

Que diera tantos detalles de ella, no hicieron nada más que aumentar las ganas de verla y saber qué estaba haciendo. Me asomé por la puerta de la cocina, y la vi en una esquinita del sofá, entrecerrando sus ojos por culpa del sueño. Soltó un bostezo que me llenó el corazón de ternura, ay, señor.

La risa de mi mamá me hizo salir del pequeño trance. La miré con cara de culo porque me acaba de interrumpir oTRA VEZ. Esto es imperdonable.

"¿De qué te ríes?"

"Lauren, te preguntaré algo y quiero que me respondas en serio..."

"Depende de lo que preguntes." Hablé yo. Ahora no me va a interrumpir. "Ni siquiera me preguntes cosas sexuales ni sobre embarazos ni nada de eso. Siempre te cuento mis cosas cuando te vengo a ver, pero no quiero contarte nada sobre la intimidad de Camila, ni embarazos ni..."

"¿Estás enamorada?" No, no se llama.

Lo siento mucho, pero yo no iba a hablar de mis sentimientos con ella.

"Ha sido un agrado conversar contigo, me marcho." No alcancé ni siquiera a sacar mi pie por la puerta, porque ella me volvió a halar dentro.

"De aquí no te vas sin hablar, desgraciada."

Me acordé de un meme... Olvídenlo.

"No sé, mamá." Admití, rodando los ojos. ¿Ya qué? No quería confesarle nada porque después se iba a burlar, pero de verdad no sabía mucho de que lo sentía. "Aunque debes de tener en cuenta que si te la estoy presentando como mi novia cuando todavía no lo es, es porque siento algo muy fuerte por ella. Ya sabes que nunca te he presentado a nadie."

"¿Pero si no es Lauren Jauregui enamorada?" Rodeé los ojos. Oh, no, ya va a empezar. "Lauren Jauregui se enamoró, repito, Lauren Jauregui se enamoró."

"Mamá, pareces una niña."

Rió, haciéndome cariño en la mejilla. "Me parece curioso que no quieras hablar de esas cosas conmigo porque siempre me cuentas todo. ¿Recuerdas esa vez cuando me contaste que..." Rió. "Te metiste con uno que por poco tenías que verle la cosita con una lupa? ¿Por qué ahora no quieres contarme tu intimidad entonces?"

"Ay, mamá." Me reí, tapándome la cara unos segundos. Qué vergüenza. "Primero, ni me lo recuerdes. Y segundo, esto es distinto porque Camila es Camila. No hablaré nada malo de ella ni me voy a burlar. Aunque te podría contar cosas porque ya maduré y no pienso burlarme porque no hay nada de qué burlarse, pero me refiero a que por los otros no sentía nada, así que era decepcionante que fueran precoces o que no me dieran mucho placer, pero esas cosas sólo te las conté a ti. No los humillé públicamente y..."

"Lauren, cálmate." ¡Deja de interrumpirme! "Estás algo acelerada, ¿por qué te desviaste del tema?"

"¿Me desvié del tema?"

"Estábamos hablando de Camila, luego pasamos a tus experiencias sexuales, y luego pasaste a hablar de humillaciones públicas." Se encogió de hombros. "Te desviaste demasiado del tema."

"Admitiré que lo que siento por Camila me da miedo." Mi mamá me miró, curiosa. "No me da miedo sentir, me da miedo el karma. ¿Te imaginas que Camila luego se ponga a hablar de sus amigos sobre lo que hacemos?"

"No estoy entendiendo."

"Mami, yo siempre me burlé de esos tipos contigo. ¿Qué pasa si ahora no hago que Camila disfrute y se burla de mí? Me destrozaría porque el karma llegaría de una forma brutal. Qué terrible." Ella hizo un gesto extraño, pero afirmativo. "Sabes que no me importa lo que digan, ni tampoco me importa que me saquen en cara mis errores, pero ahora mismo tengo miedo de llegar a depender de ella, no sé, simplemente me da miedo todo."

"Tienes razón, quizás te llegue el karma." Oh, gracias, mamá. Demasiada motivación por el día. "Pero no hablemos de eso. ¿Quieres saber porqué te pregunté si estabas enamorada?"

Aló, mamá, te estaba contando mi miedo y tú ahí, métele con el mismo tema.

"No quiero saber. Apuesto a que vas a tirar uno de tus chistes..."

"Ay, Lauren, confía en tu madre." Ajá, sí, de seguro me quiere ver la cara de estúpida. "Vuelvo a repetir: ¿Quieres saber porqué te pregunté si..."

"Ya, sí, sí, cuéntame, ¿por qué?" Soltó una risita por mi reacción. Ella sabía que comenzaba a frustrarme todo el tema y eso le divertía.

"Estabas sonriendo cuando la miraste por la cocina."










Quiero pedir mis más sinceras disculpas por haber dejado de actualizar mis historias. TinkerBell no la actualizo desde literalmente casi un año, Ghost no la actualizo desde finales del 2017. fINALES DE 2017, O SEA, QUÉ.
Sé que soy un asco  y lo siento mucho): NDNWNE Btw, si alguien sigue leyendo esta historia, quiero decirle que lx amo, gracias por esperar mis actualizaciones y leer la historia BZNDN): Eso, tengan bonito día, tarde o noche 💞

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