➤Trece.
"¿Estás lista?" Preguntó Lauren, entrando en su habitación y encontrandose a Camila desnuda frente a la cama. "No, no lo estás." Afirmó, saliendo rápidamente.
"Lo siento, Lauren." Se disculpó, chillando un poco al ponerse los calcetines al revés. "¡Estas cosas son incómodas, no me gustan!" Tiró el par azul al suelo, un poco enojada.
"Si quieres ponte algún vestido y unas zapatillas cómodas o algo."
"¿De verdad? ¿Me dejarías usar tus cosas?" Su voz sonó emocionada, igual como una niña de cinco años jugando por primera vez con un juguete llamativo.
"Camila, todos los días usas mi ropa."
Luego de que Camila desordenara todo el clóset buscando qué ponerse, Lauren se encontraba comiendo un plátano sobre el sofá. Tenía hambre, no había podido comer nada desde que a su hada le había dado algún ataque, comiendose casi todo lo que compró. Ahora, volverían a comprar, pero esta vez ropa y almorzarían en algún lugar fuera de aquí.
Por supuesto, también tendría que volver a comprar la comida que Camila se comió.
Lauren sonrió un poco. Había pasado casi un mes en el que convivía con ella y podía decirse que era una gran compañía. Es más, ya no podría dejarla ir con alguien más como lo había planeado cuando la acogió en su departamento.
"Ya estoy lista." Dijo una Camila sonriente cuando bajó totalmente.
Lauren sonrió, embobada con su belleza. Si bien no había visto a su hada como su objeto de deseo, la había visto como algo que podía apreciar, como algo que quería ver cada segundo de su vida. Era sumamente hermosa y sentir la necesidad de mirarla, la necesidad de abrazarla al dormir o cuando le sonreía, o que ella rodeara su cuello para lanzarse encima cada vez que llegaba del trabajo, la estaba preocupando.
"Tú..." Balbuceó, casi dejando caer la mitad de su plátano.
"¿Qué?" Preguntó, mirando su vestido. O bueno, el vestido que jamás usó Lauren. "¿No te gustó?" Sus sentimientos combinados podían hacer efecto en sus uñas si Lauren no daba una respuesta inmediata. Estaban de un color amarillo lindo, plenamente de alegría, pero podían cambiar rápidamente a un azul triste con la sola idea de que a ella no le gustara cómo se veía.
"¿Qué? No, Camila." Se corrigió, levantandose del sofá. "Te ves perfecta."
"¿Para ti?" Preguntó con inocencia. Se refería a si Lauren estaba hablando por ella o por el mundo en general, pero Lauren no supo cómo interpretar la pregunta. Aunque tampoco importaba, la respuesta sería la misma.
"Para mí."
●●●
"Wow, ¿Qué es esto?" Preguntó Camila, tomando una tanga.
"Dios, Camz, ven aquí." Gruñó, aunque rápidamente se calmó viendo una sonrisa de felicidad en su hada.
"¿Cómo me llamaste?" Lauren suspiró lentamente, parecía una enamorada pero sabía que no lo estaba. Sólo le gustaba su sonrisa, su forma de hablar, su forma de vestir, su cuerpo, sus alas, su pelo, su perfil, su rostro, sus ojos, sus cejas, su... "¿Lauren?"
"Te llamé Camz, ¿No te gusta?" Camila sonrió. Tink Tink era un apodo tierno y significativo, pero Camz era mucho más lindo y acorde con su nombre.
"Claro que me gusta." La emoción en su voz resonando. "Te buscaré un apodo a ti también."
"Como quieras." Respondió, dejandole un tierno beso en su frente. "¿Te gustan los pantalones o vestidos, Camz?"
"Los pantalones que me llegan aquí." Le mostró a Lauren dónde le llegaban esas cosas, señalando la parte de su muslo.
"Ah, te gustan los shorts." Comenzó a caminar por la tienda, buscando la sección de ropas cortas, Camila siguiendola por detrás.
"Sí, creo que así se llaman." Dijo, encogiendose de hombros.
"Camila, ¿Me puedes esperar aquí un momento?" No quería dejarla sola por miedo a que alguien viniera a hablar con ella y la mirara más de la cuenta, pero tenía la impresión de que Camila era de una talla menos a todas las ropas que se encontraban ahí y tenía que hablar con alguien que trabajara en la tienda, pero tampoco quería que Camila se cansara de caminar tanto. Era la mejor opción.
"Claro, Lauren."
"Por favor, no te muevas de aquí." Suplicó, dándole una última mirada para luego voltearse e ir donde un dependiente que pueda ayudarla.
Suspiró de alegría cuando encontró a uno, al menos amable, diciéndole que efectivamente existían más tallas y podría probarselos ahora mismo si lo pide. Asintió, teniendo que esperar algunos minutos para que él volviera con la ropa. Agradeció, murmurando que volvería a entregarle las tallas equivocadas para luego correr de vuelta a Camila.
Mientras iba caminando, te topó con un top perfecto para su hada, pero la verdad era que no quería que saliera con él a la calle. Después de todo, muchos podían verla embobados como lo hace ella, cuando la veía mostrando parte de su abdomen y unos shorts.
Tomó el top, pensando más en la comodidad de Camila y comenzó a caminar, encontrando unos pantalones preciosos. Los tomó; también se los llevaría a Camila.
Así fue todo su recorrido, tomando ropas adecuadas al cuerpo de su hada y deseando que le gustaran, pues si no, estaría dudando de sí misma en cómo vestir.
Cuando llegó al pasillo donde se supone que la había dejado, la encontró allí, pero no pudo evitar sentirse mal e increíblemente celosa de verla hablando animadamente con uno de los dependientes. Por un momento se le cruzó por la cabeza botar toda la ropa y correr donde ella para rescatarla, pero no. Intentaría actuar con la madurez suficiente.
Se acercó con cautela, viendo a su hada de espaldas y al chico colocando un mechón de pelo detrás de su oreja.
A la mierda la madurez.
Dejó todas sus cosas en el suelo, cuidando que nadie estuviera cerca para intentar robar su ropa y se acercó lo suficiente para escucharlos hablar.
"Eres muy linda." Dijo él, sonriéndole de manera cautivadora. Había que admitir, el chico no estaba tan mal.
"Gracias." Respondió avergonzada. Camila ya no sabía qué más hacer y todos los que la miraran, podrían notarlo.
Lauren intentó calmarse, respirando lento, pero todo lo que hacía la volvía cada vez más idiota y no podía evitar lo que haría.
Se puso detrás de Camila y envolvió los brazos en su cintura, aprentandola contra ella de manera posesiva. La hada saltó del susto, el contacto no se lo esperaba. Se relajó apenas notó quién era, esbozando una tierna sonrisa hacia ella.
"¿Se te perdió algo?" Preguntó Lauren mirando fijamente al chico, casi queriendo asesinarlo ahí mismo.
"No, no." Negó, soltando una sonrisa forzada cuando Lauren comenzó a dejar unos cortos besos en la chica atractiva.
Camila jamás se había sentido de esa manera frente a alguien y menos se imaginaba a Lauren besando su cuello con cuidado. Sus uñas estaban de un color rosa fuerte, enterradas duramente en la mano de su ojiverde con la poca consciencia que le estaba quedando, aunque no podía negar, cualquier gesto de cariño que le daba, le gustaba.
Intentó mirar al chico, invitandolo a desaparecer, pero este simplemente estaba de pie. ¿Qué se supone que esperaba? ¿Que Camila sacara a Lauren de ahí? Porque eso no iba a pasar.
"¿Quieres seguir viendo o le digo a tu jefe que no estás trabajando en tu horario laboral?" Lauren definitivamente era una posesiva y simplemente no podía evitarlo, menos con su inocente hada siendo coqueteada por alguien más.
"Fue un gusto." El chico hizo una reverencia y se giró para irse de donde vino.
Camila suspiró al fin cuando Lauren dejó otro suave beso en su cuello y se separó, queriendo buscar las ropas que dejó tiradas por allí. Sus mejillas estaba ardiendo y tener que aguantar la respiración tanto tiempo no era fácil.
"Mira, Camz." Camila se volteó para ver a una Lauren sonriente caminando con algunos pantalones en su brazo izquierdo, y otras ropas en su brazo derecho.
"¿Me vas a comprar todo eso?" Preguntó incrédula. Quería preguntarle por qué le había besado el cuello frente al chico para salir de dudas, pero las dos sabían perfectamente por qué había sucedido.
Camila tomó las prendas con un poco de miedo y comenzó a seguir los pasos de Lauren, con cuidado de no tropezarse con sus tobillos. Se detuvo frente a un probador, entrando rápidamente y sentandose en en un asiento que había allí.
Lauren la miró y rió un poco, sabiendo que si ella no cerraba la cortina, nadie lo haría y todos verían el cuerpo de su hada.
Los minutos pasaban y pareciera que Camila tuviera tiempo de sobra, así que fue en busca de unos botines, botas, zapatillas, plataformas para combinar su ropa. Por supuesto, cuidando que Camila no saliera aún.
"¿Camila?" Llamó una vez que regresó.
"¿Sí?" Preguntó, jadeante. Los pantalones le quedaban bien, pero era frustante que se atascaran en el borde de su trasero.
"¿Te puedo pasar unas cosas?"
"¿Qué cosas?"
"Son para tus pies. Así combina toda tu ropa." Camila sonrió, subiendo por completo los pantalones. Asomó la cabeza y vio a Lauren, quien rápidamente le entregó lo que había dicho.
Lauren se sentó a esperar, teniendo la esperanza que su hada se sintiera cómoda con la ropa.
Camila salió, dividiendo su pelo en dos partes para luego lanzarlo en su pecho.
"Wow." Fue lo único que pudo murmurar. Camila se veía hermosa, no habían más palabras.
"¿Te gusta?" Preguntó, dando una vuelta para que viera el diseño en su espalda. Aunque claro, Lauren no pudo evitar ver el gran atributo que poseía.
"Me encanta." Dijo, sonriendo. "Pruébate lo demás."
Y así, Camila volvió a entrar pero demorandose menos esta vez. No sabía mucho de moda pero intentaba combinar toda la ropa lo mejor posible.
"Debiste mostrarme tu lado humano desde que yo era una niña." Dijo. Hubiera sido fantástico en su cabeza.
"No, no me gusta ser un humano." Admitió, mirando su ropa. "Me siento rara."
"Bueno, a mí me encantas así." Camila la miró, soltando una sonrisa boba. "De hada eres tierna, pero de humana..." Dejó la frase en el aire, dejandose en duda a sí misma de lo que iba a decir.
"¿De humana qué?"
"Mejor ve a cambiarte de ropa." Soltó una risita, echandola con su mano.
Camila se sacó la ropa con cuidado, buscando lo que no se había probado.
"Así te ves algo tierna." Comentó.
"¿De verdad?"
"A ver, gírate." Pidió. La hada se giró lentamente, sin saber qué quería ver Lauren exactamente. "Creo que a esos pantalones blancos les debo la vida."
"¿Por qué?" Cuando preguntaba en ese tono, se veía tan inocente que Lauren tenía el impulso de comersela a besos... ¿Qué?
"Tu culo." Dijo simplemente. Camila entendió. "Vamos, ponte lo que queda."
"¿No crees que es lindo?" Preguntó Camila, tomando el borde de su falda y moviéndolo de un lado a otro.
"Te ves más salvaje así." Opinó, pero su hada la miró extrañada.
"¿De qué hablas?"
"Nada. Te ves bien." Rió, escuchando un pequeño bufido. "¿Cuántas prendas quedan?"
"Pocas, ¿Por qué? ¿Ya estás aburrida?" Lauren jamás podría estar aburrida si tenía la oportunidad de ver a una chica con un físico estupendo cambiarse de ropa casi frente a ella.
"No, ¿Cómo puedes pensar eso? Es más, ve a cambiarte que quiero ver lo demás."
"Con esto sí que te ves tierna." Lauren le sonrió, acomodandose mejor en el asiento.
"¿Tú crees?" Sonrió, mostrando sus dientes.
"Por supuesto." Asintió.
"Me dio un poco de calor, ¿Tienes algo que ayude a sujetarme el cabello?" Lauren le mostró su muñeca, viendo dos elásticos negros. Sacó uno para luego entregarselo. "Gracias, luego te lo devuelvo."
"No, quédatelo." Arregló su propio elástico. "Pensemos que es algo simbólico. Tú tienes ese, yo tengo este. Son del mismo color, así que..."
"¡Sí!" Exclamó. ¿Cómo podía emocionarse con algo así? No lo sabía, pero el hecho de pensar que ya estaban vinculadas de esa manera, la hacía feliz.
Camila se metió de nuevo. Ahora sí, faltaban sólo dos cambios de ropa y terminaba.
"¡Lo amé!" Gritó Lauren. "Dios, tus caderas. Amén, Señor"
"¿Te gustan mis caderas?" Dijo, riendo. Esa no se la esperaba.
"Aunque no lo creas, es una de las partes más llamativas de una mujer."
"Eso es relativo, Lauren..."
"Sí, ya lo sé, pero estoy generalizando. La mayoría se fija en las caderas o en la cintura de una mujer, eso no se puede negar." Camila asintió, tocando su cintura disimuladamente. "¿Por qué no te amarraste el cabello?" Preguntó.
"¿Me quieres ver con el pelo amarrado?" Lauren asintió velozmente. Una de sus debilidades era ver a las mujeres con el cabello atado. Pensaba que se veían realmente hermosas. "Bueno, me cambio lo último y..."
"¿Ya no queda más ropa?" Juraba que le había traido más cosas. Tal vez se equivocó.
"No." Se encogió de hombros. "Me marcho." Se rió un poco, para luego volver a entrar en el probador.
"Confirmado. Te me quedas todo el día con el pelo amarrado." Habló Lauren, levantandose. Una de sus cosas favoritas desde hoy, era ver a su hada con el cabello así, más esa ropa que se le veía increíble.
"Me lo soltaré luego." Lauren la miró y asintió, rendida. Ella no podía obligar a su hada a nada.
"Ahora, vamos a comer." Comenzó a caminar, sabiendo que ella la seguía por detrás.
"Pero debemos pagar esto." Automáticamente miró la ropa que llevaba. "Y tenemos que pagar lo que llevo porque no me dejarán salir así."
Lauren tenía algún súper poder de conquista porque la cajera al segundo de verla, ya estaba babeando por ella, aceptando todo lo que dijo. Incluyendo lo de Mi acompañante quiere salir llevando esto y yo no soy nadie para obligar a quitarselo, pues yo ya estoy pagando por esto. La chica asentía a todo lo que decía. Probablemente no la estaba oyendo por quedar absorta en sus ojos.
De todas maneras, la chica le sacó una pequeña alarma que llevaban las prendas, dejando libremente que saliera con ello.
La tarde se pasó más rápido de lo que pensaban, teniendo un perfecto almuerzo en el Mc Donald's y un gran día en el centro comercial. Disfrutaron la compañía de la otra como jamás lo habían hecho y era estupendo. Llegaron al departamento justo a la hora de dormir, cambiando y guardando lo que habían comprado para luego dirigirse a la habitación y dormir abrazadas como cada día.
Camila disfrutaba más cuando sentía la respiración en su cuello y unos brazos aferrados en su cintura, en vez de comer chatarra. Y eso, era bastante.
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