➤Seis.
1 año después.
Lauren iba de camino a su nueva escuela. Ese día estaba frío, demasiado para su gusto. Su mamá le había puesto tres polerones a la vez y cinco chalecos por debajo. Era como una bola de algodón. Algodón como la cama que le había hecho a su hada.
Lauren volvió a suspirar. La extrañaba mucho y recordarla en todo lo que hacía, no ayudaba.
"¿Estarás bien, hija?" Preguntó su papá, deteniendose a unos metros del edificio. Suspiró un poco al no obtener respuesta, se agachó a su altura y notó que esos pequeños ojitos verdes comenzaban a aguarse. Limpió una pequeña lágrima con su pulgar, con cuidado y ternura. "No llores."
"La extraño mucho." Susurró, su voz sonando entrecortada. Mike la miró comprensivo. Se arrepentía completamente de haber tratado mal a su supuesta hada cuando tuvo la oportunidad de quererla o al menos, entender que su hija la quería. Aunque de todas maneras, no era como si su ser mitológico o amigo imaginario favorito fueran las hadas, pero sí que eran importantes para ver a su hija feliz.
Era tan curioso ver a una niña de casi doce años llorando por algo como esto. Es decir, a la vista de los demás, esa niña tenía depresión. No había pasado ni un día sin que nombrara a la dueña de sus lágrimas o llorara cuando menos se le espera. Tan curioso y doloroso a la vez.
"Sé que la extrañas, pero en algún momento debes entender que ella..." La pequeña lo miró al borde de las lágrimas. Su labio inferior comenzaba a temblar con anticipación. Sabía lo que su padre iba a decir, pero no quería escucharlo. "Ella..." Mike ni siquiera podía terminar la oración. Simplemente ver a su hija dañada y saber que él terminaría dañandola más... No podía. "Ella volverá."
"¿Lo dices en serio?" Preguntó con sus ojos brillantes de emoción. Cualquier niño podía cambiar de sentimientos rápidamente si alguien venía decirle eso, si alguien venía a darle esperanzas. Lauren soltó una risita de felicidad y limpió sus pequeñas lágrimas con el dorso de la mano. "¡Tink Tink volverá! Tengo que contarle esto a Normani." Dio pequeños saltitos sin poder creérselo.
Mike la vio alejarse casi corriendo, aunque rápidamente se devolvió para besar su mejilla y salir corriendo de nuevo. Ahora no sabía si sentirse un mal padre por mentirle e ilusionarla o sentirse bien por haberla hecho sonreír después de tantos intentos.
"¡Mani! ¡Mani!" Gritó la pequeña apenas entró. Tenía que contarle esto costara lo que costara.
"¡Lauren!" Gritó de vuelta la voz chillona de su amiga. Lauren sonrió como hace días no lo hacía y se lanzó a sus brazos como un koala. "Oye, pesas, bájate."
"Gracias." Respondió, riendo un poco. "Tengo que contarte algo muy importante, Mani."
"Ya, cuenta."
"¡MI PAPÁ DIJO QUE MI HADITA VOLVERÍA!" Gritó con emoción. Normani abrió sus ojos grandemente y la abrazó con fuerza, compartiendo su felicidad.
Se habían hecho amigas en su antigua escuela gracias a que la morena amaba a las hadas como Lauren amaba a Camila. Resulta que hay veces en las que los niños pueden ser muy crueles y destruir la felicidad de otro niño así de rápido; Lauren le comentó a su amiga que extrañaba mucho a su hadita y esta solamente se dedicó a llamarla loca cada vez que se veían. Creer que todo el acoso que recibió por sus demás compañeros era por esa estupidez, era algo complicado de entender.
"¿Me la mostrarás cuando vuelva?" Preguntó, tomándole la mano para ir a su salón. Lauren se la recibió con una sonrisa, mientras hacían un vaivén de atrás para adelante con sus manos. ¿Por qué todas las niñas tendían a hacer eso? Tal vez sea su muestra de cariño, pero sigue siendo tierno.
"Por supuesto. También será tu mejor amiga." Rió, feliz. "Sé que regresará pronto."
No.
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