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➤Quince.

Lauren llegaba del trabajo, sumamente agotada y triste. No había hablado con Camila ni un sólo día de estos, lo que hacía que su rendimiento en el trabajo empeoreara y su estado de ánimo bajara. ¿Con tan sólo dos días pasó todo eso? Pues, increíblemente sí.

¿Quién lo diría? La hada que se había hecho amiga de una niña que casi muere por su desaparición, provocaba el mismo gran efecto en la adulta.

En ocasiones, Lauren intentaba formar una conversación o simplemente soltaba preguntas que debía responder con monosílabos, pero Camila no hacía nada. No la abrazaba, no se lanzaba encima cuando llegaba, no la acompañaba a comprar, no hablaba, no murmura, no susurraba, no la miraba, no la tocaba. No hacía nada. Era como si no existiera para ella.

Tiró su bolso en el sofá de mala gana. Sólo quería un abrazo más de Camila porque su maquillaje ya no podía tapar sus ojeras y lo necesitaba.

Subió hasta su cuarto, sabiendo que se encontraría con una hermosa hada recostada en su cama.

Y no se equivocó.

Se acercó a ella, sorprendiendose de verla tan pálida y temblando, sus uñas tristemente negras e incluso parecía como si quisiera morir. ¿Por qué se veía tan mal? En estos días no creía ver nada que superara su rostro masacrado.

"Camila." Murmuró, acariciendo sus mejillas y mentón con cariño. Al menos su piel seguía igual de suave, aunque estaba fría. "Hadita..."

"Baño." Susurró.

Entonces Lauren se percató de lo que pasaba y de lo grave que era la situación. El susurro de Camila parecía casi su último aliento. Pero no quería desesperarse y pensar con la cabeza caliente, ni siquiera sabía a quién llamar si es que pasara algo peor; el cuerpo de una hada no funciona igual al de un humano, y si la llevaban a un médico, probablemente todo empeoraría.

Tomó la parte trasera de su cuello y la parte trasera de sus muslos para luego alzarla, sintiendo lo liviano de su cuerpo. La llevaría a darse un baño. Era lo único que Camila le había pedido y lo único que podía darle.

Se sentó en la tapa del baño, colocando a Camila a horcajadas sobre ella, dejando que se escondiera en su cuello buscando calor. Intentó con una sola mano llenar la bañera con agua tibia, y lo logró, dejandolo listo para recibir el cuerpo helado de su hada. Sólo faltaba quitarle la ropa.

"Camz, necesito que te pongas bien para quitarte la ropa." En cualquier otra situación, se hubiera emocionado de verla completamente desnuda, pero ahora lo único que tenía en la cabeza era protegerla.

Camila se apoyó de sus hombros para sentarse recta, gimiendo un poco por el sentir tan débil de su cuerpo. Lauren tomó el borde de su camiseta, halandola hacia arriba. Su pálido abdomen comenzaba a notarse junto con sus costillas, abriendo sus ojos grandemente cuando sus pequeños pechos también aparecieron. No llevaba sujetador.

Lanzó la camiseta a algún lugar, sintiendo el cuerpo de su hada caer rápidamente sobre el suyo. Estaba haciendo un gran esfuerzo por mantenerse fuerte y lo sabía.

"Creo que voy a vomitar." Lauren tuvo el impulso de empujarla apenas oyó eso, pero se contuvo, terminando por besar su cuello con dulzura. Lauren odiaba el vómito, le daba pánico ver a alguien más vomitar y que lo hicieran sobre ella, sería lo peor.

Pero Camila era Camila, y sería completamente capaz de dejar ese pánico por ella.

Apretó sus muslos un poco, levantandose junto a ella para luego apoyarla suavemente en la puerta cerrada. Así podría sacarle el pantalón sin que se cayera antes. Camila apoyó su cabeza en la puerta con los ojos cerrados, concentrandose en no vomitar sobre su cara. Sentía su boca ensalivarse, avisandole que el vómito viajaba a por su estómago, listo para salir.

Lauren de nuevo se preocupó cuando notó que apretaba sus labios con disgusto. Intentó apresurarse desabrochando sus pantalones, pero tenía que afirmarla de alguna forma.

"¿Te puedes afirmar de la manilla? Necesito bajar tus pantalones y no puedo así." Le plantó un rápido beso en su frente cuando la vio asentir. "Prometo afirmar tus caderas."

Y así lo hizo. Bajó por su torso repartiendo unos pequeños besos en su abdomen sabiendo que el cariño  no era lo más importante ahora, pero quería hacerlo de todos modos porque Camila iba a estar bien y podía sentirlo. Afirmó su cadera con una mano, no quería dañarla pero debía apretar más de la cuenta para mantenerla de pie. Con la otra mano bajó el pantalón junto a su ropa interior, ignorando completamente el hecho de que toda esa zona estaba expuesta frente a ella.

Sin esperar más, la volvió a tomar en sus brazos, acercandose a la bañera y recostandola en el agua con cuidado, viendo cómo su cuerpo volvía a un tono más vivo y un gemido de gusto se escapaba de su boca. Sus ojos aún seguían cerrados, pero esperaba que estuviera recuperando cualquier cosa que hubiera perdido. Camila siempre cerraba sus ojos al concentrarse y esperaba que esta vez fuera no fuera lo contrario.

Con lentitud, comenzó a humedecer su cabello, también acariciando sus finos rasgos de vez en cuando. Lo acarició junto con el agua hasta que lo percibió perfecto para echar el champú en él. Sólo le hizo falta mirar a un lado para verlo y tomarlo. Se echó el pegajoso líquido en su mano, frotando un poco y volver a acariciar su pelo, sonriendo inconscientemente cuando su piel volvía a ser del hermoso color moreno.

"Gracias." Dijo, apenas murmurando, pero para Lauren fue una palabra gritada con megáfono.

"¿Estás enojada conmigo?" Preguntó, acercando su cara un poco más a la de ella. Quería que la mirara a los ojos, pero no daba señales de abrirlos todavía.

"Sí, pero no." Lauren la miró, frunciendo su ceño. ¿Acaso le estaba jugando una broma?

"¿A qué te refieres?"

"Estoy enojada contigo, pero si no fuera por ti, ahora mismo estaría muerta."

"¿Por qué estás enojada?" Decidió ignorar completamente lo último que dijo. Ni siquiera quería imaginar qué pasaría si su hada...

"Porque estabas acostada con ella."

"¿Qué tiene que ver eso contigo?" Preguntó con gracia. Una parte de ella deseba que Camila le dijera que estaba celosa. Así, lo de sentir que una es propiedad de la otra, ya no sonaba tan enfermo. Sonaba más a un sentimiento recíproco.

"No me gustó que estuvieran así." Lauren por fin pudo ver esos ojos que le gustaban tanto... ¿Pero por qué estaban celestes? No tuvo tiempo de formular nada. Con cada pestañeo de Camila, su color marrón volvía.

"Hm..." Se aclaró la garganta. "¿Al menos sabes lo que estabamos haciendo?"

"No." Admitió. Quería encojerse de hombros pero su cuerpo aún no estaba listo para moverse. "¿Qué estaban haciendo?"

"Estabamos teniendo sexo."

"¿Para eso hay que desnudarse?" Lauren sonrió con su inocencia.

"Para tener sexo o hicir il imir, cosa que yo prefiero llamar sex..."

"¿Cuál es la diferencia de esas dos cosas?" Lauren enjuagó sus manos en el agua para tomar un poco de bálsamo.

"Según mis conceptos, el sexo es buscar placer en uno mismo, y hacer el amor es buscar el placer de la otra persona." Dijo, levantando un poco la cabeza de Camila para echar un poco de espeso líquido ahí y luego comenzar a masajear. "Aunque, en el sexo también podrías buscar el placer de la otra persona para subir tu ego o no quedar como un idiota. Hacer el amor, también podría tomarse como algo pasional, ¿me entiendes?" Su hada asintió, atenta. "Algunos creen que significan lo mismo, pero para mí no. Entregar sentimiento en ello es totalmente diferente a buscar su propio orgasmo."

"¿Orgasmo?" Preguntó. ¿Acaso ella quería darle un orgasmo a la chica con la que estaba desnuda? "¿Qué es eso, Lauren? Tengo la duda."

"Bueno..." Sabía que era una persona inteligente en muchos aspectos, pero habían cosas que le costaba explicar. "Un orgasmo es..."

"¿Le quedarías dar eso a ella y no a mí?" Su voz parecía triste y sus uñas no reflejaban lo contrario. Normani había dicho que le regalaría uno y ahora sale con que se lo dio a otra persona. Eso dolió en su pobre corazón.

"Camila..." Suspiró, deteniendo los masajes en su cabello. "Los orgasmos se les dan a tu pareja."

"¿Y yo no soy tu pareja?" El tono que utilizó casi la hizo reír.

"No, eres mi amiga."

"¿Que soy tu qué?" Por supuesto que eran amigas, pero esta vez esa palabra le había dejado un sabor amargo en la boca.

"Mi amiga." Afirmó.

"¿Y por qué no puedo ser tu pareja?"

"Porque..." Un suspiro se le escapó, negando con la cabeza. "¿Por qué quieres ser mi novia?"

"Porque quiero que me des un orgasmo."

"Camila, eso no tiene sentido." Rió.

"Respóndeme." Suplicó. "¿Le querías dar un orgasmo a ella?"

"Sí." ¿Qué había de malo en admitirlo?

"¿Entonces ella es tu pareja?" No, definitivamente eso no era así.

Si le decía que no, Camila le exigiría un orgasmo. Si le decía que sí, estaría mintiendo y odiaba hacerlo.

"Sí." Era la mejor forma para que Camila no comentara nada sobre eso.

"¿Por qué ella puede ser tu novia y yo no?" Las preguntas no terminarían.

"Porque tú eres mi amiga."

"Pero yo quiero ser tu novia."

"Camila." Rió, ayudando a recostar la espalda de la hada en el borde de la bañera, dejando sus perfectos pechos fuera.

"Ay, me dio frío." Comentó, chapoteando agua en su pecho como un bebé. Sus pezones estaban erguidos, claramente tenía frío.

"Camila." Volvió a llamar, ignorando lo que estaba haciendo para tomar un pequeño jabón.

"¿Qué?"

"¿Al menos sabes lo que hacen las novias?" Camila negó.

"¿Qué hacen?"

"Las novias deben salir juntas, tomarse de las manos, ver películas... Besarse." Sí, lo había dicho a propósito, pero quería ver su reacción, quería ver si le molestaba el hecho de besarla.

Su hada atrapó su labio inferior entre sus dientes.

"Yo también puedo besarte."

"Todos pueden." Dijo, riendo, aunque se sintió sumamente sucia después de comentarlo. "Pero sólo las parejas lo hacen."

"¿Por qué no me dejas ser tu novia?" Su puchero era la cosa más tierna que existía.

"¿Has dado algún beso en tu vida siquiera?" La idea de besar a Camila, extrañamente le fascinó. Tanto así, que olvidó que el jabón estaba en sus manos.

"No..." Aveces se preguntaba cómo se sentiría besar a alguien. Quería, ella de verdad quería probar los labios de alguien más, pero la única persona que pasaba por su cabeza cuando lo imaginaba era Lauren. "¿Me darías un beso?" Preguntó, tímida. Ahora todo parecía más vergonzoso que en sus sueños.

"¿Por qué te molestó tanto que estuviera con Lucy?" Volvió a ignorar la pregunta de Camila. No quería hacerlo, pero si de casualidad la besaba ahora, no volverían a salir de la ducha.

"¿Quién es Lucy?" Estaba confundida.

"Mi pareja." Camila rodó los ojos. Lauren comenzó a pasar el jabón por su cuello.

"La estabas besando..." Murmuró, apenada.

"Eso hacen las parejas." Y el jabóm seguía bajando por su pecho.

"Pero yo quiero que también me beses." Lauren la miró con ternura, creyendo que su hada no sabía lo que decía.

"¿Qué más te molestó?" Quería saber todo lo que pasó por su mente en ese momento.

"Que estuvieras desnuda." Dijo. "Frente a ella."

"¿Querías verme desnuda tú?" Preguntó burlona.

"Todos quieren verte desnuda, Lauren." Probablemente no mentía.

"Si me hubieras dicho eso cuando era una niña, ya estarías denunciada." Camila soltó una risita.

"Jamás te hubiera dicho algo así en esos años... Ahora te veo diferente." Lauren la miró, acariciando sus piernas.

"¿Cómo me ves ahora?" Quería seguir preguntando por Lucy pero esto era más interesante.

"No lo sé... Eres atractiva, me gusta tu cuerpo." Soltó una risita avergonzada. "Tu cara es muy linda." Sólo se limitaba a mirar el agua sobre su cuerpo. "Me dan ganas de besarte."

El corazón de Lauren comenzó a golpetear fuertemente contra su pecho. Se sentía tan bien esa extraña sensación de querer besar a alguien y que esa persona te regale el absoluto permiso de hacerlo. Claro que, Lauren podía conseguir muchos besos a lo largo del día, pero Camila era tan inocente que la cautivaba mucho más en un aspecto sentimental y emocional, lo que hacía que un simple beso fuera el doble de importante que cualquier otro.

Por supuesto que le atraía mucho de manera sexual también, pero el sentimiento de cariño que tenía por la hada lo superaba todo.

"¿Entonces?" Su corazón estaba muy acelerado como para formular algo más. "¿Qué más te molestó de Lucy?"

"Mejor te diré todo lo que me molestó y no me interrumpas." Lauren asintió. "No me gustó que te tocara, que te besara, que te viera desnuda, que le estuvieras dando un irgismi, que le estuvieras jadeando en la boca, ew."

"¿Algo más?" Preguntó riendo, pero con una sensación agradable en su pecho.

"No me gustó que seas su novia."

"Eres tan linda." Lauren suspiró como una enamorada mientras le sonreía. Camila se sintió especial cuando vio sus ojitos verdes brillantes de felicidad, suponía.

Lauren la sacó del agua, teniendo que mojarse ella también en el proceso. Tomó una de las toallas y envolvió su cuerpo tembloroso, riendo por su cara estática. No sentía frío ni nada parecido, menos con las puertas y ventanas cerradas, pero su hada se congelaba la mitad del tiempo.

La sentó en su cama, buscando un pijama abrigado para su pequeño cuerpo. Encontró uno antiguo que había comprado por diversión, muy lindo a decir verdad.

"¿Te gusta este?" Preguntó Lauren, alzando un pijama de dragón verde. "También tiene la cola y las alas, mira."

"Lo quiero, lo quiero, lo quiero." Dijo, emocionada. Estiró sus brazos para que Lauren se lo entregara junto con su ropa interior. O al menos la parte interior; le molestaba dormir con sujetador. "¿Y tú?"

"¿Yo qué?" Preguntó, poniendose sólo una camiseta. ¿Cómo podía vestirse así cuando hacía tanto frío?

"¿Tú no tienes alguna ropa que combine con el dragoncito?"

"Bueno..." Dudó, volviendo al clóset. "No creo que tenga algo que combine con el dragón, pero..." Metió su mano entre toda la ropa, teniendo que curvarse un poco. "Tengo uno de unicornio."

"¡Sí!" Chilló, dando pequeños aplausos. "¡Es perfecto, Lern!" Lauren sonrió bobamente, sacandose la camiseta para meterse dentro del pijama.

Jamás en su vida se hubiera vestido de unicornio para complacer a un dragón.

"¿Ves? Ahora somos una pareja." Camila estaba demasiado empeñada en hacer que Lauren fuera su novia. No sabía precisamente lo que eso significaba, pero con tal de separarla de Lucy y que le diera el orgasmo que ha estado pidiendo desde hace semanas, todo estaría bien.

"Está bien, mi dragón." Jugueteó Lauren, tomando la ropa sucia del baño para tirarla en una canasta.

"Ven aquí, mi unicornio." Pidió su hada. Una hada disfrazada de dragón pero que para Lauren, era un ángel. Qué irónico todo, ¿No?

Lauren gateó hasta acostarse a su lado como cada noche. Estaba feliz de que Camila no la estuviera ignorando, se dejara abrazar e incluso, le pidiera muchas veces que la besara y que fuera su pareja. Pero tenía miedo de que sólo lo pidiera por ver lo que hizo con su compañera de trabajo.

Tenía miedo de que sólo fuera una curiosidad, un capricho de su hada.

Lauren decidió que no besaría a nadie más mientras estuviera así de confundida. Su instinto le diría por quién valía la pena romper esa promesa.

"¿Camila?" Preguntó en su cuello. Su hada le acarició la mano, mostrando que aún estaba despierta.

"¿Qué pasa?"

"Cuando... La primera vez que te convertiste en humano, ¿Por qué dormiste por tantos días? Olvidé preguntartelo la otra vez." Camila sonrió.

"Oh." Murmuró, no sabiendo si debía girarse para hablar de frente o quedarse como estaba. "Cuando me transformo, necesito recuperarme. Gasto mucho de mi energía en eso y agradezco que no me despertaras porque ahora sería un zombie probablemente." Lauren soltó una risita. Camila supo que no debía voltearse.

"Cuando te obligué a transformarte, creí que volverías a convertirte en hada luego. Es tu naturaleza después de todo." Camila apretó sus labios. "¿Por qué no te volviste a convertir en hada? ¿Por qué aún no lo haces? Puedes hacerlo, ¿Verdad? Dime que no te acabo de cagar la vida y puedes convertirte en una hada cuando quieras porque si ya no puedes volver a ser una por mi culpa, me tiro directamente por esa ventana." Escuchó una risita, lo que la hizo desesperar aún más. "No entiendo tu risita."

"Lauren, si puedo volver a ser una hada." No mentía. Lauren se relajó, suspirando satisfecha.

"¿Entonces por qué no te conviertes en una? No te volveré a obligar a nada. Va en contra mis leyes." Sí. Lauren tenía muchas leyes en su vida y una de ellas, era no obligar jamás a nadie.

"No quiero ser una hada aún." Mordió su labio inferior suavemente, un poco sonrojada. "Me gusta estar contigo, me siento libre, y si eso implica ser un humano por ti, así será." Lauren dejó un pequeño beso en su cuello, sonriendo. "Sé que ahora te molestan mis campanillas porque hacen mucho ruido, también sé que no me entiendes cuando te hablo siendo una criatura diminuta, y..."

"Camila, te entiendo." La cortó, dejando más besos. Se sentiría mal si su hada seguía hablando todo lo que dejó para vivir una vida normal junto a ella. No se sentía cómoda con la idea de que alguien se estaba atando a ella, menos lo hacía cuando ese alguien era su hada... Y aún menos cuando se estaban terminando por atar entre ellas. "Yo también te quiero." Rió.

"Si me quisieras tanto, no me hubieras roto el corazón." No estaba enojada, pero en parte, era cierto.

"Yo no sabía que verme con otra persona te iba a romper el corazón." Replicó, levantandose un poco para verle la cara. La hada volteó su rostro para verla también.

"Bueno ahora sabes que no quiero a otra persona haciendo cosas raras contigo." Lauren rió. Camila aún no familiarizaba el sexo.

"Si tú fueras mi pareja, estaríamos haciendo justamente cosas raras, Camz." Su hada se encogió de hombros.

"Con tal de que no sea con nadie más..." Lauren bufó, aunque sin perder el gesto divertido.

"¿De verdad me dijeron posesiva a mí cuando tú me estás pidiendo todo esto?" Se quejó, fingiendo estar indignada. "Estás hablando como si fuera de tu propiedad, como si fuera tuya."

"Lo eres." Lauren dejó de sonreír, pero no estaba molesta o triste. Simplemente la miraba, queriendo saber si estaba hablando en serio.

"Yo no soy de nadie, Camila." Dijo, volviendo a recostarse detrás de ella. "De hecho, yo debería pertenecer a mi novia."

"¿Aún no eres mi novia? Creí que ese tema ya lo habíamos conversado." Lauren no pudo evitarlo y soltó una carcajada de bebé.

"Seguro le hubieras dicho eso a una Lauren de diez años."

"Ya te dije que no, pero puedo decirselo a una Lern de veinte."

"Mejor, déjame preguntarte unas cosas más." Camila asintió, esperandola. "¿Por qué necesitabas que te metiera a la ducha?"

"Si soy un humano, no puedo utilizar mi polvillo como si fuera una hada. No me he bañado como tú, me he bañado como una hada y eso me deja... Enferma. Lo mismo pasaría si comenzara a volar ahora mismo." Lauren escuchaba atenta. Tenía que admitirlo, era genial lo diferente que eran las hadas con ellos en todo aspecto. "Me cansaría el doble, triple, cuatruple de rápido." Suspiró. "Así que si ves que no estoy haciendo las cosas como debería, dímelo." Lauren le dio un beso en su espalda como respuesta.

"Cuando abriste los ojos en la bañera, estaban de un color celeste. ¿Por qué?"

"No lo sé." Rió suavemente. "Supongo que es parte de... ¿Una regeneración?"

"Una última pregunta y nos dormimos." Lauren la apretó más a su cuerpo. Estaba adormilada y Camila de dragón sólo hacía que su ternura creciera más rápido.

"Habla que quiero dormir." Soltó un bostezo, acurrucandose más.

"Cuando llegué... tus uñas estaban negras, ¿Qué significa?" Preguntó con temor. El rostro de la hada cayó.

¿Sus uñas habían cambiado a ese color y no había pasado nada más allá? No sabía si sentirse afortunada o sentirse increíblemente asustada. Cuando le suele ocurrir eso a una hada, ya sea transformada en cualquier forma, era imposible evitar lo inevitable. Ni siquiera quería pensar qué fuerza sobrenatural la había ayudado en esto. Tal vez Lauren sin saberlo era una diosa.

"Muerte."






















Hola, extraño.
Te amo, gg

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