Nyx
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Nyx
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La Estación de Otoño se encontraba en el corazón de este refugio, una estructura de madera tallada con símbolos antiguos y rodeada por un entorno exuberante de colores otoñales. Las hojas en tonos de ámbar, carmesí y oro formaban una alfombra de belleza efímera que adornaba el suelo, mientras los árboles se alzaban como guardianes silenciosos de ese reino. Allí, en ese espacio lleno de magia y protección, estaban las Hadas Exploradoras, encargadas de velar por la seguridad de las hadas y de evitar que cualquier sombra o amenaza se desbordara más allá de las fronteras del bosque.
Nyx, una de las exploradoras más respetadas y valientes de todas, patrullaba la periferia de la estación. Con una lanza forjada a partir de los colmillos de un calamar puercoespín, y un uniforme de cuero encantado que brillaba tenuemente bajo la luz dorada del sol, Nyx se movía con la agilidad de una sombra. Su largo cabello negro ondeaba con el viento, y sus ojos, de un color ámbar profundo, brillaban con una determinación que no dejaba espacio para la duda. Los ecos de sus pasos, ligeros y sigilosos, se perdían entre las hojas que caían lentamente de los árboles, mientras su mirada recorría cada rincón, buscando cualquier signo de perturbación.
"Todo parece tranquilo por ahora" Murmuró para sí misma, aunque no permitió que su guardia bajara ni un solo instante. Su misión era proteger, y en su mente, el peligro nunca descansaba. La estación estaba protegida, sí, pero en los rincones más oscuros del bosque, donde las sombras cobraban vida, siempre había una amenaza latente. Un suspiro casi imperceptible escapó de sus labios, pero rápidamente se sumió de nuevo en su vigilancia.
Pero en ese momento, una suave corriente de aire agitará las hojas a su alrededor, y el sonido familiar de alas batiendo contra el viento rompió la quietud de su pensamiento. En el claro cercano, una figura apareció flotando, sus alas translúcidas brillando bajo el sol de la tarde. T/n, un hada del agua, conocida por su dulzura y su corazón puro, apareció frente a ella con una sonrisa radiante. Aunque sus personalidades no podían ser más diferentes, Nyx siempre sentía una extraña paz al ver a su novia. T/n, con su cabello brillante como una cascada de agua clara y su mirada siempre llena de serenidad, parecía capaz de calmar cualquier tormenta dentro de Nyx, incluso las que ella misma no sabía que albergaba.
—¡Nyx! —llamó T/n con entusiasmo, batiendo sus alas con una energía juguetona que contrastaba con la seriedad de la exploradora.
Nyx giró la cabeza rápidamente, con la expresión firme que siempre la caracterizaba. Al ver a T/n, sin embargo, algo dentro de ella se suavizó. La dureza de su rostro cedió un poco, aunque intentó mantener la compostura.
—¿No deberías estar en la estación de Agua? —Preguntó, su tono algo más frío de lo que quería, pero aún así con un dejo de cariño reprimido.
T/n aterrizó suavemente frente a ella, con un resplandor en sus ojos que solo Nyx conocía. La pequeña hada del agua nunca dejaba de sorprenderla con su capacidad de iluminar hasta los rincones más oscuros de su mundo.
—Quise venir a verte —Dijo T/n con naturalidad, como si no hubiera nada más importante que hacer. Sonrió de manera traviesa antes de añadir—Además, traigo algo para ti.
Nyx arqueó una ceja, tratando de mantener su compostura, pero una chispa de curiosidad se encendió en su interior. T/n sacó de su pequeña cesta tejida con juncos una serie de frutas diminutas y brillantes, recogidas de los árboles mágicos del arroyo cercano. Cada una de ellas resplandecía con una luz suave y cálida, como si estuviera imbuida con una energía propia.
—Pensé que podrías necesitar un descanso —Dijo T/n, sus ojos brillando con la misma dulzura que siempre acompañaba sus gestos.
Nyx miró la fruta, luego a T/n, su expresión aún seria, pero con un destello de aprecio. Tomó una de las frutas y, aunque intentó no mostrarlo, se sintió conmovida por el gesto. El dulzor de la fruta llenó su boca, y por un momento, se permitió relajarse, olvidando la constante tensión que acompañaba su patrullaje.
—No deberías distraerme cuando estoy en patrulla —dijo Nyx, su tono firme, pero un poco menos severo.
T/n inclinó la cabeza, su sonrisa no desapareciendo en lo más mínimo.
—Pero es importante que también te cuides, Nyx —Respondió con suavidad, una sabiduría que solo las almas más puras poseían. Su mirada era tan serena que Nyx no pudo replicar, aunque su corazón latía más rápido de lo que deseaba.
Antes de que Nyx pudiera añadir algo más, una ráfaga de aire suave la sorprendió, y sintió los labios de T/n rozar su mejilla en un gesto fugaz, como un susurro en medio de la tormenta. La calidez del contacto la desarmó, y por un momento, todo a su alrededor desapareció. Su rostro, normalmente impasible, se sonrojó levemente, un calor que no podía controlar, y por un segundo se sintió vulnerable.
—¡T/n! —Exclamó, intentando sonar molesta, pero su voz salió mucho más suave de lo que esperaba. No pudo evitarlo, su corazón parecía saltar en su pecho.
T/n, al ver la reacción de Nyx, soltó una pequeña risa, como una melodía ligera que llenó el aire. Se llevó una mano a la boca, tratando de contener su alegría, pero sus ojos brillaban con una chispa traviesa.
—Estabas demasiado seria —Dijo T/n con un guiño, su tono juguetón y lleno de afecto—Solo quería recordarte que incluso las exploradoras más valientes necesitan un poco de amor.
Nyx apartó la mirada, sintiendo cómo su rostro se sonrojaba aún más. No quería ceder, pero esas pequeñas muestras de cariño de T/n siempre lograban desarmarla. A regañadientes, se aclaró la garganta y se enderezó, adoptando su postura habitual de vigilia.
—Está bien, pero ahora vuelve al refugio —Dijo, intentando recuperar su seriedad, pero no pudo evitar que su voz sonara más suave de lo que quería—Y gracias... por el gesto.
T/n sonrió una vez más, un destello de luz en su mirada, y antes de que Nyx pudiera decir algo más, con un ágil batir de alas, se elevó hacia el cielo, desapareciendo entre los árboles que rodeaban el claro. Nyx la observó alejarse, un sentimiento extraño de calidez expandiéndose en su pecho. A pesar de su constante responsabilidad y su naturaleza seria, esos momentos con T/n eran su refugio secreto, un recordatorio de que incluso las exploradoras más valientes, como ella, necesitaban algo de luz en sus vidas. Sintió el suave calor en su mejilla y, por un momento, permitió que una leve sonrisa apareciera en su rostro. No era algo común en ella, pero ese gesto de T/n había tocado algo profundo en su ser.
El sonido de un grito agudo desgarró el aire poco después de que T/n se hubiera marchado. Nyx, que patrullaba cerca, reconoció de inmediato la voz. Su corazón se detuvo por un instante, pero su entrenamiento la llevó a reaccionar rápidamente. Con un poderoso aleteo de sus alas, voló hacia la dirección del sonido.
El halcón se abalanzó en picada, su sombra extendiéndose sobre el claro como una amenaza que hacía latir el corazón de T/n a toda velocidad. La pequeña hada del agua intentó desplegar sus alas para huir, pero el viento provocado por el movimiento del ave la hizo tambalearse. Justo cuando parecía que no habría escapatoria, una figura veloz y resplandeciente apareció en el aire.
Nyx, con su lanza firmemente agarrada y su semblante decidido, se interpuso entre el halcón y T/n. Sus alas brillaban al reflejar la luz del sol otoñal mientras se enfrentaba al depredador con valentía.
—¡Aléjate de ella! —Gritó Nyx, con una furia que resonaba en cada palabra.
El halcón intentó atacar, pero Nyx giró en el aire con una precisión impresionante, golpeando al ave con la parte plana de su lanza. El impacto la desvió lo suficiente como para que el depredador reconsiderara su ataque. Emitió un chillido frustrado y, tras un momento de duda, alzó el vuelo, desapareciendo entre las nubes.
Nyx descendió rápidamente hasta donde estaba T/n, quien todavía estaba sentada en el suelo, temblando pero ilesa.
—¿Estás bien? —Preguntó Nyx con voz firme, aunque la preocupación era evidente en sus ojos ámbar.
T/n asintió, incapaz de hablar al principio. Cuando finalmente encontró las palabras, su voz temblaba—Gracias, Nyx... Pensé que no lo lograría.
La expresión severa de Nyx se suavizó por un instante. Se arrodilló frente a T/n, inspeccionándola en busca de heridas.
—Nunca permitiría que algo te pasara —Murmuró Nyx con una seriedad que solo acentuaba la ternura del momento.
T/n, aún con el corazón latiendo rápido, se inclinó hacia adelante y plantó un suave beso en los labios de Nyx. El contacto fue fugaz, pero suficiente para poner nerviosa a Nyx que no había previsto ese movimiento, aceptando el beso.
—¿Qué... qué fue eso? —Preguntó Nyx, llevándose una mano a la mejilla al sentirlas calientes mientras su compostura habitual parecía tambalearse.
—Un agradecimiento —Respondió T/n con una sonrisa tímida.
Nyx apartó la mirada, claramente incómoda pero sin poder evitar una pequeña sonrisa que se asomaba en sus labios.
—Será mejor que regresemos a la base. Te mantendré a salvo.
La forma en que Nyx tomó la mano de T/n, firme pero protectora, hablaba más que cualquier palabra. Las dos hadas levantaron el vuelo, dejando atrás el claro, pero no el lazo que parecía haberse fortalecido entre ellas tras aquel peligroso encuentro.
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