Fawn
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Fawn
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En lo profundo de la Tierra de las Hadas, donde el rocío matutino brillaba sobre los pétalos de flores multicolores, T/n trabajaba con dedicación. Sus manos delicadas, pero firmes, arreglaban las hojas de una flor en tonos rosados que llevaba días cuidando. Era una flor caprichosa, de esas que parecían necesitar más cariño que otras, y T/n no escatimaba esfuerzos en hacerla florecer. Vestía su habitual conjunto hecho de pétalos y hojas, con pequeños adornos de ramas que se balanceaban suavemente con el viento.
El aire estaba impregnado con el aroma de la primavera y T/n mientras trabajaba, tarareaba una melodía que había escuchado en un rincón del Bosque de la Mariposa. Todo era perfecto en ese momento, como si el mundo conspirara para mantener la paz y armonía que tanto amaba.
Pero aquella calma no duró.
Un ruido atronador rompió el hechizo del silencio. Las hojas temblaron, los insectos volaron despavoridos y, antes de que pudiera entender qué sucedía, una estampida de animales irrumpió en su pequeño jardín. Ardillas, mapaches, conejos y hasta un par de ranas saltaban y corrían como si estuvieran huyendo de un dragón.
T/n soltó un pequeño grito y retrocedió, apretando las manos contra su pecho mientras observaba, horrorizada, cómo su jardín era arrasado por la marea de animales descontrolados. La flor en la que había estado trabajando no tuvo oportunidad; un mapache, en su huida, la aplastó bajo sus patas antes de desaparecer en la espesura.
—¡¿Qué en el nombre del polvo de hadas está pasando?! —Exclamó, con la voz llena de frustración y sorpresa.
Antes de que pudiera reaccionar, un torbellino de energía aterrizó junto a ella. Era Fawn, su mejor amiga, con su cabello ligeramente desordenado por la velocidad de su vuelo y una sonrisa tan grande que parecía ignorar el caos a su alrededor.
—¡Ey T/n! —La saludó alegremente, aunque pronto notó la expresión de su amiga. Su sonrisa se desvaneció ligeramente—Oh... ¿Estás bien?
T/n parpadeó un par de veces, todavía tratando de procesar lo que acababa de ocurrir.
—¿Estoy bien? —Repitió, su voz elevándose mientras señalaba el desastre —¿Te parece que estoy bien, Fawn? Mi jardín... mi flor... ¡Está hecho pedazos!
Fawn siguió la dirección de la mano de T/n y al ver los restos de la flor rosada, su expresión cambió a una mezcla de culpa y vergüenza. Se inclinó para observar más de cerca, levantando un pétalo destrozado entre sus dedos.
—Oh vaya... esto sí que fue un golpe duro ¿Eh? —Dijo con una pequeña risa nerviosa, tratando de aliviar la tensión.
—¡Fawn! Esto no tiene gracia—T/n se cruzó de brazos, fulminándola con la mirada—¿Qué estabas haciendo esta vez?
Fawn rascó la parte trasera de su cabeza, su sonrisa traviesa reapareciendo lentamente.
—Bueno... estaba enseñándole a un grupo de ardillas a correr obstáculos. Era una carrera amigable ¿Sabes? Hasta que decidieron invitar a los conejos y las ranas. No estoy muy segura de cómo pasó, pero de repente todos estaban corriendo como locos, ¡y terminé siguiéndolos para evitar que se metieran en más problemas!
—Y, en el proceso, destruyeron mi trabajo—T/n suspiró, pasando una mano por su cabello. Su jardín era su refugio, el lugar donde encontraba paz, y ver el desastre la llenaba de una mezcla de tristeza y frustración.
Fawn se inclinó hacia ella, con las orejas ligeramente caídas. Había algo genuino en su mirada, algo que rara vez mostraba.
—Oye, de verdad lo siento. No quería que esto pasara ¿Hay algo que pueda hacer para arreglarlo?
T/n la miró por un momento, su expresión suavizándose un poco. Era difícil mantenerse enojada con Fawn, especialmente cuando mostraba remordimiento.
—Podrías empezar por ayudarme a replantar—Dijo finalmente, suspirando mientras se inclinaba para recoger uno de los tallos rotos—Pero esta vez, sin más carreras de animales cerca de mi jardín.
—¡Hecho! —Fawn levantó una mano como si jurara solemnemente.
Luego, giró hacia los animales que habían regresado tímidamente, observando el desastre que habían causado.
—Miren, chicos. Tenemos que compensar a T/n por el desorden que hicimos—Fawn se arrodilló, hablando en el idioma animal con una habilidad impresionante. Las ardillas asintieron, y pronto, todo el grupo comenzó a trabajar bajo las instrucciones de Fawn.
Una ardilla se acercó a T/n con lo que parecía ser un pequeño ramo de tréboles en su boca, como una especie de disculpa. T/n sonrió mientras aceptaba el gesto.
—Está bien, chicos, pero no más carreras en mi jardín—Les dijo, inclinándose para acariciar a la ardilla.
Fawn observó la escena con una sonrisa. A pesar de sus diferencias, sabía que T/n siempre encontraba la manera de perdonarla. T/n, aunque todavía molesta, no pudo evitar sonreír ligeramente al ver cómo su amiga ponía a los animales a trabajar, incluso utilizando a las ranas para transportar pequeños recipientes de agua. Fawn siempre encontraba una manera de convertir el caos en algo positivo.
—Eres un caso ¿Sabes? —Dijo T/n mientras observaba a Fawn plantar un brote con sorprendente delicadeza.
Fawn le guiñó un ojo, sonriendo con esa chispa juguetona que la caracterizaba.
—Claro que sí. Por eso soy tu mejor amiga.
T/n negó con la cabeza, pero no pudo evitar reírse. A pesar de todo, sabía que no cambiaría a Fawn por nada en el mundo. Y mientras ambas trabajaban juntas, rodeadas por el ajetreo de los animales, el jardín comenzaba a recuperar algo de su antigua belleza, reflejando el vínculo especial entre dos amigas que siempre encontraban la manera de superar cualquier desastre.
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