012: couple
Es extraño esperar a Jungkook para ir a clases después de lo que pasó ayer entre nosotros. Las manos me sudan y el corazón me palpita en todas partes, desde mi sien hasta la planta de mis pies. Debo inhalar y exhalar un par de veces para calmarme, a pesar de que funciona muy poco.
Jungkook sale de casa, llevando el cabello más alborotado que de costumbre. Cuando me ve, se sonroja y baja la mirada, acercándose a mí.
—Creo que me tardé de más —apunta, despeinándose todavía más.
Bajo sus manos con parsimonia y peino descarada y suavemente su cabello revuelto, notándolo húmedo y finito. No huele a champú, sino a humedad.
—¿Podemos ir tomados de la mano? —le pregunto con cuidado, terminando de asentarle el cabello. Él me mira un segundo antes de evadirme.
—Se nos hace tarde.
Comienza a caminar y voy tras él, dándome cuenta de que ya no me cuesta tanto respirar. Supongo que es su efecto: en lugar de hacerme sentir ansioso, me hace sentir más tranquilo. Miro sus manos y las mías comienzan a picar. Si bien podría tomar su silencio como una negativa para estos afectos de amor, no puedo darme por vencido.
—Jimin dice que deberíamos de invitar a Yoongi al descanso. Creo que le está picando la curiosidad —comento con jovialidad, acercándome lo suficiente para estar hombro con hombro.
—¿Por qué? Nunca le ha interesado —bufa con gracia, por suerte, sin apartarse.
—A todo el grupo le parece extraño que ahora nos hablemos con Yoongi. Jimin quiere saber que tan amigable es, al parecer.
—Jimin siendo Jimin.
—¿Tienes algo en contra de Jimin?
—Para nada. Su naturaleza gentil hace que sea imposible no quererlo.
—¿Dijiste quererlo? —agrego, frunciendo el ceño. Él nunca diría esas cosas, nunca diría que quiere o ama lo suficiente a alguien—. ¿Me perdí de algo?
—Solamente digo... —Se retrepa las tiras de la mochila e inspira profundo—. Aunque nunca lo exprese en voz alta, no quiere decir que no lo sienta.
—¿También me quieres?
—Eso no se pregunta.
Sonrío hasta que me duelen las mejillas y, cuando Jungkook baja sus brazos, dejándolos laxos a ambos costados, tanteó con mi mano la suya. Al principio solo es nuestros nudillos friccionándose, luego mis dedos buscando los suyos, hasta que doy vuelta a mi mano y... Encajan perfectamente. Ninguno dice una sola palabra y continuamos nuestro camino. Temo voltear a verlo y que se espante con esto. No quiero soltar su mano y, mucho menos, dejar de sentirlo a mi lado.
Entrando al salón, Jimin alza su mano y Jungkook se aleja abruptamente. No puedo quejarme, fueron largos minutos para nosotros dos. Lo aguantó bien.
—¿Qué fue eso? —me pregunta entre dientes, evitando que siga avanzando por la fila.
—¿Qué cosa?
—Eso —reclama, mirando de reojo a Jungkook, quién ya está tomando asiento—. Estaban tomados de la mano. ¿Acaso ustedes dos...? No puede ser. —Se cubre la boca con la mano y no puedo evitar reírme, parece una señora ofendida y, al mismo tiempo, orgullosa—. ¿Cuándo sucedió? ¿Fue en la fiesta? ¿Fue ahí y no me dijeron nada?
—Cálmate, Jimin. Sucedió ayer. No lo teníamos planeado.
Cruza los brazos a la altura de su pecho y entorna los ojos.
—No te creo.
—Te lo digo en serio —replico—. Y mejor hablamos más tarde, en el descanso. Todos están mirándonos extraño.
De repente, salta de su silla y me pone de nervios.
—¡Sí! ¡Jungkook y Taehyung están saliendo! —exclama de repente—. ¡¿Algún problema?! Espero no ver a nadie quejándose porque no les vuelvo a dar clases extras. ¿Entendido? —amenaza, levantando el dedo índice como un docente encolerizado.
Todos reprimen una risa y bajan la cabeza, resignados. Jungkook tiene el rostro entre sus manos y no se mueve. Yoongi intenta no soltar una carcajada.
—¿Estás loco? —le reclamo a Jimin cuando vuelve a sentarse.
—¿Qué? Así no tendrán que ocultarse.
—Jimin... —advierto, rascándome la frente como si tuviera la picadura de un mosquito—. Eso fue demasiado. Se trata de nuestra intimidad.
—Todos los vimos tomados de la mano, tanta privacidad no había —responde con desdén—. Además, fue mejor aclararlo ahora, si no, todos estarían haciendo comentarios pésimos sobre ustedes dos. No todos, claro, pero si la mayoría. Estarán bien de aquí en adelante.
Inhalo y exhalo, a punto de volverme loco. Ahueco tanto su mejilla entre mis dedos que chilla y me da un manotazo, insultándome mientras voy a mi asiento. Intento no ver a nadie, aunque es imposible. Nadie murmura y, sin embargo, puedo imaginar lo que piensan.
—Jung... —canturreo—. ¿Estás bien?
No responde, en cambio, exhala rápido y tembloroso. Me muerdo el labio inferior y volteo a ver a Yoongi. Intenta poner un semblante serio que no le funciona por mucho tiempo, explotando en una carcajada.
—¿En serio te parece gracioso? —cuestiono con voz neutra.
—No sabía que Jimin tenía ese potencial. Ha callado a todo el salón, lo ha hecho más rápido que cualquier profesor. No sabía que podía dar tanto miedo.
—Parece que ustedes dos se llevarían muy bien.
—¿Bromeas? Él es ternura casi todo el tiempo. Solamente perdió los estribos, y por una buena razón.
Tuerzo el gesto y señalo hacia atrás con mi pulgar.
—¿Él te parece tierno?
—¿A ti no?
Me encojo de hombros, recordando que, lo veo tan a menudo, que me resulta un chico corriente. Aunque bueno... Sí, tengo una debilidad por sus mejillas regordetes, o por sus pequeñas y menudas manos. Las manos de bebé.
—Independientemente de eso, felicitaciones. Ya era hora —continúa él, sacándome de mis pensamientos—. Dejarás de parecer un tonto.
—¿Tonto? —replico sin gracia y Yoongi sonríe más suave—. Ah, ahora seré el doble de tonto.
—Sí, eso parece. Pero un tonto de amor siempre será mejor que un tonto sin convicción.
—Ahórrate tus poemarios —gruño, dándome vuelta.
El profesor llega más de diez minutos retrasado y mientras se disculpa los minutos avanzan. Si hubiera sabido que llegaría tarde, habría dormido más. O habría sujetado por más tiempo la mano de Jungkook.
Más tarde, después de que terminan las clases, Jungkook y yo vamos a la biblioteca buscando libros que, rentablemente, es mejor prestar que comprar. Más, porque son aburridos.
—¿Estás molesto con Jimin? —Frunce el ceño mientras abre un libro de biología, metiendo su cabeza de lleno en él—. Supongo que se le ha escapado.
—¿Escapársele? —reclama por encima—. Nos dejó en evidencia.
Suelto una carcajada y él me recrimina con la mirada.
—Cuando entramos estábamos tomados de la mano. A Jimin ni siquiera se le escapó eso. Ahora, no intento justificarlo, pero ya pasó. Seguramente lo olvidarán mañana.
—No lo olvidarán si nos ven todos los días.
—¿Entonces estás dispuesto a cambiarte de escuela?
—Claro que no, ya vamos a terminar. Faltan... ¿Dos meses? —Asiento con la cabeza y él se queda quieto, mirándome fijamente—. ¿Hay...? ¿Hay algo que quieras hacer ese día?
Ancho los ojos sin poder disimular mi sorpresa, logrando que él chasquee la lengua y se da media vuelta. Su reacción me causa ternura y, al mismo, desconcierto. Sé que lo intenta, pero esto es tan extraño que no puedo evitar dejar en evidencia mi asombro.
—¿Hay algo que quieras hacer? —pregunto de vuelta.
—Solo lo usual, salir y comer algo, ya sabes —dice sin tanta emoción, como si faltara algo allí. Algo que aún no está listo para decir.
—Bien. Si se te ocurre algo más, solamente dímelo y atenderé tus órdenes.
—¿Qué más podría ocurrírseme? —cuestiona más para sí mismo que para mí—. No tengo nada más en mente.
Asiento una vez más y pasamos a otro pasillo. Lo cierto es que no quiero esperar a la graduación para que hagamos algo juntos, como pareja. Jimin dijo hace unos días que estuvo en el parque de diversiones, uno que remodelaron hace poco. Había viajes en canoas, dinámicas de parejas y no sé que otras cosas más. Podría llevar a Jungkook. Usualmente, vamos a comer o a lugares menos concurridos. Esta podría ser una excepción.
—Jungkook... —lo llamo, captando su atención de inmediato—. ¿Qué te parece si vamos al parque de diversiones el sábado en la noche? Yo invito.
Se muerde el labio inferior y mira alrededor.
—Tú siempre pagas por mí —dice distraído, guardando otro libro que, por supuesto, solo estaba hojeando—. Yo te invitaré esta vez.
—Sabes que no me molesta. Tal vez puedas devolverme un poco de lo que te doy después.
Su rostro se pinta color carmesí y voltea violentamente la cabeza. ¿Es sudor lo que recorre su frente?
—Taehyung...
Doy dos pasos hacia él, suficiente para olerlo y sentirlo.
—¿En qué estás pensando? —susurro y él se queda tieso, como un tronco—. Jung... Hablaba de tu felicidad, de que puedes estar junto a mí y darme un poco de cariño para compensarlo.
—Ya lo sabía —espeta, con la voz suave y ligeramente trémula. Casi al borde de una crisis nerviosa, por lo que ríe—. ¿Quieres comer en mi casa? Mamá dejó la comida hecha antes de ir a su trabajo.
Sonrío y miro a ambos costados. De un movimiento ligero y casi brusco, le beso la comisura de los labios. No me quedo a ver su reacción y lo adelanto.
—Siempre es un placer.
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